A usted le gustan las serenatas? ¿o quizás no sepa ni lo que son? Se trata de un trovador abrazado a su guitarra. cantando con su corazón apasionado al pie de su ventana, en medio de la noche. ¿Quién da serenatas hoy día? ¿Murió el amor? No, lo que murió es el encanto del amor. Hoy todo es medido según costo y beneficio. Hay quien da serenatas. Siempre que usted pague su valor de mercado. Y si acaso se atreve a hacerla gratis corre el peligro de ser agarrado por la policía, con el pretexto de que perjudica el sueño de los vecinos. Menos el de su amada, evidentemente. El capitalismo es enemigo del romance. Porque piensa en los números. Y números lucrativos. Romeo y Julieta hoy deberían pagar derechos de autor, y los trovadores de la Edad Media serían procesados como usurpadores por interpretar melodías sin abonar los debidos derechos de autor. El capitalismo hizo el mundo más rico y el alma más pobre. Vea el ejemplo de la esbeltez física. Todo el mundo quiere estar más delgado, esbelto, saludable, pero no para su propia felicidad o a la de su amada, sino para felicidad de los ojos ajenos. El sujeto, o sujeta, hasta llega a pasar hambre, hace gimnasia, castiga su cuerpo, para que los demás lo admiren, porque la barriga y las gorduras son ahora consideradas antisociales, casi una necedad, quién sabe si una violación de la ley de la belleza. Sólo falta que hasta los truculentos agentes de policía andan por las calles apresando a todos los gordos, viejos y feos. Oí decir que en São Paulo gente rica que se enamora debe firmar un formulario de no exigencia de bienes. Porque si el amor dura más de dos años, ya se pueden exigir derechos sobre el otro. ¿Usted encuentra poético eso? Auque quizás ya nadie sepa qué es poesía. Con excepción de Adélia Prado, Manoel de Barros, Ferreira Gullar, Moacyr Félix y algunos otros apasionados. (Traducción de José Luis Burguet)