Débil repunte
08/11/2005
- Opinión
El pesimista suele ser un optimista mejor informado
Tenemos que ser muy cautos a la hora de hacer pronósticos sobre el comportamiento de la economía el próximo año, pues hay tantos y tan variados factores que pueden influir en el curso que ella tome, que resulta aventurado asegurar cuáles serán sus registros al cierre del 2006. Lo que sí podemos barruntar, con base en las tendencias observadas, es el desempeño de aquellas variables que influyen sobre los fundamentos de la economía y, en esa perspectiva, vislumbrar lo que nos deparará el inmediato futuro. Pues bien, nos lamentábamos en artículo anterior del magro crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año; más, sin embargo, en el segundo trimestre, según el DANE tuvo un repunte. Un crecimiento del 5.3% respecto al mismo período del año anterior, era algo que no se veía desde el primer trimestre de 1998. Así visto, marca una fuerte recuperación de la economía, sólo que, como lo veremos, se da sobre bases muy deleznables.
La euforia no se hizo esperar, no pocos analistas se apresuraron a revisar al alza sus proyecciones de crecimiento para el año entrante; el mismo B de la R se atrevió a vaticinar que dicho crecimiento rebasaría el 4%. Hacía rato que el consumo de los hogares, especialmente el de bienes durables, no alcanzaba un ritmo tan alto como el alcanzado en este segundo trimestre, saltando de un lánguido 3.2% en el primer trimestre al 5.3% respecto a igual período del año anterior. En ello ha influido de manera determinante las cada vez mayores remesas de los colombianos residentes en el exterior, que ya ronda los US $3.000 millones.
Por su parte, la inversión también le dio una mano al crecimiento del PIB, al pasar de un crecimiento del 16% en el primer trimestre a otro más auspicioso del 25%! Ello obedece, sobre todo, a la recuperación de los flujos de inversión hacia América Latina, pero ya sabemos con qué destino. No obstante, cuando escarmenamos las cifras y separamos la paja del grano, nos topamos con una sorpresa poco alentadora. En efecto, es el comercio el que mostró el mayor dinamismo entre todas las actividades y le siguen en su orden los establecimientos financieros, con un crecimiento del 10.2% y 9.8% anual, respectivamente; mientras que el crecimiento de la industria, a duras penas llegó al nimio 1.9% en el primer semestre, que no se repone después de la caída del 0.4% del primer trimestre. Este es un mal síntoma, que nos indica que algo está fallando y que no podemos hacer cuentas alegres, pues las apariencias engañan.
Con la baja del sector industrial se vino abajo también el crecimiento de la demanda por electricidad, gas y agua (2.5%). Y así las cifras del DANE no fueran convincentes para el Ministro de Hacienda, por que no cuadran con su personal percepción, la realidad es tozuda y ahora resulta que por las cifras del mes de julio que ya se conocen, la pérdida de dinamismo de la industria es aún mayor, pues en ese mes decreció 0.19%. De los 48 subsectores industriales, 25 registraron un comportamiento negativo! Preocupa sobre manera el creciente número de empresas del sector manufacturero en dificultadas, viéndose en la imperiosa necesidad de acogerse a la Ley de quiebras. En lo corrido del año ya suman 70! El sector agropecuario, por su parte, siguió rengueando con un débil crecimiento del 3%. Ello pone de manifiesto una marcada desaceleración de sectores claves de la economía; entre tanto, el auge de la construcción ha empezado a ceder, a tal punto que las licencias de construcción, que son el mejor indicador del crecimiento futuro de la misma ya para el mes de julio cayó un 2.8%.
Por su parte, las exportaciones, aunque resentidas por el impacto de la revaluación, tuvieron un buen desempeño, al registrar un crecimiento del 10.3% anual en el primer semestre, pero mostrando un quiebre, pues mientras en el primer trimestre el crecimiento fue del 13%, en el segundo apurado llegó al 7.8%. Entre tanto, las importaciones siguen disparadas, en el primer semestre se incrementaron el 26% y no es para menos, habida consideración de que en los últimos 12 meses la apreciación de la moneda alcanzó un 10%, estimándose en el 25% en los últimos 30 meses. Ello explica el hecho de que a pesar del ostensible crecimiento de la demanda, este no se traduce en un mayor crecimiento de la industria, la agricultura y la producción nacional.
Como lo afirma Portafolio, “…creemos que hay buenas razones para celebrar la mejoría de la situación económica, pero también que se debe ser cauteloso en el optimismo y adoptar los correctivos necesarios, para que esta mejoría sea duradera y no repitamos el ciclo de bonanza y recesión de la década pasada” . Compartimos esta opinión, pues es evidente que los factores que están impulsando este crecimiento espasmódico lejos de ser permanentes, responden a una coyuntura que se puede esfumar en cualquier momento sin dejar rastros.
La bonanza en los precios de los principales productos de exportación, que han registrado incrementos inusitados (el petróleo del 36%, el carbón del 46% y el café del 68%), amén del escalamiento en la exportación de carbón de un 47%, no es sostenible. La burbuja provocada por la desaforada demanda tanto de China como de la India por productos básicos está que se revienta en cualquier momento, lo mismo que en los productos agrícolas, pues la mayor oferta en respuesta a los buenos precios terminó por resentir sus precios. En la medida en que dicho crecimiento está basado fundamentalmente en el buen suceso de de bienes no transables (comercio, financiero y la construcción) y no en las llamadas actividades productivas, como la agricultura y la industria, es demasiado frágil.
Hace rato se viene hablando de la temida destorcida del insoportable déficit del sector externo de los EEUU, que de llegar a materializarse, según cálculos del FMI, precipitaría una contracción de la economía del 5%, lo cual sería una verdadera debacle. A lo anterior se suma el freno al crecimiento de la economía estadounidense, a consecuencia de los embates del Katrina, el Rita y más recientemente el Wilma, que le han costado US $30.000 millones, US $60.000 millones y US $10.000 millones, respectivamente. Del análisis anterior podemos citar como corolario esta frase de la ex ministra Cecilia López Montaño: “Es básico reposicionar el empleo, como elemento dinamizador del consumo, de la demanda interna, del aumento de la productividad y, por consiguiente, del crecimiento económico”.
- Amylkar D. Acosta M. es Presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas, www.amylkaracosta.com
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