La captura de Abu Abbas

Ningún 'grupo terorista' ha caido en Irak.

18/04/2003
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Las tropas ocupantes no han dado con Saddam, sus hijos o sus ministros y su principal trofeo es Abu Abbas. Dentro de los más de diez mil prisioneros de guerra en Irak no se ha mostrado a ni uno sólo que perteneciese a Al Qaeda o algún grupo islamista. Al único 'terrorista' que se presenta, y como si fuera un gran trofeo, es a uno retirado, Abu Abbas. Él, al igual que Mandela o Arafat, colgó los guantes y hasta Israel le permitió entrar a Gaza. Ha tenido una vida familiar estable y ha sido cooptado al aparato de la Autoridad Palestina. Los motivos para ir a la guerra contra Irak fueron confiscar su supuesto arsenal de armas de destrucción masiva y golpear a un pretendido socio de Al Qaeda. Hussein ya cayó y no se ha encontrado un solo recipiente de gases venenosos así como ninguna prueba que vincule a su movimiento de origen republicano, socialista-nacional y secular con el fundamentalismo anticomunista y social conservador de Bin Laden. Tampoco se han mostrado dirigentes o combatientes de las 4 organizaciones islámicas que Washington puso como sus peores enemigos terroristas. En cuanto a Al Qaeda llama poderosamente la atención el hecho que ésta no haya hecho ningún atentado en ningún rincón del planeta durante la guerra iraquí. Esta era el escenario que hubiese necesitado toda seria amenaza panislámica para aprovechar y golpear a Occidente. Esto demuestra la debilidad del binlandismo. Todos los analistas concuerdan en reconocer que Al Qaeda fue inicialmente financiada y armada por la CIA para crear una red de retrógrados oscurantistas islámicos contra los soviéticos. Sin embargo, una minoría de ellos (como el estadounidense James Petras), concibe que su inactividad en la guerra demuestra que ésta no existe o que es una pantalla creada por los halcones para justificar la militarización global y la conculcación de derechos a los inmigrantes y ciudadanos en occidente. Terry Meysar, autor del 'best seller' francés durante 2 meses 'La Gran Farsa', incluso afirma que los Bin Laden tienen negocios en común con los Bush y que no es casual que no se le encuentre. Diversos periodistas pueden decir que esta posición es parte de una cuestionable teoría conspiradora de la historia pues ha habido algunos atentados desde Bali a Kenia y hay una red de grupos armados fundamentalistas desde el este iraquí hasta las Filipinas. Lo cierto es que la guerra ha demostrado que Al Qaeda no es el peligro descrito y que tampoco ha existido lazo alguno con sus tradiciones enemigos del Baath a quienes les tildan de infieles por haber permitido que las mujeres iraquíes no usen el velo y por haber querido separar a la religión del estado. El presidente egipcio ha alertado que con el tipo de intervenciones anglo- americanas se crea tanto resentimiento que podrán surgir unos cien Bin Ladens. Sin embargo, la polarización entre la civilización liberal y la barbarie clerical mahometana es algo de la cual bien saca provecho Bush y Blair para justificar apoyo interno para implementar su política internacional que pasa por limpiar al globo de regímenes contestatarios e imponer sistemas liberalizados que faciliten la penetración de sus inversiones. La principal amenaza contra los intervensionistas no son los inexistentes gases o los debilitados grupos islamistas de terror, sino las masivas marchas de protesta que sacudieron al globo en estas semanas. Son las masas quienes pueden ser las armas de destrucción de muchos gobiernos guerreristas. La necesidad de crear un pánico anti-terrorista y un eterno enemigo (que ahora es Siria y mañana puede ser Irán o Corea del Norte) tiene como objetivo desviar la agenda de los agudos problemas sociales de la humanidad (desempleo, inmigración, recesión, SIDA, hambre en el tercer mundo, etc.). En vez que se destinen fondos para construir hospitales y escuelas, Washington pide más gastos militares aunque ello conduzca en Bagdad a que se siga teniendo inoperativos al 90% de sus hospitales y que urbes iraquíes carezcan de agua y luz. El pánico anti-terrorista facilita la conculcación de una serie de derechos y libertades cívicas. Uno de los sectores más afectados son los inmigrantes provenientes del Sur a quienes ahora se les pide más visas o restricciones. La mejor forma de marginar a los fundamentalistas es solucionando problemas sociales y permitiendo que pueblos mayoritariamente musulmanes en Cachemira, Palestina o Chechenia tengan derecho a la autodeterminación nacional. El belicismo anti-terrorista conduce a un intervensionismo unilateral que a la larga a quien más perjudicará será a la población norteamericana. Grandes sumas del presupuesto no se invertirán en el sector social y las incursiones en el medio oriente acicatearán la espiral de la violencia. Mientras tanto Bin Laden, Mula Omar y Saddam Hussein siguen sin ser capturados y no se investiga a los gobiernos y servicios secretos occidentales que inicialmente ayudaron a armarlos y les apoyaron incluso cuando masacraban civiles. *Isaac Bigio. Analista Internacional
https://www.alainet.org/es/articulo/107353?language=en
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