La nueva cumbre Bush-Blair
07/04/2003
- Opinión
El entorno irlandés
Blair y Bush han vuelto a reunirse en una isla entre
Londres y Washington. Mientras el cónclave en las Azores
sirvió para preparar el desencadenamiento de la invasión
el de Belfast ha sido para preparar la nueva
administración en Irak.. Algo que tienen en común ambos
lugares es el de permitir una discusión lejos de posibles
protestas callejeras.
En las primeras islas los mandatarios británico y
norteamericano invitaron a sus similares de las dos
antiguas potencias coloniales íberas. En Irlanda del
Norte se ha invitado a posteriori al premier de la
República Irlandesa. En las Azores se buscó arrastrar a
la 'Nueva Europa' a la empresa militar. El belicoso
Aznar, tan proclive a medidas contrainsurgentes contra el
ETA, era un gustoso invitado en una cumbre pro-guerra.
En Belfast se ha querido presentar la imagen de líderes
capaces de ir hacia construir la paz. El mandatario
invitado, Bertie Ahern, apunta a buscar reflotar el
proceso de paz en los seis condados del norte de su isla
irlandesa.
Para el actual presidente estadounidense ésta ha sido la
primera vez que visita oficialmente Irlanda del norte.
Su predecesor, Clinton, fue un asiduo visitante y gran
parte de su administración se basó en tratar de empujar
al IRA y a los paramilitares unionistas hacia la
negociación.
Mientras el anterior presidente demócrata trataba de
aparecer como pacificador en Irlanda del Norte y
Palestina, el actual mandatario republicano es el campeón
de la guerra en Afganistán y ahora Irak.
Bush necesita mostrar una fase de hacedor de paz y
también dar una mano a Blair en sus intentos de
revitalizar el proceso de desmilitarización del
integrante más conflictivo del Reino Unido.
El arribo del actual ocupante de la Casa Blanca se da a
días de una nueva importante reunión entre los primer
ministros de Londres y Dublín para contemplar la
posibilidad de relanzar el gobierno autónomo de Irlanda
del norte suspendido el 14 de octubre del 2002.
La parálisis en el proceso de pacificación ha coincidido
con el crecimiento de los nacionalistas pro-IRA del Sin
Feinn y los radicales unionistas del reverendo anti-
papista Ian Paisley. Ambos representan los extremos en
las comunidades católica y protestante, las mismas que
contienen al 45% y al 55% respectivamente de la población
nor-irlandesa. Los republicanos acusan a los unionistas
de querer copar la nueva policía y de no permitir que se
retiren las tropas británicas, mientras que los segundos
acusan al IRA de no irse desarmando.
Blair y Ahern tratan de tentar al IRA para que vaya
entregando más armas a condición de ir eliminando puestos
de control y retirando más tropas. A los republicanos se
les muestra el atractivo de irse desmilitarizando pues
habrían conseguido más con las urnas en vez de las armas.
El Sin Feinn ya es el partido más votado dentro de la
comunidad católica nor-irlandesa, tiene la alcaldía de
Belfast y ha avanzado electoralmente en la república del
sur, con lo cual se ha transformado en la única fuerza
significativa con presencia en las 2 Irlandas. Su líder
Gerry Adams apunta a ser el Mandela.
Disidentes republicanos acusan a Adams de ir traicionando
los principios independentistas y socialistas pues está
aceptando presencia británica en el norte de la isla así
como privatizaciones. Los unionistas le atacan desde la
óptica que no está desarmando al 'terrorismo'.
Discutiendo la paz post-Saddam
En el Castillo de Hillsborough Bush y Blair no han tocado
mucho la cuestión irlandesa, pero el sitio ha sido ideal
para mostrar al medio oriente que su modelo es el seguido
en dicha isla. Blair quiere mover a Bush lejos de Sharon
para obligar a Israel a que haga significativas
concesiones territoriales a los palestinos. Tanto los
laboristas británicos como los israelíes coinciden que se
debe devolver el grueso de los territorios ocupados e
incluso ceder el este de Jerusalén a la Autoridad
Palestina, la misma que ya tiene un nuevo primer ministro
'moderado'. La dificultad está en que dentro e los
palestinos vienen creciendo las corrientes que se niegan
a reconocer la existencia del estado de Israel, acusado
de despojarlos de sus tierras, y que en el gabinete de
Sharon hay muchos ministros que proponen la completa
anexión de todos los territorios ocupados e incluso la
despoblación de los casi 4 millones de habitantes árabes
que viven en el área controlada por Israel.
Blair siente que ha ganado en los últimos días. Sus
tropas han capturado el grueso de Basora, la segunda
ciudad iraquí, mostrando un método de cerco con paciencia
para ir socavando al régimen y obtener ciertas simpatías
locales. Ahora Londres concibe que ha movido a
Washington en la dirección de permitir una mayor
participación de Naciones Unidas en la administración del
Irak post-Saddam.
Bush ha aceptado que la ONU debe tener un rol vital y que
incluso podría estar envuelta en aconsejar quienes serían
nombrados en la administración inmediata de Irak. Para
muchos halcones esto sería una concesión pues creen que
los vencedores deberían imponer su propia estructura.
Algunos conciben que no es justo haber hecho tanta
inversión en armas, dinero y hombres para luego entregar
la gerencia de Irak a unas Naciones Unidas que se
opusieron a la guerra y que podrían permitir que Francia
y Rusia recuperen créditos e inversiones.
Sin embargo, aún los EEUU no han desistido de su plan de
que el nuevo Irak sea gerenciado por 23 ministros
estadounidenses asesorados por iraquíes. En Gran Bretaña
hay preocupación por el hecho que su país puede tener
poca ingerencia en dichos gabinetes y en las empresas de
reconstrucción que ya habrían sido designadas previamente
a corporaciones norteamericanas.
El plan parece ser que habrá una administración
estadounidense que tendrá una presencia no menor a seis
meses. Dentro de ese esquema se buscará mayor
participación de la ONU. Los del Consejo Supremo de la
Revolución Iraquí, el único grupo armado chiíta anti-
Hussein, quieren la menor participación posible de EEUU
en el nuevo Irak y sospechan que Naciones Unidas servirá
de comparsa para Washington.
Mientras tanto se están preparando reuniones iniciales de
diversas fracciones de la oposición iraquí a ser
realizadas en Umm Qasr o el Kurdistán. La carta
preferida del Pentágono es Ahmed Chalabi, un banquero que
no ha vuelto a vivir en Irak desde niño. Sus detractores
le acusan de haber estafado en Jordania y de ser el nuevo
títere tipo el afgano Karzai. Los milicianos chiítas son
pro-iraníes y están vetados de portar sus uniformes y
armas en las zonas controlas por los aliados.
Los dos partidos kurdos armados (Unión Patriótica de
Talaban y Demócrata de Barzai) se han guerreado entre sí,
algunas veces llamando a Saddam en su ayuda, y tienen un
nuevo competidor armado en el este kurdo por parte de
islamistas pro-Bin Laden. Los kurdos son vistos con
recelo dentro de las minorías árabe, asiria y turca del
norte, así como por Turquía quien podría volver a entrar
en el norte reclamando proteger Mosul.
En las ciudades hay partidos comunistas, nacionalistas e
islámicos que han sido perseguidos por Hussein pero que
se oponen a un protectorado estadounidense.
Por otro lado, las tropas aliadas aunque tomen Bagdad no
habrán acabado con el partido Socialista Baath, el mismo
que puede resistir y hacer operativos guerrilleros.
Hussein podría escapar y seguir organizando emboscadas
como el Mula Omar en Afganistán.
Para Londres y Washington una cosa es ganar la guerra y
otra, más difícil, es ganar la paz. La nueva
administración ha de ser visto como colonialista por
grandes mayorías no sólo en Irak sino en el mundo árabe e
islámico.
Los aliados necesitarán reconstruir el aparato estatal
invitando a antiguos guardias republicanos y militantes
baatistas, lo mismo que generará conflictos con quienes
fueron perseguidos por éstos. No existe un líder o un
partido capaz de unir a todo el país. Las 3 fuerzas
armadas opositoras iraquíes reflejan bases étnicas que
presionan para una fragmentación.
Los saqueos vistos en Basora serán el prólogo de acciones
de violencia posteriores. Irak es un país donde hay la
tradición de los consejos (shoras) donde los habitantes
se organizan y toman el control de sus actividades.
Estos organismos irrumpieron como hongos en 1991 así como
en el vecino Irán tras la caída del Shá (1979).
Los aliados tendrán dificultades en escoger a un polo que
pueda representar al grueso de las fuerzas políticas
iraquíes. Mientras tanto el pentágono y el departamento
de estado seguirán en conflicto acerca de la duración y
el carácter de la nueva administración mientras que
Londres de un lado y las demás potencias del consejo de
seguridad del otro presionarán hacia una mayor apertura
en la administración. Todos estos esfuerzos se darán con
significativos brotes de resistencia o de nuevas
irrupciones de descontento dentro de la población
'liberada'.
* Isaac Bigio. Analista Internacional.
https://www.alainet.org/es/articulo/107279?language=es
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