Austria: ¿Y entonces por qué vienen?
30/06/1995
- Opinión
¿Por qué vienen las latinoamericanas a Europa? ¿cómo logran llegar hasta aquí?
Nos preguntan frecuentemente las mismas personas austriacas que llaman a nuestra
organización preguntando si tenemos una "chica" que cuide a sus niños.
¿Solidaridad o mano de obra barata? Queriéndolo o no toda la sociedad europea,
como estructura de poder en relación a los países del sur del mundo, se
beneficia con esta emigración, especialmente de las mujeres. Sólo entendiendo
cómo se desarrollan las relaciones norte-sur y cómo éste expresa una política
patriarcal, podemos entender la presencia creciente de emigrantes en Europa.
El llamado "proceso de modernización económica" impuesto desde el primer mundo
profundizó en los países latinoamericanos la política económica neoliberal
expresada en el ajuste, la privatización, el cierre de fuentes de trabajo, la
mayor desocupación y el aumento de la pobreza. Este proceso significó que menos
países y sectores de la población participen de los beneficios de la economía
internacional y que las desigualdades se amplíen y profundicen. En
Latinoamérica, este nuevo "ajuste de tuercas" lo padecen naturalmente los
sectores más populares y desprotegidos, y de éstos las mujeres como principales
responsables de la subsistencia familiar. El ajuste económico generó mayor
pobreza femenina y operó como principal impulsor de la emigración de este
sector. La feminización de la pobreza se relaciona, entonces, con la
feminización de la emigración. Europa, con otros países del norte, es
responsable de la actual situación internacional y, por ende, de la emigración
masiva de mujeres del sur.
Mujer emigrada tres veces explotada...
Según datos de LEFÖ, esta "forzada emigración" latinoamericana femenina, crece
considerablemente en Austria en la década de los 80'. La información la hemos
obtenido de las mismas mujeres ya que hay dificultad de conseguir datos
oficiales de los consulados, del Ministerio del Interior o de la Policía de
Extranjeros. La mayoría de las mujeres proceden de Perú y República Dominicana,
también de Bolivia, Ecuador, Colombia y de otros países como Cuba, que es un
nuevo país "exportador". Casi todas llegan con la ilusión de permanecer pocos
años y regresar a sus países en mejor situación económica, pero tienen que
quedarse mucho tiempo manteniendo desde aquí a sus hijos y sus familias. Las
que logran traer a sus hijos, hacen planes a largo plazo esperanzadas en que
ellos obtengan una "educación adecuada". Pocas llegan a trabajar aquí sin
contacto ni relaciones, pues las que eligen Austria es porque tienen familiares,
amigos o conocidos. Otras fueron traídas por familias de matrimonios mixtos,
diplomáticos o funcionarios de Naciones Unidas (en Viena hay una sede
importante).
Sin embargo, algunas llegan engañadas por agencias de viaje, o con promesas de
falsos trabajos, con atractivos contratos como bailarinas o para casarse con un
austriaco. En todos los casos la dependencia y la falta de derechos es un
denominador común. Pongamos el ejemplo de una mujer que viene a trabajar con un
funcionario de Naciones Unidas; en el peor de los casos ganan 500 a 400 dólares
por mes, salario muy bajo en Austria, y con un horario de trabajo no muy claro.
Como no está empleada, por tanto no tiene seguro de salud y si sus contratantes
no la aseguran tiene que hacerlo ella misma y pagar alrededor de 100 dólares por
mes (los costos hospitalarios son muy altos y en Viena sólo existe un hospital
gratis para casos de emergencia). Para conseguir el permiso de permanencia en
el país, sus empleadores tienen que firmar una garantía; si la despiden o se
quiere ir no tiene ninguna chance salvo permanecer ilegal, casarse con un
austriaco o trabajar como bailarina. Claro que ella podría, ante el
Departamento del Trabajo, demandar a sus empleadores por el bajo salario
recibido y el exceso de horas de trabajo; pero la mayoría tiene una situación
ilegal y no lo hace porque quedaría en evidencia con el riesgo de ser expulsada.
Otro caso singular lo constituyen las mujeres casadas con austriacos que han
conocido en sus países de origen (a través de sex-turismo organizado o no). Los
hombres les prometen el "paraíso" con dinero y sin problemas. A las mujeres que
tienen hijos les aseguran traerlos en breve plazo. Al llegar las mujeres son
obligadas a prostituirse o trabajar de sirvientas gratuitamente. Se encuentran
habitualmente "secuestradas", no pueden salir sin permiso del marido, no les dan
dinero, no les permiten comunicarse con nadie; además no conocen el idioma, ni
saben manejarse con códigos culturales tan diferentes. Pedir el divorcio y
permanecer aquí es imposible, pues al hacerlo perderían el permiso de
residencia. Si existen hijos comunes es casi seguro que no obtendrán la
tenencia, excepto si tienen ingresos lo cual prácticamente nunca sucede.
En todos estos casos las mujeres salen a buscar una estrategia de vida: llegan a
este continente y descubren que para ellas la explotación no tiene frontera, más
bien se ve reforzada por el sexismo que las reduce a `objetos', por el racismo
que las `cosifica' para determinadas funciones considerándolas incapaces e
inferiores. Una mujer lo verbalizó claramente: "Aquí no soy sólo una mujer
pobre, soy además emigrante y negra".
La hipócrita doble moral
La emigración femenina crece y con ella el tráfico de mujeres se estructura
organizadamente en Austria. Asimismo, se mantienen las formas tradicionales de
importar mano de obra barata para el trabajo doméstico y el cuidado de los
niños. Aumentan las agencias matrimoniales y las que antes ofrecían "en venta"
mujeres asiáticas han ampliado su floreciente negocio a las "exóticas"
caribeñas, brasileñas, mulatas (hasta 1994 habían cerca de veinte de estas
agencias en Viena). Prácticamente todas las agencias de viaje venden "paquetes"
incluyendo servicio sexual (sex-turismo), y en los burdeles de cada pueblo
"bailan" un gran número de latinoamericanas. A finales del siglo veinte el
viejo tráfico de mujeres, expresión del colonialismo sexista, es un negocio
exitoso desde el sur hacia el norte. Austria, al igual que otros países
europeos, permite la comercialización de mujeres como un negocio conveniente que
satisface las "necesidades del mercado" de los hombres blancos.
Todo convive en el mismo espacio
Mientras en Lima nuevas agencias de viaje les venden a las mujeres pasajes a
Viena por 5,000 dólares (con un inmenso endeudamiento de éstas) y el sex-turismo
destinado a Austria se afianza en el Caribe, el gobierno austriaco promulga
nuevas leyes de residencia. Desde julio de 1993 existe una ley según la cual un
o un extranjera puede recibir permiso de residencia sólo si trabaja, estudia o
tiene un parentesco de primer grado con un austriaco/a, pero lo curioso es que
para trabajar legalmente se necesita permiso de residencia. Un claro e
intencionado círculo vicioso. La prórroga del permiso de residencia es
relativa, una mujer que reside 5 años en Austria y que tiene trabajo "puede"
recibir una visa indefinida; en la mayoría de los casos, solo la obtiene por un
año. Antes de 1993, las mujeres latinoamericanas podían llegar con visas de
turistas para luego legalizar su situación; con la nueva legislación, si ingresa
como turista no puede obtener un permiso de residencia. Aparte del matrimonio,
que es un "visado especial", queda un recurso legal: la visa para artistas que
un cónsul austriaco en el extranjero puede otorgar. Es así como los dueños de
los burdeles y los chulos obtienen este visado para que las mujeres trabajen
como bailarinas.
El estado austriaco, con este nuevo aparato legal, deja a las emigrantes a
merced de mecanismos de explotación. La empujan a ser "esclava doméstica" o
"bailarina", que en la mayoría de los casos es obligada a ejercer ilegalmente la
prostitución. De hecho ha producido y sigue produciendo un alto nivel de
ilegalidad, aún entre las emigrantes que ya estaban en Austria. Ese mismo
estado no ignora la cantidad de prostíbulos, en los cuales las bailarinas son
obligadas a la animación, al alto consumo de alcohol y a la prostitución.
La xenofobia y el "objeto exótico" son dos caras de la misma moneda que hacen
posible que el tráfico y el comercio de mujeres aumenten considerablemente. Las
nuevas leyes de extranjería, vigentes en casi todos los países europeos,
constituyen uno de los "ejes" de la "nueva Europa". El llamado "amurallamiento
europeo" es el instrumento adecuado para que la mujer emigrante quede reducida a
objeto de uso y de desuso del hombre blanco y de la sociedad europea. El
estado, con una actitud hipócrita separa, disecciona, oculta y pretende mostrar
como diferenciadas e independientes las nuevas leyes que "sanean la emigración
ilegal" con las agencias matrimoniales para mujeres del tercer mundo y las
cadenas de hoteles que "dan divisas a los países pobres" con el turismo sexual.
Todo convive en un mismo espacio y está relacionado. Mientras el aparato legal
"arrincona" a las emigrantes, el turismo sexual aumenta operando como
propagandista de un modelo ideal de desarrollo en el cual todo es posible y
todos son "felices". Vendrán más emigrantes y si son expulsadas vendrán otras,
la mujer del sur del mundo no es importante como sujeto. La sociedad europea
creo un aparato propagandístico ilegal para asegurar la circulación controlada
de las mujeres.
La emigración de mujeres, colgada entre dos mundos
El tráfico de mujeres del sur es, sin duda alguna, uno de los sistemas más
extremos de explotación contra la mujer; trama compleja donde se relacionan
todos los niveles de dominación norte-sur, hombre-mujer, blanco-negra, rico-
pobre, sujeto-objeto. El movimiento de mujeres y feminista latinoamericano no da
prioridad a este asunto, tampoco el movimiento feminista europeo. Algunas
europeas, y austriacas en nuestro caso, trabajan ayudando a las emigrantes o se
interesan teóricamente por la problemática del racismo, sin involucrarse en el
tema de la emigración femenina. Pareciera que las mujeres organizadas de ambos
continentes no han previsto, hasta ahora, lo que significa este sistema
instaurado del más elaborado y extremo sexismo. Nos parece importante que los
movimientos de mujeres reflexionen urgentemente sobre esto.
Sin duda la "gran salida" a este problema es la transformación de las
estructuras políticas y económicas a nivel mundial. Por ahora, la fuerza y el
valor de las emigrantes constituyen una base enorme para el trabajo en contra de
la comercialización y el tráfico de mujeres. Hay que duplicar nuestras
posibilidades y no colocar las expectativas fuera de nosotras, lo cual no
significa dejar de denunciar en los foros internacionales ni de apelar a los
gobiernos ni a los responsables internacionales para conseguir el cambio de
legislación vigente. La información, prevención y coordinación entre los
distintos grupos y organizaciones que trabajan en este ámbito, así como el
aporte activo de los movimientos de mujeres de ambos continentes, son
fundamentales. Pero, y sobre todo, la organización propia y autónoma de las
mujeres emigrantes será el instrumento más eficaz contra todo tipo de
comercialización ya que el peso de la esperanza está en nosotras y nosotras
tomamos la palabra en contra de este tipo de explotación racista y sexista.
*Argentina, cofundadora de LEFÖ
(1) LEFÖ es un Centro de Información para mujeres latinoamericanas que defiende sus
derechos y lucha contra toda forma de explotación contra ellas. Brinda
asesoramiento legal y apoyo psicológico, ofrece cursos de alemán y es un espacio
para talleres, seminarios, grupos de discusión y toda iniciativa proveniente de
las mujeres latinoamericanas.
* Este documento es parte de "Latinoamericanas en Europa: desilución en la tierra prometida", serie Aportes para el Debate
No. 3.
https://www.alainet.org/es/articulo/104955
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