OMC tambalea ante debacle de Cancún
18/09/2003
- Opinión
La Organización Mundial de Comercio -OMC- no será la misma
después de su malograda V Conferencia Ministerial, realizada en
Cancún (México) del 10 al 14 de septiembre pasado, cuyo colapso
da cuenta, por un lado, del surgimiento del Sur como una fuerza
capaz de resistir a la embestida autoritaria de los países ricos
y, por otro lado, de la perseverancia de los movimientos
sociales que, desde la creación de este organismo en 1995,
vienen postulando que éste sólo será viable si se fundamenta en
principios democráticos y de interés colectivo.
Pero la OMC tomó partido por una versión única de los
intercambios de bienes y servicios, pautada por el libre
comercio, y se avocó a delinear sus políticas en función del
fortalecimiento de la vida e intereses de las corporaciones
transnacionales y de los países ricos, dejando al margen la vida
de los pueblos, sus culturas e intereses.
De allí que el obstinamiento en abordar la problemática de la
agricultura bajo estrictos conceptos mercantiles, aún poniendo
en riesgo tanto la sobrevivencia del mundo campesino como del
medio ambiente, fue la gota que desbordó el vaso y permitió
visibilizar, a la vez, los sesgos que subyacen al conjunto del
enfoque priorizado por la OMC y las nebulosas reglas de juego
que allí se imponen. La debacle de la Conferencia de Cancún,
pone en evidencia que los acuerdos comerciales no son neutros,
como se pretende, sino que están relacionados directamente con
las orientaciones de sociedad y la vida de la gente.
En Cancún, los países del Sur, agrupados en el reciente Grupo de
los 21 (1), liderado por Brasil, pero también en otros bloques
como el Grupo ACP (2), liderado por Kenia, resistiendo a
presiones y chantajes, lograron expresar voluntad política al
colocar sus prioridades temáticas con la misma firmeza que los
Estados Unidos y la Unión Europea querían imponer las suyas, sin
ofrecer nada a cambio.
Así, mientras los primeros proponían que, como estaba previsto,
se abordara el tema de los subsidios a la agricultura en los
países ricos, entre cuyas consecuencias figuran las prácticas de
dumping a los productos nacionales, los segundos pretendían
imponer los llamados temas de Singapur, que tienen que ver con
inversiones, compras gubernamentales, facilitación del comercio,
competencia y otros, de interés especial para las
transnacionales.
Por eso, ni siquiera lograron ponerse de acuerdo en la
definición de la agenda, ni en las reglas del juego y menos aún
en ningún documento de resultados. La Conferencia se descarriló
y con ello se visibilizaron los cuestionamientos a la
legitimidad de la OMC, a sus prácticas nada consensuales y
sectarias, a su desapego de la legislación internacional, los
derechos humanos, la protección del medio ambiente, en fin, de
los intereses de los pueblos.
Reacios en admitir su fracaso y con explícitos signos de
indignación, los negociadores Robert Zoellick y Pascal Lamy, de
Estados Unidos y la Unión Europea respectivamente, se
apresuraron en transferir culpas y señalar que quienes pierden
son los países que creen haber ganado con el colapso.
Es más, en tono similar al usado para anunciar las bravonadas
bélicas, distintos representantes de altísimo nivel del gobierno
estadounidense han sentenciado que se aplicarán sanciones a los
indisciplinados, especialmente a aquellos que aspiran a firmar
acuerdos bilaterales con ese país. Mientras, en la misma línea
pero con actitud un poco más diplomática, la Unión Europea ha
anunciado que se analizará cuidadosamente la larga lista de
países que han aplicado para realizar acuerdos con ella.
Con esto queda anunciada la guerra económica contra las
pretensiones de soberanía de los países de Sur, que constituyen
dos tercios de los 146 integrantes del organismo y, a la vez,
tambalea el destino de la OMC, pues ante la demostración de
fuerza expresada por el Sur, las potencias han señalado que
luego del colapso de Cancún será difícil cumplir con el
cronograma y agendas previstas anteriormente.
"Cancún ha fracasado" señaló Pascal Lamy, Comisario de Comercio
de la Unión Europea, "Lo que ocurrió aquí es un grave golpe para
la OMC" agregó, al tiempo que calificó a esta organización de
medieval. Por su parte Robert Zoellick, Jefe de negociaciones
de los Estados Unidos, tildó de retórica a la postura de los
países del Sur. Mientras que los ganadores, en palabras del
canciller brasileño Celso Amorín, afirmaron haber ganado respeto
para su grupo, pero que "los plazos para lanzar la ronda de
negociaciones, prevista para enero del 2005, son cada vez más
impredecibles".
El futuro del campo moviliza y genera propuestas
A estas alturas ya nadie cuestiona la importancia que tiene la
agricultura para el futuro de la humanidad pues, como lo viene
enfatizando la organización mundial Vía Campesina, de ella
depende la soberanía alimentaria que, a su vez, es un
determinante para la soberanía de los pueblos, la vida del
planeta y su sostenibilidad.
De allí que la demostración de fuerza expresada en Cancún, y en
el mundo entero, por el movimiento del campo fue decisiva para
los resultados de la Conferencia Ministerial. Pues, mientras
las delegaciones de los Estados del Sur se las jugaban en los
escenarios de toma de decisión, los movimientos inundaron de
propuestas -especialmente de aquella de mantener la agricultura
y la alimentación al margen de la OMC-, y movilizaciones de
presión tanto en las calles como en el propio centro de
convenciones donde se desarrollaba la Conferencia.
Ante la imponencia de una musculosa represión minuciosamente
planeada por el gobierno anfitrión, México, y una detallada
campaña de estigmatización de la protesta social desatada con
antelación, los movimientos opusieron creativas formas de
expresión pacífica, a tal punto que lograron derrumbar uno de
los muros, que se levantaron para evitar su paso, halando de
sólidas cuerdas con la fuerza de miles. Ni una sola piedra fue
lanzada y no se reconoció ni el más mínimo gesto violento, por
el contrario, cuando éstas cayeron, flores blancas fueron
distribuidas entre los y las participantes, pero también entre
los policías quienes con la boca abierta se vieron comprometidos
a aceptarlas.
Desde el Campamento Lee -montado por las organizaciones del
campo e indígenas, jóvenes y otros sectores sociales, en el
mismo lugar donde, haciendo honor a los derechos de las personas
del campo y advirtiendo sobre los peligros a los que la OMC a
ellas expone, se inmoló el líder campesino coreano Lee Kyun-Hae,
en el marco de la Marcha Campesina e Indígena-, se desplegaron
decenas de movilizaciones pacíficas, que incluyeron a las más
variadas organizaciones de jóvenes, prejuzgados como violentos,
que adhirieron a las propuestas de la Vía Campesina.
"Nadie puede permitir que nos impongan productos transgénicos,
que contaminen el agua y privaticen la poca que queda, ni que se
adueñen de los conocimientos de los pueblos indígenas, por eso
nos hemos unido a las ideas de la Vía Campesina", señaló a ALAI
Mariana X, activista urbana de uno de los grupos de jóvenes de
negro.
Y, al igual que los y las jóvenes, con el decorrer de los días,
casi no hubo sector social ni movimiento que no expresara su
pedido de diálogo o adhesión al movimiento del campo. Hacia el
fin de la Conferencia hasta los ministros italianos, Giovanni
Alemanno y Adolfo Urso, de agricultura y comercio
respectivamente, a nombre de la Unión Europea, se desplazaron
hasta el campamento Lee para intentar dialogar con la Vía
Campesina y colocar una ofrenda en el sepulcro simbólico
levantado en honor a Lee Kyun-Hae. Pero, en el corto diálogo,
tuvieron que escuchar sobre las responsabilidades de la Unión
Europea en los problemas del campo y no fueron aceptadas sus
flores, pues como dice el eslogan que se vitoreaba en su
presencia "Lee no murió, la OMC lo asesinó", y al ritmo de "OMC,
fuera" tuvieron que abandonar precipitadamente el campamento.
Así con la fuerza de los miles de voces que se levantaron para
defender la agricultura, Rafael Alegría, secretario operativo de
la Vía Campesina, afirmó que "La violencia proviene de la
injusticia económica, que confina en el hambre a mil millones de
personas, que mata campesinos/as condenándolos al endeudamiento,
a la emigración, a la desesperanza", e hizo un llamado a
redoblar esfuerzos, alianzas e iniciativas para salvar el campo
de las manos de las transnacionales, enfatizando en que la caída
de la Conferencia de Cancún prueba la ilegitimidad de la OMC,
especialmente para definir políticas agrarias y alimentarias,
pues el campo no está en venta y la vida de la personas tampoco.
La Cumbre de los pueblos y los otros temas de Cancún
La agricultura no fue el único asunto controversial referido a
la abortada Conferencia de Cancún, también estaban sobre el
tapete otros temas tales como el de la propiedad intelectual y
las patentes; los servicios públicos como la salud, la seguridad
social, la educación; los derechos laborales; la comunicación;
la comercialización de la cultura, y otros, relacionados con las
políticas de libre mercado, contenidos tanto en la agenda de
Singapur como en la de Doha.
Por eso, en sentido contrario al empantamiento gubernamental,
estos fueron abordados, con una visión integral, en sendos
paneles y debates que fueron parte de las actividades realizadas
en el marco de la Cumbre de los Pueblos, puesta en marcha por
distintas organizaciones y redes internacionales y del país
anfitrión.
Pero, también esta Cumbre se vio afectada por la escisión de la
ciudad en dos partes: la zona hotelera, donde se realizaba la
Conferencia, y la ciudad de Cancún, pues los controles
policiales y las vallas que se habían levantado para evitar el
libre flujo de personas, impidieron la movilidad para asistir a
los eventos que diversas organizaciones planearon en ambas
zonas.
Aún así, nada impidió que se hicieran visibles las posturas
críticas ante la OMC por parte de distintos actores y actoras de
la sociedad, ni que se pudieran tender puentes entre propuestas
similares provenientes de distintos continentes o contextos. En
el tema de la salud y su correlato con las leyes del libre
mercado, por ejemplo, se visibilizó la existencia de una
confrontación entre la salud, como reconocido derecho humano
fundamental, y los intereses de las corporaciones farmacéuticas
transnacionales, de seguros privados, y de servicios médicos
mercantiles, que la perciben como una fuente de rentabilidad y
no de bienestar. Aquí, merece especial atención el tema de las
patentes sobre las medicinas, su duración y alcance, protegidas
por el Acuerdo sobre patentes y propiedad intelectual -APDIC- de
la OMC que, además de garantizar el monopolio de las
corporaciones, deja, por un lado, campo abierto a la
determinación de los precios por parte de éstas, y por otro
lado, incentiva la apropiación privada de los conocimientos, que
son propiedad colectiva de los pueblos. Las medidas de
protección que devienen de la propiedad intelectual sobre los
medicamentos, impiden a los países no sólo la importación o
producción de medicamentos genéricos a bajo precio sino que
delimitan las posibilidades de diseño de políticas nacionales.
Situaciones análogas a la de la salud se manifiestan en
cuestiones relativas a otros asuntos, que hasta ahora son tema
de políticas públicas, como es aquel de la educación, cuya
mercantilización conduciría a la anulación de su calidad de
derecho universal y revocaría sus implicaciones culturales y
sociales.
Existen asimismo otros temas, aparentemente poco relacionados a
los debates de la OMC y que, sin embargo, son pieza central para
la aplicación de las políticas que este organismo delinea, tal
es el caso de los derechos laborales que perderían vigencia ante
la predominancia de los acuerdos sobre liberalización de
mercados, pues al otorgar derechos a la rentabilidad comercial y
priorizarlos antes que aquellos de las personas, el trabajo de
estas últimas pasaría a ser una simple mercancía sujeta a los
precios y condiciones impuestas por las corporaciones y el
mercado.
Igual suerte correrían las mujeres, los pueblos indígenas y
otros grupos excluidos, cuya desventaja estructural y la
discriminación que históricamente los afecta, se verían
refrendados por la prioridad acordada al comercio antes que a
las personas y colectividades.
Finalmente, está un rango de temas que se percibe como lejano a
lo que trata la OMC, pero que son pieza nodal de la imposición
del libre mercado, como es el del comercio de armas y la
militarización, cuya jugosa rentabilidad se multiplicaría con
una mayor liberalización. Por eso en eventos organizados
principalmente por la Campaña por la Desmilitarización de las
Américas y el Consenso de Jakarta, se puso en evidencia el
estrecho vínculo entre la guerra económica y la comercial, y se
decidió aunar esfuerzos en pos de la erradicación de bases
militares, armas nucleares, y cualquier tipo de intervenciones
neocoloniales.
En suma, tanto la debacle de la Conferencia de Cancún como las
amplias propuestas encaminadas por los pueblos, a pesar de sus
amplias diferencias en contenidos, transmiten un mismo
significado: la tierra, el aire, el agua, los conocimientos y,
menos aun, la propia humanidad, no están en venta y la OMC
deberá, de ahora en adelante, tomar nota de ello.
El post-Cancún y la región
Para los países de América Latina y el Caribe, la debacle de
Cancún tiene varias implicaciones. Luego de haber logrado una
postura defensiva unificada de la mayoría de ellos en la
Conferencia de Cancún, donde unos se involucraron en el Grupo de
los 21 y otros en el Grupo ACP, quedó sentada la fuerza de una
coalición posible.
Ahora se plantea el reto de sustentar estas alianzas a largo
plazo y pasar al desarrollo de una agenda propositiva unificada,
que abarque todos los temas relacionados con el libre comercio:
los del ALCA, la OMC, y los acuerdos bilaterales que distintos
países vienen avanzado con los Estados Unidos. Más aún, el
triunfo de Cancún coloca, de manera más tangible, la posibilidad
de desarrollar acuerdos subregionales, que podrían fortalecerlos
en todos esos escenarios.
Mientras tanto, con la indignación que provocó en los Estados
Unidos el resultado de Cancún, la reacción inmediata ha sido la
de bajar el perfil al multilateralismo y vindicar el
bilateralismo, donde los países pequeños son más susceptibles a
sucumbir a presiones y a hacer concesiones unilaterales. Y, no
queda duda, de que el país del Norte cumplirá con sus amenazas
de "sancionar" a quienes consideran le dieron las espaldas en
Cancún.
En cuanto a las negociaciones del ALCA, cuya agenda inmediata es
la Conferencia de Ministros en Miami (Estados Unidos) en
noviembre próximo, se auguran casi nulas esperanzas de éxito.
Ya nadie cree que se logrará concluir las negociaciones
previstas para 2005, pues el abordaje de varios temas
pendientes, como el de la polémica agricultura o aquel de los
aranceles, dependían de los resultados de la fracasada
conferencia de la OMC.
Una vez más, el tema de la agricultura aparece en el escenario
del ALCA como el asunto más delicado de todos pues, contrario a
otros temas como el de compras gubernamentales o el comercio de
servicios, éste es sujeto de sólidas presiones tanto de los
movimientos del campo como de los productores nacionales, que ya
están sufriendo consecuencias de la liberalización tales como el
dumping y la imposibilidad de competir en el mercado
internacional con los productos subvencionados de los países
ricos.
Según el canciller brasileño, Celso Amorin, si la agenda del
ALCA es muy sobrecargada se complicarán las negociaciones, pues
este país apenas se dispone a negociar, por ahora, en ese
escenario el tema de las tarifas, las barreras a los productos
importados, y algunas de las reglas de comercio, mientras otros
temas como el de inversiones, compras gubernamentales y comercio
de servicios serían encaminados hacia la OMC. Al igual que
Brasil, otros países importantes en la economía regional, como
es el caso de Venezuela, tienen agendas distintas para los dos
escenarios.
Los Estados Unidos, por su parte, habían puesto sus ojos en el
avance del acuerdo regional, entre otros, como una fuerza de
presión hacia la Unión Europea, especialmente en el tema de la
reducción de los subsidios agrícolas, mientras que en los
escenarios mundiales ambos hacen causa común contra el resto del
mundo, los Estados Unidos necesitan de una alianza hemisférica
para refrendar su fuerza ante las otras potencias.
En cualquier caso, la legitimidad ganada por el Sur en los
escenarios de Cancún desdibuja cualquier escenario previo de
sumisión incondicional de los países pobres hacia las decisiones
del Norte, ahora queda por ver si esta experiencia será
reeditada en el futuro. Pero no hay que olvidar un detalle: por
ahora Estados Unidos son un caballero solo, pues en Cancún hasta
sus aliados del TLCAN participaron en espacios distintos: México
estuvo en el Grupo de los 21 y Canadá figuró entre los primeros
en abandonar la Conferencia, precipitando su fracasado cierre.
1) Compuesto en realidad por 23 países: todos los países de
Sudamérica, excepto Uruguay, India, China, Sudáfrica, México,
Marruecos, Tailandia, Guatemala, Costa Rica, Egipto, y otros
2) Conformado por 100 países de Africa, el Caribe y el Pacífico
https://www.alainet.org/es/articulo/108413?language=en
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