La historia de George Soros
Saqueo y Pobreza en Latinoamérica
14/04/1998
- Opinión
Adam Smith criticó a los terratenientes "rentistas" por sacar "rentas" de tierras improductivas. En
la época moderna, los descendientes de estos "rentistas feudales" sobre el capital y el trabajo
productivo, son los especuladores y financistas internacionales. Ellos compran y venden la tierra,
empresas, bienes raíces, incrementando el costo de la producción sin producir mercancías útiles.
Construyen grandes centros comerciales, especulan con la moneda, logrando ganancias inesperadas
sin contribuir al desarrollo de la industria, a la producción de alimentos ni al empleo bien
remunerado.
El capital especulativo crece a un paso vertiginoso: Wall Street y la Ciudad de Londres registran
ganancias sin precendentes. Y las consecuencias negativas se hacen evidentes en todo el mundo.
Las economías asiáticas han sido golpeadas por los especuladores internacionales de las tasas de
cambio.
En Latinoamérica, los fondos corporativos del exterior, las grandes firmas financieras y los
especuladores multimillonarios han engordado sus planillas de ganancias a través de lucrativas
compras de monopolios de telecomunicaciones, bienes raíces urbanos, centros comerciales, bancos,
tierras rurales y urbanas, y compañías petroleras y mineras. La compra de propiedades estatales y
bienes raíces urbanos a precios reducidos se ha traducido en ganancias astronómicas en el plazo de
uno o dos años. La bonanza de importaciones baratas y el enriquecimiento del 20% más rico de la
población ha resultado en un auge de importaciones de bienes de consumo. La compra a plazos
alimenta el consumo desenfrenado de los sectores medios y medio-bajos en los centros comerciales.
El crecimiento de los préstamos a gran escala, públicos y privados, ha significado ingresos sin
precedentes tanto para instituciones financieras como para firmas de inversionistas.
Los que pagan los platos rotos
El otro lado de la moneda es la devastación de pequeños agricultores y empresarios, acompañada
de niveles récord de quiebras, incautación de tierras con hipotecas morosas y el incremento del
número de trabajadores rurales sin tierra. En México, más de dos millones de deudores se han
organizado para resistir a las incautaciones. En Argentina, más de 30.000 pequeñas empresas han
ido a la quiebra.
El crecimiento de las importaciones baratas, los arriendos altos y los elevados costos financieros
han conducido al declive de las industrias locales y al aumento de enclaves para la exportación,
controlados predominantemente por grandes corporaciones multinacionales de propiedad
extranjera. El transporte (automóviles), el procesamiento de alimentos, las industrias mineras y
químicas aparecen a la punta del empuje exportador; mientras que los textiles intensivos en mano
de obra, vestido, calzado e ingeniería van en declive.
El proceso de desindustrialización selectiva y el crecimiento de los sectores de exportación
intensivos en capital ha producido el desempleo masivo, el crecimiento del sector informal, así
como el trabajo temporal mal pagado, por un lado, y una pequeña capa de profesionales, técnicos,
contadores y asesores financieros bien remunerados, por otro.
En Brasil y en el Gran Sao Paulo la tasa de desempleo es de 17%, en la zona Gran Buenos Aires-
Rosario, de 18%. En Venezuela, cerca del 60% está en la economía informal. Más del 60% de la
fuerza laboral chilena recibe un salario por debajo del nivel que corresponde al valor agregado
generado por su productividad. Las inversiones mayores se ubican en la compra de empresas o
bancos existentes. La inversión en tierras urbanas y bienes raíces y la compra de propiedades
rurales inflan los precios de la tierra.
Las consecuencias son directas y uniformemente negativas para las clases populares. La
privatización significa despidos masivos, incrementos en los precios de los servicios y la
discontinuidad de líneas de transporte y servicios, salvo en las rutas más rentables. La inversión en
bienes raíces se traduce en edificios de oficinas o apartamentos para sectores de altos ingresos, en el
desplazamiento de los habitantes y arrendatarios de bajos ingresos y la expulsión de empresarios y
manufactureros pequeños y medianos, a medida que los arriendos suben por fuera de su alcance.
Con el aumento de los precios de la tierra, los pobres se ven empujados hacia fuera de los límites
urbanos y a amontonarse en barriadas con escasos servicios de transporte y salud, con lo cual se
alarga su jornada laboral y aumentan las enfermedades. El desplazamiento reduce el acceso al
empleo, a las escuelas y a los establecimientos de salud. Los recortes en el gasto social es una
política predilecta de los gobiernos para "establilizar la economía" y dar las garantías de que las
inversiones no serán adversamente afectadas por las fluctuaciones de la moneda.
El aceite de la corrupción
El boom de la minería, petróleo, agroindustria, bienes raíces y sector financiero es la base, tanto
para las apariencias externas de crecimiento, como para la realidad interna de miseria, desigualdad y
protesta social crecientes.
Aparejado a la privatización y desregulación -las dos columnas de la actual política de "libre
mercado" en América Latina- se presenta la corrupción a amplia escala y a largo plazo en los más
altos niveles de gobierno. México, Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia han tenido presidentes
que han sido acusados de corrupción, y dos de ellos destituidos, a la vez que una serie de altos
funcionarios han sido implicados en contrataciones ilegales, la interferencia en el sistema judicial y
la compra abierta de votos parlamentarios.
Mientras desde arriba la corrupción se encarga de engrasar las ruedas de la máquina avasalladora
del mercado libre, la represión militar y policial, de silenciar la oposición y el disenso, a fin de que
las economías sean seguras para los inversionistas extranjeros.
En Argentina, se ha registrado más de 850 incidentes de amenazas y violencia (incluyendo dos
asesinatos) contra comunicadores críticos del régimen de Menem. En Brasil, más de 50
campesinos sin tierra y squatters urbanos han sido asesinados por la policía militar que protege a
propietarios y terratenientes. En Venezuela, durante la última década, los militares y la policía han
ocupado las calles dejando saldos de decenas de muertos y heridos. Entretanto, los especuladores
invierten miles de millones, y a medida que se infla la burbuja financiera, la ira a la base se
profundiza.
La desregulación ha facilitado que se fabriquen fortunas rápidas de unos pocos, pero las
consecuencias para la economía en su conjunto han sido desastrosas.
El "filántropo" Soros
Un caso típico del nuevo capital especulativo que entra en América Latina, es el de George Soros.
Además de su reciente gran compra del lucrativo monopolio telefónico ruso Svyazinvest, en
colaboración con el Deutsche Morgan Grenfel, se alega que Soros ha ganado miles de millones al
especular con la tasa de cambios en Inglaterra y más recientemente en el Sudeste Asiático. Las
incursiones filantrópicas de Soros en Europa del Este le ayudaron a crear puentes con futuros
políticos e intelectuales que posteriormente le facilitaron oportunidades lucrativas de inversión en la
compra de compañías en esa región.
Como era de esperarse, Soros está a la punta de la avanzada especulativa en América Latina.
Encontró oportunidades apropiadas para construir una gran fortuna bajo el régimen Menem. De
una inversión inicial de $10 millones en 1990, sus haberes en bienes raíces ahora superan los $500
millones. Ellos incluyen dos torres de oficinas, dos muelles en un complejo portuario de lujo,
edificios residenciales para sectores de altos ingresos y planes para reconvertir el Mercado de
Abasto de Buenos Aires. Ha comprado cuatro de los seis mayores centros comerciales de Buenos
Aires y un gran complejo deportivo y hoy es el terrateniente y ganadero más grande de Argentina.
Esto último es resultado de una inversión de $17 millones en 400.000 hectáreas de tierra y 160.000
cabezas de ganado. A principios de 1997, con una ganancia de $90 millones alcanzada en esa
propiedad, Soros compró otras 60.000 hectáreas de tierra agrícola y 87.000 cabezas de ganado. El
valor de la tierra se ha duplicado en unos dos años y el mercado estadounidense se ha "abierto de
pronto" a las exportaciones de carne de res argentina por primera vez en 60 años.
Y mientras el valor de la tierra está en las nubes y los arriendos aumentan y el régimen de Menem
proclama su éxito para atraer nuevos capitales, en Argentina las huelgas generales se extienden a
varias provincias y las manifestaciones masivas de trabajadores de la salud y profesores,
malpagados o impagos, se hacen frecuentes.
México es otro blanco para las aventuras especulativas de Soros, con inversiones de $1.3 mil
millones en bienes raíces. Así, mientras el nivel de vida está a la baja, el predador externo llega para
atrapar los beneficios.
En Venezuela, Soros ha tomado el control de numerosos "cajeros automáticos" y una compañía de
bienes raíces cuyo capital supera los $150 millones (Fondo de Valores Inmobiliarios, FVI).
Además tiene acciones en lucrativas compañías de minería, textiles y energía eléctrica.
En Brasil, tiene acciones por $245 millones en la recientemente privatizada compañía de teléfonos,
Telebras, una acción mayoritaria en Brazil Realty, e inversiones en rascacielos de oficinas en el
centro de Sao Paulo.
Al igual que en sus incursiones anteriores, aprovechando -en asociación con especuladores locales-
de las desregulaciones fomentadas por regímenes corruptos y represivos, Soros cubre con un varnis
filantrópico su acción depredadora. En efecto, mientras amasa billones a costa de los campesinos e
indígenas desprovistos de tierra, la Fundación Soros ha abierto una oficina que ofrece educación a
niños indígenas y de la calle en Ciudad Guatemala.
Conclusión
El crecimiento especulativo en América Latina ha subido de escalón. Los millonarios locales están
siendo desplazados por los "jugadores mundiales", que despiden a quienes antes despedían,
compran todo y toman control de la nueva fuente de riqueza: la renta. El crecimiento de rentas y
ganancias a partir de inversiones especulativas está directamente ligado al declive en los ingresos de
los asalariados y campesinos, a pesar de las favorables tasas de crecimiento que se han dado
recientemente.
En un sentido más profundo, la operación Soros, bajo la cual "los grandes peces comen a los peces
pequeños", pone en relieve la creciente concentración y centralización del capital financiero y de
bienes raíces. Ello es parte del nuevo estilo emergente de desarrollo con sus actores delimitados y
beneficiarios exclusivos. Es una fórmula para el crecimiento altamente polarizado y explosivo.
En todo caso, Soros tiene la mayor parte de sus billones en fondos de inversión líquida. Si llega la
revolución, él puede desplazar sus capitales a otras áreas, allí donde los nuevos Menem, Cardoso y
Calderas aparecen listos para engrasar las ruedas del progreso con nuevos acuerdos lucrativos por
arriba y el correspondiente envío de la fuerza pública para contener a la desconcertada población.
Y la Fundación Soros seguirá no muy lejos, con financiamiento para una comunicación más abierta
entre campesinos y especuladores.
https://www.alainet.org/es/articulo/104264
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