Alca: ¿integración o absorción?
13/11/2001
- Opinión
Desde inicios del siglo XIX, América Latina se ha visto permanentemente
vinculada al interés hegemónico de EE.UU, cuestión lograda con mayor o menor
profundidad y expresada en el grado de subordinación de los países de la región
en todos los órdenes, pero de manera particular, en el ámbito económico, con sus
nefastas consecuencias políticas y sociales.
Igualmente, la historia registra las permanentes y diversas pujas por hacer
valer los más genuinos sentimientos independentistas de los pueblos
latinoamericanos frente a esas políticas hegemónicas, y donde han jugado un
papel destacado el pensamiento político, económico y social de hombres ilustres
que han visto con gran claridad la necesidad de conformar una comunidad de
naciones auténticamente latinoamericana, con predominio de su carácter como
pueblos independientes.
También la historia ha demostrado que resulta difícil y costoso, en todos los
órdenes, enfrentar el poderío de la mayor potencia mundial, de ahí que la
integración no sólo constituya una necesidad, sino también un reclamo histórico.
Sólo Cuba, a partir del triunfo de la Revolución, en enero de 1959, ha sido
capaz de erigirse como nación verdadera y definitivamente libre y soberana,
apartada de la subordinación a la política norteamericana, lo cual costó más de
un siglo de luchas y hoy aún cuesta, dado el empecinamiento del gobierno de
EE.UU por arrancarnos la libertad que disfrutamos, a través de cuantas vías y
métodos pueda ocurrírseles, como es el caso del férreo bloqueo a que somos
sometidos en los últimos años, animado ello por una estrategia de aislamiento,
cuya pretensión, además, recae en el interés de que el ejemplo cubano no se
reproduzca en el área, cuestión que resulta claramente inlograble, si tomamos en
cuenta la creciente solidaridad que recibimos a diario, así como el
reconocimiento a la valía de nuestros actos a favor de la dignidad política y
social.
Hoy, cuando EE.UU ha venido engendrando la llamada Área de Libre Comercio para
las Américas (ALCA), pretende dar un paso más largo, profundo y prácticamente
definitivo en su afán de convertir a nuestra América Latina en un dócil
subordinado, que le favorezca en medio de este mundo globalizado.
De esta nueva iniciativa han excluido a Cuba, tal y como si no formáramos parte
de ésta región; siguiendo la voluntad de aislamiento que nos han reservado. Si
se quiere, ello más que un agravio, resulta un elogio, ya en ello está el
reconocimiento al menos de nuestra voluntad de no dejarnos doblegar y mucho
menos de ser absorbidos bajo sus dictados.
No obstante esta posible lectura del asunto y tomando en cuenta que el ALCA
abarca la totalidad del resto de las naciones latinoamericanas, la instalación
de dicha iniciativa ha de generar no pocos problemas, especialmente de tipo
económicos, de ahí nuestra posición contraria ante tal pretensión.
En la medida en que se ha venido cumpliendo el calendario de implantación del
ALCA, el tema ha ido ganando un espacio mayor en los debates regionales y de
cada país en particular, no sólo en el ámbito de los gobiernos, sus estructuras
económicas y políticas, sino también, en las organizaciones sociales y,
especialmente, entre las organizaciones sindicales, con el antecedente que para
éstas, los asuntos vinculados con la integración han venido constituyendo tema
de atención desde la perspectiva socioeconómica y hasta política.
Sin embargo, el tema ALCA no ha resultado un tema muy popular hasta ahora, a
pesar de sus implicaciones, quedando el mismo más presente en el ámbito
académico y especializado, lo cual puede significar una carencia involuntaria.
No obstante, se vienen desarrollando esfuerzos en tal sentido por parte de
diversas organizaciones sindicales latinoamericanas, a fin de colocar el tema
como un elemento de lucha permanente.
Es por ello que el presente trabajo, elaborado con la valiosa colaboración de
prestigiosas instituciones, como la Asociación por la Unidad de Nuestra América
(AUNA), el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) y otras,
pretende, de una parte: acercarnos al conocimiento integral del ALCA; generar la
motivación necesaria por profundizar el conocimiento de este complejo mundo
económico-social; poner a disposición del sindicalismo cubano, sus trabajadores
y de nuestros amigos de organizaciones sindicales en otros países del área,
algunas reflexiones que desde una perspectiva político-social, contribuya al
debate actual en los marcos del rechazo y enfrentamiento al ALCA; así como
expresar nuestras posiciones al respecto. De otra parte, sirva como expresión
de acompañamiento y solidaridad con la lucha que muchas organizaciones
sindicales latinoamericanas libran de manera directa en rechazo a las
pretensiones hegemónicas de EE.UU. a través de un disfraz integracionista para
con los pueblos de América.
Si consideramos que la implantación del ALCA constituye un paso profundo y
definitivo de hegemonismo históricamente presente en la voluntad de la política
de EE.UU en relación con América Latina, hay necesariamente que transitar
brevemente por el recorrido histórico de la integración latinoamericana y el
desarrollo de las políticas económicas, donde ellas han tenido lugar, siendo
igualmente necesario detenernos en algunos aspectos que constituyen antecedentes
estratégicos y directos para tal pretensión, así como en el análisis de los
efectos por ellos generados.
Hacia finales de los años 50, América Latina sustentaba su desarrollo económico
en el llamado Modelo Desarrollista, impulsado por las entonces fuertes
oligarquías nacionales, donde se pretendía alcanzar; y de hecho se logró en gran
medida, cierto desarrollo de las industrias nacionales, basándose en la
sustitución de importaciones. El auge de estas políticas generó la necesidad de
mercados ampliados, de ahí que ésta será la etapa en que se incorpora el
elemento de la integración como una necesidad práctica.
Durante los años 60 y 70, bajo el modelo desarrollista, dirigido a potenciar el
llamado "desarrollo hacia adentro", se observaron determinados éxitos
regionales, siendo el MCC el más avanzado económicamente.
Esta estrategia quedó agotada hacia finales de los años 70, debido a su excesiva
potenciación, de ahí que en la década de los 80 cambiara el panorama
integracionista de la región, animado ello, entre otras razones, por la crisis
de la deuda externa y particularmente por el desarrollo del Modelo Neoliberal,
pasando a ser el objetivo central la inserción de las economías nacionales en la
economía mundial. No obstante, la mayor atención al tema del pago de la deuda
externa y fundamentalmente de sus intereses, implicó que el tema integración
quedara un tanto olvidado, desaprovechándose así una posibilidad estratégica
excelente.
Ya hacia los años 90, con el desarrollo y profundización de las políticas
neoliberales, caracterizadas por la apertura y desregulación económicas, el
desarrollo de políticas de ajustes estructurales, una mayor apertura de mercados
y una desenfrenada carrera de privatizaciones; vuelve a ser el tema de la
integración objeto de atención como una necesidad.
Tras la llamada "década perdida" para los países latinoamericanos, se necesitaba
un "nuevo aire" en el orden económico al servicio de los intereses
norteamericanos, que acompañe igualmente la pretendida nueva imagen
"democrática" de la región, tras el desmonte de las dictaduras militares, y que
a su vez siente las bases para el proyecto magno norteamericano: convertirse en
amo pleno y abierto de nuestra América.
Veamos entonces en qué condiciones arriba América Latina a los años 90
En América Latina durante la década de los 80 el PIB sólo crece el 1,0%, lo cual
significa prácticamente no crecer, si tomamos en cuenta el incremento del
endeudamiento que sufren las economías. En la etapa, la deuda de la región
resulta de $ 347 857 millones de USD como promedio anual, ya en el año 1989 ésta
se ubica en $ 420 395 millones de USD, de ahí que los países latinoamericanos
tuvieran que contraer sus importaciones y expandir sus exportaciones, para hacer
frente a las exigencias de pago de la deuda y no para reinvertir en desarrollo
de sus economías internas.
En el orden de las consecuencias sociales, durante los años 80 en América Latina
existían sobre una población de 355 millones de habitantes, 135,9 millones de
pobres (38,28%) y 62,4 millones de indigentes (17,57%); el desempleo alcanzaba
al 6,2% de la población económicamente activa, el 21,5% de la población era
analfabeta y el 14,8% no tenía acceso a los servicios de salud.
En los años 90 son retomadas las iniciativas integracionistas
En 1991 es creado el MERCOSUR, dirigido a configurarse como un mercado regional
ampliado y legítimo, lento en su consolidación, producto de múltiples factores y
pretensiones, de ahí que algunos especialistas cuestionen su verdadera
concepción integracionista.
No obstante, desde el punto de vista económico, el MERCOSUR resulta ser un
mecanismo integracionista muy dinámico, convertido ahora en la locomotora para
apuntalar un proyecto de integración comunitario entre las naciones
latinoamericanas.
Siguiendo nuestro recorrido cronológico, el 1ro. de enero de 1994 entra en
vigor el TRATADO DE LIBRE COMERCIO ENTRE EE.UU, CANADÁ Y MÉXICO (TLC).
Al TLC hemos de concederle una especial atención, en primer lugar por el hecho
de involucrar la mayor economía mundial (la norteamericana), lo que sin dudas
marca un signo especial en cualquier relación histórico-económica y de manera
particular para con las economías latinoamericanas, y, en segundo lugar, por el
hecho de considerar al TLC como antecedente y ensayo a menor escala del mayor
proyecto hegemonista en el hemisferio: el ALCA.
Al decir del Prof. Jesús Serna(1), "en su momento el TLC fue considerado como
un hecho nuevo en la teoría y práctica de la integración, donde en efecto, por
primera vez un estado tercermundista fue "voluntariamente" a ese proceso de
integración económico con dos países altamente desarrollados del primer mundo.
Es preciso hacer notar que ese país hasta entonces actuaba como promotor y uno
de los líderes de la lucha en la ONU por un nuevo orden económico internacional,
que preveía la necesidad de una alianza de todos los países en vías de
desarrollo para defender sus derechos e intereses".
Tomar el caso de México y evaluar los efectos de su participación en el TLC
puede ejemplificarnos el real papel que ha de tocarle al resto de los pueblos
latinoamericanos dentro del ALCA, así como los efectos que de ello se deriven; e
igualmente, observar los resultados del TLC para la economía norteamericana, nos
acerca a las reales intenciones pretendidas con tal "voluntad integracionista".
Antes de la implantación del TLC, México, en el orden económico, exhibía un
crecimiento de su PIB del 1,8% (1992), sus exportaciones hacia EE.UU eran del
65% y sus importaciones del 58%, contando con un endeudamiento de $ 50 216
millones de USD, lo que representaba el 11,3% de su PIB; en el orden social,
exhibía un desempleo del 2,9%, un analfabetismo del 10% y niveles de pobreza por
encima del 10% de su población.
Ya con la implantación del TLC, crece el PIB hasta el 3,1%, las exportaciones
hacia EE.UU. se elevan hasta el 80% y las importaciones igualmente hasta el
72%.
Si bien estos indicadores macroeconómicos pueden hacer ver que el TLC para
México ha significado más desarrollo económico, lo cierto es que su deuda
externa alcanza el 36,5% de su PIB (en los últimos 15 años, su deuda ha crecido
3,2 veces).
Un México más endeudado, como parte del "beneficio económico" que le ha
proporcionado el TLC y derivado de las necesarias políticas de ajustes que se
han visto en la obligación de adoptar para poder hacer frente a las exigencias
del pago de dicha deuda; ha tenido que enfrentar un alto costo social en
detrimento de la calidad de vida de los mexicanos.
Los indicadores de desempleo se elevaron hasta el 3,8% (1994), el analfabetismo
creció hasta el 11,5%, hoy la brecha entre ricos y pobres es 16,2 veces mayor,
todo lo cual significa, al margen de la manipulación de las cifras, que el 17,9%
de los mexicanos clasifican como pobres.
Como han señalado algunos especialistas, el TLC al nacer lo hizo con serias
carencias y efectos negativos, tales como:
Desde la propia forma en que fue negociado, surge como un tratado
antidemocrático, ya que no tuvo en cuenta los puntos de vista de los diferentes
actores sociales productivos que se manifiestan, además de ser negociado sólo
por el Ejecutivo, sin tomar en cuenta al Legislativo.
Se negoció entre países distintos como si fueran países iguales, no teniendo en
cuenta las diferencias de sus economías.
Se excluyeron temas fundamentales como la deuda, la agenda laboral y ambiental,
derechos humanos y migración.
No se contemplaron aspectos que garantizan el mejoramiento de las condiciones de
vida de los pueblos.
En resumen, lo realmente sucedido para México es la creación de una relación de
dependencia y subordinación de su economía, tal y como lo demuestran los datos
económicos anteriores. El hecho de que el 80% del comercio exterior de México
sea dependiente de los Estados Unidos ha ocasionado el auténtico
desmantelamiento de la planta productiva nacional, donde miles de pequeñas y
medianas empresas han desaparecido, se agravó la crisis del campo y se perdió la
soberanía alimentaria; México pasó a ser un país importador de granos y
alimentos básicos.
La idea del ALCA fue lanzada en 1994 durante la Primera Cumbre de las Américas;
reunión convocada por el Gobierno de EE.UU, con la presencia de 33 Jefes de
Estado y la ausencia de Cuba.
El objetivo del ALCA quedó definido dentro de la pretensión de construir una
Agenda Común para el futuro de nuestra región, centrando sus prioridades en el
libre comercio al estilo del TLC, extendiendo su zona de impacto y sin tomar
seriamente en cuenta sus efectos colaterales fundamentales, desconociéndose así
otros factores que harían algo creíble la "voluntad integradora" de la idea.
Dicha supuesta integración constituye una expresión de los históricos propósitos
del hegemonismo de EE.UU.
A partir de ahí comienza un complicado proceso de negociaciones cuyo eje central
ha sido las reuniones que anualmente desarrollan los Ministros de Economía de
los países participantes en la constitución del bloque. Es precisamente en esos
espacios donde los "peones de obras" evalúan y diseñan el cumplimiento de los
dictados de los "arquitectos" de las políticas neoliberales emitidas desde el
norte.
Acto seguido a su lanzamiento, la pretensión sufre un período de estancamiento
dada la no concesión por parte del Congreso de EE.UU. del llamado "fast track"
al Presidente norteamericano.
Hacia 1998 el ALCA recibe un nuevo impulso durante la Reunión de Ministros de
Economía en Costa Rica, cuando quedó planteado el inicio de negociaciones
directas a partir de la II Cumbre de las Américas, desarrollada en Santiago de
Chile, en 1999, poniendo en funciones los 9 grupos negociadores y cuyos
borradores serían presentados en la Cumbre celebrada en Quebec, Canadá;
negociaciones que en más de una ocasión y en diversos espacios han sido
realizadas en secreto y de manera bilateral entre EE.UU y los países
participantes en el proceso.
La conformación de los Grupos Negociadores es coincidente con la propia Agenda
establecida.
De igual manera, fue fijado el calendario de implantación (anexo) que prevé su
entrada en vigor en el año 2005. No obstante, en el actual año se discute la
propuesta de Chile de acelerar su implantación para el 2003, propuesta que está
en correspondencia con la posición chilena de sumarse rápidamente al TLC,
contrastada con el pálido acercamiento a su escenario natural, que es el
MERCOSUR. Dicha propuesta finalmente fue derrotada en la III Cumbre de las
Américas.
En la misma medida en que ha venido avanzando el proceso del ALCA y en
consecuencia clarificándose sus verdaderos propósitos, han aparecido expresiones
de rechazo más o menos abiertas; gobiernos como el de Brasil, que se ha
destacado por sus contradicciones con EE.UU con relación a determinados
procedimientos, definiendo que el mayor Estado sudamericano no se sumaría a la
corriente que clama a la creación del ALCA hasta tanto no haya transparencia y
beneficios comunes en ese empeño, o como Venezuela, que ha venido expresando
desde su preocupación en cuanto a la fecha de puesta en vigor del ALCA, para el
2005, por considerarlo algo demasiado prematuro, a la vez que ha expuesto su
criterio de mayor atención a la pobreza, la miseria, la desigualdad por la
puesta en vigencia del ALCA, hasta su negativa a sumarse. De igual manera,
Venezuela se abstuvo de suscribir lo referente al fortalecimiento de la
democracia representativa, con la adopción de una Carta Democrática
Interamericana, uno de los sustentos que junto al ALCA proyectan el "futuro" de
América.
Parece ser que un elemento de fuerza en este sentido resulta el criterio
esgrimido por MERCOSUR, al pretender que, por una parte, el ALCA no elimine en
la práctica a éste y, por otra, la posibilidad de negociar en bloque, posición
liderada por Brasil, que al ser la mayor economía latinoamericana y poseedor de
importantes fuentes que son objetos de interés para EE.UU, como el hecho de ser
un mercado de más de 130 millones de habitantes, poseer grandes reservas de
petróleo y riquísimas fuentes de agua (especialmente en la Amazona); no resulta
un escollo a desatender.
El enfrentamiento
Las posiciones más claras de oposición y enfrentamiento provienen de los
movimientos sociales y particularmente del movimiento sindical latinoamericano.
Múltiples han sido los espacios donde se han expuestos los terribles riesgos que
entraña la implantación del ALCA para los países latinoamericanos y de manera
particular con relación a su impacto social, cuestión absolutamente desatendida
en el proceso. Tales son los casos de las manifestaciones de repudio que se han
desarrollado en torno a reuniones y foros gubernamentales donde se ha estado
discutiendo el tema, como en Porto Alegre, Brasil, en enero de este año, durante
el Foro Social y Mundial; en Buenos Aires, Argentina, cuando en el pasado mes de
abril se reunieron los Ministros de Economía de los países de América, así como
en el propio mes en Quebec, Canadá, en ocasión de la III Cumbre de las Américas;
movilizaciones que se han caracterizado, de una parte, por un marcado
sentimiento de rechazo a las prácticas hegemonistas y de otra, por la brutal
represión de que han sido víctimas los manifestantes por parte de las fuerzas
policiales, particularmente las acciones de Buenos Aires y Quebec.
"Buen ejemplo" resultante del pretendido modelo de "integración" son las
consecuencias ya descritas para México, con su participación en el TLC, pero en
este caso más agravadas dado el proceso de acumulación o ¿preparación? que ha
sufrido la región frente a las políticas neoliberales que se vienen aplicando.
Veamos algunos elementos que ayudan a ejemplificar la situación:
Durante la década de los años 90 el PIB de la región creció al 3,2% como
promedio anual. Algunos especialistas han planteado que la región necesitaba
crecer a un ritmo de más del 6% como promedio anual, para superar el alto costo
social que han generado el desarrollo de las políticas neoliberales, así como el
deterioro económico.
La pobreza crece. 135,9 MILLONES DE POBRES Y 62,4 MILLONES DE INDIGENTES EN
1980. 224 MILLONES DE POBRES Y 100 MILLONES DE INDIGENTES EN 1999.
Quiere esto decir que de una década a otra, mientras el PIB crecía sólo en un
2,2%, la pobreza lo hacía en 6,6%, es decir, se ha triplicado la pobreza.
El desempleo crece. 3,5% EN 1980, 6,2% EN 1990, 8,7% EN 1999 Y 9,1% EN EL 2000.
Aún resulta alto el grado de analfabetismo (16,5%).
El acceso a los servicios de salud ha continuado deteriorándose, hoy más del 15%
de la población carece de dichas posibilidades.
Se ha venido dando todo un proceso de reducción y eliminación de la capacidad
productiva y reproductiva de las economías latinoamericanas, con una notable
desindustrialización y pérdida de las empresas nacionales, reservándose para la
región el papel de mercado para recursos especulativos.
Resultan tan notorias las consecuencias negativas que el ALCA promete para
América Latina, que ha resultado imposible sustraerse de asumir posiciones
críticas, más o menos profundas, por parte de las entidades sindicales de la
región.
En cuanto a las esperanzas que para algunos gobiernos de la región ha generado
la implantación del ALCA, cabe preguntarse:
¿Estaría América Latina en condiciones de ser generadora de productos que
lleguen al mercado norteamericano, liberados realmente de barreras
proteccionistas, y que le favorezcan en términos de suficientes ingresos, los
que a su vez le permita cubrir las abultadas deudas externas y además invertir
en el desarrollo propio?.
¿Será que fluirán de norte a sur las reales inversiones generadoras de reales
riquezas, con el consiguiente desarrollo económico y el incremento de las
posibilidades de empleos decentes, estables y para beneficio social de los
pueblos latinoamericanos?.
¿En qué condiciones y a qué costo EE.UU estaría dispuesto a conceder
sostenidamente estas esperanzas?.
Todo ello es previsible y nada indica, como ya se ha dicho, que el ALCA sería
verdaderamente un mecanismo que integrará toda la América, más bien estaríamos
en presencia de un proceso gradual de absorción de las economías
latinoamericanas por parte de la economía norteamericana.
Ello va siendo comprendido cada vez mejor por muchos, surgiendo múltiples
iniciativas para enfrentar tal propósito.
Al respecto, nuestro XVIII congreso de la CTC, realizado recientemente, acordó
lo que resulta la posición del movimiento sindical cubano con relación al ALCA:
Rechazar en todas sus partes el proyecto de creación de un Acuerdo de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), por ser este la moderna versión del viejo
proyecto imperialista de Estados Unidos para someter a América latina y el
Caribe, hasta el extremo de una virtual anexión.
Denunciar el proyecto ALCA ante las organizaciones sindicales de todo el mundo,
y en especial en nuestra América, como un proyecto lesivo a los intereses de los
trabajadores, por presentar una extensión y profundización de la política
neoliberal con sus secuelas de explotación, pobreza y empeoramiento de la
situación de los trabajadores.
Promover una amplia campaña de esclarecimiento y explicación del verdadero
contenido del ALCA, de la amenaza que representa para nuestros pueblos, para la
soberanía de los países de la región, para la protección de sus recursos
naturales y medio ambiente, en todos los foros donde participen la Central de
Trabajadores de Cuba y los Sindicatos.
Expresar la firme convicción de los trabajadores y trabajadoras cubanas que el
ALCA no puede seducirnos con sus falsas promesas de comercio y crecimiento
económico, basadas en el lucro y la insensibilidad del mercado sin regulación,
en los espejismos de la sociedad de consumo, en la falsa democracia, donde
millonarios e indigentes tienen derechos, en apariencia, iguales y en los
mezquinos valores del egoísmo, la violencia y la explotación.
En tal sentido, la posición y visión de nuestro país quedó claramente ratificada
por nuestro Comandante en Jefe, el compañero Fidel, cuando en el acto por el Día
Internacional de los Trabajadores del actual año, explicó: "El ALCA significará
más neoliberalismo, menos protección a la industria y a los intereses
nacionales, más desempleo y problemas sociales".
"A partir del instante en que lo dicho anteriormente sobre el ALCA ocurra, ya no
podría hablarse de independencia y la anexión comenzaría a ser una realidad..."
"¡Evitemos la anexión, exijamos resueltamente y desde ahora que ningún gobierno
pueda vender una nación a espaldas del pueblo! ¡No puede haber anexión si hay
plebiscito! Sembremos conciencia del peligro y de lo que significa el ALCA".
"Reavivemos la dignidad y los sueños de Bolívar, la dignidad y los sueños de San
Martín, O'Higgins, Sucre, Morazán, Hidalgo, Morelos, Juárez y Martí".
¡ANEXIÓN NO, PLEBISCITO SI!
Fuentes consultadas:
Mesa Redonda Informativa de la TV Cubana. Participantes:
José A. Gómez. Investigador CIEM.
Jonathan Quiros Santos. Investigador CIEM.
José A. Pérez. Investigador CIEM
Eugenio Espinosa Martínez. Prof. FLACSO-UH.
Lourdes Regueiro. Investigadora CEA.
Revista INFO. Federación Nacional de Trabajadores Papeleros, Químicos y similares del Perú (FENATPAQUISP).
CLAT/NOTICIAS. No.6. junio-1997.
Balance Preliminar CEPAL-1985, 1999, 2000.
Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, CEPAL- 1996.
Índice de Desarrollo Humano. 1995, 1999, 2000.
Gazeta Mercantil Latinoamericana. No.227.-Sept-2000.
Revista de la CGTB (Brasil). Nov.-1996.
Documentos del Centro de Estudios de la CTA (Argentina).2000.
Documentos de Archivo. Dpto.RR.II/CTC Nacional.
Correos del Mercosur. CCSCS.2000.
Documentos XVIII Congreso CTC. abril-mayo.2001.
Discurso pronunciado por el Cmdte. en Jefe Fidel Castro. Acto por 1ro. de mayo de 2001. Plaza de la Revolución.
Materiales de apoyo. Manuel Montero Bistilleiro. Funcionario Dpto.RR.II/CTC Nacional.2001.
Riesgos del TLC para América latina. Bertha Luján. Mbro. de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio.
México, TLC y los procesos de integración bajo el dintel del siglo XXI. Jesús Serna. Investigador UNAM. México.
José A. Gómez. Investigador CIEM.
Jonathan Quiros Santos. Investigador CIEM.
José A. Pérez. Investigador CIEM
Eugenio Espinosa Martínez. Prof. FLACSO-UH.
Lourdes Regueiro. Investigadora CEA.
Revista INFO. Federación Nacional de Trabajadores Papeleros, Químicos y similares del Perú (FENATPAQUISP).
CLAT/NOTICIAS. No.6. junio-1997.
Balance Preliminar CEPAL-1985, 1999, 2000.
Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, CEPAL- 1996.
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Revista de la CGTB (Brasil). Nov.-1996.
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Documentos de Archivo. Dpto.RR.II/CTC Nacional.
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Documentos XVIII Congreso CTC. abril-mayo.2001.
Discurso pronunciado por el Cmdte. en Jefe Fidel Castro. Acto por 1ro. de mayo de 2001. Plaza de la Revolución.
Materiales de apoyo. Manuel Montero Bistilleiro. Funcionario Dpto.RR.II/CTC Nacional.2001.
Riesgos del TLC para América latina. Bertha Luján. Mbro. de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio.
México, TLC y los procesos de integración bajo el dintel del siglo XXI. Jesús Serna. Investigador UNAM. México.
https://www.alainet.org/es/articulo/105514
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