El retorno del movimiento climático de base al escenario internacional

16/09/2014
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 498: Frenar el calentamiento global 24/11/2014
El movimiento ciudadano de acción frente a la crisis climática global ha desarrollado con el tiempo una relación de amor-odio con el trabajo en la campaña internacional en general. Durante años, personas en todo el mundo se han unido sobrepasando las fronteras nacionales, para hacer frente a una crisis que no conoce fronteras.
 
La visión que crearon tenía un atractivo que fue romántico y estratégico al mismo tiempo. El punto culminante de este activismo "un solo planeta, un solo pueblo” fue en 2009, cuando decenas de miles de activistas acudieron a la capital danesa en Copenhague para impulsar acciones en la cumbre anual de la COP (Conferencia de las Partes) de la ONU, con la esperanza de alcanzar un acuerdo global tan serio y real como lo es la propia amenaza climática (algunos activistas llamaron a esta reunión "Hopenhagen", fusionando el nombre “Copenhagen” con la palabra “Hope”, que en inglés significa esperanza).
 
Sin embargo, esas esperanzas se estrellaron contra la realidad política de estrechos intereses nacionales inmutables, además de una poderosa resistencia corporativa, asuntos muy complejos y la falta de voluntad política. Muchos activistas climáticos al regresar a sus países, optaron más bien por centrar sus energías en batallas políticas locales, como la lucha contra el oleoducto Keystone XL en los Estados Unidos y los esfuerzos Anti-Fracking en Europa.  Cuando se llevó adelante la más reciente negociación de la COP en Varsovia, en diciembre de 2013, el proceso ya había sido casi completamente ignorado por el gran público.
 
Pero ahora, en un baile de tres pasos que comienza en las calles de la ciudad de Nueva York en septiembre, el movimiento climático está retornando una vez más al escenario internacional.  El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, quien ha hecho del cambio climático una cuestión principal de su mandato, ha llamado a los jefes de Estado del planeta y a otros "líderes mundiales" a una cumbre especial en la "Semana del Clima"[1], destinada a aumentar la presión en busca de una acción internacional coordinada.
 
Organizaciones de activistas climáticos en los EE.UU. se han estado movilizando durante meses para aprovechar la oportunidad de la cumbre que se llevará a cabo allí, con planes para una masiva marcha por las calles de Manhattan el 21 de septiembre.  En diciembre, esta energía renovada para la acción internacional se desplazará hacia el sur, hasta Perú, donde tendrán lugar las negociaciones de la COP bajo la sombra política del deshielo de los glaciares andinos.  Luego, en diciembre del próximo año las negociaciones de la COP se trasladarán a París, para lo que supuestamente es la fecha límite para un nuevo acuerdo internacional sobre el clima.  Activistas europeos ya se están reuniendo para organizar allí una movilización en las calles, para igualar o superar la multitud esperada en Nueva York este mes de septiembre.
 
 
¿Cómo cambiar la ecuación política?
 
En momentos en que el movimiento climático va dando pasos y avanzando una vez más al escenario de la política internacional, no le faltan demandas y propuestas.  Los grupos climáticos pueden ofrecer una diversidad de ambiciosos y apasionados planes sobre cómo reducir el uso de combustibles fósiles por parte de la humanidad, proteger los bosques del mundo y trasladar dinero de los países ricos que han causado esta crisis climática, a los más pobres que están menos equipados para hacer frente a lo que viene.
 
Pero saber lo que se quiere y saber cómo cambiar la ecuación política para hacerlo posible, son dos cosas diferentes.
 
El Centro para la Democracia entrevistó recientemente a más de 40 activistas climáticos de los cinco continentes para recabar sus puntos de vista sobre la mejor manera de usar la Cumbre de Lima y las otras reuniones mundiales, como una oportunidad para cambiar los vientos políticos en torno a la crisis climática y hacer posible la acción real.  Lo que escuchamos de estas personas, que van desde activistas indígenas locales, hasta el personal de ONG’s muy conocidas, son tres hilos muy importantes de sabiduría colectiva.
 
En primer lugar, cambiar la narrativa mundial sobre la crisis climática.  Durante una década, los activistas climáticos han estado brincando de un discurso a otro para hablar de la crisis.  Hemos oído acerca de los osos polares y el aumento del nivel del mar, tormentas monstruosas y partes por millón de carbono en la atmósfera, nada de ello lo suficientemente conectado con la vida cotidiana de la gente como para ganar una fuerza de arrastre suficiente y duradera.
 
Pero hay lecciones desde el movimiento de base sobre cómo hacerlo mejor.  En California, los activistas climáticos lucharon con éxito contra el asalto político de los hermanos Koch[2] (que financian el escepticismo respecto al cambio climático) al hablar de las plantas locales de combustibles fósiles y su conexión con el asma en los niños.  En América del Sur, la crisis tiene que ver con el agua: su desaparición en algunos lugares está provocando sequías y desplazamientos, y su excesiva presencia en otros lugares está causando inundaciones y destrucción.  En Asia y África, la gente habla acerca del papel del clima en el empeoramiento de la crisis alimentaria.
 
El hilo común en los mensajes que están ganando apoyo es hablar de la realidad local y ligar la crisis climática con los problemas reales de la vida, de la supervivencia. Implica hablar a la gente del planeta degradado y cada vez más peligroso que les estamos dejando a nuestros hijos y a los suyos.  Algo que es tan importante como el mensaje, es la autoridad moral de quien proviene.  "No podemos hablar de los impactos, a menos que el principal mensaje provenga de las comunidades afectadas", dice Juan Carlos Soriano, un activista peruano de 350.org.
 
En segundo lugar, usar esta trilogía de acciones globales para construir poder a largo plazo en el movimiento climático.  Lograr una acción real frente al clima no tiene que ver solamente con la concientización, sino que se trata de construir poder político en el movimiento climático y de cómo hacerlo.
 
En Nueva York y París, la atención se centrará en movilizar multitudes en las calles, con la esperanza de convencer a los gobiernos que seguir ignorando la creciente demanda de acción implica riesgos para ellos. "Lo que más necesitamos hacer como movimiento es animar la conversación y construir poder, no presionar a los líderes mundiales", señala Sean Sweeney, del Global Labor Institute.
 
En América Latina, África y Asia ese poder ciudadano reside en los movimientos de base de larga data vinculados a los derechos indígenas, derechos territoriales, recursos naturales y otras batallas que ahora se ven afectados por el cambio climático.  Para la COP en Lima, ubicada entre dos eventos de más alto perfil dominados por el Norte, en Nueva York y París, los activistas con los que hablamos dijeron que este evento debe resaltar como la "COP del Sur" y establecer el vínculo entre la crisis climática y estos movimientos.
 
"Las luchas locales parecen estar en espacios compartimentados que no se conectan a este gran problema que afecta a todo, absolutamente a todo.  Uno de los retos consiste en conectar las luchas y demandas locales con el activismo en contra del cambio climático", dice Elizabeth Peredo Beltrán, una líder climática renombrada en Bolivia.
 
En tercer lugar, enfrentar directamente a los poderes y fuerzas que bloquean acciones serias sobre la crisis climática.  Las empresas de combustibles fósiles, la agroindustria internacional, los fabricantes de automóviles y otros intereses corporativos tienen una gran participación en las negociaciones internacionales sobre el clima y han utilizado su poder político para incrustarse en el proceso de la COP de la ONU.
 
Durante la reunión en Varsovia el año pasado, el Observatorio Europeo de Corporaciones documentó todo tipo de técnicas utilizadas por estas empresas para convertirse en patrocinadores oficiales de las negociaciones mundiales sobre el clima, de la misma forma en que podrían convertirse en patrocinadores de los Juegos Olímpicos o la Copa del Mundo. Las corporaciones dotan de todo a los negociadores gubernamentales, desde coches y conductores gratuitos hasta tazas para beber con sus logos estampados, todo el tiempo empujando sus agendas hacia temas tales como la tecnología de captura de carbono y los mercados de carbono impulsados por las corporaciones.
 
Los activistas dicen que es urgente centrar la atención en esta captura corporativa de las negociaciones y en las falsas soluciones que las corporaciones están fomentando.  "Tenemos que ir con una estrategia ofensiva y comunicar el mensaje de que las negociaciones se están enfocando en cuestiones erróneas; las soluciones reales pasan por rediseñar la economía", dice Nathan Thanki del grupo Earth in Brackets.
 
Estrategia más táctica
 
Sun Tzu escribió en El arte de la Guerra que "la estrategia sin táctica es el más lento camino a la victoria, y la táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota”.  Es una buena noticia en el mundo del activismo climático que los movimientos y organizaciones estén retomando la demanda de una acción seria en el escenario internacional.
 
Si bien es bastante improbable que países como EE.UU., China, India y otros, acepten atar sus políticas internas a un acuerdo global, la acción internacional puede aumentar la presión sobre estos gobiernos para que tomen medidas.  Al igual que con todos los movimientos ciudadanos exitosos, ello comienza con la construcción de una base sólida, comprometida y movilizada entre quienes ya están comprometidos con la acción.
 
Pero el movimiento climático también debe ganar el apoyo de los sectores ciudadanos que aún no está comprometidos ni convencidos, bajo una agenda común de acciones necesarias.
 
El camino a través de Nueva York, Lima y París ofrece la oportunidad de hacerlo, siempre que hablemos de la crisis de una manera que conecte con la gente, que usemos todas las oportunidades para construir el poder y no sólo para desahogarnos, y que desenmascaremos, desafiemos y socavemos las fuerzas más grandes que se interpongan en el camino.[3]
 
Con tanto en juego para las generaciones que vendrán después de nosotros en este planeta, es esencial que la próxima ronda global de acción climática logre resultados, y no termine siendo "el ruido antes de la derrota".
(Traducción Aldo Orellana López).
 
- Jim Shultz es fundador y director ejecutivo del Centro para la Democracia (https://twitter.com/DemocracyCenter) y vive en Cochabamba, Bolivia. Este artículo se publicó originalmente en inglés en YES! Magazine http://www.yesmagazine.org/planet/climate-comeback-international-arena.
 
* Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, No., 498 de septiembre de 2014, que trata sobre el tema "Frenar el calentamiento global" - http://alainet.org/publica/498.phtml


[3]Ver:  “Estrategias de Movimiento para Mover Montañas: Conversaciones con activistas de todo el mundo sobre cómo usar la COP de América Latina para construir acción ciudadana sobre el clima"  http://democracyctr.org/wp/wp-content/uploads/2014/08/Estrategias_Movimi...
https://www.alainet.org/es/articulo/103450?language=es
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