Nuevas dinámicas de la globalización
01/11/1999
- Opinión
La globalización es inherente a nuestra época. Nos enfrenta a procesos densos,
multifacéticos, profundamente heterogéneos y dramáticamente ambivalentes. Por un
lado, son evidentes sus alarmantes consecuencias en el plano económico, desde un
modelo que privilegia el mercado, controlado por las grandes corporaciones, con
tendencias crecientes a la desprotección ciudadana, generando mayor exclusión
social a todos los niveles y evidenciando las crecientes limitaciones de los
estados nación como entes direccionales de la sociedad.
Al mismo tiempo sin embargo, se han generado otros procesos significativos para el
despliegue de los intereses ciudadanos. Desde el avance tecnológico y electrónico
de las comunicaciones a nivel global ha crecido una inédita y rica dinámica de
conexión y articulación de lo local con lo global y viceversa. Uno de los efectos
de esta nueva dinámica está siendo la diversidad de los contenidos de las
sociedades civiles nacionales y el surgimiento de un nuevo espacio para su
expansión, con la consiguiente ampliación de las bases ciudadanas para mujeres y
hombres.
La globalización no es, así, sólo un fenómeno económico, sino también político y
cultural, tan amplio y tan complejo como el globo mismo. Los feminismos se
enfrentan a las urgencias de pensar el mundo desde los parámetros que trae la
globalización, asumiendo estos escenarios como nuevos espacios de incidencia para
las luchas en torno al reconocimiento y a la redistribución.
Dos aspectos de la globalización me parecen relevantes para el feminismo: por un
lado, la globalización ha intensificado la generación de una nueva
institucionalidad transnacional que puede ser más efectiva, más extendida, más
democrática, para confrontar las limitaciones de los estados nación en la defensa
de los derechos ciudadanos. La apropiación de esta nueva institucionalidad es un
derecho y una responsabilidad de los movimientos sociales de corte transnacional,
al permitir fortalecer un poder que confronte la soberanía de los estados para
violar derechos ciudadanos dentro de sus fronteras nacionales.
"Terreno de disputas" y alianzas, de amenazas, conexiones y posibilidades
Por otro lado, los movimientos sociales que actúan en el espacio global, son
portadores de proyectos y agendas especificas, relacionadas con discriminaciones
milenarias -de género, etnia, orientación sexual- y con problemas cada vez más
globales: medio ambiente, paz, derechos humanos, etc. En este ámbito en
construcción, ambivalente, contradictorio, con influencias y presencias tanto
conservadoras como transformadoras, la importancia de generar polos democráticos a
nivel global (y regional), capaces de hacer confluir y potenciar estas agendas
específicas es uno de los retos más urgentes y atractivos Por estas razones, para
los feminismos la globalización es un nuevo "terreno de disputa", para impulsar
nuevos derechos y nuevas conexiones transnacionales, multiculturales, recreando la
diversidad de las miradas feministas, alimentando una nueva visión de lo que podría
ser la convivencia humana.
Es también y sobre todo, desde las propuestas feministas, un terreno de alianzas,
con todas aquellas contiendas que amplían los derechos y democratizan los
horizontes referenciales de las sociedades: las luchas de derechos humanos,
ecológicas, étnicas, de los homosexuales y las lesbianas, de los/as
discapacitados... etc. pero también la batalla por la justicia económica, porque
las dinámicas neoliberales que hoy impregnan la globalización deben ser detenidas
incluso para la sobrevivencia del planeta, y eso requiere alianzas y amplias
coaliciones democráticas.
A nivel de la región latinoamericana, la globalización también se expresa como
amenaza y como posibilidad. Las luchas por un orden económico justo y
distributivo, junto con la permanente ampliación de las bases democráticas y
ciudadanas, se ve alimentada por las diferentes redes e iniciativas regionales
(establecidas además porque históricamente nuestros feminismos han tenido una
práctica internacionalista, focalizada en la región) y favorecidas por nuevas
visiones, y por la velocidad de las posibles conexiones. Los diferentes enfoques
feministas se alimentan y enriquecen con el intercambio entre las afines y ojalá
cada vez más entre las no tan afines. Pero también la legislación regional (por
ejemplo la Convención de Belem do Para, contra la violencia hacia las mujeres),
permite a éstas acceder a la justicia en los casos en que los estados nacionales
tardan o se resisten a otorgarla.
Y la presencia de nuevas entidades regionales, abre espacios importantes para
disputar contenidos y alcances. La existencia del MERCOSUR, NAFTA, Pacto Andino
(débil aún), ha abierto nuevas complejidades a las propuestas feministas.
Expresiones de feministas mexicanas, centroamericanas, andinas, del Cono Sur y
Brasil, con diferentes estrategias e intensidades, están articulándose y recreando
propuestas económicas, políticas y culturales desde esta perspectiva.
La posibilidad de aportar a la construcción de sociedades civiles globales de corte
democrático, y a ciudadanías globales democráticas, multiculturales, pluriétnicas,
universales en sus derechos y en el respeto a sus diferencias, ampliará el campo de
maniobra y el terreno de las alianzas de los feminismos en la región para avanzar
en sus propuestas de transformación.
*Gina Vargas, Sociologa e investigadora peruana. Centro Flora Tristán.
* Este documento es parte de
Feminismos Plurales
Serie Aportes para el Debate No. 7.
https://www.alainet.org/es/articulo/104536?language=es
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