Cumbre Extraordinaria de las Américas:
Declaración de Nuevo León
14/01/2004
- Opinión
Preámbulo
Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas
elegidos democráticamente, entre quienes se encuentran catorce
nuevos mandatarios que han asumido su cargo después de la
Tercera Cumbre de las Américas, realizada en la Ciudad de
Québec, Canadá, nos hemos reunido en una Cumbre Extraordinaria
en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México. Nuestro
propósito es avanzar en la instrumentación de medidas para
combatir la pobreza, promover el desarrollo social, lograr un
crecimiento económico con equidad y reforzar la gobernabilidad
de nuestras democracias. Con una visión renovada y fortalecida
de la cooperación, la solidaridad y la integración, haremos
frente a los continuos y crecientes retos del Hemisferio.
Guiados por la necesidad de trabajar juntos para impulsar la
prosperidad, promover la inclusión social y una distribución
más equitativa del crecimiento económico, eliminar el hambre,
elevar los niveles de vida, generar nuevas oportunidades de
empleo y de inversión, promover el trabajo decente, así como
enfrentar las nuevas amenazas a la seguridad, entre otras, el
terrorismo, la delincuencia organizada y el tráfico ilícito de
armas, reafirmamos nuestro compromiso con la Carta Democrática
Interamericana y reiteramos nuestra firme intención de
continuar instrumentando los mandatos de las Cumbres de las
Américas, así como los compromisos asumidos en la Cumbre del
Milenio, la Conferencia Internacional sobre la Financiación
para el Desarrollo (Consenso de Monterrey) y la Cumbre Mundial
sobre el Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo.
Afirmamos que el bienestar de nuestros pueblos requiere el
logro de tres objetivos estrechamente vinculados e
interdependientes: crecimiento económico con equidad para
reducir la pobreza, desarrollo social y gobernabilidad
democrática.
Por ello, declaramos:
Crecimiento económico con equidad para reducir la pobreza
En la búsqueda de un crecimiento económico sostenido y
equitativo que contribuya al desarrollo de largo plazo,
reduzca la pobreza, elimine el hambre y eleve los niveles de
vida de la población, con especial atención a los sectores y
grupos sociales más vulnerables, nos comprometemos a continuar
instrumentando políticas macroeconómicas sólidas, políticas
monetarias y fiscales prudentes, regímenes de tasas de cambio
apropiados, una administración prudente y apropiada de la
deuda pública, la diversificación de la economía y el
mejoramiento de la competitividad. Nos comprometemos también a
la transformación cualitativa de la administración pública a
través de su modernización, simplificación, descentralización
y transparencia. Asimismo, redoblaremos nuestros esfuerzos
para mejorar el clima de inversión en nuestros países y
promover la responsabilidad social de las empresas.
Reafirmamos nuestro compromiso con el Consenso de Monterrey,
adoptado en la Conferencia Internacional sobre la Financiación
para el Desarrollo en 2002, en el sentido de que cada país es
el principal responsable de su propio desarrollo social y
económico a través de políticas racionales, buen gobierno y el
estado de derecho. El cumplimiento de esta responsabilidad
permite el uso efectivo de recursos internos e internacionales
para el desarrollo, el crecimiento económico y la reducción de
la pobreza. En este contexto, reafirmamos el imperativo de la
comunidad internacional de apoyar los esfuerzos nacionales de
desarrollo. De acuerdo con las recomendaciones del Consenso de
Monterrey, buscaremos articular esfuerzos internacionales con
miras a la movilización de recursos para el desarrollo
económico sostenible y el combate a la pobreza y el hambre en
todos los países del Hemisferio. En particular, continuaremos
nuestros esfuerzos con miras a la identificación de fuentes de
financiamiento seguras que atiendan las necesidades de los
países en desarrollo y la apertura de mercados para sus
productos.
Continuaremos implementando políticas públicas que estimulen
mayor ahorro interno, respondan a la necesidad de crear
empleos productivos y contribuyan a una mayor inclusión
social.
Destacamos la importancia de la participación del sector
privado en el logro de nuestros objetivos. Reconocemos que las
micro, pequeñas y medianas empresas constituyen un componente
fundamental para el crecimiento económico, la creación de
empleos y la reducción de la pobreza en nuestros países.
Apoyaremos a las micro, pequeñas y medianas empresas a través
de políticas y programas que faciliten su consolidación y
formalización, permitan su efectivo acceso a los mercados y a
las licitaciones del sector público, y entre otros, promuevan
la formación de recursos humanos y faciliten el acceso al
crédito, a los servicios de desarrollo empresarial y a nuevas
tecnologías, a fin de reducir los costos administrativos.
Asimismo, promoveremos la intensificación de la cooperación
internacional para fomentar la transferencia de mejores
prácticas orientadas al desarrollo de las micro, pequeñas y
medianas empresas.
Tomaremos las medidas legales, normativas e institucionales
necesarias y posibles, antes de la próxima Cumbre de las
Américas a celebrarse en 2005, con el objeto de simplificar
los procedimientos y reducir significativamente el tiempo y el
costo del establecimiento de las empresas en cada país de la
región.
Apoyamos el trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo a
fin de que, a través de sus mecanismos y programas para el
desarrollo del sector privado, triplique para el año 2007 sus
préstamos mediante el sistema bancario a las micro, pequeñas y
medianas empresas, tratando de beneficiar a todos los países
que participan en el proceso de Cumbres de las Américas.
Reconocemos el relevante papel que desempeña el comercio en la
promoción del crecimiento y el desarrollo económico
sostenidos. Reafirmamos nuestro compromiso de avanzar en la
Agenda de Doha para beneficiar a todas nuestras economías,
especialmente las economías en desarrollo, promoviendo, entre
otras medidas, mejor acceso a los mercados, eliminando los
subsidios a la exportación y reduciendo sustancialmente las
ayudas internas que distorsionan el comercio.
Reconocemos que la liberalización del comercio de productos
agrícolas constituye, entre otros, un elemento esencial para
el desarrollo de la agricultura en los países del Hemisferio.
Por lo tanto, reafirmamos nuestro compromiso con las
negociaciones comerciales para promover un efectivo acceso a
los mercados.
Acogemos los avances logrados hasta la fecha para el
establecimiento de un Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) y tomamos nota con satisfacción de los resultados
equilibrados de la VIII Reunión Ministerial del ALCA realizada
en Miami en noviembre de 2003. Apoyamos el acuerdo de los
ministros sobre la estructura y el calendario adoptado para la
conclusión de las negociaciones para el ALCA en los plazos
previstos, que fomentará, con la mayor eficacia, el
crecimiento económico, la reducción de la pobreza, el
desarrollo y la integración, a través de la liberalización del
comercio, contribuyendo al logro de los amplios objetivos de
la Cumbre. (*)
Continuaremos trabajando en la reforma de la arquitectura
financiera internacional con los objetivos de, inter alia,
contribuir a la prevención y rápida solución de las crisis
financieras, que perjudican particularmente a los países en
desarrollo de la región, reforzar el financiamiento para el
desarrollo, combatir la pobreza y fortalecer la gobernabilidad
democrática. Apoyamos los esfuerzos de los países prestatarios
para trabajar con el sector privado con el fin de explorar
nuevos enfoques para reducir la carga del servicio de la deuda
durante períodos de desaceleración económica. Reconocemos el
liderazgo de países de la región al incluir cláusulas de
acción colectiva en sus emisiones internacionales de bonos.
Hacemos un llamado a las instituciones financieras
internacionales y regionales a que fortalezcan la coordinación
de sus actividades a fin de que respondan de manera más
efectiva a las necesidades de desarrollo de largo plazo de los
países de la región para alcanzar resultados medibles en sus
esfuerzos de erradicación de la pobreza, a través del uso más
efectivo de todas las fuentes de financiamiento disponibles
para el desarrollo.
Manifestamos que el crecimiento económico sostenible es el
factor más importante para la administración y el pago del
servicio de la deuda pública.
Reconocemos que las políticas macroeconómicas racionales y una
prudente administración fiscal son también centrales para
alcanzar la sustentabilidad fiscal a largo plazo.
Consideramos también pertinente tomar en cuenta, cuando
corresponda, las previsiones sobre alivio de la deuda externa
señaladas en el párrafo 48 del Consenso de Monterrey.
Asimismo, reconocemos la responsabilidad de cada país respecto
de su propio desarrollo económico, pero también que existe un
vínculo de interdependencia entre las economías nacionales y
el sistema económico mundial.
En el contexto de la Iniciativa Reforzada para la reducción de
la deuda de los Países Pobres Muy Endeudados, hacemos un
llamado a todos los acreedores a participar en el alivio de la
deuda en beneficio de los países elegibles del Hemisferio, en
apoyo a las reformas económicas y la reducción de la pobreza.
Reconocemos que la seguridad jurídica sobre los derechos de
propiedad es uno de los elementos fundamentales para el
crecimiento económico, toda vez que la verificación del título
de la propiedad ayuda a las personas a obtener préstamos e
iniciar negocios.
Por lo tanto, nos comprometemos, en los casos que sea
necesario y apropiado, a fortalecer los derechos de propiedad
y ampliar el uso de la misma como garantía, asegurando la
aplicación de normas eficaces, transparentes, integrales y
equitativas que rijan los contratos de propiedad, así como a
mejorar o impulsar las medidas relativas a la transferencia de
la propiedad, los registros de propiedad, el establecimiento
de la propiedad como forma de garantía y los derechos y
obligaciones de deudores y acreedores.
En lo que se refiere a estas medidas, nos comprometemos a
emprender acciones concretas antes de la próxima Cumbre de las
Américas, a celebrarse en la Argentina en 2005, e informar en
esa oportunidad sobre los progresos alcanzados. Nos
empeñaremos en asegurar que los derechos de propiedad
beneficien a todas las personas sin discriminación.
Reconocemos que el envío de remesas es una fuente importante
de capital en muchos países del Hemisferio. Nos comprometemos
a tomar acciones concretas para promover el establecimiento,
lo antes posible, de las condiciones necesarias con miras a
alcanzar la meta de una reducción de por lo menos la mitad del
costo promedio regional de estas transferencias, de ser
posible a más tardar en el 2008 e informar de los progresos
alcanzados a la próxima Cumbre de las Américas en Argentina en
2005. Adoptaremos, según sea necesario y apropiado, medidas
tales como la promoción de la competencia entre los
prestadores de estos servicios, la eliminación de obstáculos
normativos y otras medidas restrictivas que afectan el costo
de estas transferencias, así como el uso de nuevas
tecnologías, manteniendo normas de supervisión financiera
efectivas.
Promoveremos la protección de los consumidores, la competencia
leal y el perfeccionamiento del funcionamiento de los
mercados, a través de marcos regulatorios claros, efectivos y
transparentes.
Desarrollo social
Reconocemos que la superación de la pobreza, el hambre y la
desigualdad social son grandes retos que enfrentan muchos
países del Hemisferio en el siglo XXI. Estamos convencidos de
que las políticas económicas y sociales coordinadas e
integradas son un requisito para el éxito en el combate a la
desigualdad de oportunidades y la marginación, y que tales
políticas son pilares fundamentales para edificar una sociedad
más justa. Enfatizamos que el trabajo, el empleo y el ingreso
son esenciales para una política social incluyente.
Reiteramos que el empoderamiento de la mujer, su plena e
igualitaria participación en el desarrollo de nuestras
sociedades y su igualdad de oportunidades para ejercer
liderazgo son fundamentales para la reducción de la pobreza,
la promoción de la prosperidad económica y social y el
desarrollo sostenible centrado en el ser humano. Reafirmamos
nuestro compromiso de continuar promoviendo la igualdad y
equidad de género y los mandatos de las Cumbres de las
Américas en esta materia.
Reconocemos la urgencia de que se fortalezcan en la
Organización de los Estados Americanos los mecanismos de lucha
contra la pobreza, tales como el Consejo Interamericano para
el Desarrollo Integral, la Comisión Interamericana de
Desarrollo Social y el Programa Interamericano de Combate a la
Pobreza y la Discriminación. Reconocemos, asimismo, la
importancia de la promoción y observancia de los derechos
económicos, sociales y culturales. Urgimos a la Organización
de los Estados Americanos a considerar cuidadosamente las
recomendaciones aprobadas durante la Reunión de Alto Nivel
sobre Pobreza, Equidad e Inclusión Social, celebrada en Isla
de Margarita, Venezuela, para fortalecer la agenda social
hemisférica.
Impulsaremos políticas que fortalezcan los sistemas de
seguridad social en nuestros países. Asimismo,
instrumentaremos, en la medida de nuestras capacidades y
posibilidades financieras, redes de protección social u otras
modalidades apropiadas para atender a los sectores más
vulnerables de nuestras sociedades. Alentamos a los países del
Hemisferio que aún no hayan establecido estas redes a explorar
la posibilidad de hacerlo en el más corto plazo que les sea
posible.
Reconocemos los esfuerzos realizados por países del Hemisferio
para atender los problemas sociales suscitados por situaciones
de desocupación, tales como la adopción de sistemas de seguro
de desempleo o programas de ingreso de subsistencia.
Reafirmamos que la diversidad de culturas que caracteriza a
nuestro Hemisferio enriquece enormemente a nuestras sociedades
y que el respeto y la valoración de nuestra diversidad
cultural propician el desarrollo cultural y la cohesión social
en nuestros países.
Con relación a los derechos de los pueblos indígenas,
reconocemos el avance sustantivo alcanzado en las
negociaciones llevadas a cabo en el marco de la Organización
de los Estados Americanos en torno a la Declaración Americana
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, con la
participación efectiva de representantes de estos pueblos.
Reiteramos nuestra voluntad política y apoyo para la
conclusión exitosa de las negociaciones y pronta aprobación de
la Declaración, la cual tiene como objetivo promover y
proteger sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Destacamos la importancia de la cooperación entre países de
origen, tránsito y destino para asegurar la plena protección
de los derechos humanos de todos los migrantes, incluidos los
trabajadores migratorios y sus familias, y la observancia de
las leyes laborales aplicables a ellos, de conformidad con los
compromisos asumidos en las Cumbres de Santiago y de la Ciudad
de Québec. Apoyamos la adopción de programas de migración
ordenada como factor de desarrollo económico y social, y
cooperaremos en el combate a la trata de personas, que afecta
especialmente a mujeres y niños.
Estamos comprometidos con los principios del trabajo decente
establecidos por la Organización Internacional del Trabajo y
promoveremos la aplicación de la Declaración relativa a los
Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, con el
convencimiento de que el respeto de los derechos y la dignidad
de los trabajadores es un elemento esencial para alcanzar la
reducción de la pobreza y el desarrollo social y económico
sostenible de nuestros pueblos. Adicionalmente, acordamos
tomar medidas para combatir las peores formas de trabajo
infantil. Reconocemos y apoyamos la importante labor de la
Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo para
alcanzar estos objetivos vitales.
La educación es factor decisivo para el desarrollo humano, al
incidir en la vida política, social, cultural, económica y
democrática de nuestras sociedades. El incremento de las tasas
de analfabetismo en muchos países de nuestro Hemisferio es un
asunto que requiere nuestra acción inmediata. Nos
comprometemos a continuar promoviendo el acceso a la educación
básica de calidad para todos, basada en los principios de
participación, equidad, pertinencia y eficacia, que genere las
capacidades y habilidades necesarias para impulsar el proceso
de desarrollo de nuestros pueblos sin discriminación ni
exclusión alguna y así responder a los retos del siglo XXI.
Nos comprometemos a incrementar el acceso y la divulgación de
información sobre nuestros sistemas educativos, con el objeto
de mejorar su desempeño. En este sentido, reiteramos nuestro
compromiso de continuar la implementación del Proyecto
Regional de Indicadores Educativos, refrendado en la Tercera
Reunión Interamericana de Ministros de Educación, celebrada en
la Ciudad de México. En especial, aquellos países que no lo
hayan hecho elaborarán y divulgarán públicamente, antes de la
próxima Cumbre, un informe con base en las metas de educación
establecidas en el Plan de Acción de la Segunda Cumbre de las
Américas, a fin de fomentar su uso como una herramienta en la
toma de decisiones para evaluar y mejorar los resultados.
Coincidimos en que la investigación y el desarrollo científico
y tecnológico juegan un papel importante en la creación y el
sostenimiento de economías productivas. Seguiremos formulando
políticas y lineamientos que apoyen las asociaciones de
investigación públicas y privadas y promuevan su interacción
con los sectores productivos, teniendo en cuenta los
requerimientos y objetivos de nuestros países. Continuaremos
incrementando las inversiones en el área de ciencia y
tecnología, con la participación del sector privado y el apoyo
de los organismos multilaterales. En este sentido, nos
empeñaremos en ampliar el acceso efectivo y equitativo a las
tecnologías y su transferencia. Asimismo, intensificaremos
nuestros esfuerzos para incentivar a nuestras universidades e
instituciones superiores de ciencia y tecnología a multiplicar
y potenciar sus vínculos y a profundizar la investigación
básica y aplicada. En relación con todas estas iniciativas,
nos comprometemos a la protección de la propiedad intelectual,
de conformidad tanto con las leyes nacionales como con los
convenios internacionales.
Estamos conscientes de que la revolución informática aporta
nuevas oportunidades para aumentar el acceso al conocimiento
para el desarrollo y para ampliar la participación equitativa
en el desarrollo sostenible de nuestras sociedades,
particularmente en las áreas rurales, remotas y marginales. En
un esfuerzo por reducir la brecha digital, tanto dentro de
nuestros países como entre ellos, nos comprometemos con la
Declaración de Principios de la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Información y la instrumentación continuada de
la Agenda de Conectividad para las Américas y el Plan de
Acción de Quito. Por ello, reafirmamos nuestro compromiso de
construir una sociedad de la información enfocada en el ser
humano, incluyente y orientada al desarrollo, que esté
inspirada en los objetivos de inclusión social, reducción de
la pobreza y el progreso en el marco de un desarrollo
económico social equilibrado.
Nos abocaremos, en el marco de nuestras legislaciones y
competencias nacionales, a incentivar el acceso a precios
razonables a las tecnologías de la información y la
comunicación para todos, y alentaremos la plena y activa
participación de la sociedad civil, incluido el sector
privado, para alcanzar esta meta.
Destacamos que uno de los pilares del desarrollo humano y el
progreso de las naciones es la protección social en materia de
salud, por lo que continuaremos ampliando las estrategias de
prevención, atención y promoción, así como la inversión en
este ámbito, a efecto de proveer servicios de calidad para
todos y mejorar dentro de lo posible la protección social a
todas las personas, con particular énfasis en los grupos más
vulnerables.
Estamos particularmente preocupados por el impacto del
VIH/SIDA en nuestras respectivas sociedades, su proliferación
y la amenaza que ésta representa para la seguridad de nuestros
pueblos. Reconocemos que para combatir la pandemia del
VIH/SIDA es necesario realizar mayores esfuerzos de
prevención, atención y tratamiento en el Hemisferio. Nuestro
liderazgo político es esencial para hacer frente al estigma,
la discriminación y el temor que disuaden a las personas de
someterse a la prueba y acceder al tratamiento y atención.
Reconocemos que, para hacer frente a los desafíos causados por
la pandemia del VIH/SIDA, se requiere continuar aumentando los
esfuerzos de cooperación a nivel mundial.
De acuerdo con las resoluciones relevantes de las Naciones
Unidas y de sus organismos especializados, las decisiones
pertinentes de la Organización Mundial del Comercio y la
Iniciativa "tres millones para 2005" de la Organización
Mundial de la Salud, nos comprometemos a facilitar tratamiento
accesible del VIH/SIDA con el objetivo de proveer tratamiento
antirretroviral a todos los que lo necesiten, lo más pronto
posible y al menos a 600.000 individuos para el año 2005.
Asimismo, solicitamos al Fondo Mundial de Lucha contra el
SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo identificar criterios que
permitan a los países de América Latina y el Caribe tener un
mayor acceso a sus recursos.
De la misma forma, estamos preocupados por las enfermedades
emergentes y reemergentes, tales como malaria, dengue, fiebre
amarilla, tuberculosis, lepra, mal de Chagas y otras,
considerando el actual contexto económico, social y de
saneamiento ambiental, el impacto de los recurrentes desastres
naturales y los problemas de salud asociados con el
crecimiento no planificado en áreas densamente pobladas.
Por ello, nos comprometemos a reforzar los programas de
promoción, prevención, control y tratamiento, continuar
desarrollando y fortaleciendo estrategias de cooperación
técnica entre países de la región y profundizar la cooperación
técnica con la Organización Panamericana de la Salud, el Banco
Interamericano de Desarrollo y otros organismos
interamericanos, así como con otros actores clave, con el
propósito de implementar acciones integrales de salud pública
para el control y la eliminación de estas enfermedades.
Nos comprometemos a mantener un esfuerzo sostenido para
mejorar las condiciones de vida de las poblaciones rurales, al
promover las inversiones y crear un entorno favorable para el
mejoramiento sostenible de la agricultura, a fin de que
contribuya al desarrollo social, la prosperidad rural y la
seguridad alimentaria. En este contexto, apoyamos la
aplicación del Plan de Acción "AGRO 2003-2015" para la
Agricultura y la Vida Rural de las Américas, adoptado por la
Segunda Reunión Ministerial de Agricultura y Vida Rural,
llevada a cabo en la Ciudad de Panamá en noviembre de 2003, y
esperamos que el Foro Mundial de Biotecnología, que se llevará
a cabo en Chile en marzo de 2004, contribuya a combatir el
hambre en la región.
Asumimos el compromiso de incrementar la cooperación y
fortalecer las instituciones responsables de coordinar e
implementar las acciones orientadas a disminuir el impacto de
los desastres naturales en las personas y su efecto en los
planes nacionales de desarrollo, con énfasis en las áreas de
prevención, mitigación, atención de emergencias y gestión del
riesgo en sus diferentes niveles.
Creemos que asegurar la salud ambiental de nuestras
poblaciones es una inversión para el bienestar y la
prosperidad de largo plazo. Nos sentimos estimulados por la
nueva alianza de los Ministros de Salud y Medio Ambiente de
las Américas y les encomendamos desarrollar una agenda de
cooperación para prevenir y minimizar los impactos negativos
al medio ambiente y a la salud humana.
Gobernabilidad democrática
Expresamos nuestro apoyo a la Declaración de Santiago sobre
Democracia y Confianza Ciudadana para definir una agenda de
gobernabilidad para el Hemisferio que nos permita enfrentar
los desafíos políticos, económicos y sociales, para fomentar
la credibilidad y la confianza ciudadana en las instituciones
democráticas.
Reiteramos nuestro compromiso con la plena aplicación de la
Carta Democrática Interamericana, que constituye un elemento
de identidad regional cuya proyección internacional es un
aporte de nuestro Hemisferio a la comunidad de naciones.
Reafirmamos nuestra decisión de coordinar acciones inmediatas
cuando la democracia corra peligro en cualquiera de nuestros
países. Asimismo, continuaremos nuestros esfuerzos para
fortalecer los mecanismos de defensa de la democracia y para
desarrollar y promover una cultura y una educación para la
democracia.
Reconocemos la participación de muchos países del Hemisferio
en la Comunidad de las Democracias y hacemos un llamado para
que la Tercera Conferencia Ministerial continúe apoyando el
fortalecimiento de las instituciones democráticas, en especial
de los partidos políticos.
El fortalecimiento y respeto del estado de derecho, la defensa
de los derechos humanos y las libertades fundamentales, el
progreso económico, el bienestar y la justicia social, la
transparencia y la rendición de cuentas en los asuntos
públicos, la promoción de diversas formas de participación
ciudadana y la generación de oportunidades para todos son
fundamentales para promover y consolidar la democracia
representativa.
La gobernabilidad democrática se fortalece a través del
diálogo entre todos los sectores de la sociedad. Continuaremos
impulsando una cultura democrática y de desarrollo basada en
el pluralismo y la aceptación de la diversidad social y
cultural.
Reconocemos que la corrupción y la impunidad debilitan las
instituciones públicas y privadas, erosionan la moral de los
pueblos, atentan contra el estado de derecho y distorsionan
las economías y la asignación de recursos para el desarrollo.
Por ello, nos comprometemos a intensificar nuestros esfuerzos
para combatir la corrupción y otras prácticas no éticas en los
sectores público y/o privado, fortaleciendo una cultura de
transparencia y una gestión pública más eficiente.
Manifestamos nuestra preocupación por prácticas corruptas,
ilegales y fraudulentas en la administración de algunas
empresas nacionales y transnacionales, que podrían afectar
negativamente las economías, en particular en las de los
países en desarrollo, sus productores y consumidores.
La Carta Democrática Interamericana señala que los pueblos de
América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la
obligación de promoverla y defenderla y establece que son
componentes fundamentales del ejercicio de la democracia, la
transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad
y la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública.
Por ello, incrementaremos nuestra cooperación en el marco de
la Convención Interamericana contra la Corrupción,
particularmente a través del fortalecimiento del Mecanismo de
Seguimiento de este instrumento. Encomendamos a la próxima
reunión de la Conferencia de los Estados Partes del Mecanismo
de Seguimiento de la Convención que proponga medidas concretas
para fortalecer ese mecanismo. Estas recomendaciones se
evaluarán en una reunión de los Estados Partes de la
Convención a realizarse en Managua, Nicaragua, a mediados de
2004. Asimismo, en esa reunión se considerarán medidas
concretas adicionales para aumentar la transparencia y
combatir la corrupción. Instruimos a nuestros Ministros de
Relaciones Exteriores que nos informen en la Cuarta Cumbre de
las Américas sobre los progresos realizados.
Acordamos hacer consultas en el caso de que la adhesión a
nuestros objetivos compartidos de transparencia y
anticorrupción, de conformidad con la Convención
Interamericana contra la Corrupción, se vea seriamente
comprometida en cualquiera de nuestros países.
Nos comprometemos a impulsar la transparencia en los procesos
políticos, en la administración de las finanzas públicas, en
las transacciones gubernamentales y en los procedimientos de
licitaciones y contratos de acuerdo con la legislación interna
para, entre otras cosas, prevenir los abusos y mantener la
confianza pública.
En el marco de nuestra legislación nacional y normas
internacionales aplicables, nos comprometemos a negar acogida
a funcionarios corruptos, a quienes los corrompen y a sus
bienes, y a cooperar en su extradición, así como en la
recuperación y la restitución de los activos producto de la
corrupción a sus legítimos propietarios. Asimismo, nos
comprometemos a perfeccionar los mecanismos regionales de
asistencia jurídica mutua en materia penal y su
implementación.
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción es
un valioso instrumento para enfrentar este flagelo, por lo que
nos comprometemos a considerar su firma y promover su
ratificación.
También nos comprometemos a incrementar la transparencia de
las organizaciones internacionales de las cuales somos
miembros a través del fortalecimiento de sus mecanismos de
rendición de cuentas.
Reconocemos que el pluralismo político y partidos políticos
sólidos son elementos esenciales de la democracia. Destacamos
la importancia de normas que aseguren la transparencia de sus
finanzas, eviten la corrupción y el riesgo de influencias
indebidas y alienten un alto nivel de participación electoral.
Por ello, promoveremos las condiciones que permitan a los
partidos políticos desarrollarse con autonomía de los
gobiernos. Alentaremos la formación política y preparación de
líderes, incluyendo mujeres, jóvenes, indígenas, miembros de
grupos étnicos y poblaciones marginadas. Destacamos la
importante labor del Foro Interamericano sobre Partidos
Políticos para facilitar que los partidos compartan mejores
prácticas y se fortalezcan, así como para promover reformas de
los sistemas de partidos políticos.
Coincidimos en que, a través de la participación ciudadana, la
sociedad civil debe contribuir en el diseño, ejecución y
evaluación de las políticas públicas impulsadas por los
distintos órdenes o niveles de gobierno. Reconocemos el papel
de la sociedad civil y su contribución a la buena gestión
pública y reafirmamos la importancia de continuar consolidando
nuevas asociaciones que permitan la vinculación constructiva
entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, organismos
internacionales y distintos sectores de la sociedad civil para
que trabajen a favor del desarrollo y la democracia.
Alentaremos la participación de la sociedad civil en el
proceso de Cumbres de las Américas, para lo cual nos
proponemos institucionalizar los encuentros con la sociedad
civil, el sector académico y el privado.
Impulsaremos la modernización del Estado como elemento
importante para el fortalecimiento de la gobernabilidad
democrática y el buen gobierno, conjugando eficacia y
eficiencia con mejor acceso a los servicios, transparencia y
responsabilidad en la gestión, así como la consolidación y
profesionalización de la administración pública. Nos
comprometemos a estimular el uso de nuevas tecnologías de
información y comunicación en los procesos de gestión pública
y adoptar estrategias que permitan el desarrollo del gobierno
electrónico.
El acceso a la información en poder del Estado, con el debido
respeto a las normas constitucionales y legales, incluidas las
de privacidad y confidencialidad, es condición indispensable
para la participación ciudadana y promueve el respeto efectivo
de los derechos humanos. Nos comprometemos a contar con los
marcos jurídicos y normativos, así como con las estructuras y
condiciones necesarias para garantizar a nuestros ciudadanos
el derecho al acceso a la información.
Tomamos nota con satisfacción de que los gobiernos del
Hemisferio están ejecutando el Consenso de Monterrey, al
explorar formas innovadoras para movilizar financiamiento para
la inversión privada y pública y reforzar el manejo de la
deuda, considerando instrumentos financieros como los bonos
indexados al crecimiento y otros, para promover la estabilidad
macroeconómica y reducir la vulnerabilidad financiera. La
aplicación de estas medidas estaría orientada a acelerar el
crecimiento económico, reducir la pobreza y fortalecer la
gobernabilidad democrática. Tomamos nota, asimismo, de los
esfuerzos de los gobiernos de la región para promover la
discusión en esta área.
Destacamos el papel de las actuales agencias multilaterales al
proveer asistencia humanitaria. Asimismo, tomamos nota de las
discusiones e iniciativas encaminadas a mejorar la efectividad
en la provisión de asistencia humanitaria y erradicación de la
pobreza, tales como la propuesta de crear un Fondo Humanitario
Internacional, de carácter voluntario.
La justicia social y la reducción de la pobreza contribuyen a
la estabilidad, la democracia y la seguridad de nuestros
Estados y de la región. Reiteramos que entre las principales
causas de inestabilidad en la región se encuentran la pobreza,
la desigualdad y la exclusión social, que debemos enfrentar en
forma integral y urgente.
Los avances en el desarrollo económico y social y el logro de
mayores niveles de equidad a través del buen gobierno
contribuirán a que se avance en la estabilidad en el
Hemisferio y se profundice la dimensión humana de la
seguridad.
Reiteramos nuestro compromiso con los objetivos y propósitos
contenidos en la Declaración sobre Seguridad en las Américas,
aprobada en la Conferencia Especial sobre Seguridad realizada
en la Ciudad de México en octubre de 2003, que se basa, entre
otros, en el concepto multidimensional de la seguridad, así
como en el principio de que el fundamento y el propósito de la
seguridad es la protección de los seres humanos.
Esta es nuestra primera reunión desde los trágicos eventos del
11 de septiembre de 2001. Reiteramos que el terrorismo, así
como la proliferación de armas de destrucción masiva,
constituyen graves amenazas a la seguridad internacional, a
las instituciones, a los valores democráticos de los Estados y
al bienestar de nuestros pueblos. Resolvemos intensificar
nuestros esfuerzos y fortalecer nuestra cooperación para
enfrentar estas amenazas.
Tomaremos todas las medidas necesarias para prevenir y
combatir el terrorismo y su financiación, en cumplimiento
pleno de nuestros compromisos en el marco del derecho
internacional, incluidos el derecho internacional de los
derechos humanos, el derecho internacional de los refugiados y
el derecho internacional humanitario. De igual manera, nos
comprometemos a luchar contra todas las formas de delincuencia
transnacional, incluido el tráfico ilícito de drogas, armas y
personas, particularmente cuando generan fondos utilizados en
apoyo a las organizaciones terroristas. También nos
comprometemos a adherirnos a las normas mundiales contra el
lavado de activos y la financiación del terrorismo.
Hacemos un llamado a aquellos países que aún no lo hayan hecho
a ratificar la Convención Interamericana contra el Terrorismo,
las doce convenciones y protocolos de las Naciones Unidas
contra el terrorismo, así como otros instrumentos
relacionados. Instamos a todos los países a considerar con
urgencia la firma y ratificación de la Convención
Interamericana sobre Asistencia Mutua en Materia Penal y a
participar activamente en la Red de asistencia jurídica mutua
en materia penal.
Encomendamos a la Organización de los Estados Americanos, el
Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización
Panamericana de la Salud, la Comisión Económica de las
Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, el Banco
Mundial, el Instituto Interamericano de Cooperación para la
Agricultura, la Corporación Andina de Fomento, el Banco
Centroamericano de Integración Económica y el Banco de
Desarrollo del Caribe que fortalezcan su coordinación y
continúen profundizando su apoyo, a través de sus respectivas
actividades y programas, comprometiendo los recursos
apropiados para implementar y hacer seguimiento de los Planes
de Acción de las Cumbres de las Américas, así como de esta
Declaración, y que presten su asistencia en los preparativos
de la Cuarta Cumbre de las Américas a celebrarse en 2005.
Agradecemos a la Organización de los Estados Americanos y a su
Secretaría General, en particular a la Secretaría del Proceso
de Cumbres de las Américas y al Grupo de Trabajo Conjunto de
Cumbres, su labor en el seguimiento de las mismas y en los
trabajos preparatorios de esta Cumbre Extraordinaria.
Expresamos nuestro agradecimiento al pueblo y al Gobierno de
México por haber hospedado esta Cumbre Extraordinaria de las
Américas y al Gobierno de la Argentina por refrendar la
invitación para celebrar en ese país la Cuarta Cumbre de las
Américas en 2005.
Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas,
acordamos que el presente documento sea conocido como la
"Declaración de Nuevo León" y lo aprobamos a los trece días
del mes de enero del año dos mil cuatro.
(*)"Venezuela se reserva el párrafo relativo al ALCA, por
motivos principistas y diferencias profundas acerca del
concepto y la filosofía contenidas en el modelo propuesto, así
como por el tratamiento dado a las materias específicas y a
los plazos establecidos. Ratificamos nuestro compromiso con la
consolidación de un bloque regional y de comercio justo, como
base para fortalecer los niveles de integración. Este proceso
debe considerar las especificidades culturales, sociales y
políticas de cada país; la soberanía y constitucionalidad; el
nivel y tamaño de sus economías para garantizar un trato
justo."
https://www.alainet.org/es/articulo/109083
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Libre Comercio
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