El peo ahora es con el pueblo
10/12/2002
- Opinión
En esta expresión popular venezolana se sintetizan los hechos que se
han sucedido en Caracas , así como en algunas partes del interior de
la República, durante la noche del lunes 9 de diciembre, cuando el
pueblo se lanzó a la calle para manifestarle a los medios impresos y
radioeléctricos venezolanos lo harto que están de ellos y de sus
procederes.
El mundo es testigo de como en Venezuela, el 11 de abril pasado, los
medios de comunicación social fueron la plataforma sobre la cual se
montó un golpe de Estado, así como también de como las radios y
televisoras implicadas en él silenciaron, el 13 de abril, la gesta de
un pueblo que lanzado a la calle reponía a un presidente depuesto
cuarenta y pico horas antes. El descaro, para usar el menos duro de
los adjetivos, llegó al extremo de que no contentos con silenciar
internamente una gesta popular, bloquearon sus señales
radioeléctricas con el resto del mundo. De no haber sido por la
cadena Caracol de Colombia, Telemundo de México y CNN de EE UU, nadie
se hubiese enterado de lo que aquí estaba sucediendo, y quién sabe
cuantos miles de muertos se estarían aun contando de haber prosperado
ese "Lock-out" informativo.
Como hace ya ocho meses atrás, casi todos los medios de comunicación
social desataron un feroz ataque en contra del Gobierno de presidente
Hugo Chávez, el cual se inició el sábado 30 de noviembre, es decir
dos días antes de que la cúpula sindical, la cúpula empresarial y la
Coordinadora Democrático (un frente amplio de oposición) decretasen
el paro "cívico" que no tiene otra finalidad más que la de
defenestrar al presidente Chávez.
Como hace apenas ocho meses las estaciones privadas de televisión,
desde el lunes 2 de diciembre, alteraron la programación regular y se
dedicaron mañana, tarde y noche, a desinformar para tratar de
mantener vivo un paro que se sabía fracasado antes de ser decretado,
así como a apuntalar un odio irracional contra Chávez, odio que ellas
mismas han estado sembrado en ciertos sectores de la población.
Debe ser un caso único en los anales de la historia de la televisión
que cuatro canales privados de televisión, por ende comerciales,
retransmitan desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche sin
dedicarle un solo minuto a un corte publicitario. Lo cual no tendría
nada de raro si el país en el que eso sucede estuviese bajo un estado
de conmoción social, ya sea por causa de un desastre natural o en
medio de un conflicto bélico. Pero totalmente incomprensible cuando
el hecho se da para soliviantar a la opinión pública en contra de un
Gobierno democráticamente electo y que cuenta con el respaldo mínimo
de un 60% de la población.
El viernes seis de diciembre el paro quedó circunscrito a un escaso
10% de la actividad laboral del país, de un país en el cual la
mayoría de la gente ya estaba harta de la grosera manipulación a la
que era sometida por parte de los medios de comunicación social. Sólo
los más irreductibles opositores al Gobierno de Chávez (en parte
producto de una intoxicación mediática que tiene más de tres años en
marcha) aplauden el proceder de las televisoras Radio Caracas
Televisión, Venevisión, Televen, Globovisión, CMT y Meridiano TV. Ese
mismo día, al final de la tarde, se produce la balacera de la Plaza
Francia en Altamira y de inmediato todos los canales de televisión
comienzan a incriminar al presidente Chávez. Se estaba ante una
situación que debía ser utilizada para levantar de nuevo la presión
en el seno de un colectivo que, a pesar de la manipulación mediática,
estaba dando señales de hastío. Un hecho que además le daba alas a
factores aun ocultos para salir de las sombras y emprender acciones
mucho más radicales. Por lo que no es raro que a partir del sábado 7
de diciembre la gente de la oposición en el sector petrolero, la que
hasta entonces había mantenido un muy bajo perfil, pusiera en marcha
un plan para paralizar a Petróleos de Venezuela.
Y de nuevo un caso único en los anales de la historia de la
televisión. Los canales privados aplauden cualquier noticia que tenga
que ver con el éxito de la paralización de la industria petrolera.
Por lo que no es extraño que sus reporteros aborden un tanquero cuyo
capitán ha fondeado en el canal de navegación del Lago de Maracaibo,
convirtiendo en héroe a una persona que en cualquier otro país sería
enjuiciado por actos de piratería marítima. Y como si no fuera
suficiente anuncian la paralización de una refinería, aun a sabiendas
de que la noticia es falsa y silenciando cualquier desmentido
oficial. Y así por el estilo, ya que de lo que se trata es de generar
el caos con el cual saben se ha de dar al traste con Chávez. Ni qué
decir del regocijo con el que reseñan que los transportistas están
paralizando el suministro de gasolina, o que se han interrumpido las
labores de carga de los buques cisternas, o que se está paralizando
el suministro de gas a las empresas básicas. ¿No me digan ustedes si
estos procederes no puede ser tipificados como agavillamiento,
conspiración, delitos de lesa patria, instigación a delinquir,
complicidad, etcétera, todos ellos tipificados en Código Penal como
delitos? ¿No me digan ustedes si esto no recuerda el plan de
desestabilización que culminó con la muerte de Salvador Allende?. En
Chile la paralización del transporte terrestre y de la extracción del
cobre fueron quizás las principales causas del derrocamiento de
Allende, en Venezuela la paralización de la industria petrolera
signaría el derrocamiento de Hugo Chávez.
Por lo cual hoy el pueblo (seres humanos a los que los medios tildan
de hordas, salvajes, negros, resentidos, tierrúos, lumpen,
ignorantes, fanáticos, desdentados) tal como lo hizo el 13 de abril
decidió lanzarse a la calle, ya que esta vez el asunto ("el peo" en
la jerga popular) ya no es con Chávez. El Peo ahora es con el, con el
pueblo. Con un pueblo que sabe que la Soberanía reside en él, tal y
como lo estipula el artículo 5 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, la que en el libre ejercicio de su
soberanía refrendó de manera abrumadora el 15 de diciembre de 1999.
Con un pueblo que ha sabido organizarse para preservar sus derechos.
Con un pueblo que sabe que de ser derrocado Chávez no pasaría mucho
tiempo sin que Petróleos de Venezuela fuera privatizada, y en
Venezuela ocurriría lo mismo que sucedió en Argentina con la venta a
Repsol de Yacimientos Petroleros Fiscales (YPF).
Un pueblo que también se lanzó a la calle para decirle a los dueños
de los medios que ya está harto de tanto insulto, de tanta vejación,
de tanta manipulación, de tanta intoxicación mediática, de tanta
falsedad. Un pueblo que se lanzó a la calle para exigirle a los
medios que cumplan lo dispuesto en el artículo 58 de la Constitución
que pauta: "La comunicación es libre y plural y comporta los deberes
y responsabilidades que indique la ley. Toda persona tiene derecho a
la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo
con los principios de esta Constitución, así como a la réplica y
rectificación cuando se vea afectada directamente por informaciones
inexactas o agraviantes. Los niños, niñas y adolescentes tienen
derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral."
Bastó que ese pueblo se lanzara a la calle para que de inmediato
grupos de opositores, que manifestaban en calles y avenidas de
exclusivas urbanizaciones del Este de la ciudad, salieran
despavoridos a refugiarse en sus casas, dándose el insólito hecho de
que en una de ellas, rodeada de zonas populares, los residentes de un
lujoso edificio, una vez a buen resguardo, se dieron a la tarea de
darle un cacerolazo a la única chavista que allí vive, nada menos que
la conserje, la cual tiene 20 años sirviéndoles fielmente. Al igual
que el 13 de abril, creyeron que el pueblo iba a por ellos, cuando de
lo que se trataba ayer era de retomar el Palacio de Miraflores y el
canal de televisión de Estado, el 9 de diciembre el pueblo iba
apostarse frente a Petróleos de Venezuela para defender lo que en
parte, mayoritaria por lo demás, es suyo, así como para manifestar en
las puertas de los canales privados de televisión su repudio a las
maniobras desestabilizadoras que vienen desarrollando. Un pueblo
honrando a su Constitución en la que se consagra una democracia
directa, participativa y protagónica, lo que, sobra decirlo, irrita a
quienes aun se siguen considerando los dueños del país.
Mientras todo esto se sucedía locutoras y locutores de los distintos
canales aterrados llamaban al Gobierno para que mandase a desalojar
al pueblo de las puertas de los canales por considerar la acción del
pueblo un atentado contra la "libertad de expresión y de
información". Recordándole también al pueblo, con voz melosa e
impregnada de humildad, lo mucho que han contribuido las televisoras
privada con su bienestar y esparcimiento.
Mientras todo esto sucedía Cesar Gaviria procedió a dar una cadena en
la que repudiaba y condenaba lo que él tiene por un atentado contra
la "libertad" de expresión y de información, exigiéndole al Gobierno
que le ponga coto a esos abusos y desmanes. Y como por "casualidad"
estaba cenando con todos los jerarcas de las televisoras privadas a
los pocos momentos volvió a salir al aire, pero esta vez acompañado
por sus comensales, a fin de repetir lo que antes había dicho. Fue en
esta segunda intervención cuando, gracias a un periodista del canal
del Estado, Gaviria y sus acompañantes vinieron a enterarse que desde
hace cuatro días Venezolana de Televisión está siendo acosada todas
las noches por muy "civilizados" miembros de la oposición quienes, no
contentos con el cacerolazo que protagonizan, impiden la entrada y
salida de las personas que allí laboran. Es de esperar que hoy
Gaviria y sus conmilitones se enteren por la prensa, o en los
noticieros, que mientras daba su segunda alocución Venezolana de
Televisión fue abaleada por muy "democráticos" ciudadanos, quienes de
esta forma expresaban con toda libertad el sacrosanto derecho a
disentir.
Por último. Cabe destacar la intervención del Doctor Marcel Granier
(uno de los tantos venezolanos que votó "NO" en el reférendum del 15
de diciembre de 1999 en el que el pueblo le dijo "SÍ" a "su"
Constitución) quien una vez más acusó a Chávez de querer implantar en
Venezuela un régimen Castrocomunista, lo que hasta podría ser
excusable ya que forma parte del guión que se tienen aprendido, el
mismo que a diario difunden por sus canales. Lo que sí fue más grave
es que vejara al Defensor del Pueblo, a quien despectivamente llamó
el "Defensor del Puesto". Pero, teniéndose por uno de los "Amos del
Valle", pareciera importarle poco que ese insulto esté tipificado en
el artículo 236 del Código Penal Venezolano, y castigado con prisión
de tres meses a dos años.
En lo personal, a pesar de ser blanco, miembro de la alta clase
media, abogado, viajado, comido e instruido, creo pertinente
recordarle a mis "pares" que ahora el peo ya no es con Chávez, lo es
con el pueblo.
https://www.alainet.org/es/articulo/106709?language=es
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