¿La ola rosada se desdibuja?
26/03/2002
- Opinión
Desde el comienzo de la
década del 90 hemos llamado la atención de nuestros lectores sobre
la tendencia a la recuperación de la economía mundial que debería
despegar a partir del 94, de acuerdo con los ciclos largos de
Kondratiev. De hecho, entre 1994 y 2001, la economía
norteamericana presentó un cuadro de crecimiento económico
excepcional, basada en un impresionante crecimiento de la
productividad. Esta nueva ola de crecimiento generó incluso la
ilusión de que entrábamos en una nueva economía sin ciclos
económicos. En realidad estábamos asistiendo a un momento
ascendente de uno de ellos.
A partir del 2001 empiezan a manifestarse, sin embargo, las señales
de una recesión cuyas razones hemos discutido. Según nuestros
análisis, las tendencias recesivas se explicaban por la política
del Fed de elevar la tasa de interés absurdamente en una situación
deflacionaria. La prueba de que tenía la razón se encuentra en los
datos recientes sobre la economía norteamericana.
Inmediatamente después que el Fed, asustado por las consecuencias
de sus intervenciones irresponsables, empezó a bajar la tasa de
interés a niveles muy inferiores a los del 2000, se muestran los
resultados positivos. La economía norteamericana presenta en el
primer semestre de 2002 señales de recuperación bastante vigorosos.
Tratose por lo tanto de una intervención inútil y perversa. Si el
objetivo era elevar la tasa de interés para detener la inflación,
lo que se logró de hecho fue rebajarla en poco más de un año.
¿Sería posible que las presiones inflacionarias que justificaron
esta intervención han desaparecido en solamente un año?
Los datos son duros: el Fed elevó la tasa de interés del 3,5% al
6,5% entre el final del 2000 y el segundo semestre del 2001. Desde
el final del 2001 hasta el presente tuvo que bajar la tasa de
interés básica para el 1,75%. Y estaba programado (
¡correctamente! ) rebajarla hasta el 1,2% cuando se decidió detener
la baja debido a las señales positivas del primer semestre del
2002.
¡Y no hubo ninguna autocrítica por esta desastrada intervención! Al
contrario, el sr. Greenspan, presidente del Fed, continúa siendo
elogiado como un gran economista y su palabra sobre la economía
sigue respetada y acatada.
Durante los años 90 llamamos también la atención para la crisis
final del pensamiento neoliberal que no podría encontrar respuestas
para una coyuntura de crecimiento económico y recuperación de las
inversiones en escala global. El pensamiento neoliberal se funda
en la noción de equilibrio y no contempla el crecimiento económico
con todos los desequilibrios que engendra.
Sin embargo, no dejamos de señalar que las aspiraciones teóricas
del desequilibrio macroeconómico resultaba en una práctica política
desastrosa que tendía a generar desequilibrios colosales en la
economía mundial. Estos desequilibrios se hacen mucho más
evidentes con la recuperación del crecimiento económico mundial.
No es otra la razón para que el proceso de globalización sufra una
contestación tan fuerte en las calles de todo el mundo. Y como el
sistema mundial aún no logró dibujar un enemigo común de carácter
global, como lo fue su creación del fantasma del comunismo después
de la II Guerra Mundial, no puede generar una explicación razonable
para este activismo inesperado.
La propaganda está concentrada en la amenaza del “terrorismo”. Y a
pesar que algunos columnistas y políticos más precipitados han
intentado imponerles el calificativo de “terroristas” a los
militantes antiglobalización, no han logrado éxito. También no ha
alcanzado resultados sólidos el intento de dibujar el fantasma del
fundamentalismo árabe para explicar la oposición creciente a las
políticas de Estados Unidos.
No hay hasta el momento un enemigo tan general para explicar las
decenas de miles de soldados necesarios para garantizar que el
presidente de Estados Unidos ponga los pies en Perú o en
Centroamérica o en África o Asia, para que puedan reunirse la
comunidad europea en Roma, para que los representantes de los
organismos internacionales se reúnan en cualquier parte del mundo.
Sería más fácil reconocer la gravedad de las crisis provocadas por
las políticas neoliberales, comandadas por el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial. Sería más fácil reconocer la
necesidad de realizar políticas de defensa del medio ambiente, de
desconcentración del ingreso mundial , de desarme y de apoyo al
desarrollo económico del resto del mundo.
Lo grave de esta situación es el efecto que estas políticas
recesivas, practicadas en Estados Unidos, en la Comunidad Europea,
en los países sometidos al control del FMI y del Banco Mundial
provocan sobre un tejido social ya desgastado y tenso.
Una de las ventajas del período de reinicio del crecimiento ha sido
el redespertar de las organizaciones sociales y partidos de los
trabajadores, estimulados por la perspectiva de baja del desempleo
y de aproximación de una situación de pleno empleo. De manera
confusa, los partidos tradicionales de la social democracia y
socialistas asumieron la hegemonía de la vida política europea, con
grandes vacilaciones en la crítica al pensamiento “único”
neoliberal.
Sus gobiernos se demostraron débiles en la toma de posición en
favor del crecimiento y del pleno empleo, sobre todo a favor de la
disminución de la jornada de trabajo, único camino para absorber la
mano de obra excedente generada por el aumento espectacular de la
productividad.
Sino fuera por sus vacilaciones en la defensa de la baja de la tasa
de interés en Europa, los gobiernos socialista y sociademócratas
hubieran podido contener en parte las pretensiones conservadoras de
Greenspan y su gente. En realidad, Schroeder entregó a Oskar
Lafontaine cuando se enfrentó al Banco Central alemán al intentar
reducir la tasa de interés, Jospin llamó para ministro de economía
a los socialistas más conservadores y así en adelante.
El costo social de estas políticas fue más doloroso en los puntos
débiles. En Italia, un frente de centro izquierda vacilante
terminó entregando el poder a la derecha más violenta con
Berlusconi a la cabeza. En Portugal una izquierda mayoritaria no
logra unirse y entrega el poder a la derecha. En Austria un
socialismo en choque con la población campesina por rehusarse a
defender sus productos se ve sustituido por un partido fascista y
no logra impedir su participación en Europa.
Esta ola reaccionaria en Europa encuentra su apoyo en la discutible
( o claramente fraudulenta) victoria electoral de George W. Bush
en Estados Unidos. Para agravar aún más esta contraofensiva
reaccionaria, las fuerzas del fundamentalismo islámico, despertadas
y apoyadas por los Estados Unidos durante el gobierno Reagan, se
yerguen en la arena internacional en contra de los Estados Unidos
en general y se oponen a sus propios creadores.
El 11 de septiembre, estas criaturas de la lucha antisoviética en
Afganistán, dirigen sus acciones terroristas contra el corazón de
sus antiguos aliados y abren camino para una ofensiva militar
inexplicable. Pues todo logran excepto arrestar a los supuestos
responsables por el espectacular atentado.
Respiramos desde entonces un olor a muerte con la reanudación
abierta de los gastos militares para combatir enemigos no
militares, ya que la inteligencia norteamericana y su servicio de
inmigración se mostraron incapazes de detectar a los verdaderos
enemigos de Estados Unidos.
Estos son climas muy apropiados para una economía mundial en
recesión. Pero no hay que dar a estas tendencias un carácter
definitivo. Así como la recesión tiene que ceder el paso a una
tendencia positiva del crecimiento económico en esta fase de la
economía capitalista, las tendencias reaccionarias que quieren
llevar el mundo de vuelta a un época anterior, al Estado de
Bienestar, e imponer el reino del terror y del militarismo oscuro
deberán ceder paso a una política social más avanzada.
La ola rosa no se ha desdibujado como se dice en el momento actual.
Al contrario, las brutales contradicciones que se arman en la
escena mundial quizás la deberán teñir de rojo fuerte.
* Theotonio Dos Santos es profesor titular de Economía de la
Universidad Federal Fluminense, es coordinador de la Cátedra y Red
UNESCO-Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y
Desarrollo Sostenible y presidente del Consejo Consultivo de
Relaciones Internacionales del Estado de Río de Janeiro.
https://www.alainet.org/es/articulo/105751
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