El Grito de las Américas

23/10/2000
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Participé en Nueva York, el 12 de octubre, fecha del "descubrimiento" de nuestro continente, del Grito de los Excluidos de las Américas. La ciudad estadounidense fue escogida por ser la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); foco del noticiero internacional; y escenario de la Marcha de los Migrantes Indocumentados, realizada el día 14, y de la Marcha Mundial de las Mujeres, el 17. Una comisión de representantes de las tres regiones continentales, encabezada por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, fue recibida en la ONU por Gillan Martin Sorensen, asistente del Secretario General y Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales. Del Brasil, estuvimos presentes Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra (MST) y yo. Kofi Annan debió ausentarse para viajar apresuradamente al Medio Oriente, debido al conflicto entre israelíes y árabes. A la entrada del edificio de la ONU una exposición de fotos de Sebatião Salgado exhibía el rostro de niños pobres del mundo, lo que facilitó nuestro diálogo con el señor Sorensen, a quien expusimos los efectos nefastos de las políticas del FMI y del Banco Mundial en nuestros países. Insistimos para que la ONU no se convierta en un juguete en las manos de la política externa de los Estados Unidos. El gran escándalo de este fin de siglo y milenio es la situación de carencia en la que viven multitudes. En el mundo, según el BIRD, 1.2 mil millones de personas sobreviven con una renta mensual inferior a US$30, y otras 2.8 mil millones con menos de US$60. En América Latina, son 224 millones de pobres y 90 millones de miserables. En el Brasil, 32 millones de miserables y 54.1 millones de pobres. Llegamos a la Luna, pero no a la justicia social. Pusimos telescopios capaces de develar las intimidades del universo, pero no vemos las necesidades y los derechos del prójimo carente. Clonamos seres vivos, pero no salvamos de la muerte a niños desnutridos. Fotografiamos cuánticamente las partículas sub-atómicas, pero ignoramos las angustias más profundas del corazón humano. Los nuevos militantes de la solidaridad Un fenómeno nuevo se destaca en el panorama mundial, evidente en las manifestaciones en Nueva York, Praga, Washington y Seattle: los movimientos de solidaridad con los condenados de la tierra. El clamor de justicia ya no viene solo de la izquierda ideologizada y partidaria. Se hace eco de innumerables movimientos sociales que articulados por Ong's e Iglesias, prestan su fuerza y su voz a los que carecen de una cosa o de otra. Tiene como ideología la ética, como partido la solidaridad, como sueño el derecho de todos a los bienes esenciales de la vida, como propuesta la denuncia de los responsables de las desigualdades mundiales y a la construcción de una civilización de amor. El mundo ya no se divide entre capitalismo y socialismo, pero si entre el egoísmo neoliberal, centrado en la premisa del lucro, y la compasión de los que luchan por una economía solidaria. Uno y otro coexisten en los mismos países. El avance de la tecnología de las comunicaciones favorece el entrelazamiento de las redes comprometidas con la conquista de un modelo alternativo de sociedad. El perfil de la era post-capitalista se diseña en el esfuerzo de poner fin a la exclusión social, redistribuir la renta, proteger el medio ambiente, priorizar los bienes infinitos, como la ética y la espiritualidad, y no sobreestimar los bienes finitos. Los nuevos militantes de la solidaridad no quieren únicamente estructuras económicas más justas, como el acceso de los productos de los países pobres al mercado internacional. Quieren más: los bienes del espíritu. Al contrario de la vieja izquierda, son personas espiritualizadas y entusiasmadas (que etimológicamente significa "repletos del Espíritu de Dios"). Como un san Francisco moderno, se sienten hermanos y hermanas de la Gaia y del Africa, de los campesinos de América Latina y de los indígenas de Laponia, de los curdos y de los iraquíes. Su lógica no se guía por el maniqueísmo de la política exterior de los Estados Unidos, que bloquea Cuba, anexa Puerto Rico a su territorio, interviene en Colombia y se hace de la vista gorda cuando tropas de Israel ocupan territorios árabes. Se guía por el derecho de todos al bien mayor de Dios: la vida. La caída del socialismo real en Europa del Este coincide con el surgimiento del socialismo virtual en la Internet. Ella quiebra el monopolio de las agencias de noticias que se hacen eco de la versión de los señores de la tierra. Como el engaño que, en 1992, los EEUU nos intentaron imponer, de que los misiles lanzados contra Irak solo destruyeron edificios. Hoy se sabe que por lo menos 100 mil civiles iraquíes, inclusive mujeres y niños, perdieron la vida en aquella guerra que, para nuestros ojos, no pasaba de ser un videojuego. El Grito de los Excluidos de la Américas continentaliza el Grito de los Excluidos iniciado en Brasil en 1995, por iniciativa de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) y de los movimientos sociales. Y revela que también en el corazón del imperio, como es Nueva York, hay muchas personas y movimientos desilusionados con ese modelo de sociedad que reduce la libertad al derecho de escoger entre varias marcas de cerveza o modelos de carros. Ellas quieren más. Quieren la libertad de modificar, no siluetas de cuerpos envanecidos, sino el perfil de una humanidad que ingresa en el Tercer Milenio arrastrando una masa de hambrientos, desempleados y oprimidos. En enero próximo, esos militantes de la esperanza ya tienen un encuentro marcado en el Foro Social Mundial, en Porto Alegre.
https://www.alainet.org/es/articulo/104897?language=en
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