Napoleón y la sobreproducción mundial del azúcar

12/10/2014
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A inicios de octubre se reunió el Grupo de Coppet, para hablar de “La salida del Imperio” en referencia al colapso del Imperio de Napoleón en 1814. Este es uno de esos grupos que se reúnen para leerse mutuamente sus cavilaciones eruditas acerca de documentos polvorientos, relacionados con antiguas celebridades, cuyos actos no suelen trascender hasta nosotros. Coppet es el lugar, cercano de Ginebra, en cuyo château, que fuera del banquero Jacques Necker, se reunían entre otros, tres personajes que tuvieron mucha relevancia hace dos siglos:
 
Madame de Staël, hija del banquero ginebrino Jacques Necker, casada con el Barón de Staël, Embajador de Suecia en Paris; dama inteligente y de pluma elegante, emancipada, culta y liberal de sentimientos, que en su vida tuvo que ocuparse de recuperar los dos millones de libras que su padre, Ministro de Finanzas de Luís XVI, prestó a la corona justo antes de la Revolución Francesa.
 
Benjamín Constant de Rebecque, gran polemista en política y religión, nacido en Lausana, pero formado en Edimburgo, era defensor del modelo inglés surgido de la revolución de 1688 y del modelo económico basado en el comercio internacional. En política fue crítico de la Revolución Francesa y del Imperio y en religión fue un hugonote calvinista. En literatura adquirió reputación por Adolphe, una novela autobiográfica de contenido psicológico y social.
 
Jean Charles Sismond de Sismondi, historiador y economista de sabiduría socio-política, que planteó la necesidad de una distribución más equitativa de la riqueza y también del beneficio para la producción que aportan la ciencia y la tecnología. Criticó las ideas de David Ricardo en su Nuevos Principios de Economía Política y su método de análisis económico, usado por Marx, aún después de apodarlo socialista “petit bourgeois”, fue visto como la explicación de las crisis recurrentes del sistema capitalista, por autores tan distintos como Rosa Luxemburg, Mihail Bakunin o Joseph Schumpeter.
 
Trafalgar y el azúcar de remolacha
 
Las ponencias leídas durante el evento me hicieron pensar en el vínculo entre el Imperio, Sismondi y la presente Política Agrícola Común de la Unión Europea, aunque nada de eso fue mencionado.
 
En 1805 los británicos, comandados por el Almirante Nelson, destruyeron la flota franco-española frente al Cabo de Trafalgar. Esto tuvo gran trascendencia histórica favorable al imperialismo británico y luego el norteamericano, pero el efecto inmediato fue dejar a Francia y a España sin poder comerciar con sus colonias y es el inicio del Bloqueo Continental que se declaró en 1806. Entre las mercancías coloniales que dejaron de llegar a Europa estaba el azúcar de caña.
 
Como el azúcar es un insumo industrial de la mayor importancia, el gobierno imperial auspició el cultivo de la remolacha, una fuente de azúcar de baja eficacia, que había sido una curiosidad de laboratorio desde el siglo XVI. El proceso de producción a escala industrial se inició en Passy, cerca de Paris, por iniciativa de Benjamín Delessert, en enero de 1812. Cuando Napoleón lo supo, le dio tal importancia que acudió de inmediato para verlo y con la misma medalla de la Legión de Honor que portaba en su pecho, condecoró a Delessert.
 
Pocos días después, Napoleón ordenó la siembra de 100.000 hectáreas de remolacha y la fundación de cinco escuelas para enseñar el nuevo proceso azucarero. Desde entonces, en Europa, el azúcar ha sido parte de una economía de guerra, aún en tiempo de paz. Unos 200 años después, en 2012, Francia produjo 4, 6 millones de toneladas. La producción total europea fue de 25 millones de TM, a lo que la UE aportó 17 millones de TM, que le cuestan cerca de € 900 millones en subsidios, otorgados principalmente a los grandes grupos procesadores y distribuidores.
 
En la campaña 2012 – 13, la producción mundial fue de 176 millones de TM y el consumo de 164millones de TM[1]. Esto arroja un excedente de producción de 12 millones de TM, que va a sumarse a existencias acumuladas de 257 millones de TM. Con un precio promedio mundial de $430 en 2014, significa un subsidio europeo de $47 por TM. La distorsión comercial causada por los subsidios y las barreras arancelarias europeas llegó a ser tan grande que, hasta 2006, a pesar del modo ineficiente con que produce azúcar a expensas del contribuyente, la Unión Europea era el principal exportador mundial.
 
Fuente: Central America Business Intelligence [CABI].
 
La sobreproducción en la polémica de Sismondi con Ricardo.
 
Las críticas y recomendaciones de Sismondi al sistema económico de su época siguen siendo válidas y nuevas porque el sistema no ha cambiado y sus defectos han empeorado. Basta recordar que el tema de sus Nuevos Principios de Economía Política es la distribución de la riqueza en la población. Dos siglos después se protesta por la concentración de la riqueza en un 1% de la población mundial.
 
La crítica de Sismondi a la sobre-producción que auspiciaba David Ricardo, es aplicable a la sobre-producción del azúcar europea. Ricardo dice “la demanda de los productos solo está limitada por la producción”[2]. Sismondi objeta: “Con este principio es absolutamente imposible explicar el hecho más demostrado en toda la historia del comercio; la saturación de los mercados”... “en las naciones ricas la producción suele ser determinada, no por las necesidades, sino por la abundancia de capitales, y entonces, cuando se sobrepasa el consumo, se produce una cruel miseria.”
 
Añade Sismondi: “La sociedad debe desear siempre que el trabajo se ajuste a la demanda, para que las ventas tengan carácter universal, y que ningún productor sufra;”… “El gobierno, lejos de empujar sin discernir la producción, debe moderar un celo ciego, que se torna contra sus conciudadanos, o al menos, contra otros hombres. En el primer caso, eso es contrario a lo político; en el segundo, es contrario a la humanidad.” [3]
 
Esta parece ser una descripción adecuada del daño que causa la sobreproducción mundial del azúcar. Los habitantes de los países en desarrollo tropicales debieran poder beneficiarse de la ventaja de cultivar caña de azúcar, que la produce con mayor rendimiento. El azúcar, es uno de los pocos productos agrícolas tropicales de exportación que no es perecedero, lo que permite almacenarlo y suplir establemente la demanda. Sin embargo, Estados Unidos y Europa administran sus pocas importaciones con un sistema de cuotas y encima subsidian su producción ineficiente.
 
Estados Unidos produce azúcar procesando el maíz, que tampoco es un recurso eficiente, pero como entrega $ 5 millardos en subsidios al maíz[4], hay una sobreproducción de maíz y azúcar que estimula el sobreconsumo interno y su exportación a países sujetos en su red de acuerdos de libre comercio. Ese dumping perjudica la economía rural de México y América Central y es una causa mayor de emigración.
 
La Unión Europea, que hasta 2006 exportaba cerca de 6 millones de TM, reformó ese año su política e impuso cuotas de producción, que redujeron sus exportaciones a 1,6 millones y dejó aumentar sus importaciones de los países ACP (antiguas colonias) hasta 3,5 millones de TM. Aun así, su producción sigue siendo casi equivalente al excedente mundial.
 
Tal vez, la desesperación rural que impulsa la emigración africana a Europa disminuiría si el azúcar europeo se produjera en África, siguiendo una línea política señalada entonces por Sismondi, en sus escritos contra la esclavitud. En todo caso, ya sería hora de que la política azucarera heredada de la economía de guerra de Napoleón, hace ya doscientos años, fuese abandonada.
Ginebra, 04/10/2014
 
 


[1]    Cifras definitivas más recientes encontradas en: http://www.statista.com/statistics/273437
[2]    David Ricardo, On the Principles of Political Economy and Taxation. Cap. XXI, Tomo II.
[3]    J. C. Sismondi, Noveaux Principes de Economie Politique, Cap. III, Libro III
https://www.alainet.org/es/articulo/104126
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