Brasil y las dos Américas

13/09/2005
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El entendimiento de Brasil siempre fue el de que hay dos Américas, la del Norte y la del Sur, distintas no tanto por sus orígenes étnicos o aún por diferencia de idiomas, sino, sobretodo, por la geografía, con las implicancias geopolíticas. Este fue el parámetro por el cual se orientó su política exterior y Brasil, en el curso del siglo XIX, se abstuvo de todo involucramiento en América del Norte, Central y Caribe, mientras resguardaba a América del Sur como su esfera de influencia. Dentro de América del Sur, sin embargo, el interés fundamental de Brasil, desde los tiempos de la colonización, se centró, principalmente a los países de la Cuenca del Plata: Argentina, Uruguay, Paraguay y, de cierto modo, Bolivia. Lo que amplificó aún más la importancia geopolítica de la región, primero para Portugal, durante la colonización y para Brasil, después de la separación fue el hecho de que el abastecimiento de Mato Grosso, Goiás y parte de San Pablo dependía, casi en su totalidad, de la navegación fluvial. El bloqueo de la libre navegación a través de los ríos de la Cuenca del Plata configuraba casus belli para el gobierno imperial. Con las repúblicas del Pacífico, separadas por selvas y por la Cordillera de los Andes, las relaciones de Brasil nunca adquirieron un mayor peso y densidad, hasta la primera mitad del siglo XX. El interés primordial de Brasil consistió en buscar una solución para los temas de límites de navegación fluvial, a través del Amazonas, y de ahí las misiones de Duarte da Ponte Ribeiro (1851), Miguel María Lisboa (1853), Joao da Costa Rego Monteiro, Felipe Lopes Neto, Joaquim Maria Nascentes de Azambuja (1866 - 1867), enviadas a las repúblicas del Pacífico (Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela). La doctrina del uti possidetis sirvió de base para la demarcación de las fronteras, con la superioridad de la idea de la nacionalidad, que confirió a la política brasileña coherencia, racionalidad y continuidad, como Amado Luiz Cervo y Clodoaldo Buenos destacaron. Y lo que Brasil trató de asegurar fue su soberanía sobre la Amazonia, antes de abrir el río a la navegación internacional, y evitar que las repúblicas del Pacífico fuesen inducidas por los Estados Unidos a atacarlo al norte, aprovechando su involucramiento en la guerra contra el Paraguay (1864-1870). José María da Silva Paranhos, Barón de Río Branco, cuando ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores (1903- 1912), buscó consolidar las fronteras de Brasil, con todos sus vecinos, y su política exterior se pautó por directrices similares a las del tiempo de la monarquía (1822-1889), al considerar el continente una especie de condominio, en que Brasil ejercería libremente su influencia sobre América del Sur, mientras las Américas del Norte y Central, así como el Caribe tendrían en los Estados Unidos su centro de gravitación. Cuando en 1903, Panamá se separó de Colombia, con el apoyo de los Estados Unidos, Río Branco, no obstante lamentar el acontecimiento, no protestó, y solamente reconoció la nueva república de acuerdo con Argentina y Chile, a fin de mantener la unidad de los tres países, con los cuales pretendía establecer un acuerdo diplomático, conocido como ABC (Argentina, Brasil y Chile). En 1908, sin embargo, él reaccionó enérgicamente contra la actitud de los Estados Unidos, que pretendía favorecer a Perú en el litigio sobre los territorios Purus y Juruá, afirmando el "derecho nuestro (brasileño) de actuar políticamente en esta parte sin tener que pedir liderazgo o dar explicaciones" al gobierno americano, que, según sus palabras, no debía involucrarse "para ayudar a nuestros adversarios, en las cuestiones en las que estamos empeñados". Y un año después, 1909, amenazó romper las relaciones con Estados Unidos, si el presidente William Howard Taft ejecutase el intimatum dado a Chile para pagar dentro de diez días el monto de U$S 1 millón, reclamado por la empresa norteamericana Alsop & Co. Mientras tanto, en 1910, Río Branco no atendió a un llamado de Nicaragua para que la ayudase a impedir que un barco de guerra americano apoyase una revolución que surgía en aquel país. No tenía interés en la cuestión. Y solamente, unido a la Argentina y a Chile, configurando el bloque conocido como ABC, actuó como mediador para evitar una guerra entre Méjico y los Estados Unidos, cuyos soldados habían ocupado la ciudad portuaria de Veracruz, bajo el pretexto de capturar un cargamento de armas alemanas, transportado por el navío Ypiranga, de la Compañía Hamburg-Sûd. En 1927, sin embargo, el diplomático Ronald de Carvalho, en "Informe Reservado" sobre la Política Exterior de Brasil y la de los Países de América del Sur, organizado por orden del entonces canciller Octavio Mangabeira, dejó bien claro la pretensión de Brasil, al firmar, luego de definir varios objetivos a cumplir, que "volveremos a ocupar, en virtud del crecimiento natural de nuestra población y del desarrollo de nuestras riquezas, el lugar que nos cae en América del Sur", o, sin otras palabras, la preeminencia que tuviera durante el siglo XIX. Oswaldo Aranha, cuando era Embajador de Brasil en Washington, tomó en 1935 una actitud similar a la del Barón de Río Branco, de cara a la intromisión de los Estados Unidos en los asuntos de los países con los países vecinos. Advirtió el Secretario de Estado, Summer Welles de que "nada explicaba nuestro (brasileño) apoyo a los Estados Unidos en sus asuntos en América Central, sin actitud recíproca de apoyo a Brasil en América del Sur". Y, posteriormente, en la condición de ministro de Relaciones Exteriores del presidente Getúlio Vargas (1930-1945), firmó, con Enrique Ruiz-Guiñazú, canciller de Argentina, el Tratado del 21 de noviembre de 1941, cuyo objetivo era "establecer, de forma progresiva, un régimen de intercambio libre, que permitiese llegar a una unión aduanera /.../, abierta a la adhesión de los países limítrofes", ej. abierta a la adhesión de los países de América del Sur. Argentina se configuraba en un socio comercial cada vez más importante de Brasil, escurridero natural para sus productos agrícolas y manufacturas. Y el presidente Getúlio Vargas, durante la Conferencia de Río de Janeiro, luego de la cual rompió las relaciones con los países del Eje, no quiso forzar o que Brasil se apartase de ella, por cuanto consideraba la amistad entre los dos países "parte integrante de un programa de gobierno". El Tratado de 1941, para el establecimiento de la unión aduanera, no se efectivizó debido al ataque de Japón a la base americana de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, involucrando directamente al hemisferio en la Segunda Guerra Mundial, luego de la cual comenzó a ganar fuerza el concepto de América Latina, que las organizaciones multilaterales pasaron a utilizar, post Segunda Guerra Mundial, para designar la región, o sea, todos los países debajo de Río Grande. Mientras tanto, aún cuando Brasil se refería a América Latina lo que estaba subyacente era la idea de América del Sur, de la cual asumió abiertamente el liderazgo, cuando el presidente Juscelino Kubitschek lanzó, en 1958, la Operación Panamericana, tendiendo a reformular los términos del relacionamiento con los Estados Unidos. "Verifico que en Brasil - y creo que en los demás países del continente" maduró la conciencia de que no conviene más formar un mero conjunto coral, una retaguardia sin carácter, un simple fondo de cuadro", declaró Kubitschek. En aquellas condiciones, el continente significaba, sobre todo, América del Sur. Y el formidable impulso que tomara el proceso de industrialización de Brasil, en consecuencia de la implantación del parque siderúrgico de Volta Redonda, fue el que aumentó y robusteció su pretensión de asumir su liderazgo vis-à-vis de los Estados Unidos. Su papel se revistió de una importancia mayor, en la primera mitad de los años 60, al defender los principios de no-intervención y autodeterminación de los pueblos, compitiendo decisivamente para impedir que los Estados Unidos consiguiesen el apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) a su propósito de intervenir militarmente en Cuba y derrocar el régimen instituido por Fidel Castro. Se trataba de una cuestión fuera de su órbita, América del Sur, pero involucraba a la OEA y, consecuentemente, a todo el hemisferio. Solamente, en 1965, sin embargo, Brasil rompió su tradición de no intervenir directamente en cuestiones de América Central y en el Caribe. A pedido de Washington, envió un contingente militar, en la condición de fuerza interamericana de paz, para coadyuvar en la ocupación de la República Dominicana, luego de la invasión ordenada por el presidente Lindon Jhonson. Y, en el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se despachó un contingente, bajo la égida de la ONU, para mantener la paz en Haití. - Luiz Alberto Moniz Bandeira es profesor de la Universidad de Brasilia. Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte LA ONDA® DIGITAL.
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