Colonialidad del poder, globalización y democracia

31/12/2000
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Introducción

En esta ocasión me propongo, sobre todo, abrir algunas de las cuestiones centrales que me parecen aún no suficientemente indagadas en el debate sobre el proceso llamado "globalización" y sobre sus relaciones con las tendencias actuales de las formas institucionales de dominación y en particular del moderno estado-nación. No obstante, aún si es restricta como aquí, toda discusión de esas cuestiones implica de todos modos una perspectiva teórica e histórica sobre la cuestión del poder y aquí es sin duda pertinente señalar algunos de los trazos mayores de la que orienta esta indagación.

Desde esta perspectiva, el fenómeno del poder es caracterizado como un tipo de relación social constituído por la co-presencia permanente de tres elementos: dominación, explotación y conflicto, que afecta a las cuatro áreas básicas de la existencia social y que es resultado y expresión de la disputa por el control de ellas:

1) el trabajo, sus recursos y sus productos;

2) el sexo, sus recursos y sus productos;

3) la autoridad colectiva (o pública), sus recursos y sus productos;

4) la subjetividad/intersubjetividad, sus recursos y sus productos.

Las formas de existencia social en cada una de dichas áreas no nacen las unas de las otras, pero no existen, ni operan, separadas o independientes entre sí. Por eso mismo, las relaciones de poder que se constituyen en la disputa por el control de tales áreas o ámbitos de existencia social, tampoco nacen, ni se derivan, las unas de las otras, pero no pueden existir, salvo de manera intempestiva y precaria, las unas sin las otras. Esto es, forman un complejo estructural cuyo carácter es siempre histórico y específico. En otros términos, se trata siempre de un determinado patrón histórico de poder 1.

El actual patrón de poder mundial consiste en la articulación entre:

1) la colonialidad del poder, esto es la idea de “raza” como fundamento del patrón universal de clasificación social básica y de dominación social;

2) el capitalismo, como patrón universal de explotación social;

3) el estado como forma central universal de control de la autoridad colectiva y el moderno estado-nación como su variante hegemónica;

4) el eurocentrismo como forma hegemónica de control de la sujetividad/ intersubjetividad, en particular en el modo de producir conocimiento.

Colonialidad del poder es un concepto que da cuenta de uno de los elementos fundantes del actual patrón de poder, la clasificación social básica y universal de la población del planeta en torno de la idea de "raza"2. Esta idea y la clasificación social en ella fundada (o "racista"), fueron originadas hace 500 años junto con América, Europa y el capitalismo. Son la más profunda y perdurable expresión de la dominación colonial, y fueron impuestas sobre toda la población del planeta en el curso de la expansión del colonialismo europeo. Desde entonces, en el actual patrón mundial de poder impregnan todas y cada una de las áreas de existencia social y constituyen la más profunda y eficaz forma de dominación social, material e intersubjetiva, y son, por eso mismo, la base intersubjetiva más universal de dominación política dentro del actual patrón de poder 3.

La categoría de capitalismo está referida al conjunto de la articulación estructural de todas las formas históricamente conocidas de control del trabajo o explotación, esclavitud, servidumbre, pequeña producción mercantil independiente, reciprocidad y salario. Tales formas de control del trabajo se articularon como estructura conjunta en torno del predominio de la forma salarial, llamada Capital, para producir mercancías para el mercado mundial. El Capital es una forma específica de control del trabajo que consiste en la mercantización de la fuerza de trabajo a ser explotada. Por su condición dominante en dicho conjunto estructural, otorga a éste su carácter central - es decir lo hace capitalista - pero históricamente no existe, no ha existido nunca y no es probable que lo haga en el futuro, separado o independientemente de las otras formas de explotación 4

El estado, como estructura de autoridad y como forma de dominación, colectivas, es muy antiguo. No está del todo bien establecido desde cuándo y en asociación con cuáles condiciones históricas fue impuesto como la forma central universal de control de la autoridad colectiva y de dominación política, menos aún cuándo, cómo y dónde llegó a ser estado-nación. En cambio sabemos bien que el Moderno Estado-Nación es, de una parte, relativamente reciente y, de otra parte, no está consolidado sino en pocos espacios de dominación estatal o países. Sus específicos signos son, primero, la ciudadanía o presunción formal de igualdad jurídico-política de los que habitan en su espacio de dominación no obstante su desigualdad en los demás ámbitos del poder; segundo, la representatividad política que, sobre esa base, se atribuye al Estado respecto del conjunto de ciudadanos y no sólo, como en las otras variantes de Estado, de algún interés social particular o sectorial. Se fue constituyendo en el período conocido como la Modernidad, que se abre a partir de América, y en vinculación con el proceso de eurocentramiento del capitalismo y de la modernidad; alcanza sus actuales rasgos definitorios desde fines del siglo XVIII y es admitido durante el siglo XX como el modelo mundialmente hegemónico, lo que no equivale, por cierto, a que haya llegado a ser practicado también mundialmente. En la etapa actual del poder colonial/capitalista, su "globalización", en especial desde mediados de los 70s., presiona hacia la desvirtuación de aquellos rasgos específicos, inclusive a la reversión de sus respectivos procesos, en particular del conflicto social en torno de la ampliación de la igualdad social, de la libertad individual y de la solidaridad social 5.

Finalmente, eurocentrismo es la perspectiva de conocimiento que fue elaborada sistemáticamente desde el siglo XVII en Europa, como expresión y como parte del proceso de eurocentramiento del patrón de poder colonial/moderno/capitalista. En otros términos, como expresión de las experiencias de colonialismo y de colonialidad del poder, de las necesidades y experiencias del capitalismo y del eurocentramiento de tal patrón de poder. Fue mundialmente impuesta y admitida en los siglos siguientes, como la única legítima racionalidad . En todo caso, como la racionalidad hegemónica, el modo dominante de producción de conocimiento. Para lo que aquí interesa, entre sus elementos principales es pertinente destacar, sobre todo, el dualismo radical entre "razón" y "cuerpo" y entre "sujeto" y "objeto" en la producción del conocimiento; tal dualismo radical está asociado a la propensión reduccionista y homogenizante de su modo de definir e identificar, sobre todo en la percepción de la experiencia social, sea en su versión ahistórica, que percibe aislados o separados los fenómenos o los objetos y no requiere en consecuencia ninguna idea de totalidad, sea en la que admite una idea de totalidad evolucionista, organicista o sistemicista, incluída la que presupone un macrosujeto histórico. Esta perspectiva de conocimiento está actualmente en uno de sus más abiertos períodos de crisis, como lo está la entera versión eurocéntrica de la modernidad 6

Por sus características, en la historia conocida éste fue el primero de los patrones de poder con carácter y vocación global. En ese sentido, lo que ahora se llama "globalización" es, sin duda, un momento del proceso de desarrollo histórico de tal patrón de poder, quizá el de su culminación y de su transición, como varios ya han sugerido7.

Todas esas propuestas y categorías son, como es obvio, cuestiones abiertas. No debe perderse de vista, en consecuencia, que su indagación sistemática y su debate están apenas comenzando. Eso no quiere decir que las propuestas que hago en este trabajo sean arbitrarias, pero sí que volveré sobre ellas conforme la investigación y el debate se desarrollen.


Las cuestiones centrales de la "globalización"

Lo que hoy se denomina "globalización" es, obviamente, una cuestión de muchas cuestiones y sobre las cuales hay mucho debate y una vasta y creciente literatura. Es probable que la más difundida idea que circula asociada a ese término sea la de una continua y creciente integración económica, política y cultural del mundo. En la práctica eso implica que hay fenómenos y procesos que afectan a todo el mundo de manera inmediata, incluso simultánea, esto es.. global. Y se atribuye a la "revolución científico-tecnológica" en los medios y sistemas de comunicación y de transporte, la calidad de ser la principal determinación histórica de ese posible proceso.

Originalmente, la "globalidad" fue referida a un cambio drástico en las relaciones entre el espacio y el tiempo en la subjetividad, como consecuencia de la velocidad de la circulación de informaciones producida por los nuevos recursos científicos-tecnológicos, de tal manera que podía percibirse de manera simultánea lo que ocurría en cualquier lugar del mundo. En nuestra subjetividad, en nuestras relaciones intersubjetivas, el mundo no sólo se había achicado, sino que así ocurría porque el mundo se había integrado en el tiempo, era simultáneo. La famosa imagen de "aldea global" fue, sin duda, la exitosa construcción mental inicial que daba cuenta de esa nueva relación subjetiva con el espacio y con el tiempo 8.

Aunque, quizá, todavía para mucha gente esas son las imágenes más asociadas con la idea de "globalización", hay que admitir que van siendo sumergidas bajo otras más recientes que para muchos parecen tener ya toda la consistencia de genuinas categorías conceptuales, a pesar de que se resisten a abandonar su habitat mediatico: la "realidad virtual", la "sociedad virtual" y la "nueva economía" (que desde la misma perspectiva podría ser también denominada "economía virtual"). La primera tiene decisivas implicaciones en el debate sobre la producción del conocimiento. Pone de relieve, sobre todo, que con la tecnología actual ya no sólo se reproduce, se combina o se usa imágenes y sonidos ya presentes en la “naturaleza” o en la “realidad”, sino que se produce, manipula y difunde nuevos elementos visuales y sonoros, nuevas imágenes producidas con tales nuevos elementos que en su conjunto constituyen ya un mundo "virtual" y que de muchos modos, se superpone con y aún desplaza y sustituye al mundo "real", hasta el punto de que en numerosas y diversas áreas no es tarea fácil distinguir entre ambos, con todo lo que eso significaría para la cuestión de la percepción, del conocimiento y del modo de producir conocimiento. La "sociedad virtual" es una idea que prolonga esa imagen y propone que las relaciones sociales ocurren, cada vez más, precisamente dentro de y tramadas con aquella "realidad virtual" y de algún modo tienen esa consistencia. La "nueva economía" es la más reciente, mediática en su origen como todas las demás, remite a la idea de que la economía del mundo actual se ha convertido, o está en curso de serlo, en una red única de intercambio de mercancía y de valor. Esa sería la expresión emblemática de la integración global de la economía mundial y por supuesto se apoya en y se trama con aquellas "realidad virtual" y “sociedad virtual".

El debate no logra esquivar siempre una tendencia a la mistificación. De hecho, en el lenguaje mediático el término "globalización" ha pasado a ser virtualmente sinónimo de una vasta y sistémica maquinaria impersonal, que existe y se desarrolla de modo independiente de las decisiones humanas, es decir, de un cierto modo natural y en ese sentido inevitable, y que abarcaría y explicaría todas las acciones humanas de hoy.

Pero el "mundo" - si con ese término se implica la existencia social humana articulada en una específica totalidad histórica - sea o no "globalizado", no podría entenderse por fuera del hecho de que es un específico patrón de poder lo que le otorga su carácter de "mundo" o de totalidad histórica específica, sin cuya condición cualquier idea de "globalización" sería simplemente inútil. De otro modo, resultaría que las redes de comunicación, de información, de intercambio, etc., etc., existen y operan en una suerte de vacuum histórico. Por lo tanto, es teóricamente necesario, no sólo pertinente, indagar cada una de las actuales áreas de control de la existencia social, para sacar a luz los sentidos posibles que la mentada "globalización" tiene o puede tener en la experiencia. Dentro de los límites de este trabajo, no iré más allá de abrir las cuestiones que me parecen centrales en dos áreas principales, el control del trabajo y el de la autoridad pública.

Capitalismo y globalización

Si se examina con cuidado las actuales tendencias del capitalismo los datos son sin duda impresionantes, sea que se refieran a la geografía política de la distribución de ingresos, bienes y servicios básicos o de los flujos de capital, sea a las relaciones entre formas de capital o a las relaciones entre capital y trabajo. Como los datos son, en general, accesibles a todos, para los propósitos de esta indagación es pertinente señalar más bien algunas de las tendencias principales:

  1. En 1800 el 74% de la población mundial (entonces de 944 millones) accedía al 56% del Producto Mundial ( en US$ de 1980: 229,095,000,000), mientras el 26% de esa población concentraba el 44% de dicho PMB. Pero en 1995, el 80% de la población mundial (ya de 5,716,000,000) accedía solamente al 20% del Producto Mundial (US$ de 1980: 17,091,479,000,000), mientras que el 20% concentraba el 80% del Producto Mundial.

  2. La diferencia de 9 a 1 respecto de la razón entre el ingreso promedio de los países ricos y el de los países pobres, en dos siglos ha llegado a una de 60 a 1. Mientras tanto, desde 1950 los países ricos han aumentado su población en un 50% mientras los países pobres lo hicieron en un 250% 9.

  1. Según el Informe del Banco Mundial (año 2000), en términos de produción mundial, en 1999 los países del Grupo de los 7 (G7 en adelante), esto es menos del 12% de la población mundial y con un 16% de la superficie del planeta, producían el 65% de la producción mundial, 3% más que en 1980.

  2. Y en el mismo movimiento histórico, también la distancia entre ricos y pobres dentro de cada uno de los países del mundo ha crecido. Así, en el país más rico del planeta, Estados Unidos, si en 1970, había 24,7 millones de personas en situación de pobreza crítica (11,6% de la población), para 1997 esa cifra había saltado a 35,6 millones (el 13,3% de la población), esto es en un 43% en menos de 20 años. Un reciente estudio muestra que entre 1977 y 1989 el 1% de las familias logró capturar el 70% del total del aumento de la riqueza familiar y vio aumentados sus ingresos en 100%. En América Latina, desde 1973 las diferencias de ingreso han empeorado: el ingreso promedio del 20% de los que obtienen ingresos es hoy 16 veces más alto que el del 80% restante. En el Brasil esa diferencia llega a ser de 25 a 1, comparado con 10 a 1 en Europa Occidental y de 5 a 1 en EEUU. Así mismo, la diferencia de salario entre los "calificados" y los otros. Por ejemplo en el Perú, creció en la década de los 90s. en más de 30%, y en Colombia en más del 20% 10.

  3. Dadas esas condiciones, las 3 personas más ricas del mundo tienen una fortuna superior al PBI de los 48 estados más pobres. Es decir, de la cuarta parte de la totalidad de los estados del mundo. Por ejemplo, respecto de América Latina, en 1996 las ventas de la General Motors Corporation fueron de 168 billones de dólares, mientras que el PIB combinado de Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay, llegó solamente a 159 billones de dólares.

  4. Al mismo tiempo, según la ONU (Informe de la UNDP, 1998), para satisfacer las necesidades básicas del conjunto de la población del planeta, bastaría el 4% de las 225 mayores fortunas del mundo. Y para satisfacer las necesidades sanitarias (en 1998, 4 mil millones de habitantes del Tercer Mundo no tenían acceso al agua potable, ni a energía eléctrica) y de nutrición (50% de los niños sufre de desnutrición), bastarían 13 mil millones de dólares, es decir, el 13% de lo que en Estados Unidos y en Europa se gasta anualmente en perfume.

  5. Si se considera, la dirección de los flujos de capital, se verifica que entre 1990-1995, por ejemplo, el 65% del total del Flujo De Inversion Directa (FDI) fue hacia el "centro" y que lo restante fue a unos pocos de los llamados "países emergentes". Entre 1989 y 1993 sólo 10 de esos países recibieron el 72% de ese resto del FDI (China, México, Malasia, Argentina, Tailandia, Indonesia, Brasil, Nigeria, Venezuela y Corea del Sur) 11. Un problema crucial del flujo mundial de capitales, es que la deuda del Tercer Mundo subió en menos de dos décadas desde 615 mil millones de dólares a unos 2500 mil millones de dólares. Y esta es, como todo el mundo sabe, una historia de nunca acabar, literalmente, porque es impagable. Pero es, sobre todo, una trágica historia 12

  6. De otra parte, de los 6 mil millones de personas que forman la población del planeta al iniciarse el nuevo siglo, unos 800 millones no tienen empleo asalariado. Y esa es, por cierto, una estimación conservadora, ya que las estadísticas registran solamente a aquellos que buscan empleo, y la cifra aún debe ser multiplicada por lo menos por 5, si se considera el número de miembros de familias u hogares que dependerían de tales inexistentes salarios.Y la población conjunta de desempleados y subempleados es más o menos la mitad de la población mundial, ya que 3 mil millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios. Los economistas han acuñado la noción de "desempleo estructural" para referirse a la tendencia que produce un desempleo mundial creciente. Y no son pocos ahora los que proponen la idea del "fin del trabajo" para dar cuenta de las implicaciones de esa tendencia 13.

  7. De otra parte, y aunque no son aún suficientemente avanzadas las investigaciones específicas y los datos son por lo mismo provisorios, la población mundial en situación de esclavitud es estimada en más de 200 millones de gentes 14

  8. Todas esas tendencias en la distribución de capital, de empleo, producción, de ingresos, de bienes y servicios en el mundo de hoy, están en relación con el cambio en las relaciones entre las diversas formas de acumulación capitalista en favor de la absoluta hegemonía de la acumulación especulativa. Así, las transacciones cambiarias mundiales que eran más o menos de 20 mil millones de dólares en 1970, eran ya de 1,3 trillones de dólares en 1999.

Solamente en Estados Unidos, en 1980 los "fondos de pensión", los "fondos comunes", las compañías de seguros y los seguros de vida, constituían activos financieros por 1,6 trillones de dólares, alrededor del 60% del PIB del país. Pero en 1990 esos activos eran ya 5, 2 trillones de dólares, el 95% del PIB y en 1993 eran más de 8 trillones de dólares, el 125% del PIB del país. El predominio financiero se muestra también en la llamada "financiarización" de las empresas, porque sus inversiones productivas decrecen continuamente a favor de las financieras. Y de otro lado, en la hipertrofia de las ganancias financieras en la "periferia" y en los "países emergentes". En 1983, las ganancias en bolsa en la periferia llegaban todavía a los 100 billones de dólares. Pero en 1993, la cifra era ya de 1500 billones 15

Tal conjunto de informaciones permite hacer algunas inferencias, provisorias quizá, pero no por eso menos pertinentes:

  1. Está en curso un proceso de re-concentración del control de recursos, bienes e ingresos en manos de una minoría reducida de la especie (actualmente no más del 20%).

  2. Lo anterior implica que está en curso un proceso de polarización social creciente de la población mundial, entre una minoría rica, proporcionalmente decreciente pero cada vez más rica, y la vasta mayoría de la especie, proporcionalmente creciente y cada vez más pobre.

  3. Está en curso un proceso de incremento de la sobre-explotación de la masa mayor de trabajadores del mundo, ya que junto con la re-concentración de ingresos y de riquezas crece la distancia salarial entre los asalariados y se expande la proporción de los desempleados, marginalizados de los ámbitos centrales de la estructura de acumulación, y eso permite la disminución continua del promedio salarial.

  4. Está en curso un proceso de declinación del interés y de la capacidad del capital de convertir la fuerza de trabajo en mercancía, en especial en los niveles tecnológicamente más avanzados de la estructura mundial de acumulación. 16.

  5. Como consecuencia están en expansión las formas no-salariales de control del trabajo. Están re-expandiéndose la esclavitud, la servidumbre personal, la pequeña producción mercantil independiente, la reciprocidad. El salariado es aún la forma de control del trabajo que más se expande, pero - para usar una imagen familiar - como un reloj que atrasa.

  6. Está en curso un proceso de crisis en una de las dimensiones básicas - las relaciones entre las formas específicas de explotación - incorporada al patrón capitalista de control del trabajo: están declinando, quizás agotándose, los mecanismos que en el curso del desarrollo histórico de la acumulación capitalista distribuían dicha población desde las formas no-salariales a la salarial, en general desde el no-capital al capital, y se ponen en acción mecanismos que indicarían, aunque en medida todavía no precisable, el comienzo de una tendencia inversa.

  7. La configuración del capitalismo mundial, esto es la estructura de las relaciones entre el capital y cada una de las formas de control del trabajo, así como las relaciones de conjunto de todas ellas entre sí, estan en proceso de drástico cambio, lo que implicaría un proceso de transición del sistema.

  8. En ese específico sentido y en esa dimensión, en la estructura de explotacion del trabajo estaría en curso un proceso de re-clasificación social de la población del mundo, a escala global.

  9. En todo caso, está en curso un proceso de re-concentración y de re-configuración del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, a escala mundial. En suma, de las relaciones entre capitalismo y trabajo.

  10. Tales procesos están asociados a cambios drásticos en la estructura mundial de acumulación capitalista, asociados a la nueva posición y función de predominio que dentro de aquella tiene la acumulación especulativa y financiera, en especial desde mediados de los años 70 del siglo XX 17.

Ninguna de todas aquellas tendencias es nueva o imprevista. Ni siquiera las últimas. Indican un momento, un grado o un nivel de la maduración y del desarrollo de tendencias inherentes al carácter del capitalismo como patrón global de control del trabajo y que habían sido largamente teorizadas, sobre todo, desde Marx 18. Tiene, en consecuencia, poco sentido discutir esos procesos y los consiguientes problemas como si fueran exactamente nuevos o, peor, como si fueran la consecuencia de un fenómeno nuevo llamado "globalización", diferente o separado del capitalismo, resultado sólo o principalmente de la innovación tecnológica y de su capacidad de modificar del todo nuestras relaciones con el espacio/tiempo, más bien que del carácter capitalista de la estructura dominante de control del trabajo y del desarrollo de sus tendencias.

No hay duda, sin embargo, de que tales tendencias básicas del capitalismo se han profundizado y más aún se han acelerado y llevan un curso de mayor aceleración. La cuestión, por lo tanto, es: ¿qué es lo que impulsa la aceleración y la profundización de esas tendencias del capitalismo?. O en otros términos ¿porqué la explotación capitalista se ha hecho más profunda y de algún modo más fácil?.

Nadie puede explotar a nadie si no lo domina, mucho menos de modo estable y duradero. Por lo tanto es necesario abrir aquí la cuestión de las relaciones entre la dominación y la explotación en el actual patrón de poder. La fuerza y la violencia son requisitos de toda dominación, pero en la sociedad moderna no son ejercidas de manera explícita y directa, por lo menos no de modo continuo, sino encubiertas por estructuras institucionalizadas de autoridad colectiva o pública y "legitimadas" por ideologías constitutivas de las relaciones intersubjetivas entre los varios sectores de interés y de identidad de la población. Como ya quedó señalado desde el comienzo de este trabajo, tales estructuras son las que conocemos como Estado. Y la colonialidad del poder su más profunda argamasa legitimatoria. En consecuencia, es necesario indagar por lo que ha ocurrido en las relaciones entre el patrón de explotación capitalista y los dos niveles del patrón de dominación, el estado y la colonialidad del poder.


Capitalismo y Estado

La relación entre el capitalismo como estructura global de control del trabajo y su organización en espacios particulares de dominación, así como la organización de estructuras específicas de autoridad colectiva en esos espacios, es todavía una cuestión abierta. En general, en todo patrón de poder no son siempre claras, mucho menos sistémicas u orgánicas, las relaciones entre la dominación y la explotación.

Si aparece más historiado y teorizado el modo como el colonialismo moderno - el que se constituyó con América - configuró el contexto adecuado para la formación del capitalismo, aún no ha sido abierta, ni obviamente estudiada, la cuestión de porqué tal capitalismo se asoció en el mismo movimiento y en el mismo tiempo, con diversos tipos de estado en diversos espacios de dominación. Así el moderno estado absolutista/imperial (todos los estados de Europa Occidental, menos Suiza, entre 1500 y 1789); el moderno estado-nación imperial/colonial ( por ejemplo, Francia e Inglaterra desde fines del siglo XVIII hasta después de la Segunda Guerra Mundial); el moderno estado colonial (América del Norte antes de 1776 y América del Sur antes de 1824, así como los del Sudeste Asiático y los de Africa hasta mediados del siglo XX); el moderno estado-despótico/burocrático (la ex Unión Soviética y los de Europa del Este hasta fines de los 80, sus rivales Nazistas y Fascistas en Alemania, Japón e Italia entre fines de l930 y 1945, China en la actualidad); el moderno estado-nación democrático (los actuales de Europa Occidental, los de América del Norte, Japón, Oceanía); los modernos estados oligárquico-dependientes (los de América Latina antes de fines de los 60, con excepción de México, Uruguay, Chile desde fines de los 20s); los modernos estados nacional-dependientes (en diversas medidas, todos los de América Latina actual, así como la mayoría de los de Asia y algunos de Africa, principalmente Africa del Sur) y los modernos estados neocoloniales (muchos, quizá la mayoría, de los de Africa).

Esa clasificación es una hipótesis de trabajo, lo mismo que su respectiva ejemplificación. Pero no puede ser considerada arbitraria. En esa medida permite poner en cuestión la perspectiva histórica y sociológica eurocentrista según la cual el tipo de estado correspondiente al capitalismo es el moderno estado-nación (Ralph Miliband, 1969), mientras que todos los demás serían "de excepción" (Poulantzas, 1969) o "pre-capitalistas" o "de transición" (virtualmente todos los autores del "materialismo histórico") 19 .

No tenemos aún, desde mi punto de vista, una teoría histórica en verdad solvente de las relaciones entre capitalismo y estado, mientras la cuestión de la colonialidad del poder no sea integrada a la investigación histórica y teórica respectiva. Pero este no es el lugar, ni esta es la ocasión de ir más lejos acerca de esta cuestión crucial.

En todo caso, el reciente debate sobre las relaciones entre la "globalización" y el estado, en la perspectiva dominante (eurocentrista) se circunscribe exclusivamente a la presunta crisis del Moderno Estado-Nación bajo los impactos de la "globalización" 20.


Capitalismo, globalización y moderno Estado-Nación

Lo que, sin embargo, las tendencias actuales del capitalismo - y en particular la hegemonía del capital financiero y la acción predatoria de los mecanismos especulativos de acumulación - han hecho bruscamente visible, es el hecho de que el capitalismo moderno, como uno de los ejes centrales del actual patrón de poder mundialmente dominante, ha estado asociado al moderno estado-nación sólo en pocos espacios de dominación, mientras que en la parte mayor del mundo ha estado asociado a otras formas de estado y en general de autoridad política.

Es más pertinente, en consecuencia, y más productivo, tratar de sacar a luz las tendencias más dinámicas que están en desarrollo en las relaciones entre los cambios actuales en la configuración del capitalismo y los que tienen lugar en las estructuras de autoridad colectiva y de dominación política.

A ese respecto, es posible distinguir las siguientes tendencias principales:

  1. la formación de un Bloque Imperial Mundial integrado por los modernos estados-nación del "centro" del sistema mundial;

  2. la pugna por la hegemonía regional entre los estados nacional-dependientes asociados o en conflicto con el Bloque Imperial en las regiones más conflictivas, como en el Medio Oriente (Israel en un lado, Siria, Irak en el otro), en América del Sur (Brasil, Chile, Argentina), en Asia (India, Pakistan, en un extremo y China y Corea del Sur en el otro), y en Africa de modo más fluido en tanto que no parecen haber aún regiones diferenciadas de modo análogo a las anteriores, con excepción de Africa del Sur;

  3. la erosión continua del espacio nacional-democrático, o en otros términos la continua des-democratización y des-nacionalización de todos los estados nacional-dependientes donde no se llegó a la consolidación del moderno estado-nación;

  4. la gradual conversión de los estados menos nacionales y democráticos en centros locales de administración y control del capital financiero mundial y del bloque imperial.

No es mi propósito aquí explorar sistemática y exhaustivamente cada uno de tales procesos y su conjunto. Por el momento, para nuestros fines es necesario insistir, sobre todo, en la constitución del Bloque Imperial Mundial y en la des-democratización y des-nacionalización de los estados dependientes y su conversión progresiva en una suerte de agencias político-administrativas del capital financiero mundial y del bloque imperial mundial, en tanto son esas dos tendencias las que expresan, más claramente que las demás, la re-concentración del control mundial de la autoridad pública, la reprivatización local de ésta y la sombra virtual de un espacio global de dominación.


El bloque imperial mundial y los estados locales

Nadie podría hoy negar que unos pocos de los modernos estados-nación - el Grupo de los 7, ahora de 8 con la tardía y subordinada incorporación de Rusia - más fuertes, varios de ellos sedes centrales de los modernos imperios coloniales y todos ellos del imperialismo capitalista durante el Siglo XX 21, forman ahora en su conjunto un genuino Bloque Imperial Mundial. Primero, porque sus decisiones son impuestas sobre el conjunto de los demás países y sobre los centros neurálgicos de las relaciones económicas, políticas y culturales del mundo. Segundo, porque lo hacen sin haber sido elegidos, o siquiera designados, por los demás estados del mundo, de los cuales no son por lo tanto representantes, ni, en consecuencia, tienen que consultarlos para sus decisiones. Son virtualmente una autoridad pública mundial, aunque no un efectivo estado mundial.

Ese Bloque Imperial Mundial no está constituído sólo por los estados-nación mundialmente hegemónicos. Se trata, más bien, de la configuración de una suerte de trama institucional imperial formada por tales estados-nación, las entidades intergubernamentales de control y ejercicio de la violencia, como la OTAN, las entidades intergubernamentales y privadas de control del flujo mundial de capital, financiero en especial (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Club de París, Banco Interamericano de Desarrollo, entre las principales), y las grandes corporaciones globales. Esa trama institucional constituye ya, de hecho, una suerte de gobierno mundial invisible 22.

En otros términos, se trata de una re-concentración mundial del control de la autoridad pública, a escala global. Y este es, desde mi perspectiva, el fenómeno nuevo más destacado de la llamada "globalización" del actual patrón de poder mundial.

La emergencia del Bloque Imperial Mundial - ¿ quizá sería mejor llamarlo directamente Global ? - implica, obviamente, que los demás estados son sometidos a la reducción creciente de su autonomía. Eso ocurre, en particular, con aquellos estados y sociedades que no han culminado o no han avanzado en el proceso de formación de modernos estados-nación. Y si, de otro lado, se observa lo que ocurre con la sociedad, con las diferencias sociales, culturales y políticas que produce la imposición mundial del neoliberalismo como matriz de política económica, tanto dentro de cada país como entre países, se puede percibir sin dificultad que esta erosión continua de la autonomía (o soberanía) de tales estados, consiste sobre todo en la des-democratización de la representación política de la sociedad en el estado y, de ese modo, en la des-nacionalización de la sociedad y del estado. Eso es lo que muestra a las claras, la asociación estructural entre las necesidades del capital finananciero, de los mecanismos especulativos de acumulación, y las tendencias de re-concentración mundial del control de la autoridad pública, cuya mayor expresión actual es el Bloque Imperial Mundial.

Estos procesos aparejados e interdependientes no implican, sin embargo, que la autoridad pública del Bloque Imperial Mundial se ejerza directa y explícitamente en todos los demás espacios de dominación o "países" de aquellos (salvo de modo excepcional y transitorio, como en el caso de la invasión de Panamá y la prisión de Noriega), aunque tienden claramente en esa dirección como lo muestran las recientes acciones en Kosovo, en Chechnia, en Africa y ahora en Colombia y, potencialmente, en toda el área andino-amazónica de América del Sur ("Plan Colombia").

Por el momento, al menos, dicho Bloque Imperial Mundial requiere de los estados locales para imponer sus políticas en cada país De ese modo, tales estados locales están siendo, unos, convertidos en estructuras institucionales de administración local de tales intereses mundiales y los otros haciendo más visible que ya venían ejerciendo esas funciones. Ese proceso implica una re-privatización local y global de tales estados 23, en tanto que responden cada vez menos a la representación política del conjunto de los sectores sociales de cada país. Forman parte, de ese modo, de esa trama mundial de instituciones de autoridad pública, estatales y privadas, que en su conjunto comienzan a conformar una suerte de gobierno mundial invisible 24


La re-privatizacion del control de la autoridad colectiva

Tal re-concentración del control mundial de la autoridad pública, a escala global, implica en lo fundamental una re-privatización del control un ámbito central de la existencia social y de su respectiva esfera institucional. El control de la autoridad colectiva había sido reconocido como público durante el período de la modernidad y en particular desde el siglo XVIII en adelante. El Moderno Estado-Nación emergió, precisamente, como la encarnación del carácter público de la autoridad colectiva. Público en el sentido específico y explícito de que admitía la participación igual de todos los "ciudadanos" y se legitimaba, ante todo, por esa razón 25. Ahora, en cambio, aunque una parte, cada vez más secundaria, incluso básicamente simbólica, de ese universo institucional es aún admitidamente público, el hecho es que los núcleos dominantes de esas instituciones son privados, como las corporaciones globales, o son privadas como la tecnocracia administradora de las entidades financieras y de las políticas económicas de los estados, inclusive si se trata de entidades supuestamente públicas, como las instituciones intergubernamentales del capital financiero, el FMI o lo que se conoce como el Banco Mundial.

En el debate mundial en curso sobre esta tendencia de continua y creciente erosión de los estados/sociedades más débiles porque su proceso de democratización/nacionalización no llegó a culminar y afirmarse suficientemente, la propuesta teórica más difundida la presenta como una tendencia a la declinación de la institución misma del moderno estado-nación26 .

Esa es una clara muestra del dominio de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento. Es cierto que el moderno estado-nación, junto con la familia burguesa, la empresa capitalista y el eurocentrismo 27, es una de las instituciones fundamentales de cada área del patrón de poder mundial que corresponde al período de la modernidad y que comienza con América. También lo es que el moderno estado-nación es la institución mundialmente hegemónica dentro del universo de instituciones que actúan en el mundo en el conflicto por el control de la autoridad pública y de sus recursos, la violencia en especial. Lo que no es cierto, sin embargo, es que el moderno estado-nación exista realmente en todos los espacios de dominación conocidos como países. Como no lo es, tampoco, que todos los actuales estados de todos los países, o espacios de dominación, tengan el carácter de modernos estados-nación, aunque así se autorepresenten o inclusive sean admitidos en el imaginario o en el universo simbólico de cada país.


Colonialidad del poder y Estado-Nación

La diferencia definitoria entre los procesos que llegaron a culminar y afirmar estados-nación modernos y los que no, reside en el modo y medida de sus respectivas relaciones con la colonialidad del poder. En los primeros, ésta no estuvo inmediatamente presente en los espacios de dominación en los cuales se llevaron a cabo procesos de democratización de las relaciones sociales, los cuales producen y redefinen el carácter de los procesos de nacionalización de la sociedad y de su estado. Así es como ocurrió en Europa Occidental desde el último tercio del siglo XVIII hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La colonialidad del poder, sin embargo, estuvo y está de todos modos activa, pues forma parte del contexto global dentro del cual ocurren los procesos que afectan todos los espacios concretos de dominación. Porque la concentración de los procesos de democratización y nacionalización de los estados modernos en Europa Occidental, hasta el siglo XX, da cuenta, precisamente, de la imposición mundial de la colonialidad del poder. El eurocentramiento del patrón colonial/capitalista de poder no se debió sólo, menos principalmente, a la posición dominante en la nueva geografía del mercado mundial, sino sobre todo a la clasificación social básica de la población mundial en torno de la idea de raza. La concentración del proceso de formación y consolidación del moderno estado-nación en Europa Occidental, no podría ser explicado, ni entendido, fuera de dicho contexto histórico 28

La otra cara del mismo proceso de constitución y de consolidación del Moderno Estado-Nación era el mundo colonizado, Africa y Asia, o dependiente 29 como América Latina.. En ese resto del mundo, la colonialidad del poder no sólo ha estado y está presente en el contexto global del patrón mundial de poder, sino que actúa de modo directo e inmediato dentro del respectivo espacio de dominación, obstaculizando los procesos que se dirigen a la democratización de las relaciones sociales y a su expresión nacional en la sociedad y en el estado.

Si alguien piensa que la diferencia estriba en que unos espacios eran colonizados y otros no, no hay sino que comprarar los procesos de Europa Occidental y de América Latina, los dos escenarios más representativos de cada lado de las diferencias en esos procesos, que por lo demás ocurrieron en el mismo período, entre fines del siglo XVIII y los siglos XIX y XX 30. A diferencia de Europa - diferencia debida, exactamente, a la distribución diferente de la colonialidad del poder entre ambos espacios - en América Latina, precisamente al término de las guerras llamadas de Independencia, se produjo la paradoja histórica más notoria de la experiencia latinoamericana: la asociación entre estados independientes y sociedades coloniales, en todos y cada uno de nuestros países. Esa asociación, aunque sin duda resquebrajada y confrontada de modo permanente aunque errático, no ha dejado, sin embargo, de presidir las relaciones sociales y estatales de toda América Latina.

Si se toma América Latina, no se podría en rigor admitir como modernos estados-nación plenamente constituídos y afirmados a los estados/sociedades del área llamada "andina" o de Brasil, por ejemplo, a menos que se admita como nacionales sociedades y estados explícitamente fundados en la colonialidad de las relaciones de poder. Uruguay y Chile avanzaron algo más en la constitución de modernos estados-nación, pero a costa del exterminio genocida de las poblaciones aborígenes. Y por lo tanto con límites insalvables, a menos que ocurra una descolonización radical de las relaciones con las poblaciones que descienden de los aborígenes sobrevivientes y que, como todo el mundo sabe, ya están en movimiento, en ambos países.

En México, una revolución social, entre 1910 y 1930, inició ese proceso de descolonización de las relaciones de poder, pero sus tendencias radicales fueron temprano derrotadas y el proceso no pudo ser todo lo profundo y global que permitiera la plena afirmación de una sociedad y de un estado democráticos y nacionales. Esa derrota no tardó en producir sus consecuencias, perceptibles en el estrangulamiento creciente de la descolonización de la sociedad y en las tendencias actuales que se orientan a la reconstitución de la asociación entre el capitalismo y la colonialidad del poder. Con todo, se trata del único lugar de América Latina, donde la sociedad y el estado avanzaron durante un período importante, en el proceso de descolonización del poder, de democratización/nacionalización. En los demás países, las revoluciones que se orientaban hacia el mismo horizonte entre 1925 y 1935, fueron derrotadas sin excepción. Y desde entonces, los procesos han sido en todas partes, erráticos, parciales y finalmente, precarios. Las guerras civiles centroamericanas, desde los 50s. hasta hace poco, que obviamente expresaron los mismos conflictos e intereses, mostraron la ilegitimidad y la conflictividad inevitables de la colonialidad del poder en esos como en todos los demás países, pero las fuerzas sociales descolonizadoras fueron derrotadas.

En términos realistas, sólo en los países del "centro", primero, y en aquellos donde fueron posibles profundas revoluciones sociales triunfantes, como en China, o donde las guerras y las derrotas hicieron posibles procesos relativamente importantes de democratización social, como en Japón, Corea del Sur, Taiwan, Australia, Nueva Zelandia, se puede verificar el desarrollo de procesos de estado-nación, aunque con diversos grados de afirmación y de maduración en la dirección de estados-nación modernos. China, por ejemplo, es hoy un estado central fortalecido después de 1949. Lo que no es del todo seguro es que haya llegado ya a ser una sociedad totalmente nacional, ya que existe en el mismo espacio de un imperio colonial, y ciertamente no ha dejado de ser un despotismo burocrático.

Notablemente, no es en aquellos países y especialmente en los del "centro" (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón) donde se puede observar la erosión o declinación de la institucionalidad del moderno estado-nación. El proceso iniciado de unificación política de los países de Europa Occidental, no tiene el significado de una erosión del estado-nación moderno, sino de la constitución de un nuevo y más amplio espacio de dominación para su vigencia. ¿O hay quien sugiera que es el tamaño del espacio de dominación el factor que decide por el carácter del estado ?. ¿O que la Unión Europea tendrá de nuevo un estado absolutista o despótico sólo por la ampliación del espacio de dominación ?.

Es solamente en todos los países en los cuales no fue posible culminar o afirmar los procesos de democratización/ nacionalización de sociedades y estados, o procesos de formación de modernos estados-nación, donde se puede observar procesos de erosión de lo que había logrado avanzarse en esa dirección.

Se trata aquí de procesos de des-democratización de la sociedad y del estado y en esa medida de des-nacionalización de ambos, como parte de una tendencia mundial de re-concentración del control mundial de las instituciones de autoridad pública, es decir, del estado en primer término, y de la gradual constitución de una trama mundial de instituciones, estatales y privadas, de autoridad pública, que parecieran operar como un gobierno mundial, invisible, pero real.


La globalización capitalista: Una contrarrevolución global

Pocas veces en la historia del período de la modernidad podría ser observado un grado tan notable de re-concentración del control del poder, específicamente en el ámbito del trabajo y de la autoridad pública. Semejante extremo es casi equiparable a lo que ocurrió con el colonalismo europeo entre los siglos XVI y XIX 31.

Podría ubicarse el curso de este proceso entre mediados de la década de los 70s., cuando estalla la crisis mundial del capitalismo. Y su momento de aceleración desde fines de la década de los 80s, a partir de la famosa "caída del muro de Berlín" en 1989. Y muy notablemente, implica un cambio verdaderamente dramático respecto del período inmediatamente anterior, a su vez ubicable, grosso modo, entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y mediados de los 70s.

Si se compara ambos períodos, se puede comenzar a percibir el decisivo significado histórico de este drástico cambio. Brevemente, ya que se trata de una historia conocida, me restringiré aquí solamente a mencionar las líneas y hechos más saltantes del período entre 1945 y 1973:


  1. La descolonización política del Sudeste Asiático (India, Indonesia, Indochina, Ceylan, etc.), del Oeste Asiático (China, Corea), de la mayor parte de Africa y del Medio Oriente, así como de las Antillas y de Australia, Nueva Zelandia.

  2. El triunfo de revoluciones sociales profundas, en China, en Vietnam, en Bolivia, en Cuba, y la extensión de movimientos revolucionarios de orientación "socialista" y de "liberación nacional", incluídos los "socialismos africanos". Implicaron en algunos casos, la derrota militar de los Estados hegemónicos, como en Corea, Vietnam, Argelia. Y la caída de regímenes autoritarios y colonialistas como el del Portugal

  3. La extensión de regímenes de Welfare State en Europa y en Estados Unidos.

  4. Los movimientos y regímenes en América Latina de tendencia nacional-democrática, que producían reformas sociales y políticas orientadas a la democratización de las relaciones sociales y políticas, incluyendo la estatización de los recursos de producción: peronismo, velasquismo, allendismo.

  5. El desarrollo de movimientos sociales radicalmente democráticos, anticapitalistas, antiautoritarios y antiburocráticos, en Europa, Estados Unidos y en algunas zonas de Asia y América Latina, que produjeron en la segunda mitad de los 60s, sobre todo, oleadas revolucionarias en Francia, Alemania, Estados Unidos, China, México.

  6. La extensión de movimientos sociales de democratización radical, fraseada como "liberación" en las relaciones sexuales en las relaciones de género, en las relaciones "raciales" y "étnicas", en las relaciones de edad.

  7. El comienzo de la crítica sistemática del eurocentrismo como perspectiva de conocimiento, sobre todo en América Latina al comienzo, pero pronto en Europa, en Asia, en Africa.

Todos esos procesos implicaron: a) una amplia des-concentración del control de la autoridad pública, arrebatando ese control al colonialismo europeo y al imperialismo europeo y estadounidense; b) una relativa, pero importante, redistribución del control del trabajo entre grupos de capitalistas imperialistas y locales; c) una también relativa, pero igualmente importante redistribución de beneficios e ingresos, sea por medio de los mecanismos del Welfare State en los países del "centro" o por medio de la extensión de empleo y servicios públicos (en especial, educación, salud, y seguridad social públicas, en América Latina, India, etc.; d) en medida mucho menor, una relativa redistribución del control de recursos de trabajo, sobre todo por medio de "reformas agrarias" en diversos países, Japón, Corea del Sur, América Latina; e) last but not least, la extensión de la crítica anticapitalista y de movimientos políticos anticapitalistas, y de otros que radicalizaban las luchas antimperialistas, de modo de producir una virtual amenaza para el patrón mundial de poder en su conjunto.

Todos esos procesos, movimientos y conflictos, produjeron un escenario inequívocamente revolucionario en su conjunto, en la medida en que, aunque de modos y medidas desiguales según regiones o problemas, era el patrón de poder mundial, como tal, sea en sus regímenes de explotación o de dominación, o en ambas dimensiones, el que estaba en cuestión y en algún momento, como al final de los 60s., en efectivo riesgo.

Fue la derrota de todo ese contexto, por la combinación de medidas de re-concentración del control sobre el trabajo, que se produjo durante la crisis mundial del capitalismo, y de la derrota de los movimientos que algunos llaman "antisistémicos", primero por una alianza entre los regímenes rivales dentro del sistema, y de la derrota y desintegración posterior de los regímenes rivales más influyentes (la ex Unión Soviética, el "campo socialista" europeo), lo que ha permitido a los estado-nación más poderosos del patrón mundial de poder, la rápida y relativamente fácil, sin resistencia apreciable hasta ahora, re-concentración del control de la autoridad pública, en muchos casos, una clara re-privatización del estado, como en el caso peruano mediante el regimen fujimorista.


¿Que es esto de la "globalización"?

Todo lo anterior faculta llegar a ciertas proposiciones necesarias:

1) la "globalización" consiste, ante todo, en una re-concentración de la autoridad pública mundial, en rigor una re-privatización del control de la autoridad colectiva, sobre cuya base se impulsa la profundización y la aceleración de las tendencias básicas del capitalismo;

2) se trata, así, de una reconfiguración del sistema de dominación política, asociada a las más recientes tendencias de la explotación o control capitalista del trabajo;

3) la correspondiente expresión institucional en el "centro" es, de un lado, la configuración de un Bloque Imperial Mundial, integrado por los estados-nación que ya eran mundialmente hegemónicos, bajo el predominio del principal de ellos, el de Estados Unidos;del otro lado, el bloque de corporaciones mundiales de capital financiero;

4) El Bloque Imperial Mundial está tramado estructuralmente con las instituciones de control y de administración del capital financiero mundial, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Club de París, y de control y administración de la violencia mundial como el Tratado del Atlántico Norte o el Sistema Interamericano de Defensa Regional;

5) El conjunto de esa trama institucional, estatal y paraestatal, tiende a operar como un gobierno mundial invisible;

6) en la "periferia", la expresión institucional más destacada del proceso es la des-nacionalización y des-democratización de los estados de tendencia nacional y, en ese específico sentido, se trata de una continua erosión de las tendencias de moderno estado-nación en las áreas no-centrales del capitalismo;

7) en la medida en que el conjunto de tales procesos es el resultado de la derrota mundial de los regímenes, organizaciones y movimientos rivales o antagónicos al patrón de poder capitalista mundial colonial/moderno y eurocentrado, la actual “globalización” de este patrón de poder tiene el carácter de un proceso contrarrevolucionario a escala global.

Ese carácter básicamente político de la llamada "globalización" da cuenta de que no se trata, como en su imagen mítica, de una suerte de fenómeno "natural", inevitable e inescapable en consecuencia. Por el contrario se trata del resultado de un vasto y prolongado conflicto por el control del poder, del cual salieron victoriosas las fuerzas que representan la colonialidad y el capitalismo. Y, en consecuencia, la "globalización" es una inevitable arena de conflictos tanto entre los vencedores y vencidos, como entre los propios vencedores, suceptible entonces de otros resultados.

Sólo al pasar, por esta vez, es pertinente señalar que la re-concentración del control sobre el trabajo y sobre la autoridad pública, no han implicado una pareja re-concentración del control global sobre todas las otras áreas del poder, especialmente en las relaciones intersubjetivas de dominación social, la de "raza", la de "género" y en el modo de producir conocimiento. La colonialidad del poder, la familia burguesa y el eurocentrismo siguen siendo, sin duda, mundialmente hegemónicos. Pero en esas dimensiones del actual patrón de poder y en sus respectivas instituciones, hasta hoy la crisis no se ha hecho sino más profunda y más explícita.


¿De la perspectiva nacional a la global?

Algo hay también en este campo que, si no es exactamente nuevo, de todos modos es probablemente novedoso para muchos no estudiosos del asunto. Se trata del cambio de perspectiva implicada en la idea y en la imagen vinculadas al término "globalización". Después de mucho tiempo ahora es posible, inclusive es casi un consenso común, confrontar el poder y en primer término el capitalismo, en su verdadera y permanente escala: global.

No sólo Marx, en verdad, sino virtualmente todos los que después de él debatían estas cuestiones, hasta antes de la Primera Guerra Mundial tenían en mente la idea de capitalismo mundial. Pero desde entonces hasta después de la crisis mundial iniciada a mediados de los 70s., la perspectiva global del capitalismo como patrón mundial de control del trabajo fue arrumbada a favor de la perspectiva llamada nacional, esto es, referida al estado-nación.

Ese desplazamiento de perspectiva implicó, necesariamente, también un desplazamiento de problemática, o, en otros términos, de las principales preguntas significativas que era pertinente hacerle a la experiencia (o a la "realidad") y de la significación atribuible a las observaciones, a los descubrimientos o a las verificaciones.

Dichos desplazamientos de perspectiva y de problemática ocurrieron bajo la impronta hegemónica del eurocentrismo como perspectiva básica de conocimiento. La referencia privilegiada al estado-nación a la europea no tendría sentido de otro modo, ya que no había llegado, ni lo ha hecho hasta hoy, a ser la real estructura de autoridad pública de la "periferia".

Esos desplazamientos afectaron, aunque en modos y medidas diferentes, a todas las vertientes del debate. Esto es, no solamente a los defensores del capitalismo y de sus formas asociadas de poder, sino también a quienes ejercían o intentaban ejercer su crítica teórica y política. Mientras que para aquellos se facilitaba la defensa teórica de su sistema, para los últimos el resultado fue teórica y políticamente desastroso. En primer lugar, se perpetuó la ahistórica visión dualista/evolucionista entre los llamados pre-capital y capital. En segundo lugar, se perdió de vista el carácter global de las relaciones fundamentales entre los procesos de dominación y de explotación, de los procesos de clasificación social y de sus relaciones con los espacios particulares de dominación llamados, con razón o sin ella, nacionales.

En esas condiciones no era posible reconocer, puesto que no se las podía ver, las tendencias del capitalismo que ahora están a la vista de todos y que por eso, principalmente, se presumen nuevas. En especial, la polarización social global de la población mundial entre una minoría rica y una inmensa mayoría continuamente empobrecida, la constante concentración de capital, la continua revolución de los medios de producción, y la tendencia al agotamiento del interés y de la necesidad de convertir la fuerza de trabajo en mercancía.

Esa perspectiva no solamente tomaba a un estado-nación, real o supuesto, como unidad de estudio sino como perspectiva teórica y metodológica para indagar las tendencias y procesos generales del capitalismo. Esa perspectiva de conocimiento no podía ser sino reduccionista. Y, desde luego, desde ella no era en absoluto difícil demostrar que en los estados-nación modernos, de los países del "centro", las tendencias globales que ahora son patentes para todo el mundo, no tenían lugar, o no eran aún tan visibles como hoy. Que por lo tanto, las dificultades del desarrollo capitalista en los demás países eran una cuestión de "modernización", esto es, en sus términos, de ponerse en la misma ruta que los más "avanzados". O de tiempo y acierto en las medidas de política económica, para aquellos que ya hubieran ingresado en ese derrotero. En todo caso, era un problema "nacional" y debía resolverse por medio del Estado-Nación. Es decir, no era un problema del poder mundial, ni del capitalismo mundial.


Colonialidad y Estado-Nación en América Latina

El nacionalismo latinoamericano fue concebido y actuado desde una perspectiva eurocéntrica de estado-nación y nacionalismo, como una lealtad a una identidad establecida o asumida por los beneficiarios de la colonialidad del poder, al margen y no pocas veces en contra de los intereses de los explotados/dominados colonial y capitalistamente. Por eso el liberalismo latinoamericano se empantanó en la quimera de una modernidad sin revolución social. El "materialismo histórico" naufragó en otro pantano, de naturaleza igualmente eurocéntrica: la idea de que los dominadores de estos países eran y son, por definición, "burguesías nacionales y progresistas". De ese modo se confundió a las víctimas y se desviaron sus luchas por la democratización/nacionalización de sus sociedades, donde la descolonización social, material e intersubjetiva, es la condición sine qua non de todo posible proceso de democratización y de nacionalización.

La descolonización es el piso necesario de toda revolución social profunda. Inclusive para un enérgico desarrollo del capitalismo en estos países se requeriría de esa revolución/descolonización, como lo demuestra el destino de esta región en la economía mundial y los inútiles e inconducentes proyectos y discursos actuales de "integración" de mercados, sea en el Pacto Andino o en el Mercosur 32.

Mientras esas condiciones no sean removidas, la soberanía nacional no puede consistir en la defensa de los intereses de los dueños del estado de una sociedad colonial y del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, antes socios menores de los intereses imperiales, hoy apenas sus agentes administradores en el espacio de dominación llamado nacional. Eso es antagónico de los intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. El fujimorismo es la más acabada expresión de esa perversa experiencia 33.

En las condiciones de la "globalización" contrarrevolucionaria del mundo, el desarrollo de estados-nación a la europea es un camino ciego. Y el discurso de que somos sociedades multiétnicas, multiculturales, multietc., etc., no implica, no podrá implicar, la real descolonización de la sociedad, ni del estado, y en varios casos, de los cuales el Fujimorismo en el Perú es la ilustración par excellence, sirve para escamotear las presiones para la relegitimación del racismo/etnicismo y desvirtuar las luchas sociales en contra de esas formas de dominación 34.

Para los países donde la colonialidad del poder es el fundamento real de las relaciones de poder, la ciudadanización, la democratización, la nacionalización, no pueden ser reales sino de modo precario en el modelo eurocéntrico de estado-nación. Los pueblos latinoamericanos tendremos que encontrar otra vía alternativa. La comunidad y la asociación de comunidades como la estructura institucional de autoridad pública, local y regional, asoman ya en el horizonte, con el potencial de llegar a ser no sólo el marco institucional más apto para la democracia de las relaciones cotidianas entre las gentes, sino estructuras institucionalizadas más eficaces y más fuertes que el Estado, para el debate, la decisión, la planificación, la ejecución y la defensa de los intereses, necesidades y trabajos y obras de vasto aliento de la población del mundo..

La cuestion de la democracia

Lo que el término democracia mienta en el mundo actual, en el patrón mundial de poder colonial/moderno/capitalista/eurocéntrico, es un fenómeno concreto y específico: un sistema de negociación institucionalizada de los límites, de las condiciones y de las modalidades de explotación y de dominación, cuya figura institucional emblemática es la ciudadanía y cuyo marco institucional es el moderno estado-nación 35.

La piedra de toque de ese sistema es la idea de la igualdad jurídica y política de los desiguales en las demás áreas de la existencia social. No es difícil percibir lo que en ella está históricamente implicado, la confluencia y la trama entre tres procesos: a) la secularización burguesa y su expresión en la nueva racionalidad eurocéntrica; b) las luchas entre el nuevo patrón de poder y el "antiguo orden" por la distribución del control de la autoridad colectiva; c) las luchas por la distribución del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, en el período del capital competitivo sobre todo entre los propios grupos burgueses, y desde el ingreso en el período monopólico, sobre todo entre el capital y el trabajo.

Fuera de esa confluencia histórica no se podría explicar, ni entender, la instalación de la idea de la igualdad social, de la libertad individual y de la solidaridad social, como cuestiones centrales de las relaciones sociales, como expresión de la racionalidad en el período de la modernidad. La des-sacralización de la autoridad en la configuración de la subjetividad, de modo que el foro interno individual fuera autónomo, es parte de la secularización de la sujetividad, del nuevo modo de la subjetificación de las gentes y es el fundamento de la libertad individual. Pero de otro lado, las necesidades del mercado capitalista, así como las luchas por el control del trabajo, de sus recursos y de sus productos empujaban a reconocer la igualdad social y la solidaridad de todos sus participantes. Esa confluencia de la ideas de igualdad social, de libertad individual y de solidaridad social, estan en la base misma de la admisión de que en la sociedad todos tienen por igual la posibilidad de participar en el control del trabajo, así como en el control de la autoridad colectiva, que de esa manera se hacía, por primera vez, pública. La democracia se establecía, de ese modo, como la cifra y compendio de la modernidad.

Dos elementos condicionaron, sin embargo, de modo decisivo esos procesos. En primer término, el nuevo patrón de poder tenía carácter moderno, pero capitalista. Por lo tanto, no sólo la racionalidad y la modernidad, sino también la desigualdad social, la explotación y la dominación le son constitutivas. El mercado, en consecuencia, operaba como piso de la igualdad, pero al mismo tiempo como su techo, es decir, como su límite. Esto es, el mercado pone en situación formal de igualdad agentes de desiguales condiciones sociales. De la misma manera, el foro individual no podía tener la misma ilimitada autonomía para todos los individuos en cualquiera de las áreas de existencia social donde el poder estaba comprometido: el sexo, sus recursos y sus productos, en primer lugar. Así, las mujeres no obtuvieron entonces ese foro propio, no podrían participar en el ámbito de lo público, sino sólo en lo privado, en el cual fueron recluidos la familia, la actividad sexual y sus productos, el placer y la prole. Lo mismo el trabajo, sus recursos y sus productos, en segundo lugar. Los que habían sido o serían totalmente vencidos en la lucha por el control respectivo y que no disponían por lo tanto sino de su propia fuerza de trabajo para participar en el mercado, no podrían tampoco ser iguales sino en los límites del mercado, ni individualmente libres más allá de su subalternidad.

De todos modos, las relaciones sociales desde entonces tendrían un carácter nuevo: su intersubjetividad marcada por el dominio de esa nueva racionalidad y su materialidad marcada por el mercado capitalista. En adelante, por lo tanto, el conflicto social consistiría, ante todo, en la lucha por la materialización de la idea de igualdad social, de la libertad individual y de la solidaridad social. La primera pone en cuestión la explotación. Las otras, la dominación. La democracia se constituía, así, en el área central del conflicto de interés dentro del nuevo patrón de poder. El entero proceso histórico de este específico patrón de poder ha consistido en el continuado despliegue de esa contradicción: de un lado, los intereses sociales que pugnan, todo el tiempo, por la continuada materialización y universalización de la igualdad social, de la libertad individual y de la solidaridad social. De otro lado, los intereses que pugnan por limitarlas y, en cuanto fuese posible, reducirlas o mejor cancelarlas, excepto para los dominantes. El resultado hasta aquí ha sido la institucionalización de la negociación de los límites y de las modalidades de dominación, y la ciudadanía es su expresión precisa. De los límites de la ciudadanía, depende la negociación de los límites y de las modalidades de la explotación. El universo institucional que de esas negociaciones ha resultado es el llamado Moderno Estado-Nación. Eso es lo que, en el actual patrón de poder, se conoce como democracia.

En segundo término, el nuevo patrón de poder era colonial/eurocéntrico. Es decir, estaba fundado en la colonialidad de la clasificación racial como clasificación social básica y universal y, por esa específica determinación, era eurocentrado. De esos rasgos se originó el hecho de que, durante casi dos siglos, desde fines del XVIII a mediados del XX, esa contradicción específica fundante de la democracia no pudiera establecerse plenamente sino en Europa Occidental. Primero, porque en esos países no estaba directamente presente la colonialidad de la clasificación social, gracias, precisamente, a la colonialidad impuesta entre los “europeos” y los demás miembros de la especie. Segundo, porque en ellos había sido concentrada la mercantización de la fuerza de trabajo, de modo que el capital era la relación social universal. Tercero, porque en ellos había sido erradicada la modalidad señorial de dominación. En cambio, en los demás lugares del planeta, conforme se fue expandiendo el colonialismo europeo, la colonialidad fue impuesta como la clasificación básica; debido a eso la forma dominante de explotación tendía a la exclusión del salario hasta fines del siglo XIX, y las formas de control de la autoridad tenían carácter estatal/colonial/señorial.

En todo caso, la plena institucionalización de la negociación de los límites y de las modalidades de dominación y de explotación aparece consolidada en las sociedades “europeas” (Europa Occidental, Estados Unidos, Canada, Australia, Nueva Zelandia) aunque bajo la "globalización" comienza a estar a la defensiva. Y fue lograda de manera tardía y con claras limitaciones en aquellas que no fueron el resultado del colonialismo europeo y de la colonialidad del poder, como Japón, Taiwan, Corea del Sur. En todos los demás es todavía una trayectoria por recorrer, en la mayoría de los casos, o por culminar como, en particular, en América Latina.


Globalizacion y democracia

Circula profusamente en el debate político actual, la idea de que la democracia está en pleno curso de afirmación en todo el mundo. Esa idea se refiere al hecho de que la mayoría de los gobiernos actuales en el mundo son resultados de elecciones. El voto, en consecuencia, es asumido como la exclusiva institución definitoria de la democracia 36.

Esa idea de democracia es una expresión del creciente carácter tecnocrático de la racionalidad burguesa y eurocéntrica y escamotea dos problemas. Primero, que el gobierno de todos los estados, y en especial el de aquellos no democráticos y no-nacionales o no plenamente nacionales, es ejercido cada vez más por tecnoburocracias no elegidas y por completo al margen de la voluntad de los votantes o, peor, en contra de ella 37. Esa patente tendencia es encubierta, sin embargo, en un grosero contrabando intelectual, un argumento que a despecho de ser casi ridículamente absurdo ha terminado siendo impuesto como un virtual sentido común: el gobierno de los asuntos económicos, sobre todo, y en general los asuntos del gobierno del estado, no son problemas políticos, sino técnicos !. Segundo, que esa relación entre políticas estatales y votos, no podría ser explicada por separado de la "globalización", esto es, del actual proceso de re-concentración del control de la autoridad pública, que reduce o busca reducir toda participación política de los ciudadanos que no sea la del voto, para hacer posible la actuación local, no siempre muy oculta, de una suerte de gobierno mundial tecnocrático o "transgovernance".

Con toda la vital importancia que tiene, sin la presencia de condiciones democráticas en las relaciones sociales básicas, el voto no sólo puede ser objeto de fraude, manipulado, escamoteado, sino que inclusive si es ejercido con plena legalidad, ya no puede asegurar a los votantes el control de las instituciones de autoridad pública, porque éstas son controladas de modo separado y, cada vez más, en contra de la explícita voluntad de los votantes.

No puede ser admitido, en tales condiciones, que la democracia esté, precisamente, en curso de expansión mundial y de afirmación. Todo lo contario. El capital financiero y la acumulación especulativa densenfrenada han pasado a tener el dominio de capitalismo mundial, del conjunto de la estructura mundial de acumulación. Y lo ejercen usando todos los recursos tecnológicos más avanzados y poniendo al servicio de sus propias finalidades e intereses la racionalidad y la producción del conocimiento. Esa es una tendencia estructural actual del poder colonial/capitalista en el mundo. Su desarrollo requiere que los espacios democráticos en la sociedad sean reducidos, porque dichos espacios implican, necesariamente, una distribución igualmente democrática del acceso y del control del trabajo, de recursos y de productos, del sexo, de sus recursos y de sus productos, de la subjetividad y en primer lugar del conocimiento. Para todo eso, es indispensable la distribución democrática del control de la autoridad pública, esto es, del estado. El moderno estado-nación se constituye, tendencialmente, de ese modo y sobre esas bases. Pero las necesidades actuales de la acumulación especulativa, requieren, también necesariamente, la reducción de esos espacios y, donde sea posible, su eliminación o la desvirtuación de sus instituciones, como la ciudadanía y el voto.

El carácter capitalista del poder que se “globaliza” y el dominio del capital especulativo dentro de la etapa actual del capitalismo, son contrarios a la democratización de la sociedad y en esa medida de su nacionalización, ya que todo estado-nación moderno es nacional sólo en tanto y en cuanto es organización y representación políticas de una sociedad democrática.. Esta específica "globalización" va des-ocultando cada vez más que va en contra de los procesos de nacionalización/democratización en todas las sociedades y estados, más inmediata y drásticamente en contra de la afirmación de estados-nación de la “periferia" y en particular donde la colonialidad del poder preside las relaciones sociales, como en los países latinoamericanos.

Por otra parte, no obstante toda su reconocida capacidad distorsionante, la racionalidad eurocéntrica pudo ser llevada a admitir la crítica y el debate de sus elementos distorsionantes, y más recientemente de su colonialidad. En esa medida y en esas condiciones fue uno de los fundamentos centrales de la legitimación mundial de las ideas de igualdad social, de libertad individual, y de solidaridad social, lo que legitimó las luchas de los explotados, de los dominados, de los discriminados, no sólo contra sus opresores, no sólo para cambiar de lugar en el poder, sino también contra la opresión, contra el poder, contra todo poder. Pero desde la crisis mundial de mediados de los años 70s del siglo XX, las necesidades y los intereses de la explotación presionan contra esa racionalidad.

Las predatorias tendencias del capitalismo actual y la reconcentración del control mundial del poder con el Bloque Imperial mundial, abren sitio a los fundamentalismos, a todos los prejuicios y mitos sobre los que se funda la sacralización de las jerarquías sociales; presionan en dirección del uso exclusivamente tecnocrático del conocimiento, de la ciencia, de la tecnología, con el propósito explícito y excluyente de fortalecer la explotación, la dominación, incluyendo ahora la intervención tecnológica en la biología humana para perpetuar la discriminación racista/etnicista, en servicio de los privilegios impuestos, a través del colonialismo y del imperialismo, contra la inmensa mayoría de la especie.

Está activa mundialmente una presión hacia la des-modernización de la vida de las gentes, no en el sentido de la crítica y eliminación del carácter colonial de la versión eurocéntrica de la modernidad, sino por la relegitimación de las más opresivas formas de poder. El poder ha sido casi eliminado como cuestión de investigación, de debate y en particular de crítica, excepto en un sentido tecnocrático y administrativo. De ese modo se legitima una postura cínica como orientación de la conducta cotidiana, ya que el poder como elemento de las relaciones sociales, de todas las relaciones sociales, no puede ser excluido en realidad 38. El capital financiero presiona hacia la radical mercantización de todo conocimiento y el Bloque Imperial Mundial procura la militarización del control de la investigación científica y de la tecnología 39. El capitalismo especulativo que signa esta etapa de la “globalización” exacerba todas y cada una de esas tendencias.

En ese específico sentido, la "globalización" implica riesgos más profundos y decisivos que en momento alguno de la historia de los últimos 200 años. Esta vez no se trata solamente de tendencias de autoritarismo, como el nazismo, el fascismo, el estalinismo, emergiendo a contrapelo de más fuertes tendencias democráticas que formaban, aún, parte del contexto histórico de la modernidad y que involucraban no solamente a los explotados y dominados, sino también a una parte importante de la burguesía mundial, puesto que las tendencias del capitalismo no habían podido llegar a sus extremos actuales por la resistencia mundial, por los conflictos entre poderes rivales, por las luchas mundiales contra el actual patrón de poder. Pero estas luchas fueron derrotadas y los confictos y rivalidades por la hegemonía mundial han sido controlados y han dado paso al Bloque Imperial Mundial. Por todo eso, ahora se trata, desafortunadamente, de tendencias que parecen configurarse en el piso mismo de la sociedad y de la cultura de este patrón de poder, en dirección a la formación y reproducción de un nuevo sentido común universal en el cual el poder, las jerarquías sociales, el control desigual del trabajo y de sus recursos y productos, el control desigual y concentrado de la autoridad y de la violencia, el control represivo y mercantil del sexo, de la subjetividad y del conocimiento, sean admitidos como legítimos y, en especial, como naturales.

Los procesos últimos del capitalismo requieren la más completa instrumentalización de la racionalidad eurocéntrica. De ese modo llevan a la re-legitimación de la desigualdad implicada en la extrema polarización social en curso, a la reducción de los márgenes democráticos de acceso al control del trabajo, de sus recursos y productos, así como de los márgenes de acceso al control de la generación y manejo de las instituciones de autoridad pública y de sus recursos, en particular de la violencia.

En tanto el capitalismo sea uno de los términos básicos del eje central del patrón actual de poder mundial, con procesos que necesariamente irán agudizando sus actuales necesidades o intereses, sus necesidades de dominación, principalmente política y cultural, serán empujadas en la misma dirección. Los esfuerzos políticos y tecnológicos del "transgobierno" mundial para concentrar todo el control de la comunicación y de la información, exactamente aquello que fascina a sus intelectuales y propagandistas como señal de "integración" mundial, del achicamiento del mundo, están en ese camino.

Las perspectivas: conflictividad y violencia

En la imagen mítica de la “globalización” que difunden los publicistas del capitalismo y del Bloque Imperial Mundial, estaríamos inmersos en un proceso que escapa a las intenciones y a las decisiones de las gentes. Se trataría, pues, de un fenómeno natural, frente al cual toda intervención intencional sería, es, inútil. La imagen que circula en todas partes es que enfrentarse a la “globalización” es como si un individuo pretendiera detener un tren parándose delante de él. Y como se trata de una integración económica, política y cultural del mundo, habría que admitir que se trata de una totalidad sistémica de la cual no hay como escapar o defenderse.

Sin embargo, la indagación precedente hace pertinente observar, primero, que no hay tal cosa como la globalización, pues no hay modo de que algún patrón de poder pueda ser del todo homogéneo, sistémico, mecánico u orgánico, y en general ninguna totalidad histórica. La heterogeneidad histórico-estructural de todo patrón de poder, implica que los ámbitos de existencia social y las respectivas formas de control articuladas en él no pueden tener ritmos sistémica u orgánicamente correspondientes. Lo que ocurre entre la “economía”, la “política” y la “cultura”, o, desde otra perspectiva, entre el trabajo, el sexo, la subjetividad y la autoridad colectiva, es una relación discontinua, histórica y estructuralmente, y del mismo modo en cada una de dichas áreas. Así es factible verificar hoy si se observa las brechas y contradicciones actuales dentro de la “economía”, en especial entre la “burbuja” especulativa y la producción de nuevo valor material. O en la “política” en las relaciones entre el Bloque Imperial Mundial y los procesos vinculados a la lucha actual por espacios autónomos para identidades nacionales, étnicas, etc. Y, obviamente, entre tales “economía” y “política”, o entre la crisis de la racionalidad eurocéntrica y las tendencias hacia una re-colonización de la intersubjetividad, o, en fin, entre la crisis de los patrones de clasificación social y las tendencias hacia una re-clasificación de la población mundial a escala global. Esas razones han llevado a algunos estudiosos a proponer pensar más bien en términos de “globalizaciones” en cada área y en diversos períodos 40

En segundo lugar, el carácter básicamente político de lo que se llama “globalización”, tal como ha quedado mostrado, en especial respecto de la secuencia entre un período de cambios y riesgos revolucionarios, cuya derrota permite imponer el Bloque Imperial Mundial, despeja la curiosa idea de que se trata de una suerte de fenómeno natural y no un avatar de las disputas de poder y en consecuencia sujeto, sin duda, a las intenciones y a las decisiones de las gentes, cualquiera que sean los plazos del conflicto y de sus resultados.

En tercer lugar, la estructura de poder que se procesa en la “globalización”, tanto en las relaciones de explotación, como en las de dominación, muestra como uno de sus problemas inherentes una extremada conflictividad: entre capital y un universo de trabajo más heterogéneo y menos controlable en consecuencia; entre el capital financiero y una masa de trabajadores entrampados entre la falta de empleo asalariado e ingresos, y la inescapable necesidad de sobrevivir en el mercado; entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más numerosos y cada vez más pobres; entre el Bloque Imperial Mundial y los estados locales y sus tendencias nacionales y regionales; entre los estados que pugnan por hegemonías regionales; entre las luchas por la reducción o simple extinción de la democracia y las que pugnan por su consolidación política y su ampliación a la sociedad; en fin, entre las tendencias crecientes de reduccionismo tecnocrático en el modo de producir conocimiento y las tendencias mundiales hacia otra racionalidad no-eurocéntrica 41

La anterior no es, de modo alguno, una enumeración exhaustiva. Pero pone al descubierto fuentes y tendencias insanables de conflicto que comienzan a emerger a la superficie y a transformarse en luchas activas. Esa extrema conflictividad inherente al momento actual del patrón de poder mundial, es también la señal de su imposible estabilidad. Y esas condiciones no pueden significar sino el potencial igualmente extremo de violencia contenido en esta situación y que tiene expresiones cuya ferocidad es patente para todos, en el Golfo Pérsico, en el Cuerno de Africa, en Ruanda-Burundi-Congo, en los Balcanes, en el Medio Oriente, en la ex Union Sovietica, como en Chechnia ahora, o en América Latina en Colombia y en todo el área andino-amazónica. Esa violencia, muy probablemente, no está sino comenzando.

Y ni siquiera hemos aún tocado los posibles conflictos más violentos que parecen estar preparándose en el futuro entrevisible: las disputas entre el Bloque Imperial y China (y eventualmente China-India-Rusia); dentro del Bloque entre USA y la Unión Europea, de cada uno y de ambos con Japón o con Rusia. Difícil admitir, frente a esas perspectivas, las imágenes mistificadas que circulan en el universo de comunicación y de información bajo control del capital financiero global.

En suma, la “globalización” del patrón de poder mundial, amenaza con llevar a sus extremos la polarización social, la reconcentración de control del poder mundial en manos de una pequeña minoría de la especie, con la re-colonización del mundo dentro de una estructura imperial de dominio al servicio de las peores formas de explotación y de dominación; amenaza con la des-democratización, ergo la des-modernización de las relaciones sociales, materiales e intersubjetivas, con la extrema tecnocratización del conocimiento. Pone al descubierto, por primera vez de manera explícita, la vieja amenaza eurocéntrica de una barbarie técnica.


Las opciones alternativas

Lo primero que requiere ser establecido con toda claridad es que la integración mundial de la comunicación, de la información, del transporte, del intercambio de bienes y de servicios, así como las mutaciones de nuestras relaciones con el tiempo y con el espacio, no tienen que estar siempre o necesariamente asociadas con el aumento de la explotación y de la dominación en el mundo, ni con el agravamiento de la conflictividad y de la violencia, como ocurre con las actuales tendencias del capitalismo globalizado. Lo que está en cuestión no es, en consecuencia, la integración del mundo, sino el carácter capitalista, contrarrevolucionario y predador del actual poder mundial que se “globaliza”.

La integración democrática del mundo es uno de los más ilustres y persistentes sueños de la especie. De lo que se trata, por lo tanto, no es de impedir la integración del mundo, sino, por el contrario, de permitir su más completo desarrollo, de liberarla de la conflictividad sistemática y de la perversa violencia que desatan las actuales tendencias del capitalismo, de modo que la diversidad de la especie deje de ser un argumento de la desigualdad en la sociedad, y que la población del planeta se integre en un mundo de relaciones entre gentes de identidades diversas, socialmente iguales e individualmente libres.

En esta perspectiva, de lo que se trata es, en primer lugar, de liberar el proceso de integración mundial de las tendencias del capitalismo y del Bloque Imperial Mundial. Eso implica, necesariamente, la redistribución mundial del poder, esto es, del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos; del control del sexo, de sus recursos y de sus productos; del control de la autoridad colectiva, de sus recursos y de sus productos; del control de la subjetividad y, ante todo, del modo de producción del conocimiento. Tal redistribución significa el regreso del control de cada uno de los ámbitos vitales de la existencia social a la vida cotidiana de los hombres y mujeres de esta tierra.

Es verdad que durante más de dos décadas, la desintegración del “campo socialista” europeo, la derrota mundial de los movimientos “antisistema”, el eclipse del “materialismo histórico” como discurso legitimador del “socialismo”, entre los principales elementos que se desencadenaron junto con la crisis mundial desde mediados de los 70s., permitieron que la integración del mundo ocurriera como globalización de la dominación imperialista. La derrota política fue acompañada de la desintegración social y política del mundo del trabajo y de sus asociados. Originó la desmoralización y la desocupación políticas, cuando no la abierta descomposición política de los derrotados. Produjo entre ellos una profunda y mundial crisis de identidad social, la fragmentación y la dispersión de sus agrupamientos sociales y políticos, subalternizó de nuevo el discurso social de los dominados y explotados, incluso reconfiguró su patrón de memoria. Entre tanto el capital financiero pudo llevar a cabo, casi sin resistencia, su acción predatoria contra sociedades y estados dependientes y contra la abrumadora mayoría de trabajadores. Ese tiempo está, sin embargo, comenzando a terminar. La resistencia está comenzando mundialmente. Para los latinoamericanos basta mirar en torno, ya que las luchas sociales han creado ya crisis e inestabilidad políticas en toda América del Sur.

Todo tiempo de derrota de los explotados y dominados permite a los que controlan el poder llevar a cabo profundos cambios en las relaciones sociales de poder y muchos de ellos profundos e irreversibles. Sería inútil o, peor, derrotado de antemano, todo intento de lucha por la simple restauración de lo que ha sido destruido o cambiado. La nostalgia no tiene el mismo rostro, ni mira en la misma dirección, que la esperanza. Pero, en ausencia de una propuesta solvente y admitida de re-conocimiento de la realidad y de sus opciones reales de cambio en beneficio de las víctimas del poder, en períodos semejantes las luchas de resistencia comienzan, casi siempre, con la memoria de lo perdido, porque se trata de reconquistar las pocas concesiones arrancadas a los explotadores y dominadores.

Y lo que ha sido perdido en estos años es muy grande y muy fuerte: empleo estable, ingresos adecuados, libertades públicas, y en la mayoría de los países del mundo, los espacios de participación democrática en la generación y gestión de la autoridad pública. En otros términos, la explotación se ha hecho más fuerte y la dominación más directa. Las luchas de resistencia en todo el mundo se dirigen, precisamente, a la reconquista de empleo, de salarios, de espacios democráticos, de participación en la gestión del estado. El problema, no obstante, es que en las tendencias actuales del capitalismo, no existen ya condiciones para la expansión del empleo asalariado, sino por el contrario para su continuada reducción 42. Si eso es cierto, la fragmentación, la dispersión, la heterogeneidad de identidades sociales, étnicas y culturales de la población mundial de los trabajadores, no hará sino aumentar. En esas condiciones, la erosión de los espacios ganados en la democratización y nacionalización de los estados locales de la “periferia” tampoco es, probablemente, revertible en la mayoría de los casos 43.

Las necesidades actuales del capital presionan hoy, incluso en los países del “centro”, por la reducción de los espacios democráticos de negociación de los límites de la explotación y de la dominación y por la desvirtuación de sus propósitos, identificado la democracia apenas con el voto. En la vasta “periferia”, la colonialidad del poder bloqueó la plena democratización y nacionalización de sociedades y estados y hoy las presiones del Bloque Imperial Mundial reducen continuamente los espacios ganados y en muchos casos han logrado casi anularlos. Y sin el control de la autoridad pública o sin siquiera una plena y consolidada participación en su constitución y en su gestión, los límites de la explotación y de la polarización social actual no pueden ser controlados.

La lucha por la democratización y nacionalización de sociedades y estados es, sin duda, todavía una tarea mundialmente importante en la defensa de los derechos conquistados o de su reconquista. Pero es indispensable admitir que ese es un camino limitado, si se mantiene la perspectiva eurocéntrica de estado-nación moderno. Y en todo caso, ahora es visible que en el más moderno, democrático y nacional de los estados, la democracia no ha dejado de ser, no podrá dejar de ser, más que un espacio de negociación institucionalizada de las condiciones, de los límites y de las modalidades de explotación y de dominación.

De otro lado, dadas las tendencias de limitación creciente a la mercantización de la fuerza de trabajo, de creación y de ampliación del empleo asalariado, la heteregenización, la fragmentación, la dispersión, la multiplicación de intereses y identidades locales, conspiran de modo creciente contra la organización y movilización de los trabajadores en las formas establecidas durante los siglos XIX y XX. Y en esas condiciones, la lucha por el control del estado es un camino limitado y podría ser, en fin de cuentas, ciego. Esto es, el control más o menos democrático del estado, la ciudadanía como igualdad jurídica de desiguales en el poder, no llevó, no puede llevar, hacia una continua expansión de la igualdad social, de la libertad individual y de la solidaridad social, de la democracia en suma. Los espacios ganados están ahora en cuestión en el "centro" y son erosionados sin cesar en la "periferia". Y en las actuales condiciones sociales y políticas y de probable o cierto desarrollo de sus ya señaladas tendencias, las luchas de los dominados por el control del estado podrían ser exitosas sólo de modo excepcional y precario.

La prolongada experiencia ha demostrado, largamente también, que es inútil tratar de imponerle a la realidad nuestros deseos y aspiraciones por atractivos y plausibles que pudieran ser o parecer. En lugar de eso, es indispensable observar en el escenario actual del mundo las tendencias y posibles tendencias que implicarían otras formas de organización, de identificación de los trabajadores y de organización de la sociedad.

En esa perspectiva, es demostrable hoy que son los propios procesos del capitalismo y las tendencias de dominación imperial las que están impulsando tendencias alternativas. Así, de un lado, en el área del control del trabajo, de los recursos y de los productos, debido a las limitaciones en la mercantización de la fuerza del trabajo y de la correspondiente crisis en la producción de empleo asalariado, están de regreso la esclavitud, la servidumbre personal, la pequeña producción mercantil independiente es más ubicua que nunca y es el corazón de lo que se etiqueta como "economía informal". En el área del control de la autoridad, la formación del Bloque Imperial Mundial y la erosión de los procesos locales de estado-nación en la "periferia", están asociadas a la reproducción de formas locales, pre-modernas, de autoritarismo, de jerarquización de la sociedad y de limitación a la individuación, como ocurre con las tendencias fundamentalistas en todo el mundo. Empero, frente a ellas también estan en re-expansión la reciprocidad en la organización del trabajo y la comunidad como estructura de autoridad pública.

Esas tendencias requieren ser estudiadas y debatidas en relación con su potencial de ampliación y consolidación de la igualdad social., de la libertad individual y de la solidaridad social a escala global. Ya se sabe que en la esclavitud o la servidumbre, todo resquicio de democracia es nulo o sólo existe para los amos, una reducida minoría. Lo que el salariado y el capital permiten en términos de democracia, ya ha sido verificado hasta el fondo, así como se verifican ahora sus crecientes limitaciones y sus probables caminos ciegos en un plazo no muy largo. En cambio la reciprocidad consiste, precisamente, en el intercambio socializado del trabajo y de la fuerza de trabajo, de sus recursos y de sus productos. Y la comunidad como estructura de autoridad es, sin duda, la forma de socialización o democratización plena del control de la generación y de la gestión de la autoridad pública. Y ambas tendencias tienen lugar ahora en el mundo urbano nuevo, en el producido como escenario central de la sociedad y de la cultura del capitalismo y de la modernidad, como relaciones libres entre individuos libres 44

La teoría eurocéntrica sobre la democracia coloca los arreglos de autoridad entre los señores esclavistas de la polis ateniense del siglo V a.c., como el momento de origen del linaje europeo occidental de la democracia, y a la institucionalización de los arreglos de poder entre el señorío feudal y la Corona en Inglaterra, en el siglo XIII, en la famosa Carta Magna y después en el Parlamento, como el momento de reiniciación moderna de su historia. No por casualidad, sino porque permite perpetuar el mito del individuo aislado, concentrado en sí mismo y contrapuesto a lo social, y del mito que lo funda y que funda en realidad la versión eurocéntrica de la modernidad, el mito del estado de naturaleza como momento inicial de la trayectoria civilizatoria cuya culminación es, por supuesto, "Occidente".

Esa teoría, sin embargo, bloquea la percepción de otro linaje histórico de la democracia, sin duda más universal y más profundo: la comunidad como estructura de autoridad, esto es, el control directo e inmediato de la autoridad colectiva por los pobladores de un espacio social determinado. Para no ir más lejos, ese linaje no está ausente de la propia historia de Europa Occidental. En el mismo siglo XIII las comunidades campesinas del área helvética, se reunieron y acordaron asociarse, como comunidades, en la Confederación Helvética, para defenderse conjuntamente del despotismo feudal y del despotismo imperial. La actual República Suiza, es la adaptación de esa trayectoria a las condiciones del capitalismo y del estado-nación moderno, pero manteniendo dos instituciones claves de la democracia directa: el referendum, es decir la consulta a la ciudadanía de toda decisión que afecte de modo significativo la vida colectiva, y la ausencia de fuerzas armadas profesionales, separadas del control de la ciudadanía. La defensa exterior y la seguridad interior son realizadas de modo directo, institucionalizado, por la comunidad. No en balde Suiza ha sido reconocida como un modelo particular de democracia avanzada en las condiciones del capitalismo.

Estas son, por supuesto, proposiciones de investigación y de debate. Pero si no son arbitrarias, si las tendencias señaladas son activas y vitales en el mundo actual, con la formación de comunidades y de asociaciones regionales de comunidades, como estructuras genuinamente democráticas de autoridad pública, como formas de autogobierno popular en muchas áreas urbanas y semi-urbanas del mundo, sobre todo en la "periferia" y con la reciprocidad como forma de organización del trabajo y de distribución democrática de sus recursos y de sus productos, asociada hoy en parte a la llamada "economía informal" en todo el mundo, un horizonte nuevo está, quizá, emergiendo para las luchas mundiales por una nueva sociedad, en la cual la democracia no sea sólo la negociación institucionalizada del conflicto continuo entre vencedores y vencidos, sino el modo de la vida cotidiana de las gentes.

Lima, Diciembre del 2000


1 Acerca de esa propuesta ver de Aníbal Quijano: Poder y Derechos Humanos. En: PODER, SALUD MENTAL Y DERECHOS HUMANOS. Ed. CECOSAM 2001, Lima, Perú.

2 La discriminación de "género" es, quizá, la más antigua en la historia de la especie. Pero en el actual patrón mundial de poder ha quedado subordinada a la colonialidad del poder. Y en tanto que sobre ella hay un prolongado debate y una inagotable literatura, aquí me parece necesario poner énfasis en la colonialidad específica del actual patrón de poder.

3 Ver de Aníbal Quijano Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina. En Edgardo Lander, comp. Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencias Sociales. CLACSO-UNESCO 2000, Buenos Aires, Argentina, pp. 201-246. Aquí, sin duda es útil hacer notar que los términos "colonialidad" y "colonialismo" dan cuenta de fenómenos y de cuestiones diferentes. El "colonialismo" no se refiere a la clasificación social universalmente básica que existe en el mundo desde hace 500 años, sino a la dominación político-económica de unos pueblos sobre otros y es miles de años anterior a la colonialidad. Ambos términos están, obviamente, relacionados, puesto que la colonialidad del poder no habría sido posible históricamente sin el específico colonialismo impuesto en el mundo desde fines del siglo XV.

4 Ver Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, cit.

5 Esta discusión en Aníbal Quijano: Estado-Nación, Ciudadanía y Democracia, Cuestiones Abiertas. En Heidulf Schmidt y Helena Gonzáles, eds. Democracia para una Nueva Sociedad, Nueva Sociedad 1998, Caracas, Venezuela. Y en El Fantasma del Desarrollo, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, No. 2, 2000. Universidad Central de Venezuela,Caracas, Venezuela.

6 Ver Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, cit; también, del mismo autor, Towards a Non-Eurocentric Rationality, documento aún no publicado del Simposio sobre Subalternidad y Colonialidad, Duke University, Octubre de 1998; y Colonialidad del Poder y Clasificación Social, en Festschrift for Immanuel Wallerstein, vol I, Fernand Braudel Center 2000, Binghamton University, New York, USA.

7 De cierto modo, la propuesta hegeliana, desarrollada por Kojéve y retomada por Fukuyama (El fin de la Historia), implica esa idea de culminación de este patrón de poder. Ver Aníbal Quijano: ¿El fin de Cual Historia ?, en ANALISIS POLITICO, revista del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, No. 32, Sept-Dic. 1997, pp. 27-32, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.

8 Sobre las implicaciones de la "revolución científico-tecnológica", es muy ilustrativo seguir el curso que va de los estudios del Colectivo Radovan Richta en Praga, antes de la invasión de los tanques rusos en 1969, hasta la visionaria "aldea global" macluhaniana. Ver, por ejemplo, Aníbal Quijano: Tecnología del Transporte y Desarrollo Urbano, en el volumen colectivo APROXIMACION CRITICA A LA TECNOLOGIA EN EL PERU. Mosca Azul, 1982, Lima, Perú.

9 Nancy Birsdall: Life is Unfair: Inequality in the World. En Foreign Policy, Summer 1998, pp.76-93. Carnegie Endowment for International Peace. También en Robert Griffiths, ed. Developing World 99/00. Dushkin-Mc Graw Hill, 1999. Guilford, CT, USA, pp.25-34.

10 Ver Paul Krugman: The Right, the Rich and the Facts: Deconstructing the Income Distribution Debate. En American Prospect, Fall 1992. De Michael Bruno, Martin Ravallion y Lynn Squire: Equity and Growth in Developing Countries. Washington, World Bank 1996, citado en Nancy Birsdall, op.cit, Developing World 99/00, op.cit, pg 33. Sobre Brasil, véase las cifras más recientes: “El Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), órgano federal, acaba de divulgar índices aterradores, que valen como balance de estos cinco años y cuatro meses de gobierno de FHC: 1% de la población tiene en sus manos una riqueza superior al del 50% de los brasileños. O sea, cerca de 1,6 millones de personas poseen una fortuna superior a la suma de los bienes de 83 millones de brasileños. El 19,6% de las familias tienen una renta mensual de, al máximo, 1/2 salario mínimo". Frei Beto: Los rumbos de la oposición. En América Latina en Movimiento, ALAI, No. 314, 23 de Mayo, 2000, pp.2-3. Y en Venezuela, según el Informe de CEPAL, el ingreso del 40% urbano más pobre cayó del 16.8% al 14. 7% entre 1990 y 1997, mientras el del 10% urbano más rico subió del 28.4% al 32.8% en el mismo período ( CEPAL 1998, Panorama Social de América Latina, p.64).

11 Developing World 99/00, op.cit., p. 46

12 "This past year (1996.AQ) the government of Uganda spent only $3 per person on health care, but spent $17 per person on repaying its foreign debt. Meanwhile, one in the five Ugandan children will not reach their fifth birthday as a result of diseases that could be prevented throguh investment in primary health care". Marie Griesgraber: Forgive our Debts: The Third World's Financial Crisis. En The Christian Century, January 22, 1997, pp.76-83

13 Por ejemplo, Jeremy Rifkin: The End of Work. Jeremy Tarcher Inc. 1996. New York. También Dominique Meda: Le Travail, une valeur en voie de disparition. Champs, Flamarion 1995. Paris, Francia. La investigación sobre las tendencias en las relaciones entre trabajo y capital se refiere exclusivamente al empleo asalariado. Sus hallazgos han producido una numerosa familia de categorías: la “flexibilización”, la “precarización”, la “subcontratación”, el regreso del “putting-out system”, la “informalización”, entre las principales de una abundante literatura. Sobre América Latina, véase, por ejemplo, de V.E.Tokman y D. Martínez, eds.: Flexibilización en el Margen: La reforma del contrato de trabajo. OIT, 1999. De los mismos editores: Inseguridad Laboral y Competitividad. Modalidades de Contratación. OIT, 1999. También los estudios del Primer Encuentro Latinoamericano de Estudios del Trabajo. Carlos Santiago, ed. Revista de Administraciónb Pública, Universidad de Puerto Rico, 1996.

14 En 1991 la OIT reconocía la existencia de unas 6 millones de gentes en situación de esclavitud en el mundo. La ONU encargó a una Comisión el estudio de ese problema. El Informe de esa Comisión en 1993 señala que existirían 200 millones de esclavos en la población mundial. Véase la Entrevista de Jose de Souza Martins en Estudos Avançados, Revista del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo (USP), No. 31, 1997. Sao Paulo, SP, Brasil.

15 Según esas informaciones, el capital financiero actual tiene un carácter casi opuesto al del período pre-crisis. El anterior servía para promover inversión productiva. El actual es casi puramente parasitario, ergo predatorio.

16 El estudio y el debate de estas tendencias comenzó en América Latina ya desde mediados de los años 60, en el debate sobre la cuestión de la marginalización. Desde esa perspectiva, véase, principalmente, de José Nun Sobrepoblación Relativa, Ejército Industrial de Reserva y Masa Marginal, en Revista Latinoamericana de Sociología, vol V, # 2, julio 1969. Y de Aníbal Quijano, los textos incluídos en Imperialismo y Marginalidad en América Latina, Mosca Azul 1977. Y también Crisis Capitalista y Clase Obrera, en el volumen colectivo Crisis Clase Obrera, ERA 1975, México.

17 En América Latina, aunque el debate general sobre la crisis capitalista ya estaba en el aire desde mediados de los 70s, probablemente fue el brasileño Celso Furtado uno de los primeros en llamar la atención sobre la hegemonía del capital financiero y sobre sus implicaciones. Ver de Aníbal Quijano Transnacionalización y Crisis de la Economía en América Latina. En CUADERNOS DEL CEREP, 1984. San Juan, Puerto Rico. Sobre el debate reciente, desde la perspectiva de las áreas dependientes y periféricas del capitalismo, véase de Kalvajit Singh: Globalization of Finance, Zed Books 1999, London-New York, y del mismo autor Taming Financial Flows: Challenges and Alternatives in the Era of Financial Globalization. Zed Books 2000, London-New York.

18 En El Capital y en sus ahora no menos célebres Grundrisse, Marx llegó notablemente lejos en esa elaboración, tan lejos como era posible sin romper el techo de una perspectiva eurocéntrica de conocimiento. En todo caso, estableció las bases y las cuestiones mayores del debate. Así, la tendencia al agotamiento de la conversión de fuerza de trabajo en mercancía cuando una fuerza productiva superior permitiera la automatización de la producción, es la cuestión central abierta, tan temprano como en 1858, en el Capítulo sobre la Contradicción entre el principio de base (medida del valor) de la producción burguesa y el desarrollo de ésta. Ver Fondements de la Critique de l'Economie Politique (tr.francesa de los Grundrisse), vol. 1, pp. 220-231. Anthropos 1968, Paris, Francia. Sin duda no es por azar que los propios economistas de la burguesía o los funcionarios de las principales entidades de administración internacional del capital, descubren sorprendidos cuanto coinciden las previsiones teóricas de Marx con las tendencias más abultadas del capitalismo "globalizado", en particular la concentración de capital y la polarización social global, tanto tiempo simplemente negada entre los economistas de la burguesía. Ver, por ejemplo, la nota de John Cassidy: The Return of Karl Marx, en New Yorker, October 20-27, 1997. Y Nancy Birsdall, Vice-Presidente Ejecutiva del Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID), no vacila en comenzar su texto diciendo: "Exactly 150 years after the publication of the Communist Manifesto, inequality looms large on the global agenda" Op. cit., pg. 25. Vease tambien, mi Crisis Capitalista y Clase Obrera en Fernando Claudin, K.S. Karol, Anibal Quijano y Rossana Rosanda: Crisis Capitalista y Clases Sociales. ERA 1974, Mexico.

19 De Ralph Miliband, The State in Capitalist Society, Basic Books 1969, New York, USA, fue específicamente propuesto como un estudio del estado en los países llamados "occidentales". De Nicos Poulantzas, Poder Político y Clases Sociales en el Estado Capitalista, Siglo XXI Editores 1969, México. Una útil revisión de la literatura anterior al eclipse del "materialismo histórico" en el debate mundial, es la de Tilman Evers: El Estado en la Periferia Capitalista, Siglo XXI Editores, 1979 y 1985. México.

20 Sobre este asunto no deja de fluir una inmensa literatura. Sobre una parte del debate en América Latina, véase, por ejemplo, de Daniel García Delgado: Estado-Nación y Globalización. ARIEL 1998, Buenos Aires, Argentina. De Francisco Capuano Scarlato et al. Globalizacao e Espaco Latino-Americano. Hucitec-Anpur, 1993. Sao Paulo, Brasil. Y en relación con los procesos políticos vinculados a los culturales, de José Sánchez Parga: Globalización, Gobernabilidad y Cultura. Abya-Yala, 1997. Quito, Ecuador. De Daniel Mato: Crítica de la Moderna Globalización y Construcción de Identidades, Universidad Central de Venezuela, 1995. Caracas, Venezuela; de Néstor García Canclini (coord.): Culturas en Globalización, Nueva Sociedad 1996, Caracas, Venezuela.

21 En el sentido de Hobson y Lenin.

22 Thomas M. Gallaghy ha acuñado el concepto de "Transgovernance", para dar cuenta del hecho de que las instituciones del Estado son imprescindibles para aplicar o imponer en cada país las normas y las conductas que corresponden a los intereses del capital y del mercado. Pero que, al mismo tiempo, esas instituciones estatales estan tramadas con las específicas del capital. Ver Globalization and Marginalization. Debt and International Underclass.En Current History, November 1997, pp.392-396 y en Developing World 99/00, cit., pp. 50-54

23 Acerca de la cuestión de las relaciones entre lo público y lo privado en la configuración y en la acción de la autoridad colectiva, estatal en particular, he adelantado algunas propuestas en Lo Público y lo Privado: Un Enfoque Latinoamericano. En Aníbal Quijano: Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. Ediciones Sociedad y Política, 1988. Lima, Perú.

24 Escrita esta revisión textual de mi conferencia, he leído la obra de Michael Hardt y Antonio Negri: EMPIRE, Harvard University Press, 2000, Cambridge, Mass, London, England. Su tésis central es que estamos ya dentro de un Imperio Global, de análogas características históricas y estructurales a las del Imperio Romano y que ha terminado la era del Imperialismo y del Estado-Nación, en su perspectiva instituciones mutuamente correspondientes. Esa idea estaba ya en el libro de George Soros: The Crisis of Global Capitalism, New York 1998. Los lectores advertirán mis diferencias con esas propuestas.

25 Ver de Aníbal Quijano: Lo Público y lo Privado, un Enfoque Latinoamericano, op.cit.

26 La respectiva literatura es ya extensa y crece cada día. Véase, por ejemplo, las referencias en Daniel García Delgado: Estado-Nación y Globalización. Fortalezas y Debilidades en el Umbral del Tercer Milenio. Ariel 1998. Buenos Aires, Argentina.

27 Acerca de esta cuestión , de Aníbal Quijano: La Colonialidad del Poder y sus Instituciones Hegemónicas, cuya primera parte ha sido publicada con el título de Poder y Derechos Humanos, en Carmen Pimentel, comp. Poder, Salud Mental y Derechos Humanos. CECOSAM 2001, Lima, Perú.

28 Ver Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, op.cit.

29 Sobre el concepto de "dependencia" implicado en esta proposición, véase Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, citado. También Colonialidad del Poder, Cultura y Conocimiento en América Latina, en ANUARIO MARIATEGUIANO, vol. IX, No. 9, 1997, pp. 113-122, Lima, Perú

30 He discutido antes esas cuestiones en diversos textos. Principalmente en Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, citado; en Estado-Nación, Ciudadanía y Democracia: Cuestiones Abiertas. En Heidulf Schmidt y Helena Gonzáles, comps. Democracia para una Nueva Sociedad. Nueva Sociedad 1998. Caracas, Venezuela; en El Fantasma del Desarrollo, Revista Venezolana de Ciencias Sociales No. 2, UCV 2000, Caracas, Venezuela; en Colonialidad, Ciudadanía y Democracia. En Amerique Latine: Democratie et Exclusion. L'Harmattan, 1994, Paris, Francia; en America Latina en la Economía Mundial. En Problemas del Desarrollo, revista del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, vol. XXIV, No. 95, México 1993.

31 Una visión conjunta y panorámica del proceso de colonialismo y anticolonialismo de los últimos 500 años puede encontrarse en el monumental libro de L.S. Stavrianos: GLOBAL RIFT. The Third World Comes of Age. William Morrow and Co., INC. 1981, Nuew York, USA.

32 Ver América Latina en la Economía Mundial, op.cit. También El Fantasma del Desarrollo en América Latina, op.cit.

33 Lo he discutido en varios textos, entre los principales: El Fujimorismo y el Perú, Lima 1995; Fujimorismo y Populismo, en El Fantasma del Populismo, Felipe Burbano de Lara,ed., Nueva Sociedad 1998, Caracas, Venezuela; El Fujimorismo, la OEA y el Perú, en AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO, 25 de Julio, 2000.Quito, Ecuador..

34 La Corte Suprema del Poder Judicial controlado y manipulado por el Servicio de Inteligencia Nacional, al servicio de los especuladores y negociantes corruptos del país, sentenció que era legal esa discriminación impuesta por las empresas de los locales de diversión nocturna en Lima. Véase mi artículo “Qué Tal Raza”, originalmente publicado en el volumen CAMBIO SOCIAL Y FAMILIA, publicado por CECOSAM 1999, Lima, Perú y después en diversas otras publicaciones en América Latina.

35 Sobre mis propuestas históricas y teóricas sobre esa cuestión remito, principalmente, a los ya citados textos Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina, Estado-Nación, Ciudadanía y Democracia: Cuestiones Abiertas y El Fantasma del Desarrollo.

36 Acerca de ese debate véase las referencias en mi texto Estado-Nación, Ciudadanía y Democracia: Cuestiones Abiertas. En Heidulf Schmidt y Helena Gonzáles, comps.: Democracia para una Nueva Sociedad. Nueva Sociedad 1998. Caracas, Venezuela.

37 El caso más escandaloso en América Latina es, obviamente, el de Fujimori en el Perú, cuyo triunfo en 1990 se debió a la masiva oposición de los votantes peruanos contra el programa económico neoliberal de Vargas Llosa, pero que impuso inmediatamente la más extrema y perversa versión del neoliberalismo contra la expresa voluntad de sus electores. Desde entonces se mantiene en el gobierno recurriendo a golpes de estado y a fraudes electorales mundialmente condenados. Es decir, de nuevo, contra la voluntad de los electores.

38 Sobre tales aristas en el debate llamado postmodernista, por ejemplo Steven Best y Douglas Kellner: Postomodern Theory. Critical Interrogations. Guilford Press, 1991. New York, USA.

39 Una discusión provocativa de estas cuestiones, en Paul Virilio: La bombe infomatique. Editions Galilée, 1998. París, Francia.

40 Aunque su foco de interés especial es el área cultural, son pertinentes a ese respecto las propuestas de Goran Therborn en: The Atlantic Diagonal in the Labyrinths of Modernities and Globalizations. En Goran Therborn, ed.: GLOBALIZATIONS AND MODERNITIES, FRN 1999, pp. 11-40, Stockholm, Sweden.

41 Sobre los límites del proceso de globalización de la economía capitalista hay una extensa literatura. Entre los textos de mayor interés, el de Elmar Alvater y Birgit Mahnkopf: Grenzen der Globalisierung, Oekonomie, Oekologie und Politik in der Weltgesellschaft. Ed. Verlag Westfalisches Dampfboot, 1996. Munster, Alemania. Y el volumen compilado por Robert Boyer y Daniel Drache: States against Markets. The Limits og Globalization. Routledge, 1996. London, New York.

42 Ver de Aníbal Quijano; El Trabajo al Final del Siglo XX. Conferencia pública con ocasión de la celebración del Primer Centenario de fundación de la Confederación de los Trabajadores de Puerto Rico, por invitación de ellos, en el Paraninfo de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, en Octubre de 1998 (en prensa).

43 He adelantado algunas propuestas de debate en Globalización y Exclusión desde el Futuro, en LA REPUBLICA, 18 de Agosto de 1997, Lima, Perú.

44 Un debate inicial de estas cuestiones en Aníbal Quijano: La "Economía Popular" en América Latina. Mosca Azul, 1998. Lima, Perú. Del mismo autor: Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. Ediciones Sociedad y Política, 1988. Lima, Perú.

https://www.alainet.org/es/articulo/105269?language=es
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