Resonó en Latinoamérica
El Grito de los Excluidos/as
17/10/1999
- Opinión
Con una variedad de actividades y manifestaciones de protesta, indígenas y
negros, campesinos y obreros, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, defensores
de derechos humanos, artistas y cristianos de las comunidades de base, entre
otros, el 12 de octubre hicieron escuchar en Latinoamérica y el Caribe el
Grito de los Excluidos y Excluidas, al compás del lema "Por Trabajo,
Justicia y Vida".
El propósito de esta manifestación popular fue "denunciar todas las
situaciones de exclusión y señalar las posibles salidas y alternativas", a
partir de cuatro ejes: la condena al "modelo neoliberal excluyente y
perverso, que amenaza y destruye la vida y el medio ambiente"; el
fortalecimiento de la "soberanía de los pueblos y la defensa de la vida"; el
rescate de "las deudas sociales"; y la lucha por "el no pago de la deuda
externa".
Para el efecto, en los diversos países de la región se establecieron
coordinaciones entre movimientos sociales, sindicales y ecuménicos, bajo la
premisa de "unidad en la diversidad" y el criterio de priorizar la
participación activa de los sectores sociales excluidos en las diversas
etapas del proceso, por ende, en las acciones a implementar. Y vaya que
éstas fueron de las más variadas: marchas, foros de debate, intervenciones
en medios de difusión, teatro, música, poesía, celebraciones ecuménicas,
eventos deportivos, festivales, etc., que se desarrollaron de acuerdo a las
condiciones y ritmos específicos de cada lugar. Siendo éste un detalle
importante, pues la dinámica privilegió la descentralización de los actos en
el día del Grito, a fin de "realizarlo en el mayor número de localidades
posibles".
Por otra parte, al ser concebido el Grito en términos de proceso, el 12 de
octubre fue considerado como un momento de confluencia -en razón de su peso
emblemático, por ser el día de la identidad y resistencia-, al cual se
encadena una serie de actividades previas y posteriores que le dan
continuidad (ver ALAI No. 298, 18/08/99). En Uruguay, por ejemplo, el 4 de
octubre, con ocasión del Día Mundial de los/as Sin Techo, unas 20 mil
personas lanzaron "su grito": "Vivienda digna y ciudad sin exclusiones"
durante una marcha festiva en la capital. En Paraguay, en cambio, el
momento culminante del Grito tendrá lugar el 28 de noviembre, con una
caminata y manifestación delante del Santuario de Caacupê.
Coincidentemente, ese mismo día en Nicaragua habrá de culminar la "Marcha
por la Vida", que se propone "despertar la esperanza en un futuro mejor" y
cuyo inicio está marcado para el día 15.
Marchas
Unas de las modalidades más expresivas del 12 de octubre fueron las marchas.
Ese día, en Guatemala por ejemplo, llegaron a la capital, después de tres
días de caminata, unos 10 mil miembros de la Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas (CNOC), procedentes de diversos puntos del país.
La marcha puso énfasis en la resolución de los conflictos de tierra,
postergada por el gobierno. Los marchistas fueron recibidos por las
autoridades, quienes firmaron un acuerdo que contempla crear mesas de
trabajo para analizar, entre otros, este tema así como las denuncias de
problemas laborales, y comprometieron la entrega de una finca.
En Honduras, entre tanto, una marcha pacífica de unos cinco mil indígenas y
negros en reclamo de sus tierras tradicionales y mejores servicios, se
convirtió en enfrentamiento con la policía cuando ésta impidió el acceso de
una delegación de dirigentes al palacio gubernamental; hubo varios heridos,
incluso de bala. El gobierno inició una investigación. El director del INA
se reunió luego con los manifestantes y ratificó el apoyo de su dependencia
a la reforma agraria, como único instrumento para combatir la pobreza.
Numerosas marchas y bloqueos de carreteras se realizaron en diversos estados
de México. En los estados de Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo,
Michoacán y Jalisco, como también en el D.F., más de 30 mil integrantes de
organizaciones campesinas, indígenas, sindicales y estudiantiles se
movilizaron en torno a la llamada Marcha por la Dignidad.
En Costa Rica, unos 30 dirigentes indígenas se tomaron pacíficamente, por
unas horas, la casa presidencial, luego de una marcha de más de 300
kilómetros (que realizan por segundo año consecutivo), en demanda del
reconocimiento de la propiedad sobre las tierras que habitan desde hace
siglos. Lograron que el Presidente Miguel Angel Rodríguez se comprometa a
destinar fondos para el desarrollo de las comunidades indígenas, y a
constituir una comisión de ministros para estudiar la legalización de las
tierras.
El fronterizo Puente de la Amistad, que une la paraguaya Ciudad del Este con
la localidad brasileña de Foz de Iguazú y la ciudad argentina Puerto Iguazú,
fue escenario de una manifestación pacífica protagonizada por organizaciones
sociales de estos tres países. También se registraron marchas en Ecuador,
Uruguay, Argentina, Chile... Mientras República Dominicana se vio
paralizada por una huelga general.
Acaso por haber nacido el Grito en Brasil, hace cinco años, y la pujanza
actual de sus movimientos populares, es en ese país donde tuvo repercusiones
mayores, con un escalonamiento de acciones de más de dos meses de duración,
cuyo punto de partida fue la "Marcha Popular por el Brasil" (ver ALAI No.
298, 18/08/99).
Brasil: "La pedagogía del ejemplo"
Tras recorrer más de 1600 kilómetros, el 7 de octubre llegó a Brasilia la
"Marcha Popular por el Brasil", en la cual participaron 1200 militantes de
los diversos movimientos sociales. La marcha, que inició su recorrido el 26
de julio en Río de Janeiro, fue organizada por la Consulta Popular: una
articulación de entidades que se propone debatir con la población la crisis
brasileña y una propuesta alternativa de sociedad, sin exclusiones.
Bajo esta tónica, durante el trayecto los marchantes participaron en una
variedad de encuentros en escuelas, asociaciones, iglesias, lugares
públicos, etc. donde intercambiaron con los moradores de las localidades y
ciudades visitadas, a la vez que recogieron sugerencias y propuestas que
fueron trasladadas a la Asamblea del Pueblo, que se desarrolló en la capital
federal del 8 al 10 de octubre. La Marcha cerró su peregrinaje el 12 de
octubre con las actividades programadas por el "Grito Latinoamericano de los
Excluidos/as".
Para Joao Pedro Stédile, dirigente nacional del Movimiento Sin Tierra, una
de las entidades organizadoras de la Marcha, una de las principales
características de ésta fue el haber congregado a militantes, procedentes de
diversos movimientos sociales, sindicalistas combativos, agentes de
pastoral, movimientos de mujeres rurales, estudiantes, y oriundos de todos
los estados del Brasil, que "caminaron a Brasilia no solo para protestar,
sino también para discutir un proyecto alternativo para el Brasil. Cuando
regresen a sus locales, tendrán aún más elementos para continuar la
discusión con la población".
A su juicio, se trata de una verdadera epopeya, pues "jamás en la historia
de Brasil un contingente tan grande de personas con ideales políticos logró
la hazaña de caminar 1.580 kilómetros, en tan poco tiempo. Ni siquiera la
histórica Columna Prestes, que tuvo un significado mucho mayor, es cierto,
pero hizo su trayecto casi siempre a caballo". Dejemos que el dirigente del
MST exponga a continuación el sentido y perspectivas políticas de esta
iniciativa.
- ?Cuál fue el objetivo político de la marcha popular?
En primer lugar, nuestro objetivo político es realizar un gesto que llamamos
"Pedagogía del Ejemplo", o sea demostrar a la población brasileña que hay
otras maneras de hacer política, de luchar por los intereses colectivos, que
no sea esa rutina viciada de esperar las elecciones cada dos años. El
pueblo tiene rabia contra los políticos, pero necesita comprender que
organizarse, luchar, también es hacer política. Y es impresionante ver
como, a lo largo de estos más de mil kilómetros ya caminados, el pueblo ha
comprendido esa lección. Hemos visto a miles de personas. Casi todas se
emocionan, lloran, hacen donaciones, no solamente revelan abiertamente su
apoyo, sino que transfieren a los caminantes la misión: "ya que yo no puedo
seguir caminando, vayan ustedes, por lo menos, en nombre del pueblo, a decir
que este país está naufragando". Alguien tiene que gritar.
El segundo gran objetivo es hacer un debate con la población sobre la
gravedad de la crisis brasileña. En la historia de Brasil, quizá sea la
crisis más grave que hemos vivido. Y el pueblo, absorbido por sus problemas
diarios, no se da cuenta. Percibe apenas que sus problemas aumentaron, sin
darse cuenta de que sus problemas constituyen tan solo el resultado de un
problema mayor: el desmantelamiento de la nación en beneficio de los
intereses del capital internacional. Para esto utilizamos folletos,
cartillas, charlas, y es impresionante la participación de la población.
Quieren saber, preguntan, discuten, etc.. También me impresionó como está
abandonado el trabajo de base. En algunas ciudades se percibe que las
iglesias hacen trabajo de base con los pobres, pero los sindicatos, los
movimientos, los partidos de izquierda, no tienen de hecho trabajo de base,
enraizado, que organice al pueblo en su barrio, en su local de trabajo. A
nadie le queda paciencia para ir al pueblo. Ni siquiera a los artistas,
para parafrasear a Milton Nascimento. Y esto es grave, pues el pueblo esta
desorientado, a merced de los grandes medios de comunicación, como la TV
Globo.
El tercer gran objetivo es ir debatiendo un nuevo proyecto popular para el
país. Ya no basta insultar al Presidente, adherirse al eslogan 'Fuera FHC'
[Fernando Henrique Cardoso, Presidente de Brasil]. Eso las estadísticas
demuestran que el 92% de la población ya lo está diciendo, el pueblo
necesita ahora discutir un proyecto alternativo. Porque en rigor, el
problema no es solo cambiar a Malan y a FHC, cambiar la política económica
por otra más o menos igual.
- ?Y qué significa un proyecto popular para el país en este momento?
Significa que necesitamos discutir, reunirnos con todos los sectores
organizados del pueblo, ya sean sindicatos, movimientos, iglesias, partidos,
y ver cuáles son las salidas para esta grave crisis. Y en nuestra opinión,
por las discusiones que hemos tenido, hay una salida, que debe ser debatida
en dos partes. Una parte podría ser llamada el programa de emergencia. O
sea, lo que precisa ser hecho mañana para arreglar nuestra economía y
recuperar la soberanía del país. Y una segunda parte, que sería un proyecto
popular de medio y largo plazo.
En relación al programa de emergencia, es preciso interrumpir la sangría que
nuestra riqueza está sufriendo, por la expoliación del capital financiero
internacional. Por tanto, es una intervención quirúrgica, para salvar al
paciente antes de que sea totalmente destruido. Para eso, hay algunas ideas
básicas, como suspender completamente el pago de los intereses de la deuda
interna y externa. Queremos una verdadera moratoria. Las cuentas públicas
están inviabilizadas debido a estos intereses. El gobierno ya gastó en este
año 50 billones de reales solamente en intereses. Por eso falta dinero para
todo: educación, salud, etc.
Segundo, es preciso romper el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI), cuyos verdaderos términos son aún desconocidos por la nación.
Después, debemos confiscar los grandes beneficios que los bancos obtuvieron
con la especulación de divisas en enero, cuando obtuvieron ganancias de 7,4
mil millones de reales en unos días. Controlar rigurosamente el capital
financiero. Y crear un impuesto de emergencia sobre el patrimonio, las
fortunas de las 500 familias más ricas del país.
Con este programa de emergencia un gobierno popular recaudaría en pocos
meses billones de reales, que deberían ser utilizados para reorientar toda
la economía. Así, estos recursos servirían para financiar la construcción
de miles de casas populares, reactivando la construcción civil y creando
empleo. Invertir en la agricultura familiar y en la reforma agraria, y en
un amplio programa para garantizar educación y sanidad gratuita a toda la
población. Estos gastos públicos generarían un enorme efecto multiplicador
en la economía, generando un mercado interno de masas, de bienes de consumo
necesarios para la población. Junto a estas medidas, un aumento
generalizado de los salarios y las pensiones, como una forma inmediata de
distribución de la renta y de aumento del poder adquisitivo.
Desde el punto de vista del medio y largo plazo, un proyecto popular
significaría reorganizar la economía y el Estado brasileño, para resolver
los problemas estructurales que nuestro país sufre, como la concentración de
la riqueza, de la renta, el monopolio de los medios de comunicación, la
centralización del capital financiero, la dependencia externa y la trágica
herencia colonial en la cultura.
- ?El rompimiento con el FMI acaso no traería represalias?
El rompimiento con el FMI es por encima de todo una necesidad, si queremos
continuar considerándonos, y siendo considerados como nación. Si continúa
esa injerencia, pasaremos de hecho a ser una nueva colonia de los Estados
Unidos. Ningún país del mundo se desarrollo basado en capitales externos.
Incluso en el caso brasileño, al contrario de lo que tanto se proclama,
según datos de la Fundación Getúlio Vargas, nuestro nivel de inversión es de
aproximadamente 25% del PIB. Pues bien, de éste, el capital extranjero
apenas entra con el 3%. De modo que, si hubiese una ruptura, perderíamos
eso, ya que lo demás es ahorro interno, del capital privado y del gobierno.
La paranoia que los medios de comunicación social difunden hace parte de la
propaganda. Después de todo, esos medios están directamente subordinados a
los intereses del gran capital. Ciertamente habrá represalias. He ahí un
motivo más para politizar y organizar a nuestro pueblo. Si él sabe por qué
y para qué esta luchando, sabrá enfrentar cualquier ofensiva de los países
ricos. Inclusive sabrá dar una respuesta a los aliados internos del
imperialismo.
https://www.alainet.org/es/articulo/104560?language=en
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