Sadam y Satán

05/03/1998
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Todos fuimos, en la tercera semana de febrero, testigos de la crónica de muchas muertes anunciadas: el ataque de Estados Unidos a Irak. La Casa Blanca, que no se avergonzó de exhibir ante la prensa sus misiles "inteligentes", calculaba que, en cuatro días de bombardeos sobre Bagdad, perderían la vida cerca de 1.500 personas. El pretexto no resiste a la crítica de la razón cínica: Irak posee arsenales de armas químicas y bacteriológicas y fabrica armas nucleares. Lo que no conviene a los hijos del Tío Sam recordar es que Saddam Hussein, ahora pintado como el nuevo satán, es obra de la ingeniería geopolítica americana. Un clon del reaganismo. En 1988, era preciso contener a los ayatollahs de Irán. Entonces, el gobierno americano ofertó a Irak el arsenal que, ahora, se torna contra los EE.UU. Reagan autorizó que armas químicas y biológicas fuesen transportadas a Irak. Lo importante era detener a Irán. Millares de personas murieron, Irán fue derrotado y Saddam, gracias al Pentágono, reforzado en el poder. ?Quién investiga las armas químicas y bacteriológicas almacenadas en los EE.UU.? Los vietnamitas saben como ellas queman la piel, hacen caer los pelos del cuerpo, envenenan los pulmones y matan por asfixia. Las bombas de gas fueron inventadas en Irak. Hasta las de nuestras policías, que usan en la represión a manifestaciones públicas, son "made in USA". Dos pesos dos medidas ?Por qué los americanos pueden ensalzarse de sus artefactos nucleares -probados en Hiroshima y Nagasaki, el mayor atentado terrorista de todos los tiempos- mientras Irak, Libia o Brasil, naciones virtualmente soberanas, son impedidas de entrar en el club atómico? Los EE.UU. no aprenden. Ya cegaron millares de vidas en la guerra fracasada en Irak, en 1991, y ahora insisten en repetir la dosis. Prometieron hacer de Kuwait una democracia y, sin embargo, ahí reina una dictadura monárquica, como en Arabia Saudita. No doy un centavo por Saddam y aliento para que él deje el poder cuanto antes. Me gustaría ver a Irak, cuna de la civilización, rescatar el explendor de su pasado y alcanzar el progreso gracias a sus reservas de petróleo. Lo que me parece ofensivo a nuestra inteligencia es esa política americana de dos pesos dos medidas. En Indonesia, Suharto prosigue en el poder, oprimiendo a Timor Oriental, debido al apoyo americano. Apoyo que nunca faltó a Batista, Somoza, Stroessner, Duvalier; a una centena de dictadores africanos; a las dictaduras militares latinoamericanas; y a los generales que mantuvieron al Brasil bajo una dictadura a lo largo de 21 años. Un ejercicio de imaginación Hagamos un ejercicio de imaginación. La ONU decide investigar los arsenales de los EE.UU. y envía una misión integrada por un iraquí, un cubano y un libio; Cuba mantiene, a Florida, bajo control de La Habana; bloqueados por Irak, los EE.UU. quedan impedidos de mantener relaciones comerciales con el resto del mundo; después la explosión del avión de TWA, cerca de Nueva York, Libia aboga por la suspensión de todos los vuelos hacia los aeropuertos norteamericanos; México reanexa Arizona a su territorio. Parece una broma. Sin embargo, a la inversa es verídico. La hegemonía estadounidense es tan imperiosa como imperial en estos tiempos de globalización que nadie se queja, por ejemplo, de que los EE.UU. mantiene a una nación soberana, Puerto Rico, anexada a su territorio. Hasta el Papa Juan Pablo II fue a Cuba para decir al mundo que el bloqueo de los EE.UU. hacia aquel país "es injusto y éticamente inaceptable". Si la misión emprendida por el Secretario General de la ONU a la postre fracasare, veríamos por la televisión al "infierno" meter fuego. Millares de civiles morirían en una lotería que, en tesis, pretendía matar una persona: Saddam. El dictador iraquí ya esta suficientemente satanizado para que nuestra sensibilidad considerase cuanto había de execrable en esa guerra.
https://www.alainet.org/es/articulo/104344?language=en
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