Grito de los Excluidos:
El cambio en nuestras manos
29/08/2005
- Opinión
Vale la pena insistir en la urgencia de superar visiones sectoriales
y trabajar en favor de la unidad regional, hemisférica y global, que
articule a todos, respetando la particularidad de cada uno.
Nuestro país pasa por un momento muy difícil, pero no deja de ser
purificador.
Con la elección de un presidente del campo popular, se difundió en
medio de nosotros la idea de que la esperanza venció el miedo. Pasados
algunos meses, cuando decíamos que el gobierno estaba en disputa,
comenzamos a vivir momentos de perplejidad que enseguida fueron
transformándose en desilusión, ya que no veíamos perspectivas de
cambios. Después de las denuncias de corrupción, pasamos a la
decepción. Y, según Don Pedro Casaldáliga ahora nos preguntamos,
“¿será que la esperanza podrá vencer la decepción?”.
Al conmemorar el décimo primer Grito en Brasil y el séptimo en las
Américas, muchas personas, con relación a la situación que estamos
viviendo, se preguntan: ¿Cómo será el Grito este año? Es una pregunta
que todos los días llega a la secretaría del Grito.
Muy simple, continuaremos gritando las mismas cosas de antes, con un
énfasis mayor en la ética, en el combate a la corrupción y en el
castigo de los corruptos. El documento del Grito Nacional lanzado
estos días destaca tres ejes principales:
-. “El pueblo brasileño vive una mezcla de desesperanza, tristeza y,
porque no, de decepción frente a la situación de nuestro país.
- “Brasil es aún rehén de los altos intereses y del endeudamiento
externo, lo que lo deja sujeto a frecuentes ajustes fiscales exigidos
por los representantes del capital financiero internacional.
- “El gobierno se ha doblegado a las exigencias internacionales,
encaminado las reformas neoliberales, lo que lo hace incapaz de
implementar políticas públicas de reforma agraria, y de aplicar
mayores inversiones en la salud, educación, transporte, vivienda,
derechos humanos, medio ambiente, entre otras;
-. “La sociedad brasileña está flagelada por el desempleo, la pobreza,
el hambre, por la violencia y la corrupción, lo que muchas veces
resulta en revuelta o indiferencia por parte del pueblo con respecto
al destino político del país”.
Realidad excluyente
Según datos del BID, en América Latina, un 10% de las clases más ricas
tienen un ingreso 84 veces superior al 20% de los ingresos de los más
pobres. Ochenta y cinco por ciento de los niños latinoamericanos vive
en la pobreza, un 33% de los niños sufre de desnutrición. En América
Central, entre 1992 y 2002, el porcentaje de gente hambrienta aumentó
en un 33%, de 5 millones a 6,4 millones. En Argentina, que produce
carne y trigo suficientes para alimentar a 350 millones de personas,
casi ocho millones de personas (20% más de su población) son
indigentes y desnutridos.
En Brasil el cuadro no es diferente. Sólo cinco mil familias detentan
el patrimonio correspondiente al 42 % del PIB, lo que nos hace uno de
los campeones de las desigualdades sociales. Lo más triste, sin
embargo, es que la política económica sigue profundizando las
desigualdades. Aunque muchos digan, y la gran prensa lo confirme, que
la economía va bien. Pero no se preguntan: “¿Va bien para quién”?
Basta mirar los datos de las inversiones en el campo y de la deuda
externa. ¡Veamos!
Política al servicio del capital rentista y el agronegocio
Al iniciar 1979, la deuda externa de Brasil era de 52,8 mil millones
de dólares. Si Brasil habría pagado una tasa de interés del 6% al
año, que es la tasa más que aceptable en el primer mundo, a finales
de 2004 Brasil, tendría un crédito de 161 mil millones. Los países
ricos deberían a Brasil más de 161 mil millones de dólares. ¿Qué se
podría hacer con 161 mil millones de dólares?
- Serían asentadas 10 millones de familias sin tierra.
- Se repararían 20 veces todas las carreteras de Brasil.
- Se pagarían 2 salarios mínimos mensuales, por un año, a 55 millones
de brasileños (as).
- Se generarían 20 millones de empleos en la agricultura.
La Deuda Pública en 1995 era de 208 mil millones de reales. Desde ese
año hasta ahora, pagamos 710 mil millones de reales y la deuda pasó a
810 mil millones de reales. Pagamos 3,4 veces lo que debíamos y aún
debemos 3,9 veces más.
Como si eso no bastara, la actual política económica privilegia los
grandes productores rurales del agronegocio exportador, en detrimento
de la agricultura familiar. Basta mirar los créditos concedidos o
disponibles para los grandes propietarios y para los pequeños o para
la agricultura familiar.
Para los 342 mil establecimientos rurales, con más de 200 hectáreas,
que ocupan un 13,4% de la población rural, (2 millones de personas),
está previsto un crédito, para 2005/2006, de 44 mil millones de
reales.
Por otro lado, para 3,8 millones de familias, que trabajan en pequeñas
propiedades, y que ocupan un 86% de la población activa en el medio
rural (14 millones de personas) están destinados, para el mismo
periodo, sólo 9 mil millones de reales en crédito. Por eso es ahora,
más que nunca, que tenemos que gritar.
¿Porque tanta exclusión?
El Manifiesto del Grito Continental que será lanzado el 7 de
septiembre analiza de esta forma: “la exclusión social está por
encima de toda una relación: no podemos entender la existencia del
excluido sin aquel que excluye; no podemos entender la miseria
absoluta sin la opulencia vergonzosa; no podemos entender porque
existen los barrios miserables sin preguntarnos sobre el origen de los
guetos de los multimillonarios y de las élites económicas de los
negocios. La exclusión es necesaria para que el sistema se
autoperpetúe, aunque con ello se condene a millones de seres humanos a
una existencia espantosa, sin perspectivas de vida y sin esperanzas”.
Y añade: “hoy sabemos que no es con más mercado y con menos Estado, ni
con más apertura y garantías a los capitales, que serán resueltos los
graves problemas a los que está sometida la mayor aparte de la
humanidad en el inicio del nuevo milenio. No es con el crecimiento de
la economía que se distribuirá la riqueza: se debe distribuir la
riqueza para que todos puedan crecer y la sociedad comience a ser
verdaderamente inclusiva. Esta certeza es compartida por muchos
movimientos, redes y organizaciones del mundo entero, los cuales, con
su trabajo, hacen crecer la conciencia planetaria sobre la necesidad
de cambios de cuño radical”.
Pero hay señales de cambios
En respuesta al poder de la opresión, los excluidos/as se rebelan
contra la violación de los derechos económicos, sociales, culturales y
humanos; derrumban presidentes, crean movimientos autónomos, liberan
territorios y toman fábricas.
No será suficiente crear puestos de trabajo mientras las relaciones de
poder en la sociedad continúen siendo, por definición, asimétricas:
superar la exclusión significa transformar las estructuras y el
ejercicio del poder en nuestras sociedades. Por eso, es hora de pensar
en cómo necesitamos avanzar en la formulación de un proyecto político
global de las resistencias que equivalen a una refundación del mundo.
Necesitamos, por lo tanto, radicalizar nuestra opción por los
excluidos y excluidas, construir una utopía y un sujeto social (o
muchos sujetos sociales) aglutinador, con capacidad de transformar la
desesperanza en capacidad de movilización, de acción y organización.
Por eso estamos llamados a reinventar formas de organización colectiva,
de la economía y la política, que nos permitan transformar la actual
situación.
El esfuerzo para globalizar la resistencia y la solidaridad, apunta
hacia la necesidad de crear una sociedad mundial capaz de distribuir
de forma equitativa la riqueza creada por toda la humanidad. Como
dijimos arriba, no se trata de crecer para después distribuir, sino de
distribuir como base de crecimiento y solidaridad. Es necesario
también, la creación de una ciudadanía universal que permita a los
trabajadores/as tener plena libertad de movimiento en la búsqueda y
construcción de oportunidades para su desarrollo y de los demás.
Además de las manifestaciones del 7 de septiembre en Brasil y del 12
de octubre en las Américas y el Caribe, estamos convocados a
participar, en Brasil, en la “Asamblea Popular: Minga por un Nuevo
Brasil”, a realizarse en Brasilia D.F., del 25 al 29 de octubre
con la participación de más de 10 mil personas.
- Luiz Bassegio es Secretario del Grito de los Excluidos Continental.
https://www.alainet.org/es/active/9094?language=pt
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