Rigoberta Menchú: carta a Mary Robinson

01/08/2001
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Con motivo de la Tercera Reunión Preparatoria de la
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial,
la Xenofobia y otras Formas Relacionadas de Intolerancia,
Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz, dirigió una carta a
la señora Mary Robinson, Alta Comisionada de las NU para los Derechos
Humanos, expresándole su preocupación sobre como este evento
esta perdiendo su original motivo y fundamentación, de
reconocer y respetar a los pueblos y sus derechos, y advierte
el riesgo de estar frente a un "nuevo fracaso si los
responsables de asumir en esta Conferencia un compromiso con
la humanización del futuro no son siquiera capaces de llamar
a las cosas por su nombre". A continuación el texto integro
de la carta:


Ciudad de México, 30 de julio de 2001

A la Señora
D. Mary Robinson
ALTA COMISIONADA DE LAS NACIONES UNIDAS
PARA LOS DERECHOS HUMANOS
Ginebra - SUIZA

Apreciada Señora Robinson:

Hace algunos días, recibí de Ud. una cordial invitación para
integrar un Grupo de Personas Eminentes bajo el patrocinio
del Excmo. Señor Nelson Mandela, con el fin de "promover y
crear conciencia sobre la importancia de alcanzar un progreso
real en la lucha contra el racismo en la Conferencia de
Durban y de elaborar un programa de acción que incluya
medidas prácticas para promover la tolerancia y el respeto
por la diversidad". Razones ajenas a mi voluntad me impiden
acompañar a Ud. y a este selecto grupo de personalidades en
las actividades programadas en el marco de la 3ª PrepComm que
se inicia el día de hoy en Ginebra. Sin embargo, no quiero
dejar de expresarle mi punto de vista personal en torno a las
dificultades que enfrenta la Conferencia y los temas que la
motivan, agradeciéndole quiera Ud. compartir estas
reflexiones con los colegas que tengan ocasión de concurrir a
esta cita.

Tal como le expresé en nuestra conversación de hace hoy un
año, vi en la 3ª Conferencia contra el Racismo una
oportunidad de retornar al escenario de las Naciones Unidas,
buscando reanimar la esperanza que durante tantos años me
llevó a buscar en sus diversos mecanismos oídos receptivos,
reconocimiento y respeto a los pueblos indígenas y nuestros
derechos.

No soy ajena a los avances que la lucha de nuestros pueblos y
la presencia sostenida de un selecto grupo de líderes y
representantes indígenas han sido capaces de concretar en
diversas esferas del quehacer internacional. Sin embargo,
tales avances parecen perder significación ante la
persistente negativa de algunos Estados y otros actores
internacionales a reconocer a los Pueblos Indígenas como lo
que han sido por milenios y son hoy: "Pueblos", con plena
capacidad de determinarse libremente, con un bagaje cultural
y valórico que aportar a una humanidad cada vez más
confundida sobre su destino común, cada vez menos solidaria y
consciente de su responsabilidad en la preservación del
equilibrio natural, y cada vez más impotente frente una
minoría que cree poder imponer sus designios a costa del
bienestar y la dignidad generales.

En el mundo de hoy, nuestra presencia desafía la incumplida
promesa del sistema de Naciones Unidas de poner fin a los
regímenes coloniales que sojuzgaron a nuestros pueblos y
crearon oprobiosas instituciones de esclavitud y servidumbre.

Se ha creado un Foro Permanente sobre "cuestiones indígenas"
sobre cuya constitución existen hoy más temores y dudas que
certezas y esperanzas. A estas alturas parece claro que no
será el Foro de los Pueblos Indígenas que habíamos demandado
al inaugurarse el Decenio Internacional proclamado en nuestro
nombre, como sujetos de los derechos que se nos niegan en
cualesquier otros ámbitos y como una plataforma desde la cual
podamos constituirnos en el interlocutor colectivo de la
construcción de un mundo intercultural respetuoso y digno.
El sistema de Naciones Unidas no ha sido capaz siquiera de
organizar un proceso de consultas idóneo y transparente que
nos permita confiar en el pluralismo, la representatividad e
independencia de dicho Foro. ¿Si no existen recursos ni para
organizar una reunión de consulta, qué podemos esperar para
el funcionamiento de este espacio sobre el que pesan tantas
expectativas?

Más recientemente, se ha creado una Relatoría Especial sobre
las violaciones de los derechos humanos y libertades
fundamentales de nuestros pueblos; sin embargo, se continúa
presumiendo la incapacidad intrínseca de los indígenas para
ejercer una responsabilidad semejante como si no fuéramos
capaces siquiera de reconocer y defender nuestros derechos.

Y ahora se trata de reconocer nuestra significación en la
agenda contemporánea del racismo, la discriminación y la
intolerancia. Por un lado, se continúa mezquinando el
reconocimiento de las responsabilidades del proceso colonial
y la persistencia de una herencia que continúa perpetuando
las formas de exclusión y desprecio que nos sometieron al
exterminio, la minorización y la explotación que han
determinado nuestra actual invisiblización, la negación de
nuestra existencia y, consiguientemente, de la discriminación
que aún padecemos. Por otro, se nos continúa victimizando y
considerando como un actor vulnerable y minusválido, que sin
la tutela de los estados neocoloniales pareceríamos
condenados a la desaparición. En los documentos que discute
este último Comité Preparatorio, no se recoge la esencia de
las reivindicaciones que nuestros pueblos han reiterado en
todos los eventos preparatorios y que pueden resumirse en el
respeto a nuestra existencia como Pueblos, el reconocimiento
de nuestra contribución histórica al desarrollo de la
humanidad y nuestro derecho a un desarrollo sostenible, digno
y equitativo, con pleno acceso y control de nuestros
territorios y recursos.

Reconocemos que, mientras la humanidad está hoy en situación
de enfrentar sus problemas reales y sus traumas socio-
históricos como nunca antes en el pasado, son muchas las
causas que reclaman una atención urgente y que amenazan la
paz global. Sin embargo, estamos ante la amenaza de que la
riqueza de esta Conferencia que reside en la diversidad de su
agenda sea subordinada por la necesidad de un acuerdo
político sobre los asuntos candentes de la coyuntura.

Los Pueblos Indígenas no estamos dispuestos a que nuestras
demandas históricas sean, una vez más, deformadas y
subastadas. No nos prestaremos a cohonestar un acuerdo que
viabilice la Conferencia a expensas de nuestra dignidad y
nuestros derechos. No reconocemos a nadie el derecho a
recortar o condicionar nuestras exigencias y, junto a ellas,
las de movimientos sociales y millones de hombres y mujeres
que padecen la discriminación por múltiples causales y que
esperan de esta Conferencia una palabra clara y contundente
en contra del inmovilismo y la impunidad.

Los Pueblos Indígenas no podemos quedar indiferentes frente a
recientes manifestaciones de racismo ambiental como la
negativa a ratificar el Protocolo de Kyoto por parte de la
principal potencia contaminante del mundo, mientras se impone
a la humanidad un paradigma de producción y consumo
absolutamente insostenible, y a los Pueblos Indígenas que
convirtamos nuestros territorios en "sumideros" de los
desperdicios de una forma de vida de la que no somos
responsables y que nunca compartiremos.

En otros asuntos, siendo ésta la primera Conferencia de la
era post Apartheid, resulta incomprensible no sólo la
reticencia a reconocer los fenómenos históricos del pasado
sino los que hoy se tornan en las nuevas formas de esclavitud
y arrasamiento de la dignidad humana. Como ejemplo de ello,
menciono el injusto orden internacional impuesto a más de
cuatro quintas partes de la población mundial está
ocasionando una movilidad transfronteriza nunca antes vista
en la historia de las civilizaciones. El desconocimiento de
la dimensión cultural de este fenómeno, que representa ya el
segundo rubro en las trasferencias internacionales de
divisas, después del petróleo, es sencillamente inaceptable.
Los migrantes -documentados o no- son seres humanos con
derechos, y éstos están siendo desconocidos y avasallados
cotidianamente tanto por las políticas institucionales de los
estados receptores cuanto por las mafias transnacionales que
están convirtiendo la desesperación originada en la ausencia
de oportunidades para millones de personas en todos los
continentes y, en muchas ocasiones, su propia vida, en un
negocio multimillonario tan sucio e inhumano como cualquiera
de los oprobiosos regímenes de la antigüedad, con el
agravante de que en este caso, son las víctimas de este
tráfico quienes pagan por su esclavitud.

Sra. Robinson, nos ha instado Ud. a promover una enérgica
Declaración y un programa de acción práctico y mensurable que
incluya un mecanismo de evaluación del cumplimiento de las
metas por parte de los Gobiernos. Por lo que puedo observar
en los documentos que se negocian en este último evento
preparatorio, estamos ante el riesgo de un nuevo fracaso si
los responsables de asumir en esta Conferencia un compromiso
con la humanización del futuro no son siquiera capaces de
llamar a las cosas por su nombre.

Con mis mejores deseos, saludo a Ud. afectuosamente,


Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz
Embajadora de Buena Voluntad de UNESCO
https://www.alainet.org/es/articulo/105258?language=en
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