Cancún, la OMC y los pueblos del mundo

14/08/2003
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La V Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, OMC, está convocada a reunirse en Cancún del 10 al 14 de septiembre. Surgida en 1995, la OMC es uno de los instrumentos que utilizan las corporaciones transnacionales para imponer sus intereses egoístas en contra de los pueblos del mundo. Todo lo contrario, por cierto, de lo que expresan las declaraciones de la misma OMC. Éstas, en efecto, hablan de "elevar los niveles de vida en todo el mundo" y de fomentar un sistema "justo y equitativo". Nada de eso han logrado. Sus decisiones de modo invariable han contribuido a crear un mundo más injusto, a fomentar el saqueo de los países pobres y a concentrar la riqueza en manos de los ya de suyo ricos y poderosos. Porque en su esencia, para eso fue organizada. Para servir a los Estados más poderosos, para que éstos a su vez sirvan con más eficacia a las corporaciones que se amparan bajo sus banderas. Ésa es su razón de existir, que trata de encubrir con una retórica engañosa. Surgida en una etapa en la que la riqueza que genera el mundo la explotan en su beneficio apenas un puñado de corporaciones transnacionales, la OMC finge ser instrumento de desarrollo justo para todos, en tanto que lo es en realidad de explotación y saqueo creciente. Fábrica de desigualdad e injusticia. Fragua de pobreza, insalubridad y miseria. Foro en el que se finge dar cabida a los intereses de todos los países, pero donde se actúa en beneficio sólo de los poderosos. Escenario en el que éstos se reparten el mundo. No sin conflictos entre ellos, desde luego. Porque la OMC también es espacio de enconados enfrentamientos entre Estados Unidos y la Unión Europea. Arena en la que los principales polos del imperialismo actual se disputan el dominio y control hegemónico del mercado único mundial, en el que la humanidad toda quede sometida. No en balde la OMC se ha ganado el rechazo de los pueblos del mundo. Seattle, en 1999, fue la primera gran explosión de rechazo popular a las cumbres de los poderosos. Se convocó allí la III Conferencia Ministerial de la OMC. Y fracasó. Los convocados tuvieron que sesionar atrincherados, como si estuvieran en guerra y en medio de territorio enemigo. La guerra era cierta. El enemigo era el pueblo. Los pueblos del mundo, hermanados. Decenas de miles de pobladores de Estados Unidos y del vecino Canadá. Y miles de visitantes congregados para rechazar a la OMC y a la globalización neoliberal, provenientes de México, de otros países de América Latina y de toda Europa. Allá, los gobernantes, escondidos en un búnker, alejados del pueblo, protegidos de éste por fuerzas policíacas y militares, sus discursos sobre "libre mercado", "desarrollo" y "democracia" se mostraron en su triste realidad de demagogia pura. Allá tuvieron que decir sus piezas oratorias, otrora ampulosas, en medio de gimoteos y lagrimeos, porque hasta sus lujosos, resguardados salones, llegaron los gases lacrimógenos que las fuerzas represivas a su servicio lanzaron contra los manifestantes. Y, en ese ambiente, hasta a los representantes de los gobiernos dependientes a muchos de ellos les salió la casta y se expresaron en contra de los dictados de las potencias, en vez de guardar el sumiso silencio al que ya los habían habituado. En esas condiciones la III Conferencia descarriló. De allí en adelante, la OMC, el FMI, el BM, la OCDE, todas esas instancias que creó el imperialismo para imponer sus intereses, todas han sufrido el acoso de los pueblos. Los jefes de Estado y de gobierno, los ministros y personeros de las potencias han buscado lugares cada vez más alejados para sesionar. Se han ocultado tras murallas militares que creían infranqueables. Se han escondido en medio del desierto, en la cumbre de una montaña, en el océano, en fin. ¡Lejos de los pueblos!, a los que temen. Con ironía, el Comandante Fidel Castro ha dicho que tal vez pronto tendrán que ir a reunirse en un satélite en el espacio exterior. Porque a todas partes, sin excepción, los han perseguido los pueblos que claman justicia, que rechazan el sistema de farsas, engaños y desigualdades que los imperialistas imponen hoy. ¡Otro mundo es posible!, les gritan en todas partes decenas, centenares de miles de manifestantes, sindicalistas, campesinos, ambientalistas, luchadores sociales de los más diversos perfiles. Decenas de miles, provenientes de todo el planeta, que conforman una nueva expresión, sin precedentes, del internacionalismo que une a los explotados que aspiran a dejar de serlo. Decenas, centenares de miles que se reúnen en rechazo enérgico a la globalización neoliberal, que, consciente o no, lo es en realidad al imperialismo y, más todavía, al capitalismo, porque, ¿qué otro mundo podría ser la alternativa si no uno en el que desaparezca la inicua explotación de unos hombres por otros, la hipocresía, la mentira y el engaño? ¡Otro mundo es posible!, y tiene que ser uno de equidad y relaciones fraternales entre todos los hombres y mujeres de todas las latitudes del planeta. ¡Otro mundo es posible! y tiene que ser un mundo socialista, el mundo del siglo XXI. La V Conferencia Ministerial de la OMC, en Cancún, también habrá de descarrilar. No podrá ser la excepción, aunque así la quisieran, lacayunos, Fox y los demás servidores criollos del imperialismo. Las voces de los pueblos del mundo se dejarán oír una vez más. Fuerte y claro. ¡Otro mundo es posible! ¡No más el de las privatizaciones francas o encubiertas! ¡No más el de las "reformas estructurales"! ¡No más el de las "reformas laborales"! ¡No más el de las "reformas fiscales"! ¡No más el de los neoliberales! ¡No más el de la entrega del país al imperialismo!
https://www.alainet.org/es/articulo/108088?language=es
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