Pensamientos para el 2015
14/09/2005
- Opinión
Los Objetivos del Milenio proponen un país diferente para el 2015. Sin
embargo, el reciente Informe Mundial de Desarrollo Humano lleva a
preguntarse qué tipo de desarrollo está experimentando Colombia.
Esta semana empieza la cumbre en la que se reunirán los estados
miembros de las Naciones Unidas para revisar la Declaración del
Milenio que fue firmada en el 2000 por 177 países del mundo, con el
fin de conseguir los ocho objetivos de Desarrollo del Milenio[1]. Pero
justo la semana pasada, Naciones Unidas presentó el Informe Mundial de
Desarrollo Humano 2005 en el que se muestra que el ritmo de
cumplimiento de las metas de esta declaración ha ido desacelerando, y
es más, algunos de los objetivos ya no se podrán cumplir. Es
importante ver lo que esto significa para Colombia, que según este
informe está en un nivel medio, pues ocupa el puesto 69 en el ranking
general de desarrollo humano mundial, pero es también un país que
tiene un conflicto armado y unos índices de desigualdad alarmantes. Al
paso que vamos, y para adoptar el mismo tono catastrófico de este
informe, el 2015 nos verá muy mal parados a nivel mundial.
El desarrollo humano en perspectiva
Hay que leer todos estos informes con toda la distancia del caso y
entre líneas. Para empezar, la misma noción de desarrollo humano es
algo que debe ser entendido en su contexto.
“El desarrollo humano consiste en la libertad y la formación de las
capacidades humanas, es decir, en la ampliación de la gama de cosas
que las personas pueden hacer y de aquello que pueden ser. Las
libertades y derechos individuales importan mucho, pero las personas
se verán restringidas en lo que pueden hacer con esa libertad si son
pobres, están enfermas, son analfabetas o discriminadas, si se ven
amenazadas por conflictos violentos o se les niega participación
política. Es por este motivo que las libertades fundamentales del
hombre proclamadas en la Carta de las Naciones Unidas son un aspecto
esencial del desarrollo humano.”[2]
Para entender por qué a alguien se le ocurriría denominar al
desarrollo como desarrollo humano, hay que tener en cuenta que la
mayoría de políticas y teorías del desarrollo hasta hace
aproximadamente una década, estaban enfocadas en lograr la evolución y
el progreso de los pueblos a toda marcha, inclusive a pesar de los
humanos. El BID, las políticas de la CEPAL y otros organismos
internacionales, y gobiernos de todos los países, seguían esta
concepción de desarrollo para impulsar las políticas sociales y
económicas. Estas políticas terminaron por empobrecer y estancar aún
más el crecimiento general y positivo de los pobladores más
necesitados de estos países.[3] El desarrollo se medía por el PIB (que
aún se usa, aunque se mira con una lupa un poco más grande), por
cifras y tablas, pero no a través de estudios que midieran el impacto
en la calidad de vida y las percepciones de la gente afectada, tanto
de manera positiva como negativa. El desarrollo era entendido como
desarrollo económico, desarrollo tecnológico y científico, pero en esa
época se olvidó que todos esos tipos de desarrollo obedecen antes que
todo al factor humano. Hubo que reivindicar la noción del desarrollo,
un poco demasiado tarde, pero ahora las Naciones Unidas y las agencias
de cooperación internacional, al igual que los gobiernos, están
utilizando, mal que bien, esta nueva noción de desarrollo (con una que
otra excepción).
Más grave que los impactos nefastos de algunas de estas viejas
políticas, es la permanencia de las antiguas y para nada inocentes
concepciones del desarrollo, que después de haber sido promovidas con
tanta insistencia por todo el mundo, han terminado por convencer a una
gran mayoría de la población civil, que sigue utilizando este dañino
discurso. Hace menos de un mes los habitantes de Mocoa estaban felices
porque por fin el desarrollo y el progreso había llegado a su ciudad,
pues por fin tenían semáforos en las calles. Paralelamente, el
departamento del Putumayo estaba asediado por las FARC, no tenía
electricidad y los desplazados que llegaban a cada hora mostraban un
panorama aterrador, de todo, menos de progreso y desarrollo.
Como bien lo expresa el informe, a pesar de que ha habido una mejoría
en términos de desarrollo humano en el último decenio en todo el mundo,
“...parte del problema de las instantáneas globales es que ocultan
enormes variaciones entre regiones y al interior de las mismas, así
como las brechas en todas las dimensiones del desarrollo humano. De
hecho, el progreso registrado en desarrollo humano ha sido poco
uniforme entre y dentro de las regiones y en sus diferentes
dimensiones”[4]. Colombia es uno de esos lugares en donde
adicionalmente se pueden observar subregiones que han avanzado
significativamente en desarrollo humano (Bogotá se parece en términos
de desarrollo humano a Costa Rica) mientras que otras no han seguido
avanzando y se han estancado. El informe indica que el índice de
desarrollo humano de Nariño es similar al de Vietnam y el del Chocó se
parece al de Bolivia. Habría que echar un poco atrás la película y
mirar en detalle qué tipo de concepciones sobre el desarrollo se
manejaron para estas regiones que vienen estancadas desde hace años,
porque la coincidencia no es gratuita. Seguramente el índice de
desarrollo humano del Chocó es parecido al de Putumayo.
El Informe
El Informe Mundial de Desarrollo Humano evalúa varios aspectos: los
logros y retrocesos en términos de desigualdad, tanto económica como
racial y de género, el papel del comercio y la asistencia
internacional de los países desarrollados a los más pobres, y el tema
del conflicto y la seguridad como garante del desarrollo humano.
El informe llama la atención sobre el tema de la desigualdad como
algo que no solo viola los derechos humanos, sino que impide el
desarrollo humano colectivo de un país. Colombia ocupa el puesto
número 11 en el informe y es superado por países como Lesotho y
Guatemala. Valga la pena mencionar que el principal énfasis que hace
el informe en su sección de desigualdad se centra sobre todo en la
lucha contra la pobreza. Este es otro término de esos que hay que
mirar con reserva, porque su valoración en el tiempo ha cambiado. Al
igual que el término desarrollo, en nombre de los pobres del mundo se
han cometido muchos atropellos, pues estos muchas veces se han
generado por una serie de actitudes y percepciones sobre formas
culturales diferentes, que han sido incomprendidas por el mundo
occidental. A veces con las mejores intenciones se hacen las peores
cosas[5].
El informe habla acerca de la necesidad de redistribuir los ingresos
entre ricos y pobres, habla de la colaboración de los países ricos
para ayudar a los países pobres a crecer y a reducir la desigualdad,
de género, de raza, de nivel de vida económico, pero me parece que
deja por puertas un ingrediente esencial para superar la brecha entre
ricos y pobres. El informe menciona que una de las regiones con más
desigualdades económicas es América Latina. Esta es también una región
del mundo supremamente clasista (palabra que no se menciona por
ninguna parte en el informe) y que tiene mucho que ver con las
inequidades sociales y la falta de oportunidades para que los pobres
de países como Colombia salgan adelante. Una persona que no cumpla con
los estándares de clase que define la elite en Colombia no logrará
nunca obtener el empleo que se merece, por más estudios, aptitudes y
calificaciones que tenga. En Colombia nos jactamos mucho de que el
ascenso social en este país es mucho más viable que en otros países de
América Latina, de que tenemos una pujante clase media con una
capacidad adquisitiva creciente que mueve el mercado de la nación.
Pero también es cierto que capacidad adquisitiva no significa igualdad
social, y que los sectores tradicionales que todavía ocupan los
importantes círculos de decisiones y del poder, son un grupo cultural
excluyente y muy difícil de penetrar. Es cierto que hay algunos
avances en términos de cambio de mentalidades, pero nos falta avanzar
en este punto muchísimo más para definirnos como un país incluyente
porque, además, la noción de clase en países mestizos está
directamente conectado con nociones de raza: nociones, actitudes o
valores que determinan que una persona se vea afectada en
circunstancia reales y cotidianas. Es muy diciente que desde hace un
par de semanas los medios de comunicación en Colombia estén haciendo
informes sobre lo que ganan los colombianos, sobre el porcentaje de
desempleo comparativo entre hombres y mujeres y sobre lugares públicos
o privados que niegan el acceso a personas que tienen cierto color de
piel, o hablan de determinada manera. Eso es desigualdad, y no me
extraña para nada que Colombia ocupe el puesto número 11 en el ranking
de países más desiguales del mundo.
Las otras dos partes del informe dejan mucho que pensar para Colombia,
ahora que el gobierno ha definido nuevamente que sí existe conflicto
armado. El informe habla sobre las consecuencias que un conflicto
armado trae para un país y su desarrollo humano. No hay que pensar que
por el hecho de que la desmovilización de los paramilitares se esté
dando, o por el reciente viraje en búsqueda de los diálogos del paz,
el país va a salir bien librado. Como bien lo expresa el informe, “Los
acuerdos de paz son con frecuencia el preludio de una nueva ola de
violencia: la mitad de los países que salen de conflictos armados
vuelven a caer en situaciones de guerra dentro del plazo de cinco
años”[6]. Y esto puede suceder por muchos motivos: por procesos de
reinserción débiles e improvisados, por falta de reconocimiento y
compensación de las víctimas del conflicto, por falta de inversión
social y cumplimiento para que se satisfagan las necesidades básicas
de toda la población del país. Hay que estar muy alertas a la forma
como se está transformando el conflicto, porque claramente no está
desapareciendo.
El informe habla también de la importancia de la cooperación y
asistencia internacional para los países pobres, no solo a través de
otros gobiernos o agencias de cooperación internacional, sino también
a través del comercio y la inversión justa y equilibrada en países
pobres, así como de tratados económicos equitativos y condiciones de
competencia limpias en los mercados internacionales. Igual que el
África sub-sahariana, América Latina como región se está rezagando en
términos de su participación en el comercio globalizado, y se necesita
un impulso mayor desde nuestros gobernantes para poder jugar en
iguales condiciones en este difícil terreno.
El país necesita líderes capaces y visionarios, que tengan en cuenta
todo lo que está en juego durante los próximos 10 años. Vale la pena
preguntarse por nuestros futuros líderes, ahora que está en juego el
tema de la reelección. ¿Quienes serán nuestros líderes? y sobre todo,
¿cómo podemos los ciudadanos ejercer un papel activo de seguimiento y
verificación para que estos ocho objetivos en pro del desarrollo
humano se cumplan? Estas no son preguntas fáciles de responder en un
país donde reina el oportunismo y los deseos de fama y poder de los
que hacen política para ser elegidos como nuestros gobernantes. Ante
este triste panorama del informe de desarrollo humano, solo puedo ver
que el país enfrenta adicionalmente una crisis de líderes y una crisis
ciudadana, porque es muy difícil que estas condiciones se den de
manera sana y activa cuando la democracia es más cuestión de papel que
de hecho. Espero que estar equivocada y que al volver a leer estas
páginas en el 2015 pueda reírme de esta visión futurista tan trágica.
Notas
[1] Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio tienen como fecha
límite el 2015 para su cumplimiento: (Informe de Desarrollo Humano
2005 pág.44)
Objetivo 1
Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Reducir a la mitad el
porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar diario y
reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre.
Objetivo 2
Lograr educación primaria universal. Velar porque los niños y las
niñas de todo el mundo puedan terminar el ciclo completo de educación
primaria.
Objetivo 3
Promover la equidad de género y la autonomía de la mujer. Eliminar
las desigualdades de género en la educación primaria y secundaria,
preferiblemente antes de 2005 y no después de 2015.
Objetivo 4
Reducir la mortalidad infantil. Reducir en dos tercios la tasa de
mortalidad de los niños menores de cinco años.
Objetivo 5
Mejorar la salud materna. Reducir en dos tercios la tasa de
mortalidad materna.
Objetivo 6
Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades. Detener y
comenzar a reducir la propagación del VIH/SIDA y otras enfermedades.
Objetivo 7
Garantizar la sostenibilidad ambiental. Reducir a la mitad la
proporción de personas que carecen de acceso sostenible a agua potable
y saneamiento.
Objetivo 8
Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Reformar la
asistencia y el comercio otorgando un trato especial a los países más
pobres. Ver informe completo en español en:
http://www.undp.org/spanish/
[2] Op. Cit., pág.20
[3] Ver por ejemplo la crítica que hace Arturo Escobar al caso
colombiano en La Invención del Tercer Mundo, Editorial Norma, 1996
[4]Informe de Desarrollo Humano, 2005 en: http://www.undp.org/spanish/,
pág 23
[5] Ver la crítica del discurso de la pobreza que hace Wolfgang Sachs
en el Diccionario del Desarrollo, Zed Books, Londres, 1992
[6] Informe de Mundial de Desarrollo Humano, 2005 en:
http://www.undp.org/spanish/, pág. 14
- Tomado de Actualidad Colombiana, Boletín quincenal - Edición No.
415 septiembre 15 al 29 de 2005, http://www.actualidadcolombiana.org
https://www.alainet.org/es/active/9215
Del mismo autor
- Colombia: Elecciones 2006 31/10/2005
- Pensamientos para el 2015 14/09/2005
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