Pinochet, Fujimori y Uribe
26/09/2003
- Opinión
El golpe chileno de 1973 terminaría a la larga generando el modelo
neo-liberal que acabaría marcando la globalización. Treinta años más
tarde la globalización queda perforada en Cancún, esta vez al extremo
norte de Latinoamérica.
El sistema monetarista propiciado por la escuela de Chicago plantea
desmantelar las viejas economías estatistas basadas en la
industrialización vía substitución de importaciones y en el fomento
del consumo y el mercado internos. Su panacea es el mercado y que el
estado se reduzca al mínimo abandonando toda empresa que poseyese
para centrarse en promover seguridad a los inversionistas privados.
La apertura del mercado interno llevó al quiebre de muchas industrias
y las privatizaciones concentraron el poder en pocas manos y
multinacionales. Al reducir los salarios reales y condiciones
laborales se posibilitó mayores tasas de ganancias y de atracciones
de capitales.
El pinochetismo económico sería fomentado luego por Thatcher y Reagan
en los 1980s hasta culminar imponiéndose en el mismísimo ex bloque
soviético.
En Chile el neo-liberalismo se impuso a sangre y fuego. Entonces, la
oposición interna e internacional era muy fuerte. Mas, una década
después al pinochetazo en otras partes del mundo el monetarismo fue
fue ganando terreno utilizando la vía parlamentaria. Al estar la
izquierda desmoralizada por la quiebra de las economías planificadas
burocratizadas, la oposición podía ser cooptada a la ola de
democracias liberales. Sin tener competencia el demo-liberalismo
concluyó monopolizando la escena política mundial al punto que los
viejos partidos socialistas y comunistas le fueron aceptando.
En América Latina el neo-liberalismo fue constantemente torpedeado
por grandes movilizaciones populares en Argentina, Brasil, Bolivia,
Ecuador o Venezuela. Sin embargo, hay dos países donde el neo-
liberalismo se ha venido consolidando apuntalado por una fuerte
represión estatal: Perú y Colombia.
En estos dos países las privatizaciones y los fuertes ataques anti-
laborales se acentuaron gracias a polarizar a la población entre
'terroristas' y 'anti-terroristas'. En Perú Fujimori logró
desmantelar en tiempo récord las empresas públicas y los beneficios.
Su gran astucia fue convencer al resto de la clase dominante y de la
población que el gran peligro era el senderismo y que la única manera
de lograr la estabilidad era aplastándolo con todo.
Gracias a ello Fujimori contó con el apoyo del grueso de los
partidos, incluyendo la izquierda legal, para imponer draconianas
códigos militarizantes y confiscaciones de libertades
constitucionales. Toda resistencia sindical o popular a las
privatizaciones y ajustes podría ser aterrorizada y anulada empujando
a las FFAA y la policía y argumentando la necesidad de erradicar la
subversión.
Mientras que Pinochet gobernó sin parlamento, Fujimori creó una
dictadura manteniendo una fachada democratoide. El régimen peruano
acentuó el oscurantismo y la corrupción. El hombre fuerte Montesinos
ahora tiene más de 70 juicios acusado de haber robado mil millones de
dólares. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación acaba de
emitir un informe en el cual bordea en 70,000 la cifra de muertos en
la guerra interna, algo casi 3 veces superior a lo que previamente se
calculaba.
La extradición ha estado planteada tanto para Pinochet como para
Fujimori. En Cancún se ha cuestionado la globalización con el retiro
de 21 estados del Tercer Mundo quienes cuestionan el proteccionismo
del Norte mientras se exige la apertura total del sur. Hoy, ésta está
herida. Mientras tanto Blair tiene un alto índice de desaprobación.
Si él puede caer antes de finalizar su mandato, Bush puede acabar no
siendo reelecto en el 2004.
Colombia, en cambio, marcha a contramano de la historia. Uribe busca
repetir el plato de Fujimori. El plebiscito, una medida que usan los
dictadores para legitimizar su autoritarismo, ha sido convocado para
fines de octubre. Con éste Uribe pretende consolidarse como un
autócrata que gobierne por encima del parlamento y tenga carta libre
para usar al ejército y a los paramilitares para imponer un modelo
que viene siendo agujerado por doquier, especialmente en sus vecinos.
La abstención activa de la población colombiana permitiría debilitar
un proyecto que acentuaría la represión, las violaciones masivas
contra los derechos humanos y el empobrecimiento de las mayorías.
* Isaac Bigio es analista internacional. Proviene de la London School
of Economics donde ha estado enseñando.
https://www.alainet.org/es/articulo/108465?language=es
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