Católicas por el derecho a decidir
17/05/1997
- Opinión
Al ubicar el cruce entre sexualidad y religión como eje de su trabajo, al
visibilizar su propuesta sobre el derecho de las mujeres a decidir, al
contribuir a la formulación de los derechos sexuales y reproductivos, las
Católicas por el Derecho a Decidir están encarando prejuicios y estereotipos
milenarios, arraigados tanto en la cultura como en la Iglesia.
Esa audacia les ha acarreado, en sus diez años de existencia como red
regional, vetos institucionales y hasta persecuciones, que se han cristalizado
en situaciones tales como el exilio de una de sus principales líderes, la
religiosa brasileña Ivonne Guevara, o el veto que el Vaticano presentó sin
éxito ante la ONU, para impedir la participación de esta organización en la IV
Conferencia Mundial de la Mujer en 1995.
Según la teóloga brasileña Luisa Etsuko Tomita, uno de los problemas centrales
que enfrenta su planteamiento, en el marco de la Iglesia Católica, se ubica
principalmente en torno al poder, o a la falta de poder de las mujeres, más
que en relación al propio análisis de la sexualidad. Pues a su juicio "el
secuestro del poder de las mujeres está basado sobre el control del cuerpo y
de la sexualidad, ya que existe una transposición entre ese control y el
dominio de padres y patriarcas. Entonces, la opresión de las mujeres, y el
mismo patriarcado, está fundada sobre el control del cuerpo".
Por eso, su propuesta incluye tanto un trabajo de reformulación teológica y
ética como un desarrollo de planteamientos políticos, dirigidos al marco
institucional de la Iglesia Católica pero también a la sociedad en general y
sus instancias de poder.
En el contexto actual, y frente a los desafíos que plantea el nuevo milenio,
señala la uruguaya María Cristina Grela, coordinadora de la Red, "las
Católicas por el Derecho a Decidir ubicamos algunos ejes prioritarios, entre
ellos el auge de los fundamentalismos, tanto en la Iglesia Católica como en
otros sectores religiosos, que están fortaleciendo las tendencias más
conservadoras y tradicionales de sus contenidos". Y, por eso mismo, "mientras
que el proceso de globalización y el liberalismo económico, han tenido como
uno de sus resultados el recrudecimiento de la pobreza, que incide en los
sectores más desprotegidos de América Latina, la Iglesia, a pesar de todo el
compromiso que ha tenido con los pobres, no ha demostrado cambios en sus
propuestas y lineamientos para mejorar la calidad de vida y crear en la
sociedad otros niveles de conciencia".
De ahí que "nuestro trabajo tiene como objetivo luchar contra el
fundamentalismo, que en la actualidad está impidiendo el desarrollo de las
mujeres, específicamente en el área de los derechos reproductivos y sexuales.
En ese sentido, se hace necesario trabajar, bajo una perspectiva de ética
actual, en problemáticas tales como la planificación familiar, a la que no
tienen acceso las mujeres de los sectores marginados. Esto como un elemento
para facilitar a los/as más pobres el acceso a mejores condiciones para su
desarrollo", acota Grela.
Los derechos sexuales y reproductivos
"Lo que se aprende en la doctrina católica en relación a la sexualidad, tiene
un peso muy grande en la vida de las mujeres, ésta es presentada como un
pecado y la sexualidad es inhibida. Entonces, nuestra propuesta consiste en
trabajar otras posibilidades teológicas, que no culpen a las mujeres y abran
la posibilidad de ser católica y continuar teniendo fe, pero también tener una
práctica liberadora de la sexualidad, más autónoma, que reconozca el derecho a
decidir. Es decir que las mujeres puedan decidir de su vida sexual, su
cuerpo, y también tener un espacio de más dignidad dentro de la iglesia",
señala Carolina Teles Lemos, miembro de la Coordinación de las Católicas en
Brasil.
Con esos antecedentes, para las Católicas es imprescindible definir los
derechos sexuales y reproductivos, concebidos como un marco de referencia para
poder vivirlos, señala María Cristina Grela. Y, agrega, "en ese proceso de
definición, en cuanto a la práctica de la sexualidad, hay que evidenciar todas
las otras opciones de la pareja, las mismas que deben reconocerse y aceptarse.
Eso tiene que ver también con el tener hijos o no, el acceso a los métodos
anticonceptivos y con escoger la opción sexual".
El aborto no es un crimen
Contrario al dictado de las actuales cúpulas de la Iglesia Católica que se
empecinan en homologar sexualidad y reproducción, admitiendo únicamente los
anticonceptivos naturales y la abstinencia, las Católicas enfatizan en que son
las mujeres quienes tienen que decidir sobre su reproducción y sexualidad, por
eso defienden el libre acceso a los anticonceptivos y la legalización del
aborto.
"Nosotras no hacemos campaña ni defendemos el aborto, pero las estadísticas
comprueban que, lo queramos o no, hay un elevado número de mujeres que
abortan, con secuelas para su salud y hasta con riesgo para la vida. Eso no
significa que creamos que el aborto debe ser utilizado como método
anticonceptivo o que éste nos guste, pero, si comparamos los países que lo han
legalizado como Holanda donde el índice es de 0.005% en 100 mujeres, mientras
que en Brasil, donde el aborto sólo es legal en casos excepcionales, la
incidencia es de 3.5% en 100 mujeres, constatamos que el índice es mayor
cuando no es legalizado. Entonces, lo que sucede es que las mujeres que no
tienen condiciones económicas acuden a sustancias abortivas o usan crochets y
abortan igual, sólo que con consecuencias para su salud y mucha culpa"
enfatiza Carolina Teles Lemos.
Por eso Ivonne Guevara, luego de constatar la crudeza de las situaciones que
viven las mujeres en la periferia de Recife (Brasil), expresó públicamente que
el aborto no es un crimen. Y, con esos argumentos, además de la demanda de
legalización, las católicas interpelan al Estado para que ofrezca buenas
condiciones sanitarias y médicas; servicios de orientación sexual y educación
sexual desde la niñez.
La relación con la Iglesia
Al establecer vínculos entre la filosofía, la teología y la ética feministas,
las Católicas cuestionan la misma estructura de la iglesia y el patriarcado
dentro de ella. "La Iglesia Católica se muestra siempre con un perfil de
unanimidad, cuando es diversa, por eso tratamos de dar a conocer las posturas
que divergen de la posición oficial del Vaticano en temas relativos a las
mujeres y a los derechos reproductivos. Dentro de la iglesia hay material
teológico suficiente para sustentar propuestas alternativas, distintas de las
posturas cupulares. Hay que visibilizar que la Iglesia Católica no es
monolítica y no tiene un pensamiento único", señala Carolina Teles Lemos.
Sin embargo, ellas no propician enfrentamientos frontales con las cúpulas,
"Nosotras no respondemos a la jerarquía, respondemos sólo cuando es necesario
y toca el tema de las mujeres. No pretendemos oponernos frente a esa
estructura tan rígida, tan fuerte, como es la de la Iglesia Católica Romana.
Lo que proponemos es que las decisiones de las mujeres deben pasar por un
proceso personal, que tiene que ver con su vida particular y su autoestima,
mientras la Iglesia las ha aislado y las coloca en un rol de servidoras de sus
hijos y maridos.", señala Grela.
Con esos criterios, las Católicas por el Derecho a Decidir se identifican con
la Iglesia progresista, desde una perspectiva feminista de la teología de la
liberación. Pero, precisa Grela "me refiero a una Teología de la Liberación
actualizada que, a diferencia de la anterior, coloque a las mujeres como un
elemento importante en la vida de la sociedad. Estamos en una línea distinta
de la dominante, pero creemos que la historia, que nunca camina hacia atrás,
irá diciendo por donde debemos ir".
Las Católicas han hecho pública igualmente su preocupación por el perfil de la
Iglesia Católica que, en palabras de Cristina Grela, "en estos últimos años,
dominada por una visión completamente limitada de la realidad, ha tenido un
retroceso evidente, y no se ha ocupado de las necesidades de la gente, quien
llena de culpas, de miedos y por respeto a su salud mental, tiene que salirse
de allí".
Por eso, enfatiza Luisa Etsuko Tomita, "estamos cuestionando esos parámetros
anticuados, que hacen que la Iglesia Católica pierda credibilidad en la
sociedad, creemos que ella debe abrirse hacia modalidades y prácticas más
democráticas. La Iglesia Católica es una institución patriarcal, la más
patriarcal que existe, en la cual las mujeres no tenemos ningún poder.
Aducir que porque Dios es hombre no se puede respetar e incluir a las mujeres
no tiene ningún fundamento consistente, es un enfoque que sólo se basa en la
tradición, una tradición que es un bien de machos, pero ésta no es una cosa
sagrada y también puede ser cambiada, puede evolucionar hacia una situación de
mayor justicia para las mujeres".
https://www.alainet.org/es/articulo/104717?language=es
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