Revalorización de una presencia

01/11/1999
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La relación mujeres-economía ha estado largamente rodeada de paradojas e injusticias. Innumerables hechos reflejan esta tendencia. Así, siendo las mujeres actoras centrales en rubros como la agricultura de subsistencia o la reproducción doméstica se han visto persistentemente clasificadas como económicamente inactivas; siendo factor clave para garantizar la sobreviviencia en tiempos de crisis generalizada resultan las más afectadas por la pobreza, que se feminiza. Además, en medio de una separación artificiosa entre lo económico y lo social, se han remitido siempre a este segundo ámbito los asuntos ligados a las mujeres, como por ejemplo temas de empleo y trabajo, de ingresos, de maternidad o de cuidado infantil. Y en tanto los asuntos macroeconómicos y financieros se manejan con lenguajes, ámbitos y mecanismos excluyentes, ellas han afrontado históricamente las mayores desventajas en el acceso a la información y a la toma de decisiones. En el umbral del nuevo milenio, las mujeres han asumido como impostergable el reconocimiento y revalorización de su presencia en el panorama económico, de sus necesidades específicas, de sus derechos y de sus perspectivas. Anteriormente, las demandas y puntos de vista femeninos sobre la economía, siempre latentes, no encontraban canales de expresión y de acción sostenidos. Los avances teóricos, políticos y organizativos de las mujeres, y la propia dinámica de la economía -marcada por el ajuste en los ochenta y noventa entre cuyos severos impactos está la feminización de la pobreza-, han confluido para abrir nuevos cauces a esta relación. Según se evalúa ahora, Beijing 95 marcó un hito. En ese contexto surgieron o tomaron cuerpo iniciativas que han ido avanzando en este quinquenio en América Latina. Así, la Red Latinamericana Mujeres Transformando la Economía, gestada en esa reunión para llenar un vacío regional, se constituyó formalmente en Perú en 1997, integra en la actualidad a Perú, México, Chile, Colombia, Bolivia, Nicaragua, Brasil y Ecuador, y se prevén nuevas incorporaciones. En la Red y sus enlaces nacionales están nucleadas agrupaciones de variados perfiles: trabajadoras, sindicalistas, ONG, profesionales, académicas. Ahí se articulan procesos nacionales que tienen sus especificidades y ritmos, para potenciarlos a través de actividades conjuntas de análisis, información e incidencia política. Sus grandes campos de interés son la globalización, los procesos y políticas macroeconómicos y sus impactos, el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres, y la erradicación de la pobreza. Apuestan a la construcción de un nuevo ordenamiento económico, de nuevos modelos de desarrollo, apoyándose en la integralidad de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales. En el reciente encuentro regional (Cuernavaca, octubre 1999), México relevó a Perú en la coordinación de la Red, encargo que durará hasta el 2001. Un balance del trabajo por países reveló que todavía será necesaria la común tarea de posicionar la economía como campo de interés y competencia de mujeres. Mostró también la diversidad de temas y problemas que se están abordando en los espacios nacionales: los impactos de género de políticas y procesos económicos, el empoderamiento económico de mujeres, su acceso al crédito, a la tecnología y a la tierra, la defensa del patrimonio genético, las políticas sociales, empleo y derechos laborales de las mujeres, códigos de ética o de conducta para empresas maquiladoras, violencia laboral, economía solidaria, trabajo doméstico, distribución del ingreso. El problema de las migraciones, que ha adquirido magnitudes y características inéditas para las mujeres, fue subrayado en la agenda inmediata. Se planteó que para encarar la pobreza -telón de fondo o problema subyacente- se requiere diseñar nuevos esquemas productivos, no solo "proyectos" productivos; se precisa superar la situación perversa de predominio de lo financiero sobre lo productivo. En el mismo contexto de Beijing 95, pero con una perspectiva más focalizada, surgió el proceso llamado El Banco Mundial en la Mira de las Mujeres, para hacer seguimiento a las acciones de esta entidad y exigir que se tengan en cuenta las necesidades de las mujeres y su participación en la toma de decisiones. Sus impulsoras consideraron que si ésta es una instancia pública que actúa en un dominio de interés público, es legítimo que se le exija rendición de cuentas. Con mecanismos de diálogo y presión se realiza un seguimiento a los proyectos sectoriales aplicados por BM-BID en educación, salud, medio ambiente y desarrollo social, procurando incidir en sus orientaciones. De cara a la sociedad civil, se busca difundir información, develar el rol del BM, para construir una capacidad de incidencia social. Estos avances proyectan ahora de mejor manera a las mujeres y sus propuestas económicas en distintos procesos y escenarios. Así, impulsan la Marcha de las Mujeres 2000 (Por pan y rosas) cuyo eje es erradicar la pobreza y la violencia. Participan en iniciativas como Jubileo 2000, el Grito Latinoamericano de los Excluidos-as, la Alianza Social Continental, para oponerse al neoliberalismo y exigir justicia económica, apostando al mismo tiempo por la equidad de género en espacios mixtos. A la luz de estas experiencias, se espera que en las próximas jornadas de Beijing+5 el tema de mujeres y economía se refuerce en la agenda, y se produzcan nuevos consensos para el logro de las inaplazables transformaciones que reclaman las mujeres y todos los excluidos. * Magdalena León T., Economista e investigadora ecuatoriana. * Este documento es parte de Feminismos Plurales Serie Aportes para el Debate No. 7.
https://www.alainet.org/es/articulo/104543?language=es
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