Pasado, presente y futuro

11/02/1998
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Sao Paulo.- Uno de los problemas de la vida contemporánea es medir la capacidad que tendremos para mantener las condiciones de la reproducción humana en la tierra. Se trata de permitir a las generaciones futuras condiciones de habitabilidad, considerando la herencia de modelos tecnológicos devastadores y las alternativas del presente. Ellos, los seres humanos que están por venir, precisan de aire, tierra para cultivar y agua limpios. Sin eso, las perspectivas son sombrías: baja calidad de vida, nuevos conflictos por agua, etc. La discusión cobró notoriedad con el economista Ignacy Sachs, generando, en los años '70, el concepto de ecodesarrollo. Más tarde, en 1987, tuvo un nuevo impulso con el informe de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente ("Nuestro Futuro Común") y recibió un nuevo nombre: desarrollo sustentable. De ahí para adelante, se realizaron innumerables debates académicos en torno a este tema, que se puso de moda y fue incorporado a los títulos de proyectos de investigación y al discurso de políticos y empresarios. Después surgió otro término muy en boga: globalización. Nuevos sistemas de gestión de la producción, tecnologías y materiales, sistemas de transporte más eficientes, una fantástica red de circulación de información y tenemos las condiciones dadas para la aceleración contemporánea, como recuerda Milton Santos. El medio técnico-científico-informacional se instala en el ambiente, obligado a amoldarse para recibirlo. Se acelera la circulación financiera, lo que resulta en una jamás vista combinación entre capital productivo y especulativo. Ese proceso, entre otras cosas, aceleró la reproducción ampliada del capital. Aquí reside uno de los hechos que merecen más atención de los especialistas, lamentablemente lejos de ser solucionado. El tiempo de la reproducción de los procesos naturales, para los recursos renovables o para absorber lo que la sociedad industrial desecha, es infinitamente mayor que el de los hombres del capital. ¿Qué hacer ante esta grave tensión? Una ética del mañana Se crean alternativas importantes, que afectan la vida de millones de personas: cementerios de automóviles, reciclaje de basura, etc. Iniciativas válidas, pero que no afectan a la esencia del problema: el modo como se le mira al ambiente, convertido apenas en un recurso a ser empleado por la especie humana. Es preciso fundar una nueva ética del futuro. Ella debe atenuar la tensión entre el tiempo de la producción de mercaderías y el de la reproducción de las condiciones naturales de la existencia humana. Debe también acomodar el tiempo de la reproducción de la vida; que no es necesariamente el mismo de la reproducción del capital. Se trata de adecuar la reproducción de la vida a la capacidad del ambiente para incorporar los desechos que producimos, tal como lo hacen muchos grupos humanos (indígenas, ribereños, etc.). Calma, lector. No proponemos el abandono de las ciudades en un retorno a la naturaleza, en el molde del buen salvaje de Rousseau. No es posible abandonar el barco de la cultura, que tiene a la ciencia y la tecnología como puntal y a la ciudad como lugar privilegiado de manifestación. Se trata de buscar un equilibrio en el uso de recursos que no están distribuidos de manera igual en el planeta. La ética del mañana no puede tener tan solo la lógica de la acumulación del capital. Ella debe imponer un ritmo menos devastador de las condiciones de vida en la tierra. ¿Utopía? Precisamos un poco de ello en este fin de siglo. ¿Cómo avanzar? Apostamos que las salidas se darán en el universo de la ciencia y de la tecnología. Las pistas son diversas, mas ciertamente pasarán por la educación, por el despertar de la responsabilidad colectiva de permitir la continuidad de la vida humana en la tierra. Eso tiene que ser hecho no solo en forma de programas de educación ambiental, que, cuando funciona, afecta el limitado universo de los educandos. Se trata de crear una verdadera sensibilidad ambiental, idea que ya gana los medios empresariales más astutos. ¿Pero como convencer a quien siempre trató el ambiente con desprecio? Una reunión de especialistas, en la última semana de enero, para elaborar un documento a ser discutido en el Consejo Mundial para el Desarrollo Sustentable, buscó tratar el problema. Mecanismos de regulación han sido propuestos. La serie ISO 14000, por ejemplo, busca garantizar la conservación ambiental en la producción y responsabiliza al emprendedor por los impactos ambientales. Pero es en la agricultura que se registran los mayores avances. Prácticas de bajo impacto ambiental alcanzan resultados próximos a los de quienes usan agroquímicos que agreden el suelo. Es poco, mas es el comienzo de, quien sabe, días menos tensos y una vida más simple.
https://www.alainet.org/es/articulo/104361

Del mismo autor

Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS