30 de agosto, día del detenido/a desaparecido
29/08/2005
- Opinión
Los esfuerzos de las personas y organizaciones de los Derechos Humanos
por dar con el paradero de miles de sus familiares y amigos desaparecidos
de manera forzada han encontrado sistemáticamente a lo largo de 30 años
una barrera infranqueable construida por la impunidad de los responsables
y la complicidad gubernamental.
Nada se ha hecho a pesar de las recomendaciones de la Comisión de la
Verdad, de las reiteradas llamadas de la Comisión Interamericana y de la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Recientemente, por vez primera,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dictado sentencia en el
primer caso en que el Estado salvadoreño es llevado ante dicho tribunal
internacional por su responsabilidad en la desaparición forzada de las
hermanas Serrano Cruz, dos menores de edad desaparecidas en 1982 mientras
el ejército ejecutaba operaciones de limpieza en la zona norte del
departamento de Chalatenango. La sentencia obliga al Estado a ejercer
acciones encaminadas a establecer el paradero y la suerte de las dos
menores de edad, a reparar económicamente a la familia de las menores, a
declarar un día nacional en memoria de los niños y niñas desaparecidas y
a solicitar públicamente el perdón por este hecho, también obliga al
Estado a crear una Comisión Nacional para iniciar la búsqueda de cientos
de niños arrebatados a sus familias en el calor de los combates contra
insurgencia.
Una muestra de respeto a las víctimas, de respeto al derecho
internacional de los derechos humanos y de respeto a una vocación
democrática, vendría a ser el acatamiento de la sentencia en el plazo
estipulado sin excusas, el gobierno actual debe pedir perdón y hacer
justicia, el plazo vence a finales de septiembre y a la fecha no ha
habido más que reparos.
La desaparición forzada de personas ha sido calificada por el derecho
internacional como un crimen de lesa humanidad, supone el sufrimiento
continuado de la persona desaparecida detenida y la participación del
Estado a través de sus funcionarios quienes utilizan recursos del Estado
para realizar este condenable delito.
El gobierno de El Salvador, a través de sus agentes uniformados y
encubiertos, utilizó esta práctica para perseguir a disidentes políticos
o simpatizantes de la guerrilla, el método consistió en buscar en sus
hogares y centros de trabajo a quienes delatores al servicio de los
cuerpos de seguridad señalaban de colabora, formar parte o simpatizar con
los insurrectos. De esa manera se ocultaban en la oscuridad de la noche,
amparados en los toques de queda, se movilizaban en carros con vidrios
oscuros utilizando armamento de uso militar, llegaban a las viviendas de
los denunciados, les vendaban, amarraban e introducían en los vehículos,
a partir de ahí, la suerte del detenido desaparecido no ha sido aclarada
en una gran mayoría de casos, se supone por el testimonio del algunos
sobrevivientes que eran llevados a centros de detención de los cuerpos de
seguridad o a casa particulares, ahí eran sometidos a intensas jornadas
de interrogación, tortura, tratos crueles inhumanos y degradantes,
posteriormente, un pequeño tribunal militar, en juicio sumarísimo sin
derecho a defensa, determinaba la suerte del detenido. En el área rural,
la guardia nacional, la policía de hacienda y el ejército detenían a los
sospechosos que eran alejados de sus familias para siempre.
Mucho se dice de lugares seleccionados para deshacerse de las evidencias,
se comentó que algunas personas eran lanzadas vivas desde aeronaves,
algunas al mar otras en zonas alejadas donde eran devoradas por las aves
de rapiña.
Se calcula que unas 8,000 personas fueron detenidas por agentes del
Estado y posteriormente desaparecidas, esta situación se mantiene vigente
en la actualidad sin que se haya hecho ningún tipo de esfuerzos por
aclarar la suerte que han corrido, al menos que sus familias sepan donde
fueron arrojados o depositados sus restos para darles sepultura y cumplir
con los ritos de duelo que acostumbra la sociedad salvadoreña para con
sus familiares.
El Estado Salvadoreño a través de sus instituciones no solo ha demostrado
no querer investigar ningún tipo de crímenes que involucre a sus agentes
y conlleve cierta clase de responsabilidad sino que además ha hecho
cualquier tipo de acciones encaminadas a ocultar los hechos, a amparar a
los responsables y a perpetuar la impunidad. Cualquier iniciativa de la
sociedad civil y de los familiares de las víctimas se enfrenta al gran
muro de la impunidad cobijada por una discutida ley de amnistía, el
gobierno se protege bajo el argumento de que no hay necesidad de reabrir
las heridas, de que ahora hay que ver hacia el futuro, sin tomar en
cuenta sus obligaciones constitucionales e internacionales de garantizar
a las víctimas y/o a sus familiares las posibilidad de conocer la versad
de lo sucedido, de conocer el paradero de miles de desaparecidos, de
buscas justicia y castigo para los responsables cualquiera que sea su
argumento sobre los hechos, de procurar una indemnización económica y
moral y restituir el buen nombre de las víctimas de conformar una
comisión nacional para la búsqueda de desaparecidos con mandato legal y
facultades suficientes surgidas por Decreto Legislativo.
La CDHES se une a las organizaciones que conmemoran este día, se
solidariza con los familiares y víctimas u clama justicia contra los
responsables.
Consideramos necesario un encuentro contra la impunidad en encuentro
nacional solidario por la verdad y la justicia que involucre a todos los
sectores nacionales que estén interesados en un proceso de verdad,
justicia y reconciliación, toso por la memoria de miles y miles de
víctimas del odio, del fanatismo y de la irracionalidad.
En la actualidad, a consecuencia de pretender cerrar el pasado de manera
apresurada y nada inteligente, surgen de la sombra de la impunidad,
viejas estructuras organizadas para el crimen, provistas de información,
armas y medios, los escuadrones de la muerte resurgen para el exterminio
de quienes en juicios sumarísimos son considerados una amenaza para la
sociedad y se les aplica la pena de muerte, esas estructuras encuentran
sustentación y amparo en ciertos niveles del gobierno, en donde ante la
incapacidad de combatir el crimen a través de la legalidad, utilizan el
crimen mismo para combatirlo, donde está el esta de Derecho? Donde está
el sentido humano de este gobierno? Donde esta el sentido Común?
San Salvador, 30 de agosto de 2005.
- Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES) Miembro de la
Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH). Organización no
gubernamental, acreditada ante la Organización de las Naciones Unidas con
Status II Consultivo y ante el Consejo de Europa.
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