El tráfico de mujeres en América Latina

30/06/1995
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En el tráfico de personas en América Latina debemos considerar la prostitución y el tráfico no sólo de mujeres sino también de niños que, en muchos casos, es ignorado por las organizaciones sociales y por los Estados. Lamentablemente no se cuenta con recursos suficientes para realizar estudios o investigaciones que permitan dar un diagnóstico de las magnitudes del problema y, además, se carece de organizaciones que defiendan y protejan a las víctimas para promover procesos judiciales en contra de los traficantes, vigilen el cumplimiento de acuerdos internacionales y presten asesoramiento jurídico, asistencia social, psicológica y económica a las víctimas. Podemos señalar, sin embargo, como positivo que en países como México, Ecuador, Uruguay y Brasil las mismas trabajadoras sexuales empiezan a organizarse para defenderse de los chulos, de la violencia social y en algunos casos de la policía y de los escuadrones de la muerte que las toman como blanco de sus agresiones. El tráfico de mujeres y la prostitución en América Latina se remonta a la época de la conquista cuando los españoles, en cumplimiento de la ley de guerra, tomaban o entregaban el "botín de mujeres" al vencedor, dando origen al comercio sexual y creando establecimientos para su ejercicio. Posteriormente, en la colonia, aparecen las primeras normas por las cuales se castigaba dicha actividad así como el proxenetismo con sanciones que podían llegar hasta la muerte. En la actualidad, éste último sigue siendo penalizado en todas las naciones y la prostitución está regulada en muchos casos a nivel departamental y municipal. El tráfico de mujeres en América Latina, por sus características, puede dividirse en dos: el tráfico interno, que se refiere a la demanda existente en el propio país, y el tráfico externo, al mercado internacional. El tráfico interno En América Latina, el tráfico de niños y mujeres tiene las características del tráfico clásico de mujeres: personas engañadas y obligadas por los traficantes a trabajar en contra de su voluntad y en condiciones de esclavitud. Las bandas organizadas de traficantes utilizan métodos violentos logrando la intimidación de las víctimas y la impunidad de sus delitos, en algunos casos los denunciantes son asesinados al iniciarse el proceso y, en otros, las víctimas son localizadas y reclutadas nuevamente. El tráfico interno está dirigido principalmente a la población infantil y adolescente, o a madres solteras jóvenes; el promedio de edad varía entre los 9 y 17 años y las víctimas provienen de pueblos situados en las zonas más pobres de cada país. Estas son trasladadas a otras regiones y obligadas a ejercer la prostitución; en algunos casos son vendidas a los dueños de prostíbulos u otro establecimiento similar, pasando a ser propiedad exclusiva de quien las adquiere. En América Latina no existe una diferenciación marcada entre chulo, traficante y propietario de un establecimiento, ya que muchas veces una misma persona desempeña las tres funciones. Las víctimas, debido a la precaria situación económica, el bajo nivel de educación y, muchas veces, la violencia intrafamiliar que impulsa a la población infantil y adolescente a huir de sus casas, están en situación más vulnerable para caer en manos de los traficantes. Esta situación se ve reforzada por la pasividad de las autoridades locales para desarrollar políticas dirigidas a informar, educar y prevenir a la población, así como la carencia de mecanismos y medidas para proteger a las víctimas. El tráfico internacional Está dirigido a cubrir una demanda más amplia y por ello está relacionado directamente con redes europeas que tienen sus puntos de operación y reclutamiento de mujeres en Brasil, Surinam, Colombia, República Dominicana y las Antillas, para los centros de distribución ubicados en España, Grecia, Alemania, Bélgica y Holanda. En el caso latinoamericano y caribeño, las redes de traficantes han creado otras modalidades de comercio que no está tipificado como un "verdadero tráfico" ya que las mujeres saben de antemano cual será su trabajo en Europa; lo que sí ellas desconocen es cuáles serán las exigencias de dicho mercado sexual. Cuando se enfrentan a la realidad y se resisten a aceptar su nuevo trabajo, son presionadas y forzadas a realizarlo. La mujeres tienen una edad promedio de 19 a 25 años, sus estudios son primarios o secundarios interrumpidos, su estrato social es medio y bajo. En algunos casos, su primer contacto sexual se da con los clientes europeos y, en otros, son madres solteras sin experiencia anterior en la prostitución. Para el reclutamiento las redes organizadas han montado sus centros de operaciones principalmente en la región norte de Brasil, la región central y suroeste de Colombia y en República Dominicana, países además de donde proceden la mayoría de mujeres; estas mismas redes han ampliado su campo de acción hacia Uruguay y Venezuela. Surinam y las Antillas son utilizados como tránsito para las mujeres que van a Europa destinadas a este tipo de trabajo así como para las que regresan a sus países de origen. La sofisticación del tráfico de mujeres Las redes internacionales han refinado sus métodos desarrollando diversos mecanismos tanto en el reclutamiento de mujeres como en las formas para forzar a sus víctimas a ejercer la prostitución, esto por supuesto hace más difícil detectar el tráfico así como dificulta obtener pruebas para denunciarlos. Anteriormente, los mismos europeos se encargaban de reclutar a las mujeres, ahora cuentan con la colaboración de nacionales que se encargan de ello; las mujeres son reclutadas por avisos en los periódicos en donde se ofrecen vacantes para diversos trabajos en Europa, o a través de amigas que ya están en el medio de la prostitución. En algunos casos las mujeres deben solicitar el empleo enviando una hoja de vida con sus características físicas y anexando una foto, estos documentos son enviados a sus contactos en Europa que clasifican al personal. Las mujeres firman un contrato de trabajo en donde no se menciona el ejercicio de la prostitución; las mujeres son obligadas a hacerse la prueba del Sida, ya sea en Latinoamérica o cuando llegan a Europa. Es así como logran introducirlas legalmente, con visa de turista o como estudiantes. Cuando ellas ven cuales son realmente las exigencias del trabajo y se rehúsan a hacerlo, es cuando los traficantes las chantajean con los documentos firmados por ellas mismas y les exigen el pago del viaje, además de intimidarlas y amenazarlas por su seguridad y la de sus familiares en sus países. Estrategia que les produce buenos resultados ya que además de evitar la investigación de las autoridades consiguen la dependencia de las mujeres. Otra estrategia que emplean es tener en un mismo establecimiento a mujeres ya habituadas a esta actividad, y que llegaron antes, con las recientes para que compartan una misma frustración y terminen aceptando su situación. Cada mes, la redes movilizan a las mujeres por distintos establecimientos en un mismo país y, cada tres meses, de país en país. El único contacto que ellas tienen con la sociedad europea es a través del personal de las redes, el médico y los clientes. Existen otras modalidades de tráfico, una de ellas es a través de amigas o familiares vinculadas al medio de la prostitución; las mujeres que emprenden el viaje ignoran de qué se trata y cuando llegan recién son informadas. Si se niegan, son obligadas a realizarlo por la deuda adquirida y tanto su pasaporte como sus prendas personales son retenidas y sólo les son devueltas cuando cancelan la deuda. Otras, llegan a Europa a través de un matrimonio con un europeo o residente legal en Europa, o se casan con éste a través de una agencia matrimonial; después de unos meses ella es obligada a prostituirse para él viviendo en su propia casa en condición de prisionera. Los modernos empresarios Para estos sujetos lo que prima es "la productividad laboral de las mujeres"; suelen ganar por partida doble a través de una mayor rentabilidad en la explotación del trabajo sexual de las mujeres y por los servicios como intermediarios cobrados a las mismas, compartiendo un porcentaje por cada cliente. La misma red le ofrecen a las mujeres variados servicios por los cuales deben pagar: vivienda, comida, ropa, médico, medicinas, la comunicación con sus familias y cuando envían dinero, de lo poco que les quedan, a su país de origen deben depositar un porcentaje por la transacción. Sugerencias En Latinoamérica, el tráfico de niños y mujeres continúa pero aún se desconoce la magnitud y gravedad del problema; a nivel internacional este tráfico ha tomado nuevos matices que impiden identificarlo con claridad para poder aplicar leyes buscando proteger a las víctimas. Es necesario fomentar en América Latina, a través del apoyo internacional, la creación de organizaciones que permitan establecer un diagnóstico de la situación en los países con mayor incidencia en el tráfico de mujeres. Al mismo tiempo se deben elaborar programas de rehabilitación social, psicológica y laboral para las víctimas y apoyar campañas de información y prevención a nivel nacional e internacional, como una forma de alertar a las posibles víctimas de los traficantes. La creación de CASAS DE ACOGIDA, institución aún desconocida en América Latina, podría ser una forma de ayuda para aquellas víctimas del tráfico de mujeres que regresan a sus países de origen, con las heridas aún sin cicatrizar, y buscando una segunda oportunidad sobre su tierra natal. *Red Aquí Nosotras-Amsterdam * Este documento es parte de "Latinoamericanas en Europa: desilución en la tierra prometida", serie Aportes para el Debate No. 3.
https://www.alainet.org/es/articulo/104950

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