Plataforma Latinoamericana y Caribeña Jubileo 2000
Sí a la Vida, no a la deuda.
24/02/1999
- Opinión
Del 25 al 27 de enero se celebró en Tegucigalpa, Honduras, la I Conferencia
Latinoamericana de Cancelación de la Deuda - Jubileo 2000, que tuvo como
propósito central "fortalecer las campañas nacionales de desendeudamiento
que se están desarrollando en los diferentes países del continente, a fin
de lograr una plataforma concertada para el lanzamiento de la Campaña
Latinoamericana Jubileo 2000". En las líneas que siguen reproducimos el
texto de la plataforma que orientará esta campaña.
La deuda externa del llamado Tercer Mundo, por su exorbitante monto y
velocidad de crecimiento, por el empeoramiento de sus condiciones, excluye
del desarrollo económico y social a cuatro quintas partes de la población
mundial. Esta deuda es expresión directa del injusto orden económico
internacional, resultado de la larga historia de esclavitud y explotación a
que la han sido sometidos nuestros pueblos.
La deuda externa de América Latina a mediados del 70 ascendía a unos 60 mil
millones de dólares, en 1980 a 204 mil millones, en 1990 era de 443 mil
millones de dólares y se calcula alcance en 1999 alrededor de 706 mil
millones de dólares, que requerían de unos 123 mil millones para el pago de
su servicio. Sólo por el concepto del servicio de su deuda externa, la
región pagó entre 1982 y 1996 alrededor de 706 mil millones de dólares, es
decir, una cifra superior de la deuda total acumulada.
En estas circunstancias, la deuda externa ha sido y es impagable, ilegítima
e inmoral
Es imposible de pagar, matemáticamente no hay fórmula para hacerlo. Dos
décadas completas de refinanciamientos imposibles por parte de los países
en desarrollo lo demuestran fehacientemente.
Es ilegítima porque se originó en buena medida por la decisión de gobiernos
dictatoriales, no elegidos por el pueblo y también de gobiernos formalmente
democráticos pero corrompidos. La mayor parte de ella no se usó en
beneficio del pueblo al que hoy se pretende obligar a pagar.
La deuda es también ilegítima porque creció al amparo de tasas de interés y
condiciones de negociación impuestas por los gobiernos y bancos acreedores,
que negaron reiterada y abusivamente el derecho de asociación de los
gobiernos deudores, mientras que ellos lo hacían a través de verdaderos
sindicatos de acreedores (Club de París, Comité de Gestión) y respaldados
por la coerción económica del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial. La consigna era clara y determinante: ustedes negocian solos ,
nosotros negociamos en masa.
Es inmoral pagar la deuda externa, además porque para hacerlo los gobiernos
de nuestros países tienen que destinar un altísimo porcentaje del
presupuesto del estado, afectando principalmente los programas sociales,
los salarios de los trabajadores, generando desempleo y afectando
gravemente el funcionamiento de la economía. Existe una enorme deuda
social en salud, educación y nutrición del pueblo. Los Estados gastan hoy
el 60% menos por habitante que en 1970. Por otra parte, el tratar de
aumentar las exportaciones conduce a sobreexplotar nuestros recursos
naturales en forma tal que se afecta más y más el sobreexplotar nuestros
recursos materiales en forma tal que se afecta más y más el equilibrio
ecológico de nuestros territorio y se pone en peligro la vida misma de las
futuras generaciones.
La deuda es justificación además, para mantener las políticas neoliberales
que constituyen un sostenido mecanismo de dependencia mediante los
conocidos ajustes estructurales.
Las operaciones de rescate efectuadas por los acreedores, con el concurso
del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, hasta la iniciativa
para los Países Pobres Altamente Endeudados ( HIPC), sólo han servido para
garantizar la continuidad de los mecanismos de endeudamiento.
Desde el punto de vista jurídico , insistimos que la legislación
internacional y nacional sobre la deuda en gran parte no cumple su función
principal de garantizar la convivencia pacífica.
Normas jurídicas que atentan contra este objetivo supremo de la ley, obran
en contra del interés general, ponen en peligro la paz social y carecen por
ende de una legítima razón de ser. Usura y anatocismo (cobro de intereses
sobres intereses) deben ser prohibidos. Prácticas monopólicas de los
bancos, de las instituciones internacionales y de gobiernos del primer
mundo son ilegales, tanto como la negación de la libre asociación de los
países endeudados. Corrupción sistemática y casi legalidad, la fuga de
capital y los "paraísos fiscales" forman parte integral de los problemas
jurídicos en cuanto a la deuda externa.
El Jubileo en la Biblia ( lev.25) busca restablecer la justicia entre
acreedores y deudores, así como la paz y la armonía en la sociedad humana,
la naturaleza y el universo; y eliminar la servidumbre que causaron las
deudas.
A la puerta del tercer milenio, tomando en cuenta la situación insoportable
en que viven nuestros pueblos e inspirados en la enseñanza bíblica del
Jubileo, ponemos en marcha la Campaña Latinoamericana y Caribeña Jubileo
2000, que se inserta en el movimiento internacional que promueve la
anulación del las deudas de los países empobrecidos del mundo para el año
2000.
Jubileo 2000 Latinoamérica y el Caribe propone:
1.- Anular, el año 2000, la deuda inmoral e ilegítima de los países del
tercer mundo bajo los siguientes principios:
- Transparencia en el proceso de inclusión de todas las partes.
- Uniformidad en el trato a los países, aunque permita anulaciones de
distinto monto de acuerdo a los diferentes niveles de endeudamiento,
incluyendo todos los intereses correspondientes y vigentes al inicio del
procedimiento.
- Para endeudamientos futuros posjubilares, limitación del servicio de la
deuda externa a un porcentaje no mayor de 3% del presupuesto de cada país.
- Derecho de solicitud por cualquiera de los países deudores. Los
acreedores los deudores nombrarán un mismo número de jueces para un Jurado
de arbitraje. En el caso de los deudores se hará con amplia participación
de todos los sectores de la sociedad.
2.- Tomar en cuenta en el proceso de anulación de la deuda, la imperiosa
necesidad de asegurar el derecho al desarrollo de América Latina y el
Caribe, África y Asia en conjunción con el cumplimiento de todos nuestros
derechos humanos como personas y como pueblos y el fin a la impunidad ahora
reinante.
3.- Realizar una amplia auditoría del proceso de endeudamiento de cada país
a través de tribunales locales; con participación de los organismos de la
sociedad civil, que garantice la transparencia y la información para todos
los ciudadanos y ciudadanas.
4.- Asegurar que los recursos liberados de la deuda externa sean usados
para rescatar la deuda social y ecológica con nuestros pueblos en planes y
programas de desarrollo humano, principalmente de generación de trabajo
digno, de fortalecimiento de políticas sociales de educación, salud y
seguridad social; y de protección del medio ambiente ; teniendo en cuenta
su impacto en los grupos vulnerables particularmente los niños y niñas, los
ancianos y ancianas, las mujeres en general y los y las indígenas y
garantizado la activa participación de la sociedad civil, desde el diseño,
ejercicio, seguimiento y evaluación de todo proceso.
5.- Transformar el actual sistema económico y financiero mundial de tal
manera que esté al servicio de los seres humanos y se base en relaciones
internacionales de justicia, equidad y solidaridad entre los países y
pueblos. En este contexto hay que fortalecer a los organismos políticos de
Naciones Unidas restituyéndoles las funciones de definir las políticas que
les han sido usurpadas por los organismos ejecutivos.
6.- Rechazar totalmente el Acuerdo Multilateral de Inversiones, por la
subordinación absoluta que implica de los hombres y mujeres, pueblos y
naciones ante la lógica del mercado y del capital.
Llamamos a los pueblos de América Latina, el Caribe y del mundo a generar
nuevas relaciones de poder en todos los niveles, de la sociedad, que
garanticen la lucha permanente contra cualquier forma de injusticia,
violencia y discriminación.
Optamos decididamente por la Paz con Dignidad y Justicia.
No a la deuda, Sí a la vida
Tegucigalpa, 27 de enero de 1999.
https://www.alainet.org/es/articulo/104672?language=es