"Que escuchen nuestra palabra cargada de razón"

01/02/1998
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(Fragmento de la Declaración final del III Simposio Internacional sobre la Autonomía de la Costa Atlántica de Nicaragua)

 

 La presencia de hombres y mujeres costeños al Simposio, provenientes de las Regiones Autónomas Norte y Sur de nuestra Costa Caribe, delegados de los pueblos y comunidades que la integran, dirigentes naturales, funcionarios regionales y del gobierno central, afiliados de diferentes organizaciones políticas, sociales y gremiales, sacerdotes y pastores de las distintas denominaciones religiosas, alcaldes y concejales municipales, consejales regionales, consejos de ancianos y autoridades tradicionales, empresarios, intelectuales, artistas y académicos y miembros destacados de la sociedad civil costeña, expresa el alto grado de representatividad, pluralismo y trascendencia de este Simposio, así como la unidad, pese a nuestras diferencias, en torno al presente y futuro de nuestra autonomía.

 

Así mismo, la asistencia a este evento de hombres y mujeres del Pacífico, de connotados políticos de los distintos partidos nacionales, personalidades del mundo académico, intelectual y artístico, y de los medios de comunicación, demuestra que la autonomía ha dejado de ser considerada como un asunto que concierne solo a los costeños, para entrar en el ámbito de los grandes intereses nacionales.

 

También, la llegada a la reunión de hombres y mujeres originarios de las más diversas, lejanas y cercanas patrias, conocedores de la temática autonómica, representantes de organismos cooperantes, dirigentes de los movimientos indígena, afroamericano y caribeño, implica que las autonomías se están constituyendo en todas las latitudes y regiones del planeta a partir de un proceso de resistencia colectiva que se inicia ante la conquista interior que desatan los Estados para imponer a los múltiples pueblos que conforman nuestras naciones una ley, una lengua, una cultura, una historia, una sola identidad abarcante y excluyente.

 

Durante estos días hemos recorrido la ruta de nuestros grandes problemas y obstáculos, hemos compartido experiencias exitosas y fracasos, sueños y aspiraciones, pero por encima de todo hemos llegado a la conclusión que la autonomía es uno de los principales instrumentos democratizadores de sociedades multiétnicas para la construcción de la unidad nacional en la diversidad; una de las vías más directas a la modernidad en la organización del Estado y la sociedad; una de las formas más seguras de articularse a los actuales procesos globalizadores, desde las regiones, municipios y comunidades, conservando nuestras identidades, recursos, medio ambiente y nuestra soberanía económica y política.

 

Ha quedado demostrado a cabalidad que las autonomías, lejos de estimular la desintegración, la atomización, el separatismo y los odios nacionales, coadyuvan a incrementar un sentimiento de pertenencia y solidaridad del conjunto de los pueblos y las etnias que conforman las entidades nacionales.

 

Ante las tendencias contradictorias y amenazantes que el neoliberalismo representa para las naciones estados al debilitarlas hasta hacerlas desaparecer, en unos casos, fusionándolas en nuevas entidades, como está ocurriendo con la mayoría de estados europeos, o fragmentándolas, como sucede en todos los continentes, manipulando para ello los problemas étnico nacionales, las autonomías conllevan nuevas formas de resistencia a estas tendencias, rearticulando y reestructurando la unidad de los estados nacionales sobre fundamentos más sólidos, permanentes, sostenibles y duraderos.

 

 Obviamente las autonomías, al menos en los países latinoamericanos y en algunos de otras latitudes, están relacionados íntimamente con procesos populares que luchan por la equidad, la justicia social, los derechos de las mujeres, los niños y los jóvenes y la construcción y el desarrollo de identidades alejados de fundamentalismos, mesianismos y exclusiones étnicas que son tan peligrosos y dañinos como los integracionismos e indigenismos que dieron origen a los estados naciones del siglo XIX y que aún, hoy día, algunos gobiernos pretenden mantener como política de Estado. Resulta preocupante que se generalice y se hagan comparaciones y similitudes de nuestras luchas autonómicas con los integrismos y odios étnicos de casos como Yugoslavia, para descalificarnos ante la opinión pública a nivel nacional e internacional. Los medios de comunicación, por esta razón, deberán reflejar con nitidez y veracidad la esencia libertaria de nuestros movimientos.

 

 Durante estos días analizamos con interés las experiencias autonómicas y las luchas por los derechos indígenas de otros países, así como debatimos sobre los desafíos de la autonomía.

 

De todo ello podemos concluir que la forma en que se expresan estos movimientos son muy variadas, como variadas son las propuestas para arribar a la autonomía. Con todo, valoramos que hay una enseñanza fundamental en todos los casos: la necesidad de profundizar en la construcción de los sujetos políticos autónomos, ya que la autonomía no se concede, se conquista a partir de movimientos de base, comunitaria y sectorial, con altos niveles de consciencia e identidad de grupo.

 

Los procesos de concientización, educación y socialización en torno a los derechos y prácticas autonómicas deben ser el centro de las preocupaciones de las organizaciones de los pueblos y las comunidades étnicas. Los grados y niveles que alcancen estos procesos dependen de la fuerza política alcanzada y de la capacidad de negociación de estos sujetos autonómicos. La autonomía, por definición, implica el diálogo y la negociación permanentes en torno a campos de competencia, recursos naturales y fiscales, espacios de incidencia en decisiones nacionales y condiciones generales para el ejercicio de derechos sociales, económicos y culturales específicos.

 

Destaca también de otros contextos nacionales, y que en Nicaragua parece repetirse, la puesta en práctica, como política de Estado, de la migración de las poblaciones mayoritarias para cambiar la correlación de fuerzas y la composición étnico nacional de pueblos y comunidades étnicas en un territorio determinado; la fragmentación de un pueblo entre varios estados nacionales o entre diferentes divisiones administrativas internas; el estrangulamiento económico y financiero de las regiones autonómicas; la cooptación, de dirigentes y de autoridades de los gobiernos autónomos y la exacerbación de las contradicciones internas para romper en su interior la unidad requerida para el desarrollo de la autonomía.

 

De la experiencia de la Costa Caribe de Nicaragua y de otras analizadas en el Simposio, se señalan aspectos positivos y obstáculos a superar. Sin embargo, debe destacarse que a pesar de que se considera que existe un cúmulo de problemas y adversidades, la autonomía se presenta como una forma de fortalecer la complementariedad de lealtades entre la identidad étnica y la identidad nacional. También, contando con un grado de autonomía, en cualquiera de sus niveles se forma una base material y política, para la negociación posterior por avances futuros. Así, por ejemplo, pese a las críticas hechas al Estatuto de Autonomía aprobado en 1987, éste es considerado una base firme de las conquistas logradas en la década de los ochenta en materia de derechos para los pueblos y las comunidades étnicas de la Costa Caribe de Nicaragua y fundamento para la reforma a la Constitución de 1995 que amplió los derechos de los pueblos autónomos sobre los recursos naturales de sus territorios.

 

Las cartas constitucionales, en todos los casos, se consideran fundamentales para reconocer el derecho a la libre determinación a través de la autonomía, ya que las mismas plasman fenómenos históricos y políticos que han costado sangre y resistencias sin fin de pueblos y comunidades étnicas.

 

Por eso se insistió, para el caso de Nicaragua, en profundizar el marco jurídico normativo e institucional del sistema autonómico. Parte de este objetivo se lograría a través de la reforma o reglamentación de la ley de autonomía. Los Consejos Regionales Autónomos deben iniciar los estudios correspondientes para presentar una propuesta de integración regional, la que debe ser consultada con todas las comunidades de ambas regiones. Asimismo, se considera que este instrumento jurídico, o uno específico para tal fin, deberá definir la propiedad comunal y demarcar las tierras comunitarias.

 

Paralelamente, se deberán promover apoyos técnicos y financieros para garantizar el manejo social, económico y ecológicamente sostentible de los recursos naturales, así como estimular un sentido de empresa regional con este espíritu.

 

El Simposio reconoció la particularidad que reviste el articular de manera armónica, tanto en las leyes como en la gestión cotidiana las competencias y artribuciones de los distintos niveles de gobierno comunitario, municipal y regional y lograr entre los mismos óptimos niveles de coordinación, cooperación y eficacia.

 

 La participación de la sociedad civil en el fortalecimiento de las autonomías se considera no solo trascendente sino necesaria a través de universidades, movimientos de indígenas, jóvenes y mujeres, asociaciones de síndicos, consejos de ancianos, agrupaciones de estudiantes, empresarios, organizaciones no gubernamentales y espacios de profesionales. Un desafío permanente de la autonomía, precisamente, es abrir todos los espacios de participación e inclusión de los diversos sectores sociales, económicos y culturales.

 

La autonomía no puede descansar solamente en los gobiernos autónomos, ya que la misma rebasa las instituciones autonómicas y los partidos políticos. Por ello, la unidad de los pueblos y las comunidades étnicas, por encima de los intereses particulares y de grupo debe ser un imperativo fundamental para la defensa y el desarrollo de la autonomía.

 

La organización de partidos y organizaciones políticas regionales que defiendan ante todo la autonomía y los intereses vitales de los pueblos y las comunidades étnicas de la Costa Caribe de Nicaragua es una necesidad impostergable.

 

El desempeño de los gobiernos autónomos debe responder a los intereses de sus pueblos, ejerciendo su gestión con eficacia, transparencia y un alto nivel de representatividad de las demandas de los gobernados, acompañada de una participación permanente de los mismos en la vigilancia propositiva de esa gestión.

 

La administración pública debe ser efectivamente descentralizada, incluyendo en esta política, el fortalecimiento institucional y financiero de los gobiernos regionales y municipales, así como de aquellas instituciones responsables de la planificación y ejecución de políticas claves para las regiones autónomas, como salud, educación, cultura, manejo de los recursos naturales, infraestructura productiva y de servicios, integrando también en este ámbito a la sociedad civil en la toma de decisiones y el control social de estas instituciones.

 

Los procesos autonómicos conllevan necesariamente una revalorización de la historia, las culturas y el patrimonio lingüístico de los pueblos y las comunidades étnicas en nuestras naciones. Para ello, la interculturalidad deberá ser el concepto motor de las políticas educativas y de socialización cultural de los gobiernos y de las instituciones autónomas.

 

El futuro de las autonomías depende en gran parte de la capacidad de preparar los cuadros técnicos y profesionales que tomen a su cargo los distintos ámbitos de la administración y el desarrollo regional.

 

La participación de la mujer en todas las esferas de decisiones es ya una condición para el avance sostenido del proceso autonómico. Se considera indispensable promover la lucha por la equidad de género, en su especificidad y requerimientos, de manera conjunta a la que se lleva a cabo por todos los derechos sociales y políticos de los pueblos y las comunidades étnicas de nuestros países.

 

Los trabajos de este III Simposio Internacional sobre la Autonomía de la Costa Atlántica en Nicaragua significan un punto de referencia importante en torno del nivel de debate, los alcances y la madurez del movimiento en favor de las autonomías y los derechos de los pueblos y las comunidades étnicas, así como de la naturaleza irreversible de este proceso tanto en Nicaragua como en otros países. Para todos los participantes queda clara la importancia que revisten el presente y futuro de la autonomía de la Costa Caribe de Nicaragua. Se ha reafirmado en esta reunión que los pueblos y las comunidades de la sociedad costeña no están solos. Que fuertes redes de solidaridad se han tejido en estos días de convivencia entre la familia costeña y entre quienes con sus luchas se han hermanado con su causa autonómica. ¡Qué los gobiernos escuchen este reclamo de las profundidades de nuestros corazones!, ¡Qué escuchen nuestra palabra cargada de razón y de justicia! ¡Qué escuchen...!

 

 Este documento es parte de la Serie Aportes para el Debate No. 6. (ALAI),

"Autonomías Indígenas - Diversidad de Culturas, Igualdad de Derechos", Febrero 1998, Quito

 

https://www.alainet.org/es/active/972?language=es
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