El dragón anda suelto

24/11/2002
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El gobierno de Cardoso perdió los estribos tras las elecciones. Se dispararon los precios, recargando el bolsillo del consumidor. Enjaulado durante la campaña electoral, el dragón de la inflación anda suelto y dispuesto a morder los pies del gobierno de Lula. A éste le tocará domar la fiera, que él no creó ni engordó. Productos esenciales, como el arroz, el azúcar y la gasolina, están por las nubes. Los productores de arroz y azúcar prefieren vender fuera del país, para ganar en dólares, antes que abastecer el mercado interno. Lo cual revela una cara del gobierno Cardoso: la falta de una política agrícola centrada en las necesidades del consumidor brasileño. La transición entre los gobiernos de Cardoso y de Lula se realiza con la elegancia de una sala de visitas: reverencias, cuidados, comidas y elogios mutuos. Pero en la cocina las cosas son diferentes. Cardoso deja la casa con la habitación albergando a 44 millones de brasileños que pasan hambre. Lula entra en la casa comprometiéndose, aún antes de tomar posesión, a que su prioridad de gobierno será garantizar tres comidas al día a cada habitante de este país. El proyecto Hambre Cero, coordinado por José Graciano, no será mero asistencialismo de quien da pan a quien tiene hambre, sino que incluirá una serie de políticas convergentes, como la reforma agraria y la concesión de créditos a pequeños y medianos productores rurales y urbanos, ampliando la generación de empleos. Brasil necesita cambiar. Especular con alimentos, en una nación que tiene hambre, es pecado y debiera ser crimen. "Exportar es la solución", dicen ahora como se decía durante la dictadura, cuando había excedente del mercado interno. La evasión de divisas es crimen fiscal. La de alimentos debiera ser calificada de crimen hediondo. Traducción de José Luis Burguet
https://www.alainet.org/es/articulo/106653
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