¿Y si el ser humano desaparece?
17/04/2002
- Opinión
¿Podría el ser humano desaparecer a causa de su poder destructivo y de su
falta de sabiduría? Nombres notables de las ciencias no excluyen esa
eventualidad. Stephen Hawking en su reciente libro "El universo en una
cáscara de nuez" reconoce que en 2600 la población mundial estará hombro a
hombro y el consumo de electricidad dejará a la Tierra incandescente. Ella
se podrá destruir a sí misma. El premio Nobel, Christian de Duve, en su
conocido "Poeira Vital" (1997) afirma que "nuestro tiempo recuerda una de
aquellas importantes rupturas en la evolución, marcadas por extinciones de
grandes dimensiones". E Thódore Monod, tal vez el último gran naturalista,
dejó como testamento un texto de reflexión con este título: "Y si la aventura
humana viene a fallar" (2000). Asegura: "somos capaces de una conducta
insensata y demente; se puede a partir de ahora temer todo, todo mismo,
inclusive la aniquilación de la raza humana".
Si observamos la crisis social mundial y la creciente amenaza ecológica ese
escenario de horror no es impensable.
Edwar Wilson señala en su último y alarmante libro "El futuro de la vida":
"El hombre hasta hoy ha desempeñando el papel de asesino planetario... la
ética de conservación, en la forma de tabú, totemismo o ciencia, casi siempre
llegó demasiado tarde; tal vez aún haya tiempo para actuar".
Lógico, requerimos tener paciencia con el ser humano. Él no está todavía
listo. Tiene mucho que aprender. En relación al tiempo cósmico posee menos
de un minuto de vida. Pero con él la evolución dio un salto, de inconsciente
se hizo consciente. Y con la consciencia puede decidir qué destino quiere
para sí. En esta perspectiva, la situación actual representa un desafío
antes que un posible desastre, la travesía hacia un escalón más alto y no un
zambullirse en la auto destrucción.
¿Pero habrá tiempo para tal aprendizaje? En la hipótesis de que el ser
humano llegue a desaparecer como especie, incluso así, el principio de
inteligibilidad y de amorización quedaría preservado. Él está primero en el
universo y después en los seres humanos. Emergería, un día, en algún ser más
completo. T. Monod tiene hasta un candidato ya presente en la evolución
actual, los cefalópodos, esto es, los moluscos como los pulpos y los
calamares. Poseen un perfeccionamiento anatómico notable, su cabeza es
dotada de una cápsula cartilaginosa, funcionando como cráneo y poseen ojos
como los vertebrados. Poseen también un psiquismo altamente desarrollado,
hasta con doble memoria, mientras nosotros poseemos solamente una.
Evidentemente, ellos no saldrán mañana del mar y entrarán continente adentro.
Requerirán de millones de años de evolución. Mas ya poseen una base
biológica para un salto rumbo a la consciencia.
De todas formas, urge escoger: o el ser humano y su futuro o los pulpos y los
calamares. Somos optimistas: vamos a alimentar cordura y aprender a ser
sabios. Pero importa desde ahora demostrar amor a la vida en su majestuosa
diversidad, tener compasión con todos los que sufren, realizar rápidamente la
justicia social necesaria y amar la Gran Madre, la Tierra. Nos incentivan
las Escrituras judaico-cristianas: "Escoge la vida y vivirás". Caminemos de
prisa, pues no tenemos mucho tiempo para perder.
* Leonardo Boff es teólogo, filósofo y autor de "Etica de la vida".
https://www.alainet.org/es/articulo/105793
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