Tras el fracaso de abril, diciembre negro era parte del plan
09/12/2002
- Opinión
Urge derrocar a Chávez ante la entrada en vigor de la Ley de
Hidrocarburos: analistas
Tras el fracaso de abril, diciembre negro era parte del plan del paro
en Venezuela
EU podría estar tras la conspiración madre para ajustar el control de
reservas petroleras
Buenos Aires, 8 de diciembre. El nuevo golpe empresarial petrolero
contra el gobierno de Venezuela estaba previsto para septiembre de
este año, en continuidad de la intentona fallida de abril pasado, y
por eso no faltaron tampoco los francotiradores utilizados en aquella
ocasión ni la colaboración de los medios de información en manos de
los grandes grupos del poder económico.
Sin embargo, lo que asombra es la urgencia de los golpistas por
terminar con el gobierno de Hugo Chávez, al que el pueblo sostuvo
cuando el golpe de abril, y cuando la Constitución Bolivariana
contempla que "todos los cargos y magistraturas de elección popular
son revocables" una vez que los funcionarios hayan cumplido con la
mitad de su mandato, lo que significa que Chávez puede ser sometido a
referéndum revocatorio en agosto de 2003.
Para los analistas, entre las urgencias está la necesidad de Estados
Unidos de ajustar el control de las reservas petroleras en la región
ante la emergencia de la guerra contra Irak, a pesar de que Chávez ha
reiterado que cumplirá con sus obligaciones, aun después de conocer
los alcances de la intervención estadounidense en el golpe del 11 de
abril. Venezuela vende un millón de barriles de petróleo diarios a
Estados Unidos y tiene inversiones multimillonarias en ese país en
gasolineras y refinerías.
La prisa de ciertos opositores también tiene que ver con la
impaciencia de los mentores externos del golpismo, que podrían
quitarles el financiamiento, y con la proximidad, en enero de 2003,
de la entrada en vigencia de la Ley de Hidrocarburos, que puede
permitir al gobierno actuar sobre las nómimas gerenciales
atrincheradas en Petróleos de Venezuela (PDVSA), y de la Ley de
Tierras, a la que se oponen los grandes terratenientes, muchos
ligados con gobernadores y alcaldes opositores.
Diciembre negro era parte del plan del paro empresarial, según
denunciaron a esta corresponsalía sectores cercanos al gobierno,
después que el estruendoso fracaso de abril, si bien produjo
fracturas dentro del complejo arco opositor, desesperó a los más
radicales.
Entre los planes del golpe petrolero adelantados por este periódico
en septiembre pasado figuraba el documento cinco de la Coordinadora
Democrática, que señalaba la importancia de la gerencia de PDVSA para
poner a Chávez contra la pared, demorando la entrega de dinero al
gobierno. Esa empresa -en el contexto de la corrupción compartida del
poder con grupos privados y políticos- sólo entrega algo más de 20
por ciento de los ingresos al Estado y el resto se va en ambiguos
costos de operaciones.
A imagen y semejanza de los ochenta
Así, las urgencias agudizan la sombra del golpismo, presente desde
antes que Hugo Chávez ganara las elecciones de 1998. Primero fue la
conspiración para impedir el triunfo, ahora para derrocarlo. La
Coordinadora Democrática que aglutina a los grupos empresariales
responsables y a la vieja clase política del derrotado bipartidismo
fue creada a imagen y semejanza de las coaliciones impulsadas por
Washington en los ochenta para actuar en Nicaragua o Panamá. Fórmula
que ya se había probado en Chile, cuando los grupos civiles
preparaban el golpe -a cacerolazos- junto a Augusto Pinochet.
Es también en Venezuela donde dirigentes de una central de
trabajadores (CTV) acompañan las huelgas patronales. ¿Cuántas
empresas en el mundo soportarían cerrar sus puertas durante tanto
tiempo si no tuvieran un apoyo económico de envergadura, y cuántos
trabajadores pueden resistir la obligación de acompañar a sus
patrones? Aunque en el caso de Venezuela faltan los militares tipo
Pinochet, también están en escena, como en Chile, el gobierno de
Estados Unidos y sus socios, mientras que todos los medios de
comunicación masiva venezolanos, salvo una planta de TV que no puede
competir tecnológicamente con el resto, están en manos de la
oposición.
En septiembre pasado, en el reportaje sobre Venezuela publicado en La
Jornada, estaban ya claramente perfiladas las acciones del nuevo
golpismo y se preparaba el septiembre negro, que no resultó, cuando
ya el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) decidió que el 11 de abril
no hubo golpe de Estado, a pesar de que un presidente fue llevado
preso a cuarteles militares y se clausuraron el Congreso y todas las
instituciones democráticas.
Estos fracasos llevaron nuevamente a la conspiración madre petrolera.
Un detallado informe de investigadores y analistas (en el semanario
venezolano Proceso) mencionaba a los actores del golpe de Estado
petrolero, una de cuyas primeras acciones en abril fue suspender la
presencia venezolana en la OPEP y los envíos de petróleo a Cuba. Para
estos analistas la conspiración en PDVSA se aceleró a partir del
nombramiento del ex militar Guaicaipuro Lameda como presidente de esa
empresa estatal en octubre de 2001, y con la acción de operadores
políticos como Luis Giusti, ex presidente de la petrolera estatal
venezolana y asesor de energía de Estados Unidos.
De acuerdo con el análisis, en abril y mayo de 2001 ya existía un
plan que tenía como objetivo la privatización de PDVSA y la
conspiración para derrocar a Chávez. Lameda, durante sus cinco meses
de gestión, acercó al sector militar gopista mientras otros eran los
encargados de aceitar los nexos con el sector civil y los alcaldes
opositores (cabe recordar que cada alcaldía controla a su policía,
por el sistema descentralizado existente). Los organismos de
inteligencia estatales detectaron las actividades de Lameda, entre
ellas reuniones con Luis Giusti, en Washington, con Henry Kissinger
en Nueva York, con el ex presidente Carlos Andrés Pérez en Miami y,
por supuesto, con el conglomerado empresarial.
Con el alejamiento de Lameda comenzó otra etapa, la conspiración
abierta: se manipuló a empleados medios con los rumores de que
vendrían despidos en masa y una intervención en PDVSA mientras se
trazaban las líneas del paro como parte final del golpe, con la
paralización de refinerías, cierre del suministro local de gasolina,
paralización de terminales, de embarques, e incluso de suministros de
combustibles para aviación.
De los informes y luego de los testimonios y videos del golpe de
abril surge que se necesitan muertos para culminar la acción. Es que
en los tratos con Lameda el grupo de militares golpistas había
advertido que no podrían convencer a otros "al menos que hubiera
represión de parte de Chávez".
Alentados por la impunidad, los mismos militares golpistas regresaron
y se instaló en la Plaza Francia de Altamira, como en un territorio
liberado, para instar públicamente al golpe contra un gobierno que ni
siquiera los había metido presos. No lograron arrastrar militares, a
pesar de la gran publicidad, y entonces hubo que armar el golpe
empresarial y petrolero de estas horas.
Las instancias de la conspiración actual fueron advertidas desde
Venezuela por el Grupo de Jóvenes Revolucionarios Bolivarianos, que a
finales de noviembre señalaba que la "oposición fascista" tenía
preparado repetir "el libreto golpista del 11 de abril". Ahora como
entonces, Carlos Ortega, dirigente de la CTV, fue el encargado de
llamar a las manifestaciones frente a las instalaciones de PDVSA en
Chuau, que, como recordaban los jóvenes, son " áreas de Seguridad del
Estado".
"Mientras la derecha aceitaba sus contactos externos, el grupo ultra
Bandera Roja actuó buscando a los llamados perros de la guerra
(mercenarios)", denunciaron. Estos y los militares de la Plaza
Francia movilizaron elementos paramilitares "para crear las
condiciones necesarias de violencia". Los jóvenes tuvieron acceso a
un documento secreto enviado por el embajador de Estados Unidos al
Pentágono (SD-DIR-VE-01245-TS), informaba sobre los avances del plan,
que señalaba la necesidad de advertir a los ciudadanos
estadounidenses no comprometidos con las acciones a ejecutar que se
mantuviesen fuera o alejados de Venezuela. ¿Cómo podía saber la
embajada de EU cuáles iban a ser las zonas de violencia?, se pregunta
el grupo de bolivarianos.
"Facilitar el apoyo de sistemas, equipos, material, recursos humanos,
que garanticen las acciones de los medios de comunicación y las
comunicaciones entre nuestras fuerzas (de la oposición), neutralizar
los sistemas de comunicaciones del gobierno y la capacidad de
movilización del pueblo, ejercer presión sobre el TSJ (Tribunal
Supremo de Justicia) y otras instituciones estatales para que tomen
decisiones contra el gobierno. Utilizar todos nuestros recursos
humanos dentro de la industria petrolera que garanticen la
paralización total o por lo menos de 70 por ciento de ese ente,
movilizar vehículos, efectuar trancas y bloqueos que permitan
neutralizar el abastecimiento de combustibles y alimentos, con el fin
de generar caos y desestabilización dentro de la población", plantea
el documento.
También añade que "los dirigentes venezolanos que nos apoyan deben
sacar del país a más tardar el domingo primero de diciembre en horas
de la mañana a sus familias del territorio nacional o por lo menos de
Caracas (...) Es fundamental tratar de por lo menos neutralizar la
salida de la fuerza armada a las calles. Para ello se debe utilizar
la actual situación de militarización para crear, en forma mediática
y mediante actos violentos, el desprestigio de esos elementos".
Acusación contra la Iglesia
Así mismo, denuncian que sectores de la Iglesia estaban preparando a
la gente para que los días 2 y 3 de diciembre redactaran
declaraciones contra el gobierno, acusándolo de violencia contra la
sociedad civil, "ya que el gobierno ha sido causante de muertes".
¿Cómo sabían en esos días que iba a haber muertos?, se preguntan
nuevamente los jóvenes.
Otro de los planes es "utilizar todo el poder de los medios y lograr
una declaración internacional de condena a Venezuela. Hay niveles del
Vaticano que han dado su apoyo irrestricto y el Opus Dei
(organización católica ultraconservadora) está en acción. Ciertas
trasnacionales como Mc Donald's, General Motors, Coca-Cola y otras
darán su apoyo al paro".
Estos son los elementos más importantes del plan que denunciaba el
grupo de jóvenes, quienes también llaman la atención sobre los
sucesos del viernes en la Plaza Francia. Los opositores mostraron una
foto de uno de los supuestos agresores parado en un acto junto al
alcalde chavista de Caracas, Fredy Bernal. Es decir, tenían la
fotografía lista, mientras otro de los detenidos dijo que había sido
contratado por los allegados a los militares disidentes de la Plaza
Francia. Lo cierto es que Venezuela atraviesa uno de sus momentos más
críticos y, de no detenerse la carrera golpista, podría producirse un
baño de sangre en el país, si los venezolanos más humildes, que
apoyan a Chávez, no están dispuestos a que se burle su voluntad.
La Jornada, 09-12-02, México
https://www.alainet.org/es/articulo/106710
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