La organización de las afroboricuas
30/09/1995
- Opinión
Con la conmemoración del 5to Centenario de la llegada de los europeos a
América y las protestas generadas en base a las repercusiones económicas,
étnicas y políticas de la colonización, se retoma el tema de la esclavitud de
que fueron víctimas los grupos de origen africano y las aportaciones de ese
sector a la sociedad puertorriqueña.
De acuerdo con Mario Alegre, "la efervescencia desatada por el advenimiento
del Quinto Centenario ha propuesto el replanteamiento de las características
que conforman la diversidad histórica y cultural de nuestro continente". Como
parte de ese replanteamiento se despierta un nuevo interés por el elemento
negro. Al mismo tiempo se desata todo un debate en torno a la "invisibilidad"
de los afropuertorriqueños, que se describe como el "rescate de una herencia y
la afirmación de una presencia".
A nivel internacional el tema de la negritud cobra especificidad con la
celebración del Primer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Mujeres
Negras celebrado en República Dominicana del 19 al 25 de julio de 1992,
organizado por grupos de distintos países latinos y caribeños. Con motivo de
este encuentro un grupo de mujeres decide constituir la Comisión
Puertorriqueña de Mujeres Negras para representar a la mujer afroboricua por
primera vez a nivel internacional. Dicha comisión quedó inscrita en la Red de
Mujeres Afrocaribeñas y Afrolatinoamericanas, compuesta por 25 países y más de
24 organizaciones.
Si se toma en cuenta la cantidad y diversidad de países latinos donde las
mujeres negras cuentan con representación, y si consideramos que estos grupos
han estado activos desde la década de los '80 (o tal vez antes), y si además
recordamos que el movimiento organizado de la mujer negra en Estados Unidos
data de principios de los años '70, entonces, ¿porqué la organización de la
mujer afropuertorriqueña no surge sino hasta 1992? Parecería lógico pensar
que, dada nuestra relación político-económica y cultural con los Estados
Unidos, el auge del feminismo negro en este país repercutiría en un movimiento
similar en la isla. Sin embargo, hasta el día de hoy, son contados los
escritos publicados que destacan las aportaciones de las mujeres negras en la
sociedad puertorriqueña y brillan por su ausencia los estudios relacionados
con la realidad de este sector de la población boricua. Más interesante aún
resulta el hecho de que algunas de las más destacadas líderes dentro del
movimiento feminista, político, sindical, artístico y profesional en Puerto
Rico provienen de extracción africana y de clase económicamente marginada. No
se explica entonces, cómo las aportaciones de éstas y otras mujeres negras han
pasado desapercibidas para el resto de la población. Resulta curioso además,
que los intereses de estas mujeres no hayan convergido antes para dar origen a
una organización que representara a todo un sector relevante a la composición
socio-económica puertorriqueña.
En este sentido, la falta de un proyecto político que aglutinara a las mujeres
negras del país podrían ser una de las causas del retraso en su organización.
Así mismo, es posible que el prejuicio racial, tan sutil como efectivo en la
sociedad puertorriqueña, haya penetrado hasta los mismos cimientos del
movimiento feminista. Tampoco hay que perder de vista que la lucha de clases
hace sumamente difícil el ascenso de las minorías hacia posiciones de poder o
el logro de sus reivindicaciones.
Mujer e ideología racista
Tradicionalmente la negritud se ha asociado con esclavitud, pobreza,
marginación, criminalidad y fealdad. Naturalmente ninguna mujer desea verse
identificada con tales adjetivos.
La ideología de la clase dominante blanca ha logrado perpetuar la noción de
"inferioridad innata" de la mujer negra a partir de la experiencia esclavista.
Las actitudes que formaron parte de la resistencia pasiva y violenta de las
esclavas, se convirtieron en arma de doble filo ya que, en cierto modo,
ayudaron a reforzar el estereotipo de la mujer negra como agresiva, peligrosa
y criminal, de un lado o tonta, vaga y que solo sirve para cuidar niños,
atender enfermos, realizar tareas domésticas, bailar, cantar y servir de
objeto sexual.
Los distintos términos de corte racista utilizados para "clasificar" a la
población esclava han dado paso a otros calificativos (trigueña, morena,
india, etc.) que las mujeres negras han internalizado. A esto se añade un
proceso de "blanqueamiento" a través del cual muchas mujeres negras pretenden
ocultar sus características raciales en un afán por lograr posiciones que la
identifiquen con la clase dominante blanca y sus ideales de seudo-perfección.
De esta manera se reproduce una separación entre las mujeres que dificulta la
organización efectiva y las enajena de las verdaderas causas de desigualdad
social.
La penetración de la ideología racista permite que el tema del discrimen
racial se ignore en todas las áreas del quehacer humano. El deseo de
minimizar todo elemento conflictivo produce una actitud de silencio frente al
tema de la negritud internalizada de tal forma que se evita discutir el mismo
por miedo a crear "división" en la sociedad. Se quiere dar la impresión de
que la sociedad puertorriqueña es un producto pacífico y homogéneo de
quinientos años de colonización y cien de sistema capitalista. Ni organismos
gubernamentales, no organizaciones sindicales o feministas, ni instituciones
sociales, ni grupos políticos, ni organizaciones económicas, ni instituciones
educativas o religiosas, plantean la eliminación del discrimen racial como uno
de sus objetivos prioritarios.
El aparato gubernamental es prácticamente ajeno a este problema. La Junta de
Apelaciones del Sistema de Administración Pública (JASAP) no cuenta con ningún
caso radicado por discrimen racial y, en este aspecto, se rigen por el Título
7 de la ley federal que atiende dichos casos, si surgen, en territorio
continental a donde son referidos. En la División de Servicios Legales del
Departamento de Derechos al Trabajo sólo se procesan "querellas relacionadas
con discrimen por sexo o edad, pero no por raza o color, ya que la mezcla de
raza en Puerto Rico es tal, que sólo se usa el término 'hispano' para casos
relacionados al foro federal". La Comisión de Derechos Civiles no posee
estadísticas de los casos radicados, pero, según sus técnicos, la querellas
que se presentan son por discrimen por nacionalidad. En el Instituto de
Derechos Civiles y en el Departamento de Educación Pública, su Junta de
Apelaciones (JASEP), y su División Legal no se ha radicado ningún caso por
discrimen racial.
El 30 de junio de 1959 se enmendó la Ley #100 para proteger a los obreros
"contra discrímenes de los patronos... por razón de edad, color, sexo, origen
social o nacional, condición social, matrimonio, ideas políticas o
religiosas". En el caso del discrimen por raza o color, esta ley fue muerta
hasta 1975 cuando se estableció la Unidad Antidiscrimen del Departamento del
Trabajo y Derechos Humanos. Sin embargo, dicha unidad no posee estadísticas
de los casos radicados hasta 1982. En los últimos diez años (1982-92) se han
procesado un total de 38 casos, de los cuales 12 fueron radicados por mujeres.
De estos, un 67% no se solucionaron a favor de las querellantes y en
solamente uno de ellos se encontró causa probable contra el patrono.
El mayor obstáculo a la gestión de la Unidad Anti-discrimen es la incapacidad
de las querellantes para reconocer que, en muchos casos, la fuente del
discrimen patronal radica en el prejuicio racial. En otras palabras, al no
reconocer su propia identidad como mujeres negras, tampoco pueden denunciar el
discrimen por parte de los demás.
En la esfera político-partidista, el tema de la negritud ha recibido igual
tratamiento y la mujer afropuertorriqueña apenas se asoma a la posibilidad de
aspirar a algún puesto directivo dentro de la colectividad ó a posiciones
hegemónicas a nivel de gobierno central. Aquellas que en algún momento lo han
alcanzado tienden a reproducir patrones de la clase dominante. Aún los
partidos de la izquierda han aceptado el discurso "no divisionista", dejando a
la población negra prácticamente sola en sus esporádicos reclamos por
igualdad.
Por su parte, el sector de la economía tiene bien definido el ideal de "mujer
de negocios" que desea reclutar y, ciertamente, la negritud no está entre sus
cualidades ideales.
Racismo y feminismo
El movimiento feminista ha sido portavoz del discurso de la clase dominante.
Durante la década de 1920, o primer ciclo sufragista, el feminismo
puertorriqueño logró el voto sólo para las mujeres alfabetizadas.
No obstante, una vez conseguido el voto -en muchos casos alrededor de los años
20 y en otros en el período entre las dos guerras mundiales- casi todos los
movimientos feministas desaparecieron. La concesión del voto no había tenido
las repercusiones esperadas por muchas líderes feministas. El derecho al
sufragio se convirtió en un freno para denegar otros reclamos solicitados y el
comportamiento electoral de las mujeres no estuvo regido por los intereses
feministas, sino por los de su clase social.
Al feminismo sufragista de los años 20, siguió un período de inacción por
parte de las mujeres. No será hasta fines de la década de 1960 cuando
comienza el segundo ciclo, reclamando igualdad entre los sexos y en apoyo a la
mujer obrera. En 1971 la Sociedad de Mujeres Periodistas invita a Gloria
Steinem, feminista estadounidense, para hablar sobre la liberación femenina.
Este período se extiende hasta mediados de la década de 1980 con la fundación
de Feministas en Marcha (FEM) y la visita de la feminista española Lydia
Falcón, una de las teóricas de la mujer como clase social.
Sin embargo, en ninguno de estos dos ciclos se señaló el derecho de la mujer
negra a su identidad étnica. Curiosamente las feministas afroestadounidenses
se constituyeron organizadamente un año (1973) después de que la primera
organización feminista se fundara en Puerto Rico, Mujer Integrante Ahora (MIA,
1972) con una mujer negra como presidente. Mientras en Puerto Rico MIA
contaba entre sus objetivos abogar "por enmendar leyes, tener mayor
representación femenina en las estructuras políticas, combatir la educación
sexista y crear una conciencia en la mujer de los problemas que la afectan",
en Estados Unidos el National Black Feminist Organization (NBFO) se
constituye como la "primera organización de mujeres negras abiertamente
feminista y dedicada a eliminar la doble opresión racista y sexista".
Parece ser que, por un lado, el momento aún no era propicio para que la mujer
afroboricua presentara sus demandas, y de otra parte, el movimiento feminista
puertorriqueño reclamaba los derechos de una mujer que percibía como
homogénea, con idénticos problemas y preocupaciones, independientemente de su
realidad socio-económica.
Conclusiones
Todo parece indicar que la ideología racista propulsada por la clase dominante
ha logrado penetrar profundamente todas las esferas de la sociedad
puertorriqueña. Esto ha hecho más difícil y tardía la fundación de organismos
que canalicen las demandas de las mujeres afroboricuas. Desde los organismos
gubernamentales hasta las uniones sindicales, no hubo en el país ningún grupo
que aglutinara a la mujer afropuertorriqueña. El tradicional discurso "no
divisionista", el afán de blanqueamiento y la invisibilidad de que ha sido
objeto la mujer negra, han contribuido a que sus aportes a la sociedad
puertorriqueña sean constantemente ignorados.
Sin embargo, en 1992, se constituye el Grupo Identidad de la Mujer
Puertorriqueña Negra y en 1993 la Unión de Mujeres Puertorriqueñas Negras
(UMUPUEN) como parte de lo que se podría considerar el tercer ciclo del
feminismo puertorriqueño: el de la pluralidad. Para la mujer afroboricua, no
obstante, aún queda mucho camino que recorrer en su lucha por recuperar la
identidad étnica, erradicar la invisibilidad de que es víctima, rescatar sus
aportes económicos e históricos a la sociedad y eliminar las barreras del
prejuicio, a fin de desarrollar una mejor sociedad puertorriqueña.
* Este documento es parte de "Afroamericanos: Buscando raíces, afirmando identidad", serie Aportes para el Debate No. 4.
https://www.alainet.org/es/articulo/104947
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