Cumbre Iberoamericana: El puente entre Europa y Latinoamérica

17/11/2003
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La XIII Cumbre Iberoamericana está reunida en Santa Cruz, Bolivia. Estos encuentros anuales tienen como meta ir estructurando una comunidad iberoamericana, la misma que representa a 600 millones de habitantes (el 10% al 12% de la población mundial). Esta es algo distinta a los bloques locales de cooperación económica (Mercosur, Pacto Andino) y a la Organización de Estados Americanos (OEA), tan influida por Estados Unidos. Se trata de una comunidad que trasciende un continente y que une a dos viejas potencias imperiales europeas (España y Portugal) con sus antiguas colonias americanas. EU, Canadá y los países de habla inglesa, francesa y holandesa de las Américas no están incluidos. El primero de dichos cónclaves se realizó en Guadalajara en julio de 1991, cuando se estaba iniciando el "nuevo orden mundial"' después de la caída del muro de Berlín y del ataque occidental contra Irak. Una de las características de la situación internacional abierta con la victoria de EU en la Guerra Fría es que ésta se queda como la única superpotencia que va imponiendo su modelo político y económico liberal. Sin embargo, en este contexto la Unión Europea (UE) se consolida, adopta una moneda común, planea expandirse y busca tener cierta autonomía frente a su tradicional aliado norteamericano. La caída del mundo bipolar impide a muchos países del tercer mundo jugar entre las dos potencias y con ello ha muerto el "mundo socialista" y el "no alineamiento". Latinoamérica, la región del sur más dependiente de EU, requiere de nuevos socios así como de nuevos contrapesos para poder negociar con Washington. El proyecto Iberoamérica es el puente entre la Unión Europea y Latinoamérica. Sus asistentes se comprometieron a impulsar una asociación estratégica entre ambos, la misma que debió tomar mayor impulso en la II cumbre entre la UE y América Latina y Caribeña que se celebró en Madrid (Mayo 2002). Cuba que está vetada de entrar en la OEA, a la que caracteriza como el "ministerio de colonias de EU", ha sido uno de los protagonistas principales de todas estas cumbres. Mientras Washington ha tendido a ser el garrote contra Castro, Madrid siempre ha tendido a ofrecer la zanahoria de la diplomacia y de las inversiones extranjeras para ir reformando al sistema cubano. Hasta antes de 1991 Madrid carecía de un foro permanente que le ligue con sus ex dependencias. Lisboa tiene la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), Londres la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) y París la Organización Internacional de la Francofonía. Con este foro España trata de cubrir ese déficit, aunque en esta organización debe vincularse a Portugal y no integrar a sus ex colonias de Filipinas o Africa. El rey Juan Carlos juega un rol protagónico, siendo el único jefe de estado que ha asistido a las 13 cumbres, aunque su rol no es similar al de la reina inglesa pues el resto de los países son repúblicas que no lo reconocen como soberano. La comunidad Iberoamericana viene también expresando el creciente peso que va ocupando España en sus ex colonias. Allí se ha convertido en el segundo inversionista extranjero con 200,000 millones desembolsados en los últimos ocho años. Puerto Rico y Guinea Ecuatorial, pese a ser hispanohablantes, no son parte de estos cónclaves aunque sí participan en la Organización de Estados Iberoamericanos para promocionar la cultura. El anfitrión de la cumbre es el eslabón más débil de la "iberoamericanidad". Cuatro semanas antes del cónclave Gonzalo Sánchez de Losada fue depuesto por un levantamiento popular. Su sucesor, Carlos Mesa, ahora debe coquetear con sindicatos levantiscos y apadrinar una cumbre social paralela de protesta. Por otra parte, dentro de la mayoría quechua-aymara boliviana viene creciendo un fuerte sentimiento de distanciamiento de la hispanidad y de autoafirmación étnica. La posibilidad de ir hacia una unidad económica o política iberoamericana no existe aún. Este encuentro ha de servir para que los mandatarios coordinen entre ellos y para que vean cómo ir reajustando al modelo de democracia presidencial y de economía de libre mercado a las nuevas exigencias sociales a fin de mantener cierta estabilidad. * Isaac Bigio es un analista internacional con grados y postgrados en historia y política económica en la London School of Economics, donde también ha enseñado.
https://www.alainet.org/es/articulo/108803?language=en
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