Globalizados y globalizadores: para que otro mundo se pueda
12/03/2003
- Opinión
La prensa suele emplear de modo informal o indistinto las nociones
de globalización y neoliberalismo. Esto es inexacto y escamotea uno de
los principales problemas de nuestros países.
Es verdad que en los últimos decenios se multiplicaron los
progresos en las técnicas productivas, las telecomunicaciones y
transportes, y en el procesamiento de datos, lo que ahora impacta las
actividades económicas, al mundo del trabajo y hasta la vida cotidiana.
Los contactos entre empresas y naciones alrededor del mundo ganaron
rapidez y variedad, y lo que sucede en unos puntos del planeta enseguida
afecta a casi todos los demás. A ese enjambre de consecuencias de los
progresos técnicos sobre la mayor parte del planeta se le denomina
globalización.
También es cierto que en épocas anteriores otras innovaciones
asimismo transformaron las condiciones de existencia en grandes porciones
del planeta. Por ejemplo, los adelantos en las técnicas náuticas y la
construcción de barcos permitieron a los navegantes europeos darle la
vuelta a África, arribar al Oriente y conquistar América, entrelazando
las economías y culturas de tres continentes. En su tiempo, aquella fue
también una globalización que vinculó las vidas de esos enormes
territorios como partes de un solo sistema mundial.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Esos barcos pertenecían a
alguien y estaban a su disposición, no al servicio de la humanidad. Así
pues, no fue igual participar en dicho fenómeno como navegante portugués,
hidalgo español o agiotista holandés, que hacerlo como indígena
avasallado o africano esclavizado. Como tampoco ahora equivale hacerlo
como banquero neoyorquino o tecnólogo alemán, que como pequeño productor
peruano u obrero mexicano.
Claro está, cuando una globalización surge y se impone no queda
más opción que adecuarse a las nuevas circunstancias; sin embargo, los
medios y oportunidades para intentarlo son muy desiguales. Según enseña
la historia, cada globalización se ha realizado entre unos que tienen el
sartén por el mango y otros a quienes les toca freírse, a menos que
encuentren modos de evitarlo. Por eso, cuando se dice globalización hay
que preguntar quiénes son los globalizadores y quiénes los globalizados -
-y por qué lo son--, puesto que no es lo mismo calzar la horma de unos
que la de los otros.
Pero esto, por otra parte, tampoco admite que la respuesta pueda
ser la de rechazar que la globalización existe. Gústenos o no, ella ahí
está, impetuosa e invasora, al margen de nuestras opiniones. Por lo que
resulta trivial que algunas organizaciones se pronuncien negando la
globalización, como si el enojo de nuestros desplantes la pudiera
disipar. La cuestión es cómo lidiar con ella, para establecer cómo
salirnos del sartén y luchar por el control del mango.
En eso los globalizadores se nos adelantaron, en dos aspectos: el
de estudiar el fenómeno y el de justificar su forma de manejarlo en
provecho de ellos. De eso trata el neoliberalismo. Hay que diferenciar
ambos términos, pues la globalización es un fenómeno real mientras que el
neoliberalismo es una ideología. Ésta última es un conjunto de
interpretaciones que los globalizadores aplican para sacarle mayor
provecho a ese fenómeno y, a la vez, para persuadir a los globalizados de
que tal manejo es "científico" y merecedor nuestra cooperación, o al
menos de nuestra aceptación.
Como ideología, el neoliberalismo facilita potenciar la conducta de
los globalizadores y acondicionar la de los globalizados. Justifica el
manejo radicalmente mercantil e insolidario de la globalización, que
enriquece sin medida a los primeros y empobrece sin piedad a los
segundos. Pero, aunque la experiencia mundial ya ha puesto en evidencia
los errores conceptuales y las atroces consecuencias sociales de las
tesis neoliberales, del lado de los globalizados todavía falta
sistematizar una contrapropuesta creativa y eficaz. Y para lograrlo no
basta vituperar al neoliberarlismo, sino que es preciso superarlo en el
terreno científico. Sólo así demostraremos que otro mundo es posible.
https://www.alainet.org/es/articulo/107099?language=en
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