Por Trabajo, Justicia y Vida
Proclama del Grito de los Excluidos/as
30/07/2001
- Opinión
El Grito de los Excluidos/as es una expresión popular de alerta y de
denuncia de las desigualdades sociales, de la concentración de la renta y
la riqueza, de las políticas de privatización de servicios públicos y de
los programas de ajuste estructural impuestos por instituciones
multilaterales como el Fundo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pertenecemos a
diversos sectores sociales en distintos países y unimos nuestras voces de
indignación en la construcción de un gran movimiento por la justicia, la
igualdad y esperanza.
Representamos a trabajadores y trabajadoras del campo y de la ciudad,
campesinos sin tierra, pueblos indígenas y afroamericanos, desempleados y
subempleados, migrantes, jóvenes y niños excluidos y excluidas de los
derechos fundamentales por la sobrevivencia con dignidad. La humanidad
nunca contó con tantos recursos económicos, sin embargo como nunca hay
tanta pobreza, tanto desempleo y tanta desigualdad social. El llamado G-7,
grupo que reúne los países más ricos del planeta, domina por todo el mundo
las estructuras económicas, las organizaciones financieras multilaterales,
de la especulación financiera, la potencia militar y la deuda externa.
Las políticas neoliberales y la nueva etapa del imperialismo conocido como
de la globalización del comercio y del capital, aumentaron aún más las
desigualdades entre los países del norte y del sur. La población más rica
del planeta retiene 86% de la renta y de la riqueza, mientras que miles de
millones de seres humanos viven sin las condiciones mínimas. El patrimonio
de solamente 4 multimillonarios más ricos del mundo representa un valor
superior al Producto Interno Bruto (PIB) de los 42 países más pobres, con
600 millones de habitantes. Existen hoy en el mundo cerca de 1,3 mil
millones de personas que viven abajo del nivel de la pobreza, siendo
mujeres el 70%. Nunca existieron tantos pobres en América Latina. En al
año 2000, datos del Cepal indicaron la existencia de 224 millones de
latino-americanos viviendo en situación de pobreza, o sea, el 36% de la
población.
La exclusión social, que generan las políticas neoliberales, afecta de
manera más aguda a los pueblos indígenas, a los/as afrodescendientes, a las
etnias y sectores sociales afectados por múltiples formas de
discriminación; quienes enfrentan, en todas partes, las brechas históricas
generadas por la estructuración de sociedades basadas sobre el racismo, el
sexismo y la desigualdad. Existen más de 150 millones de migrantes y
refugiados en las Américas, siendo que de cada cincuenta migrantes, uno es
refugiado. El Grito de los Excluidos/as denuncia la situación de la
población de los/las migrantes, que constantemente son víctimas de
discriminación y de restricciones al derecho al trabajo, principalmente en
los EE.UU. Esta población aumenta como consecuencia de las políticas de
exclusión del modelo neoliberal. Al mismo tiempo en que los países pobres
pierden su poder de control sobre el capital financiero, crecen las
restricciones a los derechos de los inmigrantes .
El Grito de los Excluidos/as también denuncia la deuda externa, en tanto es
uno de los instrumentos principales de la transferencia de recursos de los
países del sur para el norte, además de que representa un instrumento de
control y de dominación para nuestros pueblos. Las elevadas tasas de
intereses tan sólo son un mecanismo de expoliación, siendo que se imponen
tasas 3 a 4 veces superiores a las practicadas en el mercado internacional.
La especulación cambiaria y el dominio del dólar como moneda
internacional, transformaron los países pobres en exportadores de capital
para los países ricos. En el ano 80, la deuda de los países del sur sumaba
567 mil millones de dólares. Desde entonces, estos países han enviado bajo
la modalidad de intereses, de amortizaciones, de beneficios y royalties,
nada menos de que 3.500 billones de dólares. A pesar de esto, la deuda
externa es hoy de aproximadamente 2.700 billones de dólares. Por lo tanto,
la deuda externa ya fue pagada y en los modelos actuales, ella es inmoral,
inicua, anti-ética e impagable.
Al mismo tiempo, la carrera armamentista consume anualmente cerca de 800
mil millones de dólares en el mundo. En América Latina, el Grito de los
Excluidos/as denuncia el Plan Colombia, como nueva forma de dominación de
nuestro subcontinente por parte del gobierno norteamericano, que prevé el
costo de 1.300 mil millones de dólares, de los cuales por lo menos 80%
están siendo aplicados en un aparato militar. Desde el inicio del Plan
Colombia, en agosto del 2000, el promedio de muertes en combates y
asesinatos políticos en ese país aumento, llegando a 20 personas al día.
Solamente en enero de 2001, por lo menos 27 masacres habían ocurrido, en
las cuales habían muerto cerca de 200 civiles.
La política del gobierno norteamericano.
Como si no bastaran las estructuras económicas y sociales dependientes e
injustas, ahora con la posible recesión de su economía, el capital y
gobierno norteamericano, amplían su ansia de ganancia sobre todos los
países de las Américas. Su política comienza a ser redireccionada hacia
nuevos frentes. En primer lugar está realimentando la guerra fría con
China y otros países pobres, motivados por la necesidad de nuevas
inversiones en el complejo industrial-militar para de este modo salir de la
crisis interna. Amplía sus presiones para mantener el dólar como moneda
internacional y más aún, ejerce presión sobre los diversos países para que
adopten el dólar como moneda nacional. Además del Panamá y Puerto Rico,
hoy, Ecuador, El Salvador y Argentina ya adoptaran el dólar como
circulación libre en la población. Con eso, se quiere dolarizar el
continente y buscar formas para descargar sobre todo el pueblo latino
americano el elevado déficit comercial de 400 mil millones de dólares
anuales, que posee los Estados Unidos.
Mirando hacia el futuro, el sector de la biotecnología despunta como uno de
los sectores donde el capital logrará más beneficios y más desarrollos en
este siglo, vinculando la industria farmacéutica, la de agrotóxicos y de
semillas transgenicas. Para esto el capital y el gobierno norteamericano
se vuelven con todas las fuerzas para dominar la biodiversidad en la
Amazonia. Mientras que en el hemisferio norte, están registradas apenas 3
mil especies de vegetales, sólo en la Amazonia Brasileña ya existen
catalogadas más de 55 mil especies. Por lo tanto, el control de la Cuenca
Amazónica esta directamente relacionada con el control de la biodiversidad
y con las inversiones del capital en aquellas industrias citadas. Así, el
Plan Colombia y el Plan Puebla/Panamá, están de hecho relacionado con la
ingerencia norteamericana en la región, más allá de cualquier gesto de
buena voluntad para combatir la violencia y el cultivo de las drogas. La
opinión pública internacional sabe que lo narcotráfico moviliza billones de
dólares en el sistema financiero internacional, y que los Estados Unidos es
el país que más consume estas substancias. Por lo tanto, atacar a
Colombia, como para combatir las drogas, no pasa de disculpas sin
fundamentos.
Los focos principales de la violencia, que causan la expulsión de la
población indígena de sus tierras, coinciden con las regiones más ricas de
la biodiversidad, donde se encuentra el 95% de los recursos naturales
colombianos. El aparato militar patrocinado a través del Plan Colombia
facilita la implementación de mega-proyectos hidroeléctricos, petrolíferos
y de mineralización, patrocinados por el Banco Mundial y por empresas
multinacionales. Asimismo, más de mil millones de hectáreas de la flora
colombiana ya fueran contaminadas por agentes químicos, bajo el pretexto de
combatir el cultivo de la hoja de coca. Este desastre ecológico es
conocido como "Tormenta Verde".
Lo mismo sucederá con el Plan Puebla-Panamá, una obra que apunta solamente
a favorecer el envío por tierra de productos americanos y también recibir
los productos de las llamadas maquiladoras. Esta carretera atravesará el
Sur del México, pasando pela América Central hasta el Panamá. Como parte
de su estrategia de dominación en América Latina, el gobierno
norteamericano también intenta imponer el ALCA (Área del Libre Comercio de
las Américas). Si aceptan el ALCA, los países latino-americanos serán
obligados a cumplir las determinaciones de la Organización Mundial del
Comercio (OMC) sobre acuerdos comerciales, lo que significaría adoptar la
tarifa cero para 85% de sus productos, en un plazo indicado de 10 a 15
años. Otra consecuencia dañina sería la apertura de la oferta pública a
las compañías en los sectores de servicios. Además de eso, el ALCA
causaría y profundizaría la desregularización financiera, con la limitación
del control del estado al capital especulativo, tornando realidad el
inmoral Acuerdo Multilateral de Inversiones - AMI. Finalmente, el ALCA
quiere la apertura de las fronteras para las mercancías, los capitales y
bienes de servicio, pero no para los trabajadores.
Las ventajas comerciales del ALCA para los Estados Unidos también incluyen
al sector agrícola. La implementación del ALCA pondría en riesgo la
seguridad alimenticia en América Latina y facilitaría el control de la
producción de las semillas por grandes multinacionales como la Monsanto.
Por lo tanto, para los países latinos americanos, lo que está en juego en
este acuerdo es el propio derecho a definir su estrategia de desarrollo y a
proteger sus economías. La difusión y el control de las semillas
transgénicas se inserta en el marco de los intereses de las empresas
multinacionales de origen Norteamericano y Europeo para controlar, en el
futuro, la biodiversidad, la producción de alimentos y el comercio agrícola
mundial. La producción de las semillas transgénicas no se relaciona con el
aumento de la productividad de las plantas ni con el combate al hambre.
Pero sí, todas las investigaciones indican que el 95% de las semillas
transgénicas disponibles en el mercado son de hecho inductoras de consumo
de agrotóxicos producidos por estas empresas. Felizmente hay una reacción
internacional a este proceso de dominación, y de los 42 millones de
hectáreas cultivadas en el mundo con los transgenicos, 90% de ellos se
encuentran en solamente tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá.
Todos los demás están poniendo restricciones y controles. Evidentemente
que el gobierno de los Estados Unidos, como muy bien declaró su presidente,
no tiene ningún compromiso con la calidad del medio ambiente para la
humanidad, y mucho menos con las consecuencias futuras. Ellos están
preocupados solamente con los beneficios de sus empresas contaminantes y
destructoras del medio ambiente.
Propuestas del Grito de los Excluidos/as
1. Es necesario que globalicemos la justicia social, los derechos humanos y
la igualdad entre todos los seres humanos. Los procesos del desarrollo
necesitan priorizar la realización del ser humano, la preservación del
medio ambiente, para las generaciones futuras, y no solamente la ganancia
del lucro y de la acumulación del capital.
2. Los Estados y sus gobiernos necesitan organizar la economía y los
servicios públicos en función del bien común y de la mejor calidad de vida
de las personas, dejando de ser meras "marionetas" del capital y de las
multinacionales.
3. Toda la persona tiene derecho al trabajo, a la tierra, a la vivienda
digna, a la educación y a la atención de salud. Pero no basta proclamar
como derecho, será necesario combatir los intereses del capital privado para
garantizar la prioridad de los recursos para este fin.
4. Los gobiernos nacionales deben ser electos por procesos verdaderamente
democráticos y que ejerzan su soberanía nacional. Los organismos
internacionales como el FMI, OMC, Banco Mundial deben dejar de existir, pues
tan solo traen maleficios para la población del hemisferio sur.
5. Exhortamos los gobiernos para ratificar a la Convención Internacional
sobre la protección de los derechos humanos de todos los trabajadores
migrantes y de sus familias, aprobados en 1989, firmados y ratificados por
12 Estados, siendo que se requiere 20 para que pueda entrar en vigencia.
Queremos la revisión de las leyes y las regulaciones migratorias
discriminantes de los países del norte y el respeto de los derechos humanos
de los inmigrantes. Nos unimos a la campaña por la legalización de los
inmigrantes indocumentados que emprenden organismos civiles diversos en los
EE.UU.
6. Exigimos la anulación de la Deuda Externa de los países del sur pues ella
ya fue pagada varias veces. Los recursos de esta operación deben ser
destinados al desarrollo sostenible, bajo la supervisión democrática y
ciudadana. Es la hora de rescatar las deudas sociales y ecológicas con los
niños, los jóvenes, indígenas, las mujeres, los migrantes, los negros, las
personas pobres del campo y de la ciudad.
7. Proponemos que se cumpla la declaración del OIT relativo a los principios
y los derechos fundamentales del trabajo adoptado en 1998 que estipula la
libertad de asociación, libertad sindical, y el reconocimiento efectivo del
derecho de la negociación colectiva y la eliminación de la discriminación en
materia de uso y ocupación. Es hora de recuperar la dignidad y revalorizar
el trabajo en los procesos de producción.
8. Exigimos de los Estados el respeto de los derechos para la
autodeterminación de los pueblos indígenas, la puesta en marcha de medidas y
políticas, inmediatas, para erradicar el racismo, la xenofobia y todas las
formas de discriminación, el refuerzo de la acción nacional e internacional
de decidir los problemas en lo que se refiere a los derechos humanos, el
medio ambiente, el desarrollo, educación y a la salud. Exigimos que el
proyecto de la declaración de las Naciones Unidas sobre los pueblos
indígenas, que es analizado desde hace varios años, sea adoptado sin más
demoras.
9. Estamos en contra del Plan Colombia y del Plan Puebla/Panamá, por atentar
contra la soberanía de los pueblos y el derecho a su autodeterminación.
Ambos contribuyen con la destrucción del medio ambiente, obligan la
movilización de millares de migrantes, oprimen y destruyen las culturas
indígenas y pretenden apropiarse de las riquezas naturales y de la
biodiversidad. Defendemos la soberanía de nuestros pueblos sobre la
Amazonia.
10. Apoyamos y hacemos nuestra la Campaña Global para la Reforma Agraria de
los campesinos y de las campesinas sin tierra. Exigimos de los gobiernos
que adopten medidas para garantizar la seguridad alimenticia, y políticas de
protección para los medianos y pequeños productores que abastecen los
mercados internos. Nos oponemos a la producción y a la comercialización de
los organismos genéticamente modificados y a la privatización y
patenteamento de los recursos genéticamente modificados.
11. Convocamos a los pueblos de todo el mundo a organizarse en sus locales
de trabajo, escuelas, campos, iglesias y ambientes culturales, para que
articulen luchas de masas. Pues con mucha lucha y movilización podremos
hacer frente a la saña del capital y conquistar nuestros derechos. Nada nos
será dado.
12. Convocamos a todas las organizaciones populares, sociales, sindicales,
antiracistas, de mujeres, eclesiales, a que intensifiquen el trabajo de
base, de conciencia y de movilización. Que participen activamente en las
iniciativas en curso, no solo en el Grito de los Excluidos/as, sino también
en la preparación de un Plebiscito Popular, Continental, contra la
implantación del ALCA, a realizarse en 2002. Que participen en las
actividades preparatorias del Foro Social Mundial en sus países y después en
Porto Alegre-Brasil. Que participen en la Campaña Internacional del Jubileo
Sur contra el pago de la Deuda Externa. Que participen en la Campaña
Internacional de la Vía Campesina, en defensa de la soberanía alimenticia de
cada país, y por la declaración de las semillas como patrimonio de la
humanidad.
13. Que participen en todas las manifestaciones públicas contra la OMC,
contra el FMI y el Banco Mundial y contra la dominación de los gobiernos de
los países ricos.
Segundo semestre de 2001.
Grito de los Excluidos/as
Por Trabajo, Justicia y Vida
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