Balance de una aventura
27/04/2003
- Opinión
Parece cada vez más volátil el balance de la aventura
norteamericana en el Irak. Así como la invasión del
Afganistán no resultó en la prisión del principal objetivo
de la acción militar, Bin Laden, que continúa vivo y activo
así como su grupo terrorista que, según declaraciones de
los responsables de la inteligencia norteamericana, está en
capacidad de acción quizás mayor que en 2001, la presente
gigantesca y sangrienta operación militar en Irak no
resultó en la captura o muerte del enemigo número uno: el
señor Saddam Hussein. Tampoco está asegurado aún que la
milicia republicana que lo apoya militarmente haya sido
destruida, ni que los demás miembros de su gobierno hayan
sido capturados o muertos.
Como en el caso de Afganistán, no hay ninguna garantía que
se pueda establecer un gobierno estable ni de lejos un
gobierno democrático en el país entreguado a los señores de
la guerra locales y regionales, a los jefes de tribus y
religiosos. Si en el caso de Afganistán, se fortalecieron
los jefes políticos del norte, cuya relación privilegiada
con Rusia es por demás conocida, en Irak salen fortalecidos
los líderes chiítas, que podrán articularse en un futuro
próximo con los fundamentalistas del Irán. Por otro lado,
en el norte se fortalecen los kurdos, en choque con Turquía
e Irán, anunciando un período cada vez más grave de
conflictos en la región.
Quizás este sea el objetivo, tener un Oriente Medio
totalmente desestabilizado, conflictivo e inestable, en la
cual las bases norteamericanas sean el elemento clave
ordenador, junto con la fuerza militar de Israel. Por
cuanto tiempo podrá sobrevivir una estrategia de ocupación
como esta es difícil saber...
Es claro también que estas bases norteamericanas serán un
blanco frecuente para acciones terroristas, pero quizás,
otra vez, esta exposición de los soldados norteamericanos a
acciones de terror haga parte de la estrategia de ocupación
debido a los efectos de cohesión interna que pueden
producir en Estados Unidos.
Es difícil saber exactamente todos los objetivos de estas
acciones, cuando conocemos los sucesivos documentos del
Project for the New American Century, firmados, entre
otros, por los actuales Secretario y Vice-secretario de
guerra en los Estados Unidos, señores Donald Rumsfeld y
Paul Wolfowitz. Desde 1997, en su Declaración de
Principios y, en 1998, en carta al presidente Clinton,
estos señores exigían la invasión del Irak, como condición
necesaria para garantizar la seguridad norteamericana en el
Oriente Medio y como demostración de la eficacia de las
nuevas estrategias militares norteamericanas.
Desde entonces y en varios documentos posteriores se va
definiendo cada vez más claramente los principios que
orientaron la acción militar en despliegue en el Irak y en
todo el Oriente Medio. Incluso se advierte claramente
sobre el error de hacer la política norteamericana depender
de la unanimidad en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas.
Es parte esencial de su declaración de principios el
incremento significativo de los gastos militares, cuyos
cortes fueron realizados por el presidente Clinton
permitiendo el restablecimiento del equilibrio fiscal
norteamericano y la viabilidad del auge económico de 1994-
2001. Este es pues uno de los puntos más críticos de la
estrategia militar de este grupo de delirantes. Ellos no
cuentan para nada con las dificultades del déficit fiscal
norteamericanos a pesar de apoyarse en una doctrina
económica neoliberal, basada en el libre mercado y en el
equilibrio económico como fundamento de este libre mercado
que aseguraría el crecimiento económico y la eficacia de la
economía.
Ya hemos señalado en varias oportunidades las
contradicciones entre la doctrina neoliberal y su práctica.
Los mismo señores que defienden el equilibrio de los
fundamentos macroeconómicos son los primeros en romperlo y
conducir a la humanidad hacia los más violentos
desequilibrios macroeconómicos de su historia.
Esta es la situación a que nos llevan estos halcones en el
presente momento: Ellos empantanan la economía
norteamericana en el mayor déficit fiscal, comercial y de
cuenta corriente de toda la historia de la humanidad. Los
efectos de esta situación ya se sienten en la devaluación
del dólar como moneda de reserva mundial y en la aceptación
de los bonos de la deuda pública norteamericana.
En este contexto, es impresionante ver la creciente
importancia del euro como moneda de reserva que Saddam
Hussein intentó establecer para los países petroleros que
componen la OPEP. Pero no debemos considerar esta una
causa aislada de la aventura norteamericana cuando sabemos
que los actuales protagonistas de esta invasión ya la
defendían con tanto énfasis en 1997.
Debemos acordarnos también de los vínculos de este grupo
con los intereses del sector petrolero norteamericano al
cual se ligan tan directamente el presidente y el
vicepresidente de los Estados Unidos. No hay duda que la
estrategia de acción en el Afganistán y en el Irak está
directamente ligada a los análisis de este grupo sobre las
dificultades energéticas de los Estados Unidos en los
próximos 20 años, cuando este país no podrá atender ni la
mitad de las mismas.
En este contexto se hace muy difícil compatibilizar los
intereses contradictorios que condicionan su economía. Si
de un lado, la desestabilización económica generada por los
déficit fiscal y de balanza de pagos amenazan
históricamente el dólar y ponen en riesgo la superioridad
financiera de esta economía, por otro lado, las necesidades
de la hegemonía militar y energética exigen un poder
militar y un gasto externo (sobretodo en bases militares)
desproporcionado.
Al mismo tiempo, la manutención de una moneda sobrevaluada,
para garantizar la hegemonía financiera de la potencia
hegemónica conduzca al déficit comercial cada vez más
gigantesco y a la pérdida de una hegemonía comercial que
estuvo en la base da la expansión del poder imperial.
El resultado de este balance inicial es por lo tanto muy
paradógico. La aventura militar que busca garantizar un
liderazgo incontrastable de Estados Unidos en el mundo se
muestra en primer lugar muy precaria desde el punto de
vista militar, pero sobretodo se revela extremamente débil
en el plan económico. Y si así es, se puede decir que la
base económica para esta expansión militar deberá faltar en
un horizonte de tiempo mediano.
Pero hasta que llegue este momento, los efectos morales,
psicológicos, políticos y culturales de la aventura militar
ya estarán actuando. En este momento será casi imposible
separar unos de los otros. El aislamiento diplomático a
que llegó el gobierno Bush en el presente momento deberá
producir marcas profundas en la mente de las personas y de
los pueblos y sus gobiernos.
El peligro de un antiamericanismo conservador y hasta
reaccionario puede inducir a una confusión negativa entre
las fuerzas imperialistas norteamericanas y los ideales de
democracia y libertad que utilizan sus ideólogos para
justificar sus acciones de intervención en los negocios
internos de otros pueblos.
Los costos terribles y las llagas psicológicas de la
derrota pueden generar un ambiente favorable hacia
soluciones fundamentalistas. En el Oriente Medio este
peligro es cada vez más evidente.
La acción estadounidense en la región fortaleció en los
años 80 a los fundamentalismos religiosos para combatir los
regímenes modernizadores y laicos del socialismo árabe.
Ahora en los años 2000 estos regímenes fundamentalistas se
expanden en oposición a la intervención norteamericana en
la región y su alianza con el fundamentalismo religioso-
político instaurado en el poder en Israel.
La derrumbada de un régimen laico en el Irak ( por más
autoritario y violento que se manifestase) vuelve a
fortalecer los fundamentalismos que se muestran
antiamericanos y hasta reaccionarios al defender una
República Islámica.
Al contrario de lo que defienden los líderes de la derecha
americana, parece que la misión norteamericana es mucho más
de sepulturero que de partera de la democracia y de la
libertad.
*Profesor titular de la UFF, coordinador de la Cátedra y
Red UNESCO-UNU sobre Economía Global y Desarrollo
Sostenible.
https://www.alainet.org/es/articulo/107447
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