Enfoques sobre salud y sexualidad
30/06/1997
- Opinión
Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA
(ONUSIDA), aún cuando las mujeres continúan avanzado para conseguir la
igualdad con los hombres, solamente una educación adecuada, la posibilidad
de generar recursos económicos y la protección -en igualdad de condiciones-
ante la ley, les permitirán acceder al control de su vida social, económica
y personal.
Para la mayoría de mujeres latinoamericanas ésta es una realidad muy
lejana. Ellas son, precisamente, el grupo que se encuentra en condiciones
de más alto riesgo ante las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y ante
el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), causante del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
La salud sexual de las mujeres, independientemente de la salud
reproductiva, no ha sido tratada con la importancia necesaria. Se requiere
de una visión multidisciplinaria, donde las necesidades de las mujeres sean
identificadas por ellas mismas, tomando en cuenta el conjunto de elementos
que afectan su vida como personas y no únicamente como madres.
Al enfocar su vida cotidiana no puede dejarse de lado la salud sexual,
elemento de extrema importancia en la búsqueda de una vida plena, sin
riesgos, especialmente en estos tiempos en que las ETS y el VIH/ SIDA
constituyen una amenaza creciente.
Limitaciones estratégicas
Usualmente, los esfuerzos realizados en la prevención del VHI/SIDA y las
ETS, han estado canalizados a través de la educación sanitaria tradicional,
a menudo utilizando estrategias inadecuadas para informar y educar a la
población, especialmente en lo que respecta a la sexualidad. Estas
estrategias, en muchos casos, en vez de contribuir a la obtención de la
salud sexual, han sido fuente de grandes limitantes. El empleo de
metodologías tradicionales para tratar de alcanzar a la población "blanco",
con técnicas inapropiadas, con contenidos cargados de prejuicios,
obviamente no ha tenido como resultado los cambios esperados en las
actitudes y las conductas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define, desde 1948, la salud
como:"el estado de completo bienestar físico, mental y social, no
simplemente la ausencia de afecciones o enfermedades". Definición reiterada
en la Declaración de Alma-Ata en la Conferencia Internacional sobre
Atención Primaria de Salud, URSS, 1978, donde se la incluyó como un derecho
humano fundamental.
Dentro de esta definición, hay que considerar el desarrollo de un enfoque
de la salud de las mujeres, basado en sus necesidades particulares,
incluyendo como un componente importante la salud sexual, que va más allá
de la salud reproductiva. La salud sexual, independiente del estado de
maternidad, está presente durante todas las fases de su vida y no sólo
durante la edad fértil, lo que hace necesario, para esta finalidad, separar
la procreación del placer sexual.
La OMS afirma que "el goce del estado más alto de salud es un derecho
fundamental de todos los seres humanos sin distinción de raza, religión,
creencias políticas, condición social o económica. Esto significa que todo
ser humano tiene el derecho a vivir en un ambiente con riesgos mínimos a la
salud". Pero, aún cuando el avance alcanzado en lo que respecta a los
derechos de las mujeres es considerable, "a muchas mujeres se les ha negado
ese derecho fundamental".
Para alcanzar un estado de salud ideal se han identificado algunas
condiciones y requisitos fundamentales como son la paz, la educación, la
vivienda, la conservación de los recursos naturales en un sistema político-
económico-social justo y equitativo. Sin dejar de considerar que los
recursos existentes para alcanzar este estado de salud óptimo no están
distribuidos equitativamente ni las oportunidades son iguales para todos
dentro de una sociedad, también hay que reconocer la existencia de
percepciones diversas del significado de salud según las distintas culturas
y clases sociales, las variaciones de individuo a individuo, y las
diferencias de género.
La salud sexual
Cuando se trata de la salud de la mujer habitualmente se ha rezagado a un
nivel secundario el cuidado y promoción de su salud sexual. La salud sexual
ha sido un tema que se ha venido discutiendo desde hace algún tiempo, pero
aún no existe un consenso claro frente a su definición conceptual.
Una propuesta para definirla dice:" Salud Sexual es multidimensional.
Abarca diferentes necesidades y expresiones en las distintas etapas del
ciclo de vida. Implica un nivel personal de gozo y bienestar y la habilidad
para lidiar con ansiedades sobre los aspectos físicos y emocionales de la
sexualidad. Promueve los derechos de los seres humanos a las condiciones
sociales, económicas, legales, políticas, educacionales y culturales
óptimas en las cuales puedan expresar su sexualidad".
La OMS define salud sexual como "la integración de los aspectos físicos,
emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, de maneras que son
positivamente enriquecedoras, y que realzan la personalidad, la
comunicación y el amor ... cada persona tiene el derecho de recibir
información sobre asuntos sexuales y de considerar la aceptación de
relaciones sexuales tanto por placer como para la procreación".
Pero los programas de salud han sido dirigidos principalmente a los
problemas de morbilidad materna e infantil para evitar la muerte, no
necesariamente para elevar su calidad de vida ni para que alcancen una vida
plena. La sociedad les ha limitado en el ejercicio de su derecho a una
salud sexual que dé posibilidad de disfrutar y controlar libremente su
actividad sexual; esto es, sin miedos, culpas, remordimientos, ni
repercusiones sociales, políticas o económicas.
Es imprescindible recalcar que la salud en general, así como la salud
sexual, están directamente relacionadas con el nivel socio-económico de las
personas. En el caso de las mujeres tiene un impacto directo su "status"
social y económico. Y si se acepta que mientras más bajo es el nivel de
desarrollo económico de un grupo social, menor es el acceso a la
información sobre sexualidad; las mujeres, al ser las más pobres entre los
pobres, no están en condiciones de decidir libremente en aspectos que
afectan directa o indirectamente a su salud y bienestar.
Ellas necesitan poseer información confiable sobre salud para actuar en
dirección de mantenerla y mejorarla y así romper el círculo de la
desinformación y dependencia. Para que esto suceda deben participar en la
definición de la clase de educación e información que ellas necesiten.
Para poder obtener un estado de salud sexual aceptable es necesario
comenzar por comprender el concepto de sexualidad. Sexualidad es el
comportamiento humano donde se integran los aspectos somáticos,
sicológicos, sociales y culturales de la conducta sexual, es la expresión
del amor, del placer físico y del goce emocional. Es la expresión que
enriquece la vida de las personas en el plano individual, familiar y
social.
La sexualidad es un elemento esencial en el desarrollo de las personas y
su armonía es fundamental para todos los seres humanos; constituye y afecta
la identidad, la valoración de sí mismo y la de los demás, la capacidad de
dar y recibir amor, la posibilidad de amar y ser amado.
Los derechos sexuales
"El derecho al disfrute de la sexualidad en la multiplicidad de sus
potencialidades es un derecho humano inalienable, como el derecho a la
vida, la libertad, la educación y el trabajo, entre otros." Este derecho, a
pesar de ser reconocido en el plano teórico, en la práctica todavía no se
ejerce libremente ya que la sexualidad ha sido definida por el hombre e
impuesta a la mujer. En el sistema patriarcal existente el desarrollo de la
sexualidad de la mujer ha sido limitado a la procreación.
Cuando las mujeres puedan conseguir libremente información fidedigna para
la prevención y tratamiento de las enfermedades transmitidas sexualmente;
cuando puedan controlar cuándo y con quién va a tener relaciones sexuales y
si éstas van a ser sin miedo a contraer una ETS o un embarazo no deseado;
cuando puedan elegir cómo y cuando regular su fertilidad sin efectos
secundarios, desagradables o peligrosos, y cuando puedan tener un embarazo
y parto sin peligro, sólo entonces, podrá decirse que las mujeres tienen un
control real de su salud reproductiva y sexual.
La defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, desde
esta perspectiva, requieren de la participación de los distintos sectores
de la población en la búsqueda de alternativas orientadas, más que a la
prevención de la enfermedad, a estimular cambios de conducta y estilos de
vida, que permitan promover y conservar la salud de las mujeres y de la
colectividad en general.
La educación sexual y las mujeres
Tradicionalmente, la educación sexual ha sido utilizada como un medio para
entregar información y promover la anticoncepción, haciendo énfasis en lo
biológico y fisiológico, con menor consideración por lo psicológico y al
ambiente socio-cultural.
Ha sido un tema controversial y ha tomado diferentes características según
las culturas, clases sociales, etnias, religiones, estilos de vida, etc.
Las experiencias e investigaciones sobre educación sexual realizadas en los
últimos años, indican que la entrega aislada de información sobe la parte
biológica de la sexualidad no ha formado personas sexualmente responsables,
ni ha cambiado conductas en los adultos y en los adolescentes. La
sexualidad no ha sido el centro de las actividades ejecutadas en el área de
la educación sexual.
La educación sexual, en lo que concierne a esta propuesta, debe ser un
requisito de todos los individuos, pero en especial de las mujeres, en un
proceso que se inicie a temprana edad y tenga por objetivo la
responsabilidad sexual, es decir, el respeto hacia sí misma y hacia los
otros. Este proceso educativo tiene que ser una responsabilidad de la
sociedad en general, y en particular de la familia, del sistema formal de
la educación, pero en el contexto de una educación para la salud integral
de las personas.
Es necesario hacer una diferenciación entre la socialización del sexo y la
educación sexual. Socialización del sexo significa transmisión de valores,
creencias, costumbres y prejuicios de la sociedad tradicional, vehiculadas
por diferentes medios, formales o no formales, mientras que la educación
sexual es un proceso basado en la información existente y la experiencia.
La educación sexual abarca no sólo lo coital, lo moral, lo tradicionalmente
aceptable, sino que además permite el diálogo, reconoce la diversidad de
estilos de vida, promueve el respeto a sí mismos y a los demás como
preparación para el desarrollo de una vida sexual madura.
Proponemos procesos educativos esencialmente liberadores de todas las
potencialidades de la personalidad del individuo, entendiendo educación
como un proceso de enseñanza-aprendizaje básicamente problematizador,
crítico y liberador de la situación socio-económica- cultural-política que
influye en la vida total del individuo. Estos procesos educativos, con una
metodología participativa, están centrados en una filosofía basada en el
ejercicio del poder, donde las personas, a través del diálogo, comparten
conocimientos, intereses y experiencias.
A través de este proceso educativo transformador y de la toma de poder, o
"empoderamiento", por parte de las mujeres, podrán ellas construir,
individual y colectivamente, el conocimiento que les posibilite tener
control sobre su sexualidad y su cuerpo. Una vez que las mujeres comiencen
el diálogo en torno a la sexualidad, ellas mismas abrirán las puertas a
temas que constituirán el proceso educativo de la educación sexual de otras
mujeres y de futuras generaciones.
* Adriana F. Gómez: Asesora de ONUSIDA, Ecuador
* Este documento es parte de
La cara Socio-económica del Sida Serie Aportes para el Debate No. 5.
https://www.alainet.org/es/articulo/104797
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