Colombia-Iraq: guerras de recolonización

06/04/2003
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La lógica de la agresividad En La cuarta vía al poder (Abya Yala, Quito, 2000), el investigador Heinz Dieterich provee de algunas claves para comprender la lógica del Plan Colombia. Y, por extensión, del crimen contra Iraq que acaba de desatar la alianza angloestadounidense. En el citado libro, el autor explica el capitalismo como un sistema basado en la "destrucción creativa", concepto que describe el proceso por el cual la tecnología existente va siendo desplazada por tecnologías más productivas. La "destrucción creativa" –el proceso de la plusvalía relativa, si se quiere utilizar la terminología marxista- constituiría la causa íntima del terrorismo de Estado. Dieterich sustenta su teoría en un argumento de gran espesor histórico: "Para apropiarse de los terrenos de los araucanos en el sur de América, la oligarquía argentina empleó la operación de ´limpieza étnica´, conocida como ´Operación Desierto´, a finales del siglo XIX; con el mismo fin –y para tener esclavos para el trabajo en su proyecto neoliberal exportador en Yucatán- el dictador mexicano Porfirio Díaz asoló las tierras de los Yaquis en el norte; los puritanos anglosajones hicieron lo mismo desde su llegada a América del Norte, asestando el último golpe de destrucción a los Dakota, los Apaches, los Cheyenne, etc., en las campañas de exterminio de l865 a l890, y Adolfo Hitler utilizó la misma lógica y política en los territorios europeos conquistados de l939 a l945". Experiencias latinoamericanas recientes La historia contemporánea de América Latina aporta con múltiples pruebas a la interpretación del investigador alemán-latinoamericano. En los años 60 y 70, el desafío al poder de Estados Unidos en la región, localizado en el Cono Sur –es decir, Chile, Argentina, Uruguay y Bolivia-, fue respondido por Washington apoyando a dictaduras fascistas para destruir a los partidos y organizaciones izquierdistas, nacionalistas y populares e instrumentar políticas favorables al capital monopolista mediante la desprotección de los recursos y la fuerza laboral. El Plan Cóndor, la picana y los programas monetaristas impuestos manu militari simbolizan esa reciente y oscura época. En la década de los 80, cuando América Central se convierte en la pieza central de la resistencia al poder estadounidense, aconteció algo similar. Washington enfrentó el reto de la revolución sandinista y de las guerrillas populares de El Salvador y Guatemala a través de la militarización, la guerra de desgaste y el "terror blanco" sembrado por bandas paramilitares. La estrategia dio origen a la entronización de regímenes clientelares y funcionales a la Casa Blanca. La violencia del establecimiento se calcula en un costo humano de más de 200 mil muertos en Guatemala, 75 mil en El Salvador y 50 mil en Nicaragua. Años después, la Corte Internacional de Justicia de La Haya sancionó moralmente a Estados Unidos declarándole "Estado terrorista", por el minado del puerto nicaragüense de Corinto en tiempos de la administración de Ronald Reagan. Desde fines de los 90, el terrorismo estatal - "terrorismo primario", según Noam Chomsky- se ha venido desplazando al norte de Sudamérica: Colombia, Venezuela y Ecuador. ¿Cuáles las razones? James Petras las explica del siguiente modo: "En Colombia, las fuerzas combinadas de la guerrilla controlan o tienen influencia sobre una amplia banda de territorio al sur de Bogotá hacia la frontera ecuatoriana, en el noroeste hacia Panamá y en varios bolsillos hacia el este y el oeste de la capital, además de unidades de milicia urbana. Paralelamente al movimiento guerrillero, las movilizaciones de campesinos y sindicatos convocaron a huelgas generales que sacudieron al régimen de Pastrana. En Venezuela el liderazgo de Hugo Chávez ganó varias elecciones, reformó las instituciones del Estado y ha tomado una posición independiente en política externa –llevando a que la OPEP aumente el precio del petróleo, desarrollando lazos con Irak, extendiendo lazos diplomáticos y comerciales con Cuba, etc… En Ecuador un poderoso movimiento indígena-campesino (CONAIE) en unión con oficiales militares de bajo rango y con sindicalistas, tumbó al régimen neoliberal de Jamil Mahuad en enero del 2000". (Colombia de Vietnam al Amazonas, FICA, Bogotá, 2002) Estos procesos y sucesos habrían llevado a la potencia mundial a tipificar a nuestros países como el Triángulo Radical, es decir, infuncional a la globalización corporativa. La molestia de Washington sería tanto mayor cuanto que los disidentes andinos –llámense organizaciones indígenas o frentes guerrilleros- estarían limitando su acceso al petróleo, los minerales, el agua y la riqueza biogenética de la Amazonía. Liquidar a como dé lugar a los sujetos sociales que se oponen a la estrategia económica y geopolítica norteamericana llevó a que Clinton respaldara financiera y militarmente al Plan Colombia y a que George W. Bush – representante del complejo industrial/militar norteamericano- lo complementara con la Iniciativa Regional Andina, encaminada a la internacionalización de la guerra civil que desgarra a nuestro vecino norteño desde la muerte del caudillo popular Jorge Eliécer Gaytán en l948. ¿Cómo entender al Plan Colombia? No se puede comprender objetivamente al aludido Plan al margen de premisas como las siguientes: Primera. El relajamiento del dominio geopolítico estadounidense de América del Sur como consecuencia del retiro de la Base Howard de Panamá. Segunda. La necesidad de dar continuidad a una estrategia orientada al control social y de los recursos naturales –particularmente el petróleo- de nuestros países. Si en tiempos de la Guerra Fría ese control se cumplió bajo la consigna de la "contención del comunismo", después de l989 viene realizándose como una "cruzada contra las drogas" y, a partir del ll-S, como guerra al "narcoterrorismo" y la "narcoguerrilla". Cabe destacar a este respecto que, conforme explica el propio Chomsky, los términos "comunista" o "terrorista" engloban a una amplia gama de disidentes del establecimiento: líderes campesinos y sindicales, organizaciones indígenas, activistas de los derechos humanos, religiosos, intelectuales no alineados, dirigentes políticos… En suma, a cualquier organización real o potencialmente crítica del "fascismo liberal" (Ignacio Ramonet). Tercera. El Plan Colombia pretende extrapolar al área andina la experiencia de la Casa Blanca y el Pentágono en la "pacificación" de Centroamérica, que culminó con la participación de los comandantes guerrilleros en lides electorales ceñidas a las pautas de la democracia representativa. Lo cual, en la práctica, habría significado la renuncia a una democracia profunda. Cuarta. El Plan pretende persuadir sobre la invencibilidad del poder militar de EE. UU. y la inevitabilidad del fundamentalismo liberal, así como sobre la futilidad de cualquier intento de cambio. Adviértase que ninguna de las premisas señaladas se sustenta en una explicación de las raíces endógenas de los conflictos políticos de nuestras naciones. Los ejes comunes del Plan Colombia y la Operación Libertad Mutatis mutandis los elementos que hemos identificado como determinantes del Plan Colombia se puede encontrar detrás de la invasión al Iraq de Saddam Hussein. Basta precisar tres de ellos: control social, petróleo y reterritorialización de las respectivas áreas geográficas. Para el caso específico de Iraq, estos objetivos estarían determinados por las urgencias de la Casa Blanca por mejorar las condiciones de competencia de la economía estadounidense frente a la Unión Europea, Japón y China mediante el control neocolonial de las reservas petrolíferas del Medio Oriente y el rompimiento de la OPEP. Como podrá colegirse a la luz del Plan Colombia y la Operación Libertad, la vieja dialéctica destrucción/recreación mantiene su plena y ominosa vigencia. Abril del 2003 * René Báez, Facultad de Economía de la PUCE
https://www.alainet.org/es/articulo/107276
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