Medidas de fuerza en zona cocalera
28/04/1998
- Opinión
Con el fin de erradicar, mediante la fuerza, los cultivos de coca, el gobierno presidido por Hugo
Bánzer convirtió a la región tropical del Chapare en una "zona de guerra", arremetiendo
violentamente contra los campesinos cocaleros, quienes anunciaron que resistirán recurriendo a
todos los medios.
La ofensiva militar al Chapare se dio en circunstancias en que en Bolivia continuaban las protestas
de maestros, campesinos de zonas deprimidas y estudiantes universitarios, convocadas por la
Central Obrera Boliviana exigiendo alzas salariales y otras reivindicaciones. El balance trágico de
estas jornadas de lucha, es de 9 muertos, cien heridos y numerosos detenidos.
Se calcula que unos 5 mil efectivos de la élite anti-drogas, pertenecientes al ejército, a la Marina y a
la policía fueron movilizados a la región del Chapare, los que sitiaron las zonas cocaleras e
impusieron un virtual toque de queda, impidiendo a los pobladores circular y reunirse entre las ocho
de la noche y las seis de la mañana.
Crece la tensión
El punto de mayor confrontación se ubicó en Villa 14 de Septiembre, departamento de
Cochabamba, en donde los campesinos instalaron "su cuartel general" para resistir a los operativos
de erradicación y represión, lo que fue acompañado con bloqueos de caminos. El ejército y la
policía, por su parte, ubicaron en esta misma zona un campamento, desde donde se movilizaron
para tomar por la fuerza Villa 14, el 21 de abril. En el operativo, los uniformados allanaron varias
casas y arrestaron al menos a 36 personas. Los campesinos cocaleros denunciaron la desaparición
de 15 de sus compañeros, quienes habrían sido amarrados y torturados en los campamentos
militares.
Los campesinos cocaleros, en reuniones masivas clandestinas, decidieron impedir el trabajo de las
brigadas de reducción cocalera y exigir la desmilitarización del Chapare, la libertad de los detenidos
e indemnización a las familias de los fallecidos.
La posibilidades de llegar a consensos sobre el conflicto del Chapare se ha visto entrampadas por la
decisión del régimen de no dialogar con el diputado y máximo dirigente cocalero Evo Morales,
luego de que éste comentó que el narcotráfico en Bolivia empezó en el primer gobierno de Hugo
Bánzer. El ministro de Gobierno, Guido Nayar, dijo que "no hay más diálogo con la COB si Evo
Morales no se retracta", en tanto que dirigentes del partido oficial, Acción Democrática
Nacionalista, lo amenazaron con enjuiciarlo e incluso agredirlo físicamente.
Los operativos para erradicar los sembríos de coca forman parte del Plan quinquenal antidrogas del
gobierno de Bánzer (denominado "Por la dignidad"), que cuenta con el visto bueno de los Estados
Unidos y se propone erradicar 33.000 hectáreas en cinco años. Para este año, la meta es de 5.000 a
8.000 hectáreas. En este contexto, el gobierno adoptó la decisión de bajar de 2.500 dólares por
hectárea erradicada a 1650 dólares, lo que causó el malestar y la respuesta de los campesinos.
Atacar el problema en el nido
En el fondo, existen visiones y estrategias distintas en relación al problema de la coca. Por un lado,
el criterio del gobierno de Estados Unidos y del régimen boliviano es que los cultivos de la hoja de
coca, que sirve de base para la elaboración de la cocaína, son ilegales y que por lo tanto hay que
erradicarlos. Según esta política, iniciada en la administración Bush, hay que "combatir la
colmena", es decir atacar el problema en el "nido" antes que combatir seriamente a las "abejas".
Para cumplir este propósito, Estados Unidos duplicó el apoyo para la lucha anti-drogas en Bolivia,
pasando de seis a doce millones de dólares en este año.
En esta estrategia anti-drogas los más afectados resultan los peces chicos: consumidores, correos,
pequeños agricultores, antes que los peces grandes: narcotraficantes, y lavadores de dinero
(banqueros) que se llevan el 80% de los ingresos del negocio más lucrativo del planeta. Por lo
general, para la erradicación de la plantas se utilizan métodos reñidos con el medio ambiente y se
recurre a la violencia (en el Chapare han sido asesinados 63 personas en los últimos 10 años), sin
presentar alternativas de solución viables para los campesinos.
Coca no es lo mismo que cocaína
Por otro lado, la concepción de los campesinos cocaleros es que la hoja de coca no es igual a
cocaína. La coca en su estado natural no es droga, ni su uso puede considerarse como
estupefaciente. Desde hace miles de años, ha sido considerada como hoja sagrada por los pueblos
indígenas, y usada como planta medicinal, alimenticia, estimulante e incluso de afirmación de la
cultura andina. En Bolivia, millones de quechuas y aymaras "acullican" coca, lo mismo que en el
Perú. Es la cultura occidental, la que ha aislado, usado y abusado de la cocaína.
En un contexto de crisis y ajustes estructurales, los campesinos no han tenido otro camino que la
producción de la hoja de coca para enfrentar la pobreza, por ser el más rentable. En esas
circunstancias, los campesinos plantean revalorizar el consumo de la coca; promover su
industrialización benéfica; impulsar el desarrollo integral con protección del medio ambiente y
anular los convenios antidrogas firmados por los países productores de coca con Estados Unidos y
otros países.
https://www.alainet.org/es/articulo/104279?language=en