La soberanía alimentaria en tiempos de globalización
27/08/2002
- Opinión
1.- El contexto mundial y agrario
Señalemos algunos rasgos definitorios del contexto mundial
agroalimentario en el que nos encontramos::
- Aproximadamente 2.000 millones de personas padecen carencias
alimentarias de proteínas, hierro, iodo, vitamina A y otras
vitaminas. En nuestro mundo globalizado unos 826 millones de personas
sufren el azote del hambre, de ellas 792 millones viven en países en
vías de desarrollo y 34 millones en países industrializados.
Solo en América Latina más de 200.000 niños mueren anualmente, antes
de cumplir los 5 años, por desnutrición y enfermedades que pueden
ser fácilmente prevenidas o tratadas.
- Están creciendo las desigualdades entre países ricos y pobres y
también dentro de ellos. Hoy mas de 80 países tienen una renta per
capita inferior a la de hace una década.
- Se está globalizando la pobreza y la exclusión social: 2.800
millones de personas sobreviven hoy con menos de 2 dólares por día, y
1.200 millones de ellas disponen de menos de 1 dólar por día.
- En el mundo de hoy el 20 % más rico de la población mundial controla
el 86 % del PIB mundial y el 82 % de las exportaciones de bienes y
servicios. El 20 % más pobre apenas opera sobre un 1 % del PIB y de
las exportaciones.
- El 70 % de las personas pobres en el mundo viven en zonas rurales y
dependen casi totalmente de la agricultura y el desarrollo rural para
su subsistencia. También se observa un rápido incremento del número y
la proporción de habitantes de las zonas urbanas afectados por la
pobreza, el hambre y la malnutrición. Prácticamente la mitad de la
humanidad vive en el campo y en barrios urbanos marginales, con un
poder adquisitivo insignificante.
Paradójicamente, durante los últimos diez años, se observa una
tendencia decreciente de los presupuestos nacionales de los países
en desarrollo y de los fondos de ayuda al desarrollo, directamente
destinados a la agricultura, el desarrollo rural y la seguridad
alimentaria.
- Se está produciendo una masiva expulsión de comunidades campesinas e
indígenas del cultivo de la tierra sin alternativa de medios de vida
y de trabajo. No se aplica extensamente una verdadera Reforma Agraria
integral, hay una creciente concentración de la propiedad de la
tierra y se está eliminando progresivamente la cultura y la identidad
campesina
- Se fortalece la agricultura industrial que derrocha recursos
energéticos, genera contaminación y destruye ecosistemas.
- Se está produciendo un ataque a la biodiversidad -ecosistemas,
especies y base genética- por parte de las grandes corporaciones
multinacionales.
- Se hace caso omiso del hecho de que la diversidad biológica es la
columna vertebral de los sistemas de producción animal, agrícola,
forrajera, forestal y de acuicultura, y parte esencial del
funcionamiento de la biosfera. Se saquea la naturaleza a través de la
biopirateria.
- Están en desarrollo unos sistemas de derechos de propiedad
intelectual y de patentes que aumentan la escasez de material
biológico necesario para la agricultura y, al mismo tiempo, se
privatizan los materiales genéticos que dan origen a la vida y a la
actividad campesina e indígena. El 95 % de las patentes alimentarías
en el mundo provienen de solo siete países avanzados.
- Está creciendo la agricultura transgénica que provoca una
contaminación genética irreversible, desconociéndose sus impactos
futuros sobre la salud animal y humana. Simultáneamente la
globalización en manos de las corporaciones transnacionales está
potenciando la fusión de las empresas productoras de semillas, de
plaguicidas y de fármacos provocando un control creciente de la
oferta alimentaria y de la salud mundial.
- Las actuales estructuras comerciales internacionales, sin control
democrático, impulsan el intercambio desigual y destruyen las bases
productivas agrarias de los países pobres y en vías de desarrollo.
La creciente regulación de la producción agrícola y alimentaria
mediante el libre cambio internacional, tiende a ajustar todos los
precios agrarios a los del menor postor mundial, reduce la producción
y el consumo e impide que desaparezca la pobreza y la desnutrición en
el mundo.
- Corremos el riesgo de la aplicación de nuevas propuestas de
liberalización comercial, tipo ALCA, que no harán sino acelerar la
crisis y desaparición de las agriculturas campesinas nacionales.
- Existe una amplia inseguridad alimentaria. Todavía estamos lejos del
cumplimiento del derecho de toda persona a tener acceso a una
alimentación apropiada, sana y nutritiva, y muy lejos del derecho
fundamental de toda persona a no padecer hambre.
- Hay una progresiva perdida de soberanía alimentaria. El derecho de
los pueblos a la alimentación sigue estando amenazado. En México,
según afirma la CNC, la dependencia alimentaria promedio de los
mexicanos alcanzó en el 2002 el 50 por ciento, y ramas de producción
como la piña, el hule natural, la copra, el cacao, el arroz, el
frijol, la soya, el cártamo y el algodón, prácticamente agonizan.
2.- Las causas reales del hambre y la malnutrición
Durante las dos últimas décadas se han aplicado políticas
neoliberales tanto desde organismos multilaterales tales como el FMI y el
BM, como desde muchos de los gobiernos del mundo. Y a pesar de ello, están
muy lejos de haberse cumplido los compromisos adoptados para satisfacer las
necesidades de alimentación de los pueblos. El derecho humano más
elemental contenido en la Declaración Universal, el derecho a alimentarse,
es letra muerta en muchos países del mundo.
Hoy sabemos que la sustentabilidad de los sistemas alimentarios no es
una cuestión únicamente técnica. Al contrario, alcanzarla constituye un
desafío que exige la más alta voluntad política de los Estados y resulta
inviable en el contexto de la liberalización promovida desde la OMC y los
organismos financieros internacionales.
El hambre y la desnutrición son el resultado de haber excluido a
millones de personas del acceso a bienes y recursos productivos tales como
la tierra, el bosque, el mar, el agua, las semillas, la tecnología y el
conocimiento. Son, ante todo, consecuencia de las políticas económicas,
agrícolas y comerciales a escala mundial, regional y nacional impuestas por
los poderes de los países desarrollados, sus corporaciones transnacionales
y sus aliados en el Tercer Mundo, en su afán de mantener y acrecentar su
hegemonía política, económica, cultural y militar en el actual proceso de
reestructuración económica global.
Según los promotores de esas políticas, la liberalización del
comercio debería aumentar el volumen de los intercambios, estimular el
crecimiento económico, modernizar las economías y reducir la pobreza y el
hambre en el mundo.
Lo que ha sucedido en realidad es que esas políticas han incrementado
las ventas y las ganancias de los poderes económicos de los países
desarrollados mientras que los pueblos del Tercer Mundo han visto crecer
su deuda externa y los sectores populares han elevado sus niveles de
pobreza, miseria y exclusión por todas partes.
Se ha acelerado el ritmo de concentración del mercado agrícola
internacional en unas pocas empresas trasnacionales, acentuándose
simultáneamente la dependencia e inseguridad alimentaria de la mayoría de
los pueblos. En México, tal y como denuncia la CNC, con las reglas y
condiciones actuales, nuestro mercado interior es invadido desde el
extranjero con maíz quebrado, café robusta de pésima calidad, madera
producida en plantaciones cuya vida útil cubre una tercera parte de la
nuestra, carne envejecida en las congeladoras, desperdicios de partes de
aves, maíz transgénico, por citar sólo algunas de las iniquidades diarias
del intercambio comercial.
Las políticas de subvenciones a la producción y subsidios a las
exportaciones permiten que las empresas trasnacionales adquieran productos
a muy bajos precios para venderlos a precios mucho más altos a los
consumidores tanto del Sur como del Norte.
Las políticas neoliberales hacia la agricultura, de hecho han
impulsado un proceso de desruralización forzada, un éxodo rural de vastas
proporciones y consecuencias dramáticas. Han desencadenado una auténtica
guerra contra las agriculturas campesinas e indígenas que, en algunos
casos, llega a configurar un verdadero genocidio y etnocidio. Igualmente,
las comunidades de pescadores artesanales han ido perdiendo cada vez más el
acceso a sus propios recursos.
Con las políticas neoliberales, el hambre y la malnutrición crecen,
no por ausencia de alimentos, sino por ausencia de derechos.
3.- La soberanía alimentaria
Ante esas realidades progresa la idea de que la soberanía alimentaria
es el mejor camino para combatir el hambre y la malnutrición en el mundo,
así como para garantizar la seguridad alimentaria duradera y sustentable
para todos los pueblos
Pero, ¿cómo precisamos hoy la soberanía alimentaria?
La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a definir sus propias
políticas sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos,
garantizando el derecho a la alimentación para toda la población, con base
en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la
diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción y
comercialización agropecuaria, y de gestión de los espacios rurales, en los
cuales la mujer desempeña un papel fundamental. La soberanía alimentaria
debe asentarse en sistemas diversificados de producción basados en
tecnologías ecológicamente sustentables.
La aplicación del principio de Soberanía Alimentaria produce algunos
efectos añadidos y exige algunos requisitos. El Foro Mundial sobre
Soberanía Alimentaria, celebrado en La Habana en septiembre del año pasado,
detalló algunos de estos efectos y requisitos. Así, la Soberanía
Alimentaria:
- Favorece la soberanía económica, política y cultural de los pueblos.
- Reconoce una agricultura con campesinos, indígenas y comunidades
pesqueras, vinculada al territorio; prioritariamente orientada a la
satisfacción de las necesidades de los mercados locales y nacionales;
que considera central al ser humano; que preserva, valora y fomenta
la multifuncionalidad de los modos campesinos e indígenas de
producción y gestión del territorio rural.
- Supone apreciar las ventajas económicas, sociales, ambientales y
culturales de la agricultura en pequeña escala, de las agriculturas
familiares campesinas e indígenas.
- Incluye el reconocimiento de la multietnicidad de las naciones y
valora las identidades de los pueblos originarios. Esto implica,
además, el impulso del control autónomo de sus territorios, recursos
naturales, sistemas de producción y gestión del espacio rural,
semillas, conocimientos y formas organizativas.
- Contiene la obligación ineludible de los Estados a garantizar el
acceso a una alimentación sana y suficiente para todas las personas,
principalmente para los sectores más vulnerables. El acceso a la
alimentación no debe ser considerado como una compensación
asistencialista de los gobiernos o una caridad de entidades públicas
o privadas, nacionales o internacionales.
- Exige la puesta en marcha de procesos de Reforma Agraria adaptados a
las condiciones de cada país y región. Reformas Agrarias que permitan
a los campesinos e indígenas -considerando a las mujeres en igualdad
de oportunidades- el acceso equitativo a la tierra, el agua y los
bosques, así como a los medios de producción, financiamiento,
capacitación y gestión necesarios.
La Reforma Agraria debe ser reconocida como una obligación de
los Estados en aquellos países donde este proceso sea necesario,
en un marco de respeto de los derechos humanos y aplicada como una
eficiente política pública para combatir la pobreza.
Los programas de mercantilización de la tierra promovidos por
el Banco Mundial son incapaces de sustituir a las verdaderas
Reformas Agrarias y no resuelven el problema del acceso del
campesinado a los recursos productivos.
- Entiende que el comercio alimentario internacional ha de estar
orientado por el propósito supremo de servir al ser humano. La
Soberanía Alimentaria no significa autarquía, autosuficiencia
plena o la desaparición del comercio agroalimentario mundial,
pero demanda compartir la idea de que los alimentos no son
exclusivamente una mercancía más.
4.- La cumbre mundial de la alimentación de junio 2002
Lejos de analizar y rectificar las causas que han hecho imposible
eliminar el azote del hambre y la desnutrición en el mundo, el nuevo Plan
de Acción acordado por la FAO en la recién celebrada Cumbre Mundial de la
Alimentación (Roma, junio 2002), combina el error de más de lo mismo con
algunas propuestas que empeorarán la situación. El ya incumplido Plan de
Acción decidido en la primera Cumbre de 1996 ha fallado porque apoya
políticas neoliberales que están conduciendo al incremento de las
desigualdades.
Desde 1996 los Gobiernos y las instituciones internacionales han
insistido en la globalización neoliberal intensificando, de esta forma, las
causas estructurales del hambre y la malnutrición. Han estimulado la
práctica del dumping de productos agrarios, la privatización de los
servicios públicos y sociales básicos, así como la privatización de las
tierras públicas y comunales, del agua, de los bancos de pesca y de los
bosques. Paralelamente una nueva concepción autoritaria de las relaciones
sociales se está abriendo camino.
Estas políticas han favorecido la concentración de recursos y
procesos productivos en unas pocas multinacionales gigantes. La aplicación
de modelos de producción intensivos agro-mercantiles ha deteriorado el
medio ambiente y las formas de vida de numerosas comunidades y poblaciones
campesinas en distintos lugares del planeta. Además ha creado una gran
inseguridad alimentaria entre los consumidores al priorizar la maximización
de beneficios a corto plazo, inclusive utilizando tecnologías como los
OGMs, sin respetar el principio de precaución. El resultado obtenido ha
sido el éxodo rural masivo, la pérdida de empleo, la destrucción de la
tierra y otros recursos naturales, el aumento de las desigualdades, y la
persistencia de la pobreza y el hambre en todo el mundo.
La Declaración Oficial que acaba de realizar la Cumbre Mundial de la
Alimentación no ofrece esperanzas de cambio. Persevera en la liberalización
del comercio como fórmula salvadora, diluye el concepto del derecho humano
a la alimentación, propone ajustes estructurales neoliberales más
radicales, recomienda un mayor énfasis en la biotecnología y en la
ingeniería genética, y limita el apoyo a la producción para los mercados
locales así como para el acceso a los recursos productivos.
En otra dirección, el Foro de Roma celebrado por las Organizaciones
No Gubernamentales y Organizaciones Sociales (ONG/OSC) procedentes de los
cinco continentes ha apostado por la Soberanía Alimentaria como propuesta
alternativa a la ofrecida por la Cumbre Mundial de la Alimentación.
El Foro de Roma formula la Soberanía Alimentaria como el derecho de
los pueblos a definir sus propias políticas agrarias, pesqueras y
alimentarias de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente
apropiadas para ellos y sus circunstancias. Esto incluye el derecho de los
pueblos a producir los alimentos y a una alimentación sana, nutritiva y
culturalmente apropiada. En Roma se ha subrayado que la Soberanía
Alimentaria requiere:
- Dar prioridad a la producción de alimentos para los mercados
locales sobre la base de explotaciones campesinas y familiares
diversificadas y agroecológicas.
- Asegurar precios justos para la producción campesina, lo que
implica poder proteger los mercados interiores del dumping y de
las importaciones a bajo precio.
- Facilitar el acceso a la tierra, al agua, a los bosques, a la
pesca y otros recursos productivos. La no privatización de las
semillas.
- Reconocer y promocionar el papel de la mujer en el medio rural.
- Incrementar la inversión pública para fomentar la actividad
productiva campesina.
5.- Algunas propuestas de cambio
Desde el diagnostico de la realidad que acabamos de realizar y,
proyectando sobre ella los contenidos de la Soberanía Alimentaria, se
exponen las siguientes propuestas de cambio tal y como quedaron recogidas
en el Foro Social Mundial reunido en Porto Alegre en febrero de 2002::
- Apoyar la iniciativa, presentada por organizaciones de la sociedad
civil en 1996, para que los Estados elaboren un Código de Conducta
sobre el Derecho Humano a una Alimentación adecuada, que sirva como
instrumento efectivo para la implementación y promoción del derecho
universal a la alimentación, reconocido por la ONU desde 1948 y
ratificado en las Cumbres Mundiales de la Alimentación celebradas en
Roma.
- Proponer la rápida ratificación, y la aplicación por un mayor número
de países, del Pacto sobre los Derechos Económicos, Sociales y
Culturales adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1966.
- Impulsar la adopción por las Naciones Unidas de una Convención
Mundial de Soberanía Alimentaria y Bienestar Nutricional, a la cual
se subordinen las decisiones tomadas en los campos del comercio
agroalimentario internacional y otros dominios.
- Rechazar la injerencia de la actual OMC en la alimentación, la
agricultura y la pesca, así como su pretensión de determinar las
políticas nacionales en esos ámbitos. Hay que oponerse a los
acuerdos de la OMC sobre propiedad intelectual de organismos
vegetales y otros seres vivos así como a la inclusión en su agenda de
nuevos temas de negociación.
- Potenciar un nuevo orden democrático y transparente para regular el
comercio internacional, incluyendo la creación de una Corte
Internacional de Apelación independiente de la OMC.
- El cese inmediato de las prácticas comerciales desleales que
establecen precios de mercado por debajo de los costos de producción,
aplicando subvenciones a la producción y subsidios a la exportación.
- Establecer grandes áreas de librecambio agrícola integradas por
países con productividades agrícolas análogas y proteger estos
grandes mercados agrícolas de manera que se obtengan unos precios
internos estables y suficientes para que los agricultores puedan
vivir de su trabajo, invertir y desarrollarse. Estimular esquemas de
integración regional alejados de los objetivos y parámetros
neoliberales.
- Considerar los recursos genéticos como patrimonio de toda la
humanidad. Prohibir la biopirateria y las patentes sobre seres vivos,
incluyendo el desarrollo de variedades estériles mediante procesos de
ingeniería genética. La monopolización por unas cuantas empresas
transnacionales de las tecnologías de creación de organismos
genéticamente modificados (OGMs) representa una grave amenaza a la
seguridad y soberanía alimentaria de los pueblos.
- Al mismo tiempo, en virtud de que se desconocen los efectos de los
OGM sobre la salud y el medio ambiente, prohibir su experimentación a
cielo abierto, así como su producción y comercialización hasta que se
pueda conocer con seguridad su naturaleza e impactos, aplicando
estrictamente el principio de precaución.
- Emprender una amplia difusión de la historia agrícola y de la cultura
alimentaria de cada país, denunciando las imposiciones de patrones
alimentarios extraños a las culturas diversas de los pueblos.
- Integrar los objetivos de bienestar nutricional a las políticas y
programas alimentarios nacionales. Implementar el derecho a la
información sobre los alimentos que se consumen, reforzando la
reglamentación del etiquetado y regulando el contenido de la
publicidad alimentaria.
- Reconocer el papel fundamental de las mujeres en la producción,
recolección, comercialización y transformación de los productos de la
agricultura y la pesca así como en la preservación y reproducción de
las culturas alimentarías de los pueblos. Respaldar su lucha por el
acceso a los recursos productivos.
- Salvaguardar el derecho de los pescadores artesanales al libre acceso
a los recursos pesqueros y a que se establezcan y protejan las zonas
de reserva para su uso exclusivo. Reconocer los derechos ancestrales
e históricos sobre la zona costera y aguas interiores.
- Revisar las políticas y programas de ayuda alimentaria. Estas no han
de convertirse en factor de inhibición de las capacidades locales y
nacionales de producción de alimentos, ni favorecer la dependencia y
la distorsión de esos mercados. Denunciar la corrupción existente y
el suministro de excedentes de alimentos nocivos para la salud, en
particular con OGMs, que en mas de una ocasión estas políticas
favorecen. .
Por último, señalar que la Soberanía Alimentaria únicamente es
posible conquistarla, ejercerla y defenderla a través del fortalecimiento
democrático de los Estados y de la organización, iniciativa y participación
de toda la sociedad. Se requieren, en este sentido, políticas de Estado de
largo plazo, una efectiva democratización de las políticas publicas y la
construcción de un entorno social solidario.
* Vicent Garcés, Ingeniero Agrónomo, Centro de Estudios Rurales y de
Agricultura Internacional (CERAI-España)
** Documento presentado en el XXIV Congreso de la Confederación Nacional
Campesina de México, celebrado en Matamoros el 26-27-28 de agosto de 2002.
https://www.alainet.org/es/articulo/106461
Del mismo autor
- Por un mundo sin hambre 05/12/2004
- La soberanía alimentaria en tiempos de globalización 27/08/2002
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