Rosita del Uruguay
14/10/2005
- Opinión
“Hay que invertir más en DDHH…. los europeos tienen menores índices de violencia porque tienen menores desigualdades sociales…. Se culpa por ser pobre y si es joven, más. Y si este joven usa el pelo largo, y además tiene un tatuaje, ya está: es un delincuente." Roberto Garreton, Abogado chileno, Alto Comisionado de ONU para los DDHH, Uruguay, Octubre/2005.
Nosotros le agregaríamos: y si además es negro y homosexual tiene asegurada la cárcel.
Cómo no comentar la Ley 17.897 de Humanización y Modernización del sistema Carcelario aprobada en Cámara de Senadores y promulgada por el Poder Ejecutivo en septiembre pasado, que hizo posible la liberación anticipada de presos en varios establecimientos de reclusión bajo determinados requisitos.
Novedad mal presentada por alguna prensa, adrede en varias ocasiones, que sirvió a los opositores para crear y recrear el miedo, incondicional aliado de la opresión.
Para empezar: si se hicieron tantos gobiernos derechistas que prohijaron diferencias sociales inmorales, transformando la sociedad en un caos y llenando las cárceles hasta desbordar, hoy no se puede pretender que no haya sobreabundancia de delincuencia y delincuentes. Lo que estamos viviendo, no es resultado de la política del Frente Amplio que por primera vez en casi dos siglos ganó las elecciones en Uruguay. ¿O acaso se puede diagramar un país en siente meses? Sin ir más lejos los beneficiarios del Plan de Emergencia, son producto de las presidencias de los Sanguinetti, los Lacalle y los Batlle, y éstos aún tienen el tupé de criticar a quienes buscan reparar las consecuencias de sus hambreadoras economías de Estado.
En el sistema jurídico penal nacional, la libertad anticipada o provisional son usos permanentes, solo que la nueva norma determina otras condicionantes. La verdadera innovación de la que casi no se habla, está contenida en su espíritu y reflejada en el título. Incluye reformas al CPP sobre medidas de seguridad para enfermos u hospitalizados, reformas a la ley de seguridad ciudadana, y en general establece cambios que apuntan a bajar el índice de reincidencia. Esto y la flamante creación del ombudsman carcelario a nivel Parlamento -una especie de defensor público de los presos- pauta los nuevos lineamientos de la izquierda acerca del tema.
En tanto: la avidez mediática no justificó el manoseo a la sensibilidad de los entrevistados saliendo de prisión, violentando una vivencia que ni ellos mismos sabían cómo manejar.
Una periodista pretendiendo ser original o tal vez en el mero ejercicio de su maldad, insistió en preguntar a un liberado si dadas determinadas circunstancias no descartaba el hecho de volver a robar, extremo que la persona admitió.
Sería interesante preguntarle a ella, (no mientras se siente Dios por tener un micrófono en la mano y una cámara a disposición) trasladada a otra realidad, carente de todo, con hijos para alimentar, sin trabajo, recursos ni amistades, sin maquilladora ni peinadora y fundamentalmente -sin la educación y oportunidades que la vida evidentemente le brindó- en ese pozo sería importante idear una hipótesis en la que un “sagaz” comunicador le preguntara: ¿serías capaz de robar?
Pero lo que me trae aquí es Rosita a la que todos vimos por televisión saliendo del penal, y esas muchas Rositas que andan por nuestro suelo: delicadas muestras del tercer sexo con escasos recursos económicos, marginadas ostentosamente por el colectivo. Me refiero a los llamados “travestis” u homosexuales de sexo masculino con comportamiento femenino, y entre ellos específicamente a los pobres en dinero. Es fácil pensar que son personajes, sin embargo, forman parte de nuestra realidad. Pueden ser desdentados o con postizos comprados en la feria; porque si no dio para la escuela menos para el dentista. Casi siempre morochos -pero no oscuros porque se las ingenian para brillar- jovencitos, veteranos, de todas las edades, con colas y “lolas” restauradas por operaciones baratas y aplicaciones hechas a veces entre ellos mismos. Pelos motosos teñidos, laciados o aplastados por pelucas o apliques de trenzas. Sentimentales, muy sentimentales. Nerviosos y casi constantemente a la defensiva porque la burla y el agravio son su pan de cada día. Tengo una amiga, ya con sus años, que era homosexual declarado desde la época en que “para ser puto había que ser muy macho” según sus palabras, porque le gritaban lo que fuera y en la calle era paliza segura.
No es fácil para un travesti trabajar. ¿Quiénes los emplean así como son? De lo contrario deberán ocultar su inclinación lo cual además de frustrante, en algunos casos resulta imposible. ¿Usted podría no ser usted mismo?
Existen y no se pueden tirar debajo de la alfombra. Son nuestros, los parió el Uruguay y deben ser respetados y atendidos como parte de la sociedad de la que surgieron.
Rosita, hermana uruguaya: dejaste atrás las rejas y aún así no romperás las cadenas de los prejuicios y la hipocresía, una prisión de la que tal vez nunca te den libertad.
De todas formas te felicito por haber salido de la cárcel.
Otra vez eres libre de elegir de la vida la esquina que más te guste.
Fuente: www.atabaque.com.uy
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