ALCA, la economía norteamericana toma el continente
30/05/2001
- Opinión
El pasado 7 de abril, 34 ministros de Comercio de países americanos,
con la excepción de Cuba, aprobaron en Buenos Aires el calendario para
poner en marcha la mayor zona de libre comercio del mundo, al Area de
Libre Comercio de las Américas (ALCA). Los primeros pasos de este
proyecto se remontan a diciembre de 1994, con motivo de la primera
Cumbre de las Américas, en Miami, cuando los ministros de Comercio de
todos los países americanos, también sin Cuba, se pusieron de acuerdo
en establecer una zona de libre comercio "desde Alaska hasta Ushuaia"
que incluiría a 34 países. Poco más fue hecho hasta la Cumbre de
Santiago en abril de 1998, cuando se estableció un Comité de
Negociaciones Comerciales encabezado por el argentino Adalberto
Rodríguez y formado por los viceministros de cada país. Este comité ha
estado trabajando desde fines de 1999 mediante reuniones llevadas con
el mayor secreto, a pesar de las repetidas llamadas de la sociedad
civil pidiendo una mayor transparencia y participación.
Ese secretismo ha sido uno de los elementos más sospechosos del
acuerdo. Así lo han denunciado las organizaciones que se pronunciaron
en la Segunda Cumbre de los Pueblos de las Américas en Quebec, en su
declaración del 19 de abril y la Central de Trabajadores Argentinos:
"Ni los pueblos de la región, ni el conjunto diverso de organizaciones
sindicales y sociales, ni los parlamentos han podido participar en los
debates ni conocer el detalle de la marcha de los acuerdos. Por el
contrario, con gran cinismo, los negociadores afirman que han tomado
nota de las recomendaciones del Foro Empresarial de las Américas y que
las mismas han sido aportes valiosos al proceso del ALCA.
Así los gobiernos se aprestan, en pocas semanas, a firmar un tratado a
espaldas de los pueblos y que amenaza con profundizar radicalmente las
terribles consecuencias que depararon las políticas neoliberales
vigentes".
Este secreto también ha sido denunciado por intelectuales como Noam
Chomsky, quien afirmó en una entrevista a Radio Habana Cuba que "en
realidad no sabemos con detalle lo que se está planeando, porque todo
se mantiene en silencio. Hay negociaciones que llevan años
realizándose y el mundo de los negocios sí conoce bien lo que se ha
estado tratando, y los medios de información lo conocen bien, pero no
publican nada. Si se hace una encuesta a la población en Estados
Unidos, probablemente ni uno en un millón haya oído hablar de esto.
Realmente es impresionante la capacidad mostrada para hacer que este
asunto se mantenga en silencio durante tantos años, sobre todo si se
tiene en cuenta que detrás de esto no hay ninguna fuerza, sino que ha
sido una decisión de los propios medios corporativos privados la de
guardar silencio sobre el asunto". Hemos de recordar que, ni siquiera
el Congreso de los Estados Unidos ha tenido acceso a los términos de
la negociación ni mucho menos oportunidad de pronunciarse al respecto.
El promotor de la iniciativa es Estados Unidos, concretamente el ex
presidente George Bush padre. Ahora su hijo, asesorado por numerosos
secretarios y consejeros procedentes de la administración de Bush
padre, pretende cerrar el acuerdo antes de finalizar su mandato en
enero del 2005.
El ministro de Relaciones Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, ha
afirmado que "estas cumbres de las Américas no son otra cosa que
cumbres de Estados Unidos ya que es este país el que las diseña y
organiza a su gusto". El argumento esgrimido a favor del ALCA es que a
través de esta área de libre comercio se logrará también "el
fortalecimiento de la democracia en el continente y la creación de
prosperidad y desarrollo humano". Nada más alejado de la realidad
según denuncian los diferentes movimientos sociales, desde sindicales
a medioambientales e indígenas.
El precedente más claro de un acuerdo de este tipo es el NAFTA o TLC,
el acuerdo de libre comercio suscrito por EEUU, Canadá y México en
1994. Desde su puesta en vigor, como consecuencia de las importaciones
provenientes de los EEUU y de la devaluación del peso, un millón de
mexicanos más pasaron a ganar por debajo del salario mínimo y ocho
millones de familias han pasado a engrosar las bolsas de pobreza. Se
calcula, según las cifras manejadas por la asociación ATTAC, que
28.000 pymes tuvieron que cerrar en México tras la irrupción del
NAFTA. En las zonas de maquiladoras (empresas de ensamblaje
industrial, en su mayoría textil) a lo largo de la frontera entre EEUU
y México, el incremento de la polución y los desechos químicos como
resultado de los términos comerciales del NAFTA, han incrementado
dramáticamente las tasas de hepatitis y otras malformaciones
congénitas. Recordemos que tan sólo diez meses después de la firma del
tratado el 1 de enero de 1994, se produjo la terrible crisis mexicana,
denominada "efecto tequila", que provocó la caída estrepitosa de los
salarios. A pesar de la recuperación, en 1999 estos salarios seguían
siendo un veinte por ciento más bajo que antes de la crisis y que la
firma del tratado. Pero tampoco el acuerdo trajo ningún beneficio a
los trabajadores norteamericanos. A ese lado de la frontera se
perdieron medio millón de empleos debido a la fuga de empresas hacia
México, donde los salarios son notablemente más bajos y la legislación
laboral más endeble.
El ALCA supone ampliar el modelo del Tratado de Libre Comercio de
Canadá, EEUU y México a todo el continente ignorando la situación de
desigualdades desde las que se parte y sin la creación de ninguna
medida de redistribución regional de la riqueza al estilo de los
fondos de cohesión creados en la Unión Europea. Los delegados de la
Segunda Cumbre de los Pueblos de las Américas han recordado que de los
800 millones de personas que integran la población afectada por el
ALCA, quinientos viven en América Latina y la mitad de ellas se
encuentran en situación de pobreza. Frente a ello, el ochenta por
ciento del peso económico del continente lo tienen Estados Unidos y
Canadá, quienes poseen el capital, la tecnología y las patentes.
Sólo el PIB de EEUU representa el 71 % de todo el hemisferio. América
Latina no sólo no posee infraestructura ni tecnología sino que cuenta
con una deuda externa de 792.000 millones de dólares. Si exceptuamos
Brasil, todos los demás países de América Latina suman sólo el 12'30 %
del PIB del continente.
El futuro tampoco parece muy halagüeño, la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) expresa en su proyecto "Panorama
Social 1999-200" su temor: "todo parece indicar que en estos países,
la tendencia a la reducción de la pobreza observada en los años
noventa se verá interrumpida y en aquellos en los que la recesión fue
muy intensa se puede prever que se producirán aumentos en los
porcentajes de hogares en situación de pobreza".
Ni tan siquiera las cifras macroeconómicas son favorables: de 1997 a
1999 la tasa de variación del Producto Interior Bruto (PIB) por
habitante pasó del 3,7 al -1,06 por ciento. Cada una de las pequeñas o
grandes crisis sufridas por los países de América Latina ha empeorado
un poco las condiciones de vida de sus habitantes.
Es imposible pensar en un mínimo de equidad entre países cuya renta
per capital oscila entre los 30.600 dólares en EEUU y los 430 de
Nicaragua. Por ello, algunos presidentes latinoamericanos, en especial
el brasileño y el venezolano, han expresado sus reservas al ALCA. Hugo
Chávez declaraba en el diario El Universal, de Caracas que "No podemos
hablar de un acuerdo de libre comercio tabla rasa, donde nos midan a
todos por igual. Cómo se podría comparar Haití con Estados Unidos,
para poner el ejemplo más extremo -se preguntó. Esa es una reserva que
nosotros tenemos sobre la declaración, ya veremos si la mantenemos o
no. Yo no puedo comprometerme para que el 31 de diciembre del 2005
entre el ALCA en vigencia para Venezuela".
No es causal que alguien como Miguel Longo, de la agencia informativa
Alai-Amlatina, haya propuesto un ALPA en lugar de un ALCA, es decir,
un Area Libre de Pobreza de las Américas en lugar de un Area de Libre
Comercio en las Américas.
No lo va a tener fácil Estados Unidos para llevar adelante el ALCA. No
sólo por las complejidades del proyecto sino por la fuerte oposición
de dos gigantes latinoamericanos: Brasil y Venezuela. Ambos países
saben que a pesar de la firma de Buenos Aires, queda suficiente por
delante como para ir pisando el freno sin irritar excesivamente a
Bush. El periodo más decisivo será el comprendido entre mediados del
2002 y el 2004, con el objetivo de que el ALCA sea una realidad el
último día del 2005, es decir, el 2006.
Ya sólo estas fechas supone un fracaso a las pretensiones
norteamericanas que buscaban ponerlo en marcha el primer día del 2003.
Por su parte Venezuela ya ha expresado su intención de integrarse en
el Mercosur, un acuerdo regional que si bien está avanzando con muchas
dificultades, no es del gusto de Washington. Y aunque EEUU amenace con
responder a los retrasos con la ampliación del TLC a países como
Chile, Bolivia, Colombia o Uruguay, nunca se podrá hablar de libre
comercio de América sin contar con Brasil y Venezuela.
¿Pero qué elementos contiene el ALCA que generan esa preocupación en
los pueblos latinoamericanos?, ¿cuáles son esos contenidos que tanto
les angustian?.
La creación del ALCA, al igual que el fallido Acuerdo Multinacional de
Inversiones (AMI) que chocó con la oposición de la opinión pública
mundial, y la Ronda del Milenio de la Organización Mundial del
Comercio, boicoteada por miles de activistas en Seattle en noviembre
de 1999, forma parte de una agenda global de liberalización del
comercio que ha tenido, en donde se ha aplicado, a las grandes
corporaciones transnacionales como grandes ganadores, a expensas de la
gran mayoría de la población, el medio ambiente, y la equidad social.
Algunos puntos del ALCA están calcados del AMI, por ejemplo el que
declara que los inversionistas podrían exigir compensaciones y
demandar a los estados en caso de guerra, de revolución o de conflicto
social, lo que según los expertos, supondría que una empresa podría
demandar a un gobierno y reclamar compensaciones en caso de un huelga
en su contra.
Los estados tendrían, por tanto, como función primordial no velar por
unas adecuadas condiciones de vida de los ciudadanos, sino por las
mejores condiciones para el desarrollo y enriquecimiento de las
corporaciones, compensándolas si no lo consiguiera.
La experiencia del NAFTA ha demostrado cómo los derechos laborales más
básicos y los intereses de los trabajadores son agredidos por estos
acuerdos de libre comercio. El objetivo de asegurar la más absoluta
libertad al capital para moverse a nivel continental significará, como
lo señala la experiencia más reciente, una tendencia a la baja de los
salarios y las condiciones laborales. El ejemplo más elocuente de lo
que les augura el ALCA es la terrible situación que sufren las
trabajadoras de las maquilas en México: sueldos por debajo del salario
mínimo, jornadas laborales de más de 12 horas, ausencia de amparo
legal, limitación de los derechos sindicales, condiciones insalubres
de trabajo, trabajo infantil. Por otro lado los efectos de la libre
importación de mercancías amenazan con condenar al sector industrial
local a una completa desaparición, profundizando así los altos índices
de desempleo que ya castigan a estos países.
Por otra parte el ALCA, como el NAFTA, impedirá, bajo el pretexto de
otorgar seguridad absoluta a las inversiones, cualquier regulación
estatal aún cuando ésta se apoye en consideraciones de bienestar
general, de defensa de la salud pública o del medio ambiente. Los
gobiernos no podrán impulsar estrategias de desarrollo y seguirán
compitiendo por bajar más los salarios, degradar las condiciones de
trabajo o la estándares ambientales con la esperanza de atraer las
deseadas inversiones. El proyecto del ALCA se extiende además a los
servicios comprometiendo a los estados a velar por el derecho de las
empresas a prestarlos. Esto abre la posibilidad de la privatización en
áreas socialmente delicadas donde aún no ha tenido lugar, en sectores
como la educación, la salud o el servicio penitenciario, tal y como ya
ha sucedido en EEUU. También se excluye expresamente revertir las
privatizaciones ya realizadas. El principio general es transformar los
servicios sociales en mercancías, cuyo acceso quede regulado por la
capacidad individual de pago. Por otra parte permitiría a las
empresas, como ya ha ocurrido en Canadá y México, exigir contar con
las mismas exenciones y privilegios que los organismos públicos que
los prestan.
El ALCA impondrá la eliminación de las barreras arancelarias y la
prohibición de cualquier política estatal destinada a favorecer el uso
de bienes nacionales o privilegiar cualquier forma de desarrollo local
o sectorial.
También impondrá la obligación de abrir las compras o contrataciones
del estado a todas las empresas del continente. Todo ello amenaza con
condenar a la desaparición a las ya golpeadas medianas y pequeñas
empresas así como profundizar la desindustrialización de las economías
nacionales.
Además, los términos del ALCA están redactados a medida de EEUU.
Veamos algunos ejemplos. Dado que el principal sector norteamericano
en desventaja en una economía regional sin barreras sería la
agricultura, la existencia de subsidios a este sector será una
excepción gracias a la cual EEUU podrá mantener artificialmente
mediante sus subsidios de 80.000 millones de dólares anuales la
competitividad de su agricultura y evitar las importaciones de los
países latinoamericanos.
Si bien en el ALCA la supresión de los límites comerciales arrasa con
cualquier medida o legislación laboral o medioambiental, existe un
derecho que sí se respeta en el ALCA, el de la propiedad intelectual.
Detrás de este aparentemente loable respeto no hay otra cosa que el
objetivo de mantener EEUU la patente y la exclusividad en la
producción de medicamentos, adueñarse de las patentes de los recursos
fitogenéticos del continente y mantener su monopolio sobre las
tecnologías punta. Iniciativas como la de Brasil, de producción de
medicamentos genéricos contra el SIDA más baratos y con mayor
posibilidad de acceso para los sectores más empobrecidos, supondrían
un incumplimiento del ALCA y le obligarían a indemnizar a las
multinacionales propietarias de las patentes. El derecho de propiedad
intelectual y patentes también supondrá todo un negocio para las
multinacionales de la biotecnología quienes verán aprobados sus
productos transgénicos y garantizado su monopolio en la producción y
distribución de las semillas, fertilizantes e insecticidas. Los
productos transgénicos no producen su propia semilla, los campesinos
debe adquirirla para cada cosecha a la multinacional productora
propietaria de la patente.
Los estados se obligan a poner los recursos naturales (en especial el
petróleo) a disposición del "accionista mayoritario". Puesto que en
una economía neoliberal el estado se verá obligado a la privatización
de cualquier recurso natural que todavía tenga en sus manos, el
accionista mayoritario siempre será una multinacional, y ésta, según
el acuerdo de libre comercio vinculante a los países del continente,
sólo podrá ser norteamericana.
Tras la firma del ALCA cualquier regulación estatal destinada a
preservar el medio ambiente, así como la salud, deberá acreditar que
no constituye un obstáculo innecesario al comercio y la inversión
reservándose las empresas el derecho a querellar legalmente a los
estados. Así sucede ya en el NAFTA donde, por ejemplo, en el estado
mexicano de Guerrero el 40% de los bosques se han perdido por la
explotación indiscriminada en estos últimos años Como dice Guillermo
Almeyra en el diario mexicano La Jornada "En este contrato desigual
América Latina pone las riquezas y, mediante la exacción constante y
creciente de enormes sumas en concepto de pago de la deuda (de tributo
al capital financiero), da el dinero a Estados Unidos para que explote
las riquezas ajenas y se apropie de ellas en nombre del desarrollo
compartido. Los ferrocarriles, canales, caminos son las venas de un
sistema. Por ellos no sólo circulan las mercancías, sino también las personas,
las ideas".
El ALCA terminará siendo una agresión a la voluntad popular y a las
instituciones democráticas en cuanto que todo intento de regulación
estatal, aunque esté fundado en criterios de desarrollo económico
local o nacional, progreso social, bienestar de la población o
protección del medio ambiente, puede ser cuestionado con éxito por el
capital como lo demuestra la experiencia del NAFTA. En ese sentido las
cláusulas del ALCA impondrán, desde hoy y hacia el futuro, un
verdadero corsé a la voluntad de la sociedad y al propio
funcionamiento de las instituciones estatales.
La Declaración de la Segunda Cumbre de los Pueblos de las Américas
aprobada el 19 de abril concluye afirmando que "El proyecto del ALCA
es un estatuto de derechos y libertades para los inversionistas,
consagrando la supremacía del capital sobre el trabajo, transformando
la vida y el mundo en mercancías, negando a los derechos humanos,
saboteando la democracia y socavando la soberanía de los Estados".
Lo que está detrás del ALCA, según ha denunciado el economista
uruguayo Daniel Olesker, es "reducir las posibilidades de los países
del sur de comprar a quién le ofrezca mejores precios, marginando en
los negocios a la Unión Europea y a la totalidad de los países del
Asia, cuyas producciones serán aceptadas solo si sortean fuertes
aranceles, pero que los harían igualmente no competitivos con los
fabricados por las empresas inversoras norteamericanas. Por supuesto
que también con el ALCA en marcha, se liquidará las alianzas que se
están intentando desde Europa con diversas áreas económicas que se
están intentando en Latinoamérica, como el MERCOSUR".
En la misma línea están los comentarios de Noam Chomsky: "No se trata
de un área de libre comercio. Los que se hallan enfrascados en su
diseño no están a favor del libre comercio. Si lo estuvieran, todo se
podría recoger en un documento de una sola página. Sin embargo, de lo
que se trata es de una serie de documentos muy detallados que son una
combinación de liberalización con proteccionismo, que de hecho en su
mayor parte no se refieren a nada que pueda considerarse comercio. Más
bien digamos que se busca introducir cosas como precios monopolísticos
de los productos, de los propios medicamentos.
Por ejemplo, las nuevas propuestas están dirigidas a permitir a estas
tiranías privadas -las corporaciones- el control sobre los servicios,
la salud, la educación, el agua, los asuntos relacionados con el medio
ambiente. Eso nada tiene que ver con el comercio y sí mucho que ver
con la transferencia de poder de manos del Estado, del pueblo en tanto
pueda éste estar representado por el Estado, a manos privadas. Esto no
tiene nada que ver con el comercio, y estamos hablando de aspectos
centrales del llamado Acuerdo de Libre Comercio de las Américas".
El futuro de América Latina bajo el ALCA lo dibujó Fidel Castro en su
discurso del 1 de mayo: "Las naciones latinoamericanas estarían
llamadas a convertirse en enormes zonas francas que no pagan
impuestos, o sólo muy reducidos. Tal vez reciban un número mayor de
turistas norteamericanos que viajarán por el inmenso territorio de
Centro y Sudamérica, que se alojarán en hoteles norteamericanos,
viajarán en líneas aéreas o en cruceros norteamericanos, utilizarán
servicios de comunicación norteamericanos, comerán en restaurantes
norteamericanos, comprarán en tiendas norteamericanas mercancías
producidas en empresas norteamericanas con petróleo y materias primas
latinoamericanas".
Frente a ALCA, ya con motivo de la Segunda Cumbre de ls Américas en
Santiago de Chile en 1998, se realizó la Cumbre de los Pueblos de las
Américas. En esta cumbre convergieron diversas organizaciones y
movimientos sociales de todo el hemisferio, para expresar su rechazo
colectivo a la agenda neoliberal dominante en el proceso del ALCA. La
Cumbre de los Pueblos se centró en la construcción de una Alianza
Social Continental en torno a alternativas concretas y factibles al
modelo neoliberal de integración económica al servicio de las grandes
corporaciones transnacionales. Ante el ALCA, la Alianza Social
Continental pretende construir una alternativa con base en las
propuestas y la fuerza colectiva que emanan de las organizaciones
sociales de toda América.
Más información sobre el ALCA:
Alianza Social Continental:
http://www.asc-hsa.org
No al Alca:
http://www.noalalca.org
https://www.alainet.org/es/articulo/105490?language=en
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