Lecciones y herencias del siglo XX: comentarios a la obra de Eric Hobsbawm (V)

21/09/2014
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Derrota de la contra-revolución rusa y el nacimiento de la URSS
 
 “La historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución rusa y sus repercusiones directas e indirectas” (Eric Hobsbawm: “Historia del Siglo XX”, p. 90)
 
Sumario del capítulo anterior:
 
Como vimos en el capítulo IV de esta serie relativa a los comentarios sobre “Historia del Siglo XX “, obra monumental de Eric Hobsbawm, la caída del viejo régimen se produjo a través de 4 fases principales de transición; la primera, la revolución de febrero (marzo) de 1917, con la cual la dinastía de los Romanov es echada del poder y se instaura un gobierno provisional; la segunda fase, en la cual colapsa el gobierno provisional (en octubre –noviembre en Occidente- del mismo año), tomando las fuerzas revolucionarias del partido bolchevique y sus aliados el control del Palacio de Invierno, formando un nuevo gobierno; la tercera fase, que significó el hundimiento del país en una guerra civil emprendida por las fuerzas contra-revolucionarias internas y externas, formadas por los actores políticos y económicos reaccionarios (incluidas algunas potencias extranjeras) desalojados del poder, y que durara alrededor de tres años (entre 1918 y 1920); y la cuarta y decisiva etapa, que se inició con la derrota definitiva de las fuerzas contrarrevolucionarias en 1920 y el nacimiento de la que se conoció a lo largo del siglo XX como la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), en 1921, suceso que abría de marcar en forma decisiva la historia política de la humanidad durante la mayor parte del siglo que estamos abordando.
 
Tercera fase de la gran transición histórico-política: derrota de la contra-revolución rusa (1918-1920)
 
Tal y como Hobsbawm lo indica en su obra aquí citada, la toma del Palacio de invierno por parte de las fuerzas bolcheviques fue un asunto realmente menor. Lo complicado prosiguió casi de inmediato (como en todas las revoluciones clásicas), cuando las fuerzas derrotadas comenzaron a reagruparse intentando revertir su derrota.
 
No lo consiguieron, más sin embargo ello significó enormes traumas y consecuencias sociales a través de una cruenta guerra civil.
 
Según cifras expuestas por Hobsbawm a este respecto, entre 1.5 y 2 millones de rusos (tanto población civil no combatiente como soldados contrarrevolucionarios derrotados), huyeron de Rusia en calidad de desterrados (1), generándose así una enorme crisis humanitaria que dejaba a tal cantidad de gente sin existencia burocrática ni respaldo de ningún Estado, por lo cual se creó y utilizó por primera vez la figura del “Pasaporte Nansen”, bajo los auspicios de la entonces “Sociedad de Naciones” (2), el antecedente inmediato de la llamada “Liga de Naciones” (posteriormente transformada en las “Naciones Unidas”, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial).
 
Tras el triunfo definitivo de la revolución bolchevique en octubre de 1917, la tarea principal (y única) que puede tener cualquier nuevo gobierno revolucionario, no podía ser otra que la de mantenerse, la de sostenerse en el poder (3).
 
Y como no podía ser de otra manera, el gobierno revolucionario tuvo al menos que sostenerse ante seis grandes desafíos y/o catástrofes cruciales:
 
·         La conquista de los alemanes sobre grandes extensiones territoriales de Rusia y las duras condiciones de paz que éstos les impusieron (4).
·         Las brutales secesiones regionales de las que fue objeto el nuevo Estado Ruso (5).
·         La criminal contrarrevolución armada interna, encabezada por las llamadas “Guardias Blancas” (6).
·         La intervención armada extranjera, orquestada y financiada desde el exterior por varias potencias enemigas acérrimas de la revolución (7).
·         El hambre generalizada que se apoderó de todo el país (8).
·         El hundimiento económico (9).
 
La fortaleza del pueblo ruso fue producto de vencer todas estas enormes dificultades por construir la nueva sociedad, la cual quedó literariamente expresada en la famosa novela “Así se templó el acero” (10), y en 1920, al menos la contrarrevolución interna estaba finalmente derrotada.
 
Desde la perspectiva de Hobsbawm, los tres factores cruciales que garantizaron la supervivencia de la revolución ante semejantes desafíos y amenazas fueron los siguientes;
 
·         La creación del Partido Comunista (con alrededor de 600,000 miembros), fuertemente centralizado y disciplinado (11).
·         La creación del Ejército Rojo (12).
·         El reparto de la tierra entre el campesinado (13).
 
Cuarta fase de la gran transición: El nacimiento de la URSS
 
El surgimiento de lo que se conoció durante poco más de setenta años consecutivos durante el siglo XX (a partir de 1920), como La “Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas” (URSS), se produjo en condiciones de elevada debilidad y aislamiento internacional.
 
La reacción internacional, encabezada por los gobiernos burgueses liberales del mundo occidental y capitalista, decidió (ante la imposibilidad de derrotar militarmente a la revolución), crear y desarrollar una política de aislamiento internacional en contra de la Unión Soviética.
 
Parte de esa política fue crear una especie de “cordón sanitario” alrededor de la URSS, conformado por una serie de Estados enemigos de la nueva Rusia, siendo, algunos de ellos, Estonia, Letonia, Lituania, Besarabia y Finlandia (cuya secesión fue permitida por Lenin). (14).
 
Sin embargo, esa política de aislamiento en contra de la revolución bolchevique y el nuevo gobierno fracasó en la región del Cáucaso, donde Rusia adhirió a la unión de sus repúblicas “soviéticas” a Armenia, Georgia y Azerbaiyán (15).
 
Por otra parte, durante los primeros años de existencia de la URSS (durante la década de los años 20), se pusieron de manifiesto dos importantes paradojas geopolíticas: la primera, fue que se produjo un cierto acercamiento y alianza temporal entre Alemania y la URSS, enemigas acérrimas tanto antes cómo inmediatamente después de la caída del régimen zarista.
 
Ese fenómeno de la geopolítica internacional fue producido en parte por dos razones; tanto la Alemania post-primera guerra mundial como la URSS, padecían similar condición de hostilidad y aislamiento internacional. La segunda razón estuvo alimentada por el contundente rechazo que Lenin enfrentó al ofrecer al mundo capitalista facilidades para la inversión extranjera en la URSS (16). Por un breve lapso, ambas potencias se necesitaron para su sobrevivencia.
 
La segunda paradoja de la geopolítica acaecida después del surgimiento de la URSS, tiene que ver con el hecho de que tanto Turquía como la propia Unión Soviética se habían transformado (particularmente en los años 30), en factores de estabilidad internacional (ambos países recién habían experimentado cataclísmicas revoluciones políticas), al decir de Hobsbawm, (…) “estaban ocupados en sus propios problemas como para ocuparse de la guerra fuera de sus fronteras“(17).
 
Otro aspecto importantísimo de todos estos acontecimientos centrados en el triunfo de la revolución bolchevique y el surgimiento de la Unión Soviética, tiene que ver con sus implicaciones y consecuencias inmediatas y de mediano plazo (particularmente en la década de los años 20), consecuencias que habrían de tener repercusiones tanto para la sociedad “embarcada” en lo que Braudel denomina “Soviet experiment”(18), como consecuencias también para el resto del planeta, y por lo mismo, merecen ser abordadas en un capítulo aparte, a lo cual irá dedicada la próxima entrega (la VI).
 
 
 Notas bibliográficas:
 
1.     “Historia del Siglo XX”: E. Hobsbawm, p. 59.
2.     Ibíd., p. 59.
3.     Citado textualmente al respecto, Hobsbawm dice lo siguiente: “Así pues, y contra lo esperado, la Rusia soviética sobrevivió. Los bolcheviques extendieron su poder y lo conservaron, no sólo más tiempo del que había durado la Comuna de París de 1871 (como observó con orgullo y alivio Lenin una vez transcurridos dos meses y quince días…). Op. Cit., p. 71.
4.     “El nuevo régimen se mantuvo. Sobrevivió a una dura paz impuesta por Alemania en Brest-Litovsk…” (unos meses antes de que los propios alemanes fueran derrotados en la fase final de la Primera Guerra Mundial, en 1918). Según Hobsbawm, para Rusia esos acuerdos “supusieron la pérdida de Polonia, las provincias del Báltico, Ucrania y extensos territorios del sur y el oeste de Rusia, así como de facto, de Transcaucasia…” (aunque Ucrania y transcaucasia sería posteriormente recuperadas). (Ibíd., p. 71).
5.     Hobsbawm citado textualmente al respecto: “En los peores momentos de la brutal y caótica guerra civil de 1918-1920, la Rusia soviética quedó reducida a un núcleo cercado de territorios en el norte y el centro, entre la región de los Urales y los actuales estados del Báltico, además del pequeño apéndice de Leningrado, que apunta al golfo de Finlandia”. (Ibíd., p. 71).
6.     Cuyo objetivo principal era destruir la organización y movilización del pueblo a través de los soviets recién creados por ellos mismos (Ibíd., p. 71).
7.     Los siguientes son algunos de los países que financiaron, armaron y enviaron tropas a combatir la revolución a territorio ruso: Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Japón, Polonia, Serbia, Grecia y Rumania (Ibíd., p. 71).
8.     Ibíd., p. 71.
9.     Ibíd., p. 71.
10. Obra del autor ruso Nikolai Ostrovski.
11. Ibíd., p. 72.
12. Ibíd., p. 72.
13. De acuerdo con Braudel, entonces (1917) en Rusia el 80 % de la población era campesina; la tasa de analfabetismo ascendía al 75 % de la población (Fernand Braudel: “A History of Civilizations”; Penguin Books, New York, 1995, p. 550, 561). Según Hobsbawm (…) “En el momento decisivo, la gran masa de campesinos rusos -el núcleo del Estado y de su nuevo ejército-, consideró que sus oportunidades de conservar la tierra eran mayores si se mantenían los rojos que si el poder volvía a manos de la nobleza…”. Aunque, hay que decirlo, y por supuesto Hobsbawm también lo señala, fue un proceso alejado de lo idílico, harto difícil y no exento de contradicciones y altibajos (Ibíd., p. 72).
14. Ibíd., p. 40.
15. Ibíd., p. 40.
16. Hobsbawm no lo menciona en su obra, pero de alguna manera nos recuerda la experiencia similar enfrentada por Fidel Castro en su histórico intento de aproximación a Estados Unidos, pocos meses después del triunfo de la revolución cubana en 1959, con exactos resultados al de la revolución bolchevique. En cuanto al dato puntual del acercamiento temporal de la URSS con Alemania ver (Ibíd., p. 43).
17. Ibíd., p. 44.
18. F. Braudel, Op. cit., p. 557.
 
 
Sergio Barrios Escalante
Científico Social e Investigador. Escritor y Narrador. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y adolescencia a través de la Asociación para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ADINA). Autor del libro “La Falsa Denuncia”.
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/103573
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