Pronunciamiento latinoamericano
Educación para Todos
22/05/2000
- Opinión
El comienzo de una nueva década y de un nuevo siglo invita a reflexionar
sobre lo hecho a fin de perfilar la agenda futura teniendo en cuenta el
nuevo conocimiento disponible y las lecciones aprendidas.
Este es momento de evaluaciones, rectificaciones y compromisos renovados en
el ámbito educativo. El año 2000 fue el horizonte de programas globales
como la Educación para Todos, acordado en Jomtien, Tailandia, en 1990, así
como de iniciativas regionales y nacionales de desarrollo y cambio educativo
en todo el mundo. Diversas actividades vienen realizándose, a nivel global,
regional y nacional, para evaluar el cumplimiento de dichos programas y
metas, y para definir la agenda futura. A fines de abril de este año 2000
tiene lugar en Dakar, Senegal, el Foro Mundial de la Educación, en el cual
se presentarán los resultados de la evaluación de esta década de Educación
para Todos y se aprobará una nueva Declaración y un nuevo Marco de Acción
que extenderán el plazo hasta el año 2015.
En este contexto y momento, un grupo de educadores e intelectuales
latinoamericanos hemos querido hacer pública nuestra voz a fin de compartir
con otros colegas y con la comunidad educativa internacional algunas
reflexiones y preocupaciones desde América Latina. Esta es una región
importante en el mundo en desarrollo, con una gran especificidad histórica,
educativa y cultural. En el campo de la educación, los latinoamericanos nos
enorgullecemos de haber desarrollado una experiencia y un pensamiento
educativo propios, innovadores, fértiles.
Nuestros pueblos merecen más y mejor educación
Nos preocupa enormemente la situación y el rumbo de la educación en el
mundo, en los países en desarrollo y en nuestra región en particular.
Después de varias décadas de intentos reiterados de reforma educativa en
nuestros países, los resultados son dudosos y, en todo caso, no están a la
vista en el ámbito que finalmente importa y que es el objetivo mismo de la
educación: el aprendizaje y la formación integral de la persona. "Enfatizar
el aprendizaje" fue un mandato fundamental para la Educación para Todos; no
obstante, el indicador de aprendizaje (uno de los 18 indicadores que debían
reportar los países) debió ser eliminado del informe final de evaluación de
la década pues la mayoría de países no tenía información para reportar.
"Mejorar el aprendizaje" fue la consigna de la década de 1990 en nuestra
región; no obstante, las evaluaciones de rendimiento escolar hechas en los
últimos años en los diferentes países muestran resultados pobres, por debajo
de lo esperado y de lo deseable. Tampoco cuentan los sistemas educativos
con indicadores o evidencias de logro en torno a la formación de los
educandos, entendida como despliegue de sus potencialidades, estímulo a su
creatividad y consolidación de sus valores.
Igual que otras regiones del mundo en desarrollo, América Latina ha visto
desfilar una larga lista de pronunciamientos y declaraciones, de compromisos
y metas que se reiteran, incumplen y postergan cíclicamente. A menudo, los
planes se superponen unos a otros, sin solución de continuidad, o bien se
manejan de manera paralela, sin coordinación entre sí.
* En 1979 (Declaración de México) se aprobó y en 1981 (Quito) arrancó el
"Proyecto Principal de Educación" (PPE), proyecto regional impulsado y
coordinado por la oficina regional de la UNESCO, el cual se propuso tres
metas para el año 2000: acceso universal a la escuela primaria, eliminación
del analfabetismo adulto y mejoría de la calidad y la eficiencia de la
educación.
* Posteriormente, en 1990, en Jomtien, se acordó la "Educación para Todos",
en la conferencia mundial organizada por UNESCO, UNICEF, PNUD, FNUAD y Banco
Mundial, a la que asistieron delegaciones de 155 gobiernos y de entidades de
la sociedad civil de todo el mundo. Allí se acordaron seis metas,
parcialmente coincidentes con las del PPE en esta región, fijándose también
el año 2000 como plazo para su cumplimiento.
* Cuatro años más tarde, en 1994, se realizaba la Cumbre de Miami, convocada
por el presidente norteamericano Clinton. Aquí se lanzó el "Plan de Acceso
Universal a la Educación para el 2010", ratificado después como "Iniciativa
de Educación" en la II Cumbre, en Santiago, en 1998. Esta iniciativa, de
alcance hemisférico, adoptó metas para los tres niveles educativos, incluido
el universitario, y fijó el año 2010 como horizonte. La iniciativa es
liderada por el gobierno estadounidense, coordinada por los gobiernos de
México, Argentina y Chile, y cuenta con la participación de diversos
organismos internacionales, regionales y nacionales (entre los principales:
OEA, Banco Mundial, BID, y USAID).
Ahora, el Foro Mundial en Dakar, al constatar que no se cumplieron las metas
de la Educación para Todos en el plazo estipulado, ratificará en lo
fundamental las mismas metas, renovará los compromisos y correrá el plazo
hasta el 2015.
Agencias internacionales y gobiernos formulan y suscriben estos planes y
metas globales y regionales, se comprometen a su cumplimiento en los plazos
que ellos mismos fijan, y revisan y aplazan continuamente los compromisos.
En cada uno de estos planes se invierten energías y recursos financieros
cuantiosos; al no verse resultados o cumplirse con lo ofrecido, se desgasta
irremediablemente la credibilidad social en torno a la educación y al cambio
educativo.
La tradición de la reforma educativa en nuestros países ha sido atribuir los
problemas a la falta de recursos financieros y ubicar los problemas, en todo
caso, en el lado de la ejecución. No obstante, todo indica que hay
problemas también en el diseño de las políticas, y que hacen falta una
revisión y un viraje profundos en la manera como los gobiernos y las
agencias internacionales vienen encarando el tema educativo y el de la
reforma educativa en particular.
Las políticas que se han recomendado y adoptado en los últimos años no están
respondiendo satisfactoriamente a las necesidades y expectativas de la
población latinoamericana, a las realidades del sistema escolar y de los
docentes en particular, y no han tenido los resultados esperados. La
evaluación comparativa realizada en 1997 por UNESCO-OREALC en 15 países de
la región, en las áreas de lenguaje y matemáticas entre alumnos de tercero y
cuarto grado de planteles públicos y privados, reveló que Cuba es, en el
contexto latinoamericano, el país con mejores rendimientos escolares en
estas dos áreas. Se trata, precisamente, del único país que no siguió las
recomendaciones de política educativa vigentes en los 90 y el único que no
recurrió a préstamos internacionales para financiar su sistema y su reforma
educativa. Estos datos son lo suficientemente reveladores como para exigir
una reflexión de fondo en torno a las estrategias de cambio educativo que
vienen ensayándose en la región.
Rectificaciones necesarias
La situación de la educación básica en nuestra región y en el mundo nos
lleva a proponer algunas rectificaciones que, si bien atañen directamente a
América Latina, podrían ser consideradas por otras regiones con inquietudes
similares.
Las políticas que norman el desarrollo educativo deben estar inspiradas por
valores humanos fundamentales, de modo que el servicio educativo contribuya
a la mejor realización de las personas y de las sociedades. Los actuales
indicadores utilizados para evaluar dicho desarrollo, centrados en el avance
de la cobertura y de la eficiencia de los sistemas escolares, no revelan la
contribución de la educación a esos valores fundamentales: el desarrollo
integral de los educandos, la formación de su conciencia, el ejercicio
responsable de su libertad, su capacidad para relacionarse con los demás y
para respetar a todos. Tampoco revelan si las respuestas que están dando
los sistemas educativos a las necesidades fundamentales de las grandes
mayorías de la población son las más adecuadas y significativas para estas
mayorías.
Los decisores de políticas deben plantear su tarea en el plano ético, pues
los sistemas educativos no son sólo piezas al servicio de la economía, del
consumo o del progreso material, sino medios que deben ayudar al desarrollo
en plenitud de las potencialidades humanas. En particular, la expansión del
conocimiento que caracteriza el ingreso de la humanidad al tercer milenio y
que está ya impactando profundamente los sistemas educativos, debe
inscribirse en este horizonte de integralidad y responsabilidad.
De ninguna manera satisface lo que se ha realizado para alcanzar mayor
equidad en la distribución de las oportunidades de acceso, permanencia,
egreso, transición a otros niveles educativos y, sobre todo, aprendizaje.
La mayor equidad sólo se ha logrado como consecuencia de la tendencia a
universalizar algún nivel educativo, notablemente la primaria. No obstante,
esto no ha significado igualar los resultados de aprendizaje, que son la
verdadera medida de una política de justicia educativa. El uso creciente de
la tecnología de la información y la comunicación en el campo educativo
amenaza con producir desigualdades cada vez más profundas y graves, si
continuamos extendiendo la educación básica con los mismos criterios
utilizados hasta hoy. Definitivamente, hay que enfrentar el problema de
otra manera. Sociedad y gobiernos, pero sobre todo estos últimos, deben
destinar los recursos y los esfuerzos necesarios para igualar e incrementar
la calidad de los servicios ofrecidos a los sectores pobres en el campo y la
ciudad, a los sectores indígenas y en general a todos los excluidos de los
beneficios de la educación básica. Mientras no se ofrezca mejor educación a
los que menos tienen, y se asegure una educación igualitaria a hombre y
mujeres, difícilmente podremos avanzar en la meta de lograr equidad
educativa. Sin equidad educativa difícilmente avanzaremos en el logro de la
justicia social.
Dada la enorme diversidad cultural que caracteriza a los pueblos
latinoamericanos, calidad educativa implica reconocer la necesidad de
diversificar la oferta educativa a fin de asegurar no sólo el respeto sino
el fortalecimiento de las diferentes culturas. Cada grupo tiene un aporte
cultural que hacer a la educación de todos. Gobiernos y sociedades debemos
impedir que la diversificación de los servicios de educación básica a los
grupos culturales minoritarios siga escondiendo una oferta empobrecida, que
se aproveche de la menor capacidad de estos grupos para exigir niveles
adecuados de calidad del servicio y de sus resultados.
Es necesario recuperar los planteamientos originales de la Educación para
Todos y su "visión ampliada de la educación básica": una educación capaz de
satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de todos (niños, jóvenes y
adultos), dentro y fuera del sistema escolar (familia, comunidad, lugar de
trabajo, bibliotecas y centros culturales, medios de comunicación, acceso a
las modernas tecnologías, etc.) y a lo largo de toda la vida. Es
indispensable recuperar para la educación y para la política educativa la
visión multisectorial, entendiendo que los problemas no se explican ni se
resuelven exclusivamente desde lo educativo, sino desde una política
económica y social responsable del bienestar de las mayorías; la visión de
sistema, superando la visión fragmentada y parcelada por edades, niveles,
componentes o modalidades; y la visión de largo plazo, superando el
cortoplacismo inmediatista al que fuerzan a menudo las lógicas de la
política y las del financiamiento internacional. El énfasis sobre la
educación primaria que se dio en la década de 1990, si bien importante por
sí misma, se hizo a costa de una postergación de la problemática de la
educación secundaria y universitaria, y de un abandono casi total de la
educación y capacitación de jóvenes y de adultos.
Salvaguardar los valores latinoamericanos
a) En el contexto actual de globalización, queremos preservar algunos
valores que son esenciales a la identidad latinoamericana:
- El valor supremo de la persona y la búsqueda de un sentido de la
existencia humana. Valoramos el respeto a la persona y a su desarrollo por
encima de un progreso material fincado exclusivamente en el aumento del
consumo y del confort; creemos en la importancia de crear las condiciones
necesarias para que cada persona encuentre un sentido a su vida y respuestas
a sus preguntas existenciales.
- El sentido comunitario de la vida, característico de nuestras culturas,
principalmente las indígenas: compartir y servir, ser solidarios más que
competitivos, saber convivir privilegiando el bienestar colectivo, respetar
las diferencias contra las tendencias de exclusión y el cuidado por los más
débiles y desprotegidos.
- La multiculturalidad y la interculturalidad. Nuestras naciones son
pueblos de pueblos, gestados a través de procesos de mestizaje biológico y
cultural, por lo que la apertura a la pluralidad de razas, etnias y culturas
es esencial a nuestra identidad y valor a ser reafirmado por la educación.
- La apertura y valoración de formas de conocimiento y de aproximación a la
realidad que trascienden la racionalidad instrumental: los lenguajes
simbólicos, la intuición, la sensibilidad a la vulnerabilidad humana, la
recuperación creativa de la tradición y el aprecio por la belleza.
- La libertad, entendida -en la tradición que recogió acertadamente Paulo
Freire- como una conquista sobre nuestros egoísmos y los de los demás, como
construcción de la autonomía de la persona y de su sentido de
responsabilidad, como superación de todas las opresiones mediante la
comprensión del opresor y la disposición a compartir con éste la tarea de
construir un mundo para todos.
- El trabajo como medio de realización personal y por ello derecho
fundamental, no como subordinación acrítica a los intereses del capital ni
como búsqueda eficientista de maximización del lucro.
- La búsqueda del "otro" en la construcción de un "nosotros" que fundamente
el sentido ético de la vida humana, y la presencia constante de la utopía y
la esperanza.
Deseamos preservar en nuestra educación estos valores que nos dan identidad,
y desde ellos conquistar la paz basada en la justicia y en el respeto a
todos. Deseamos que estos valores trasciendan hacia la convivencia
cotidiana, los medios de comunicación masiva, las leyes, las filosofías que
orientan la educación y, en general, todos los ámbitos de la cultura. En
los sistemas educativos, deseamos que inspiren la formación de educadores y
educandos, contenidos curriculares y métodos de enseñanza, las formas de
organización y el clima humano de las escuelas, la distribución de los
recursos, los criterios de planeación y evaluación y las relaciones
interpersonales de todos quienes intervenimos en la educación.
b) Afirmamos la necesidad de la participación de la sociedad no sólo en la
ejecución de las políticas y programas, sino en su formulación y discusión.
La educación es asunto público y debe, por tanto, involucrar a todos sus
actores y concitar su participación responsable. Esto es particularmente
cierto y necesario en el caso de los docentes, sujeto clave de la educación
y del cambio educativo. No basta con proclamar la participación e incluso
con mostrarse favorable a ella; es preciso definir y habilitar tiempos y
espacios, criterios y mecanismos concretos para que se dé dicha
participación como un dispositivo regular de los procesos educativos desde
el nivel local hasta el nivel global, desde la escuela hasta las instancias
ministeriales e intergubernamentales en que se define y decide la educación.
En este sentido, es preciso fortalecer y multiplicar algunas iniciativas
valiosas de participación ciudadana en la educación que han surgido en los
últimos años en varios países de la región.
c) Hacemos un llamado a nuestros gobiernos y a nuestras sociedades, así como
a las agencias internacionales de cooperación, a redoblar esfuerzos en pro
de la equidad, privilegiando a los grupos más marginados y articulando los
programas educativos a políticas más amplias que contribuyan a la equidad
económica y social.
d) Nos pronunciamos por salvaguardar la diversidad cultural y educativa
propia de las regiones, los países y los grupos culturales en el interior de
cada país, contra una globalización hegemónica y homogeneizadora.
e) Pedimos a los organismos internacionales revisar su papel en la
definición de políticas educativas y en su concreción a nivel regional y
nacional. Vemos con preocupación el creciente protagonismo de dichos
organismos, sobre todo de la banca internacional, como organismos ya no sólo
de financiamiento sino de asesoría técnica, investigación, monitoreo y
evaluación. Nos preocupa el "pensamiento único" instalado en la educación
en los últimos años, el fuerte sesgo economicista y el peso de lo
administrativo como componente central de la reforma educativa. La
necesidad de revisar el modelo tradicional de cooperación internacional,
sobre todo en el campo de la educación, viene siendo planteada por
estudiosos y especialistas de todo el mundo, e incluso por las propias
agencias de cooperación. Su rol debe ser el de impulsores, facilitadores,
comunicadores y catalizadores.
f) Convocamos a nuestros gobiernos y sociedades nacionales a recuperar el
liderazgo y la iniciativa en materia educativa, a desarrollar una masa
crítica de profesionales y especialistas de la máxima calidad, y a
consolidar una ciudadanía informada capaz de participar significativamente
en el debate y la acción educativa. Después de un período de fuerte
uniformación de la política educativa y de simplificación de los procesos
educativos, es indispensable recuperar la capacidad para pensar y actuar a
partir de lo mejor del conocimiento acumulado y de las especificidades de
cada contexto nacional y local.
Para adherirse a este documento dirigirse a: pronunciamiento@fibertel.com.ar
Texto del documento
Pronunciamiento Latinoamericano sobre "Educación para Todos" con
comentarios actualizados.
https://www.alainet.org/es/articulo/104729