Un proceso fundamentalmente destructivo
La OMC y el libre comercio
17/08/1999
- Opinión
En 1994, después de siete años de negociaciones sobre comercio mundial, en la
Ronda Uruguay, fue fundada la Organización Mundial de Comercio (OMC), para
reemplazar al Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), en vigencia
desde la reunión de Bretton Woods en 1947. El rol de la OMC ha sido dar
seguimiento a los acuerdos de comercio mundial que abarcan la organización,
y la promoción del neoliberalismo a través de la ampliación del "Libre
Comercio". Si bien la OMC no está formalmente vinculada con sus
organizaciones fraternas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial,
la relación es cada vez más estrecha.
En noviembre de este año, los ministros de los 134 países miembros de la OMC
se reunirán en Seattle, Estados Unidos, para iniciar una nueva agenda de
trabajo. Las reuniones ministeriales, son la máxima instancia de toma de
decisiones de la institución, y su agenda contiene varios elementos
importantes como Bosques, Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con
el Comercio (TRIPS), el proceso de Resolución de Diferencias y el comercio de
plantas transgénicas.
Sin embargo, quizás el tema de la reunión más importante para los países del
Sur, es el posible inicio de una nueva ronda de discusiones, la llamada Ronda
del Milenio en el año 2000. En ella está prevista la revisión de algunos
acuerdos como los de agricultura y servicios, y nuevos temas como comercio
electrónico, competencia, y sobre todo un acuerdo sobre el libre flujo de
inversiones. Este último es un intento de reintroducir el Acuerdo
Multilateral de Inversiones (AMI), que recientemente fue rechazado por presión
de organizaciones sociales en el foro de la Organización para la Cooperación
Económica y Desarrollo (OCED). El AMI ha sido calificado como la Carta Magna
de las transnacionales por, entre otra cosas, otorgarles el poder de enjuiciar
a Estados, si esos introducen leyes que interfieren con la rentabilidad.
No obstante, antes de negociar un nuevo acuerdo para ampliar la liberalización
del comercio, hay que cuestionar el valor de estas negociaciones y de la
propia OMC para los países del Tercer Mundo. Por ejemplo, dado que el
comercio sostiene el poder y el poder al comercio, no debe sorprendernos que
los resultados y procesos, favorezcan a Estados poderosos como los Estados
Unidos o la Unión Europea, y cualquier otra negociación con ellos conllevará
al mismo resultado. Pero aún más fundamentales son las preocupaciones sobre
el concepto básico del libre comercio, según el cual todos pueden volverse
ricos a través del incremento en el comercio global. Pero el comercio y la
producción industrial ya están destruyendo la base social y ambiental del
planeta, mientras la brecha entre los ricos y los pobres es cada vez más
grande y, por lo tanto, parece poco probable que incrementando el comercio
mejore la situación social, económica y ambiental.
¿Es posible un mundo sin límites?
La posibilidad de que el comercio pueda seguir creciendo sin límites es una
idea basada en las teorías económicas. Si bien el dinero sí puede crecer sin
limites en el banco (si el banco no quiebra), esta presunción se puede
extender al comercio. Sin embargo, hay graves preocupaciones en torno a esta
idea. Si bien es verdad que el comercio no simplemente trata de bienes
concretos*, un aumento del comercio está claramente vinculado con un
crecimiento en la producción global. Por ejemplo, se calcula que desde 1950
la cantidad de comercio global ha aumentado 11 veces y la producción 5.
Los impactos del crecimiento y los límites a la destrucción
La producción tiene impactos ambientales y sociales inevitables en todas sus
fases: la extracción de recursos, la transformación de materias primas, la
fabricación de bienes, su transportación y su uso final. Los impactos
ambientales van desde lo local y nacional: contaminación de los ríos, del aire
y del suelo, la pérdida del bosque nativo y su capacidad de sostener la
biodiversidad que de ello depende; hasta lo global: el agujero en la capa de
ozono, y el clima cambiado debido al incremento de los niveles de dióxido de
carbono, y por eso los trastornos como el fenómeno de El Niño son cada vez más
fuertes y más frecuentes.
Los impactos del crecimiento no se limitan al mundo "natural" sino que se
extienden a las sociedades humanas. La creciente producción industrial a
nivel mundial, está acabando con pueblos, precisamente porque tienen otra
visión que la del mercado, como los indígenas de la selva y de la sierra,
comunidades pastorales o las que aprovechan los manglares para su
sobrevivencia. Los derechos de los que no son "ciudadanos" del sistema
económico global son violados de forma sistemática porque, según la lógica del
mercado, ellos simplemente impiden el "desarrollo" de los demás, es decir, de
los pocos que verdaderamente se benefician del sistema. Irónicamente estos
pueblos representan lo que estamos buscando, una vida sostenible.
El otro camino
El otro camino es, nada más, decidir que no queremos destruir todo para hacer
a los ricos más ricos y ampliar la brecha entre ellos y la gente pobre. Es
decir que el mercado no puede ser libre y el comercio tendrá que obedecer a
los límites sociales y ambientales. Para domar al comercio y asegurar que
sirva a la gente y no vice versa, algunos puntos claves son:
La Ronda Del Milenio o cualquier otra negociación para ampliar el ámbito del
libre comercio tiene que ser rechazada por las organizaciones sociales. Los
países industrializados (principalmente Estados Unidos y la Unión Europea)
están presionando a los países del Tercer Mundo para que se realice una nueva
ronda de negociaciones, a pesar de que la evidencia disponible sobre los
impactos de la última ronda de negociaciones, son negativos para aquellos
países. También es evidente que la política de exportaciones no es favorable
a los países proveedores de recursos primarios, dado que en las últimas dos
décadas el producto interno bruto de América Latina en su conjunto ha crecido
3.3%, mientras el tonelaje durante el mismo período ha crecido 330%. Esta
cifra implica cada vez más daño social y ambiental: un verdadero despojo de
los países. La OMC va a agudizar esta situación y por eso es necesario parar
el proceso de liberalización del comercio.
El mercado tiene que obedecer a los límites y los derechos. Acuerdos como el
del Convenio sobre la Diversidad Biológica, de la Capa de Ozono, del Comercio
de Sustancias Tóxicas, La Declaración de Derechos Humanos, y el Acuerdo 169
de la OIT sobre los Pueblos Indígenas y Tribales, son las reglas necesarias
para controlar el comercio. Hay que demandar que las reglas de comercio sean
legalmente subordinadas a ésos y a otros tratados internacionales.
Son necesarios otros tratados sobre aspectos sociales y ambientales. En vez
de negociar un tratado sobre el libre comercio de la madera, sería necesario
negociar un tratado sobre la preservación de los bosques; en vez de negociar
un tratado sobre el libre flujo de inversiones, sería necesario negociar un
tratado sobre su control.
El mercado tiene que ser orientado a las necesidades nacionales, no a las
exportaciones. La política de exportaciones, impulsada por instituciones
multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, sirve para dos objetivos: pagar
los intereses de la deuda externa y abastecer a las economías de los países
industrializados de materia prima barata. Los países del Sur no tienen
control sobre el mercado mundial, no reciben una recompensa justa y, además,
quedan con una destrucción ecológica y social, causada por la sobreexplotación
de recursos. Es decir que los países industrializados están asumiendo una
deuda ecológica enorme. No hay razón alguna para que los países tengan que
especializarse en la producción de materia prima o bienes manufacturados.
Tomando en cuenta faltas evidentes de algunas materias, o que algunos países
tienen recursos más abundantes que otros, la producción tiene que ser
orientada a mercados nacionales.
* Por ejemplo la información y los servicios en sí parecen no tener impactos
directos, sin embargo esto es falso dado que para cumplir con sus objetivos
estas áreas si utilizan espacio, transporte, papel, energía, etc.
** Gerard Coffey es miembro de la Campaña de Vigilancia Social a la
Liberalización del Comercio.
https://www.alainet.org/es/articulo/104481?language=en
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