El Plan de Paz para Israel y Palestina
02/05/2003
- Opinión
El Plan de Paz presentado por Bush tiene como fin crear
en dos años un 'estado palestino independiente y
soberano'. Este contempla 3 fases.
En la primera que debe cumplirse en 2 meses, la
autoridad palestina se compromete a plantear que Israel
tiene derecho a existir con seguridad y que impedirá
nuevas acciones militares contra Israel. Israel, a
cambio, debe suspender toda nueva demolición de
propiedades árabes y acciones contra los palestinos y
debe retirarse de las zonas re-ocupadas en el 2001.
Israel da fin a todos los asentamientos de colonos
creados después del 2001 y paraliza el desarrollo de
todos los demás.
En la Segunda fase, después de junio 2003, se empieza a
establecer un estado palestino con primer ministro y
constitución con fronteras transitorias. En la tercera
fase, 2004-2005, se logra pacificar la zona sobre la base
de conferencias internacionales, el reconocimiento de los
países árabes de Israel, una demarcación territorial y un
acuerdo sobre los refugiados palestinos.
Todo esto suena bien en papel pero su plasmación ha de
ser muy dificultosa. La primera respuesta a dicho plan la
dio una bomba humana islámica contra un bar en Tel A Viv
y una incursión militar israelí en Gaza que produjo la
muerte de varios civiles, incluyendo niños.
El problema con este plan es que no aborda los dos temas
más espinosos que paralizaron previos acuerdos: fronteras
y refugiados.
Todos los partidos palestinos nacieron planteando el
desmantelamiento del estado sionista y su remplazo por
una palestina unificada en torno al territorio que
constituyó el mandato británico de Palestina hasta 1947.
En esa fecha, cuando Naciones Unidas partió dicha colonia
en dos estados (uno árabe y otro hebreo), dos tercios de
la población eran palestinos.
A inicios de los noventas la Organización para la
Liberación de Palestina renunció a ese objetivo
reconociendo el derecho de Israel a existir y en el 78%
del territorio de Palestina histórica. Arafat se limitó a
plantear crear un estado palestino únicamente sobre la
base de los territorios que Israel ocupó en 1967 al
desalojar de Gaza y la Franja Occidental a los ejércitos
egipcio y jordano.
En los últimos 36 años se han creado decenas de colonias
sionistas en esos territorios y la mayoría parlamentaria
israelí es reacia a entregar una serie de nuevos
asentamientos en esos territorios así como el este de
Jerusalén, considerada la capital histórica e indivisible
del pueblo judío. Sharon no quiere volver a aceptar que
una parte de Jerusalén vaya al estado palestino. En los
últimos años ha ido construyendo un cerco de seis metros
de alto sobre diversas aldeas palestinas. Estas murallas
no pasan por la llamada línea verde (las fronteras
previas a 1967) y de hecho van integrando un 10% de los
territorios ocupados.
El anterior proceso de paz entre Arafat y los laboristas
naufragó por que no se pudo arribar a un acuerdo sobre la
situación de los millones de palestinos que piden su
derecho a regresar a vivir en las áreas o casas de las
cuales fueron obligados a salir por la victoria militar
sionista de 1948. Para los palestinos es fundamental su
derecho al retorno y para los sionistas aceptar ello
obligaría a permitir que su estado pudiese cambiar su
composición étnica.
Ahora la correlación de fuerzas no es favorable para los
palestinos moderados. Los EEUU se sienten más fuertes. El
principal país anti-sionista (Irak) ha sido invadido. El
otro mayor reducto panarabista anti-Israel (Siria) se
encuentra cercada y presionada para cortar subvenciones a
los grupos armados palestinos y libaneses anti-sionistas.
En Israel la mayoría de la opinión pública ya no está por
una paz basada en fuertes concesiones territoriales, sino
liderada por los halcones del Likud. Carter ya no es el
presidente estadounidense y el vicepresidente Cheney y
el secretario de defensa Rumsfeld tienen muchos lazos con
el Likud.
Por otra parte, dentro de los palestinos han venido
creciendo las corrientes opuestas a reconocer a Israel:
desde los partidarios de una república secular palestina
hasta y sobre todo los islamistas del Hamas. Los márgenes
de maniobras del nuevo premier palestino Abu Máser son
limitados. Por un lado debe mostrar a EEUU e Israel su
capacidad de frenar a los radicales y por otra éstos
vienen creciendo y presionan a Arafat y al partido Al
Fatah para tomar poses beligerantes.
Con los actuales gobierno israelí y estadounidense es de
esperar que el ofrecimiento para crear el estado
palestino tenga menos territorios, poder y concesiones a
los refugiados que el planteado a fines de la década
pasada.
* Isaac Bigio. Analista Internacional
https://www.alainet.org/es/articulo/107452?language=en
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