Al heroico pueblo palestino ¡salud!
26/07/2014
- Opinión
Cuando caen bombas en Gaza matando a cientos de inocentes, y madres desesperadas levantan sus manos implorando a su Dios la protección de sus hijos. Cuando este genocidio que en nada se diferencia de las represalias nazis de “escarmiento” a la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, realiza su faena. Cuando esto sucede hay quienes con la clara intención de desviar condenas y repartir por igual culpas nos hablan de odio en ambas partes.
Claro que hay odio en ambas partes, pero hay diferentes clases de odios. Uno es el odio que emana del racismo contra lo que se considera inferior y por tanto se justifica la reducción a estados de subordinación y servidumbre sin conmiseración de ninguna especie. El otro es el odio que nace en la resistencia a la ilegal colonización que ha venido desplazando por la fuerza a todo un pueblo a espacios cada vez más reducidos, segregados y hacinados en su propia tierra, en vergonzosas condiciones de cautiverio.
Ahí están los mapas para quienes tengan dudas y los quieran ver. Guetos que nos traen a la memoria otros episodios oscuros de la historia humana. Existe una causa y hay un efecto que algunos por inconfesables propósitos pretenden ignorar y escogen refugiarse en falaces, ofensivas e injuriosas calificaciones de “antisemitismo” a la condena, o de “justa defensa”. ¡Por Dios! ¿El victimario “defendiéndose” de su víctima? ¡Cínicos e hipócritas! ¿No tienen siquiera tan solo un poco de decencia? Felizmente cada vez son menos los incautos que comen esos cuentos.
Toda esta historia de enfrentamientos se inició con la creación de un Estado conformado por extraños cuyo fin, entre otros, era el de colonizar un vasto y apetecido territorio del Medio Oriente. Los acuerdos internacionales de aceptar la creación de un Estado Judío y las posteriores resoluciones de Naciones Unidas fueron irrespetados, pisoteados de manera sistemática por esa parte que, desde los inicios, albergaba otros propósitos. La que logró imponerse sobre otras nobles intenciones.
Antes de que todo esto sucediera, musulmanes y judíos que luchaban juntos cuando las tierras de ambos eran invadidas, convivían en paz sin el odio que hoy los enfrenta. En esa paz que algún día volverá cuando la racionalidad convierta en cenizas esos nefastos y enfermizos sentimientos de superioridad racial y la humanidad entera le haga justicia a un pueblo avasallado y humillado. Al que le han quitado y negado todo: Patria, esos espacios en los que siempre vivieron sus ancestros, paisaje de vida y su propio futuro, pero que aun así no se ha dado por vencido ni aun sintiéndose vencido. ¡Resiste Palestina! Tu justa causa y tu estoicismo que ya es epopeya histórica, anida hoy, más que nunca antes, en la mente y en el alma, y muy adentro, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Al Heroico Pueblo Palestino ¡Salud!
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